Uno de los principios básicos de la actitud religiosa de los magos es la posibilidad de involucrar a seres superiores (dioses, démones, ángeles u otras entidades) en el cumplimiento de sus deseos y objetivos. Las formas más habituales de involucrar a estas potencias son las plegarias, con las que el mago busca someter su voluntad y que cumplan el beneficio o maleficio de la fórmula. El problema es que, si esos seres superiores son los astros, en realidad su supuesta voluntad depende del movimiento mecánico del Universo que ellos no pueden alterar. En este caso, la eficacia de las fórmulas mágicas no está tanto en el poder de los seres conjurados, sino en sus posiciones astronómicas y su personalidad astrológica, que Tolomeo quiso reducir a pretendidos parámetros científicos. Aquí partiré de algunas fórmulas mágicas de contenido astral cuyos rituales y fines se subordinan a las doctrinas astrológicas del Tetrabiblos para mostrar cómo sólo cuando se enriquece la realidad de los planetas convertidos en instrumentos de un dios superior, recuperan a ojos del mago la voluntad que permite ajustar el destino a las armas astrológicas que nunca perdieron
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