sábado, 20 de julio de 2024

El Enigma del Zodiaco. Jacques Sadoul.

 


 

 

No he creído nunca en la astrología.

Los horóscopos de los periódicos no llegaban a indignarme,
pues me contentaba, simplemente, con volver la página sin ver-
los. La indiferencia ante ese extremo —se dice— es la forma
última de la incredulidad. Por el contrario, siempre me he
sentido atraído por la alquimia, y este interés me impulsó a
escribir un estudio donde discutía la realidad de las transmu-
taciones metálicas. Sin embargo, cuanto más penetraba en la
historia de la filosofía hermética, más me percataba de que
muchos alquimistas consideraban su ciencia indisolublemente
ligada a la astrología. Éste era, por ejemplo, el caso de Arnal-
do de Vilanova, de Basilio Valentín, de Paracelso y, en nuestra
época, de Fulcanelli o de Armand Barbault.
A causa de ello concebí cierta curiosidad hacia la ciencia de
los astros, que pronto se vio fomentada por dos hechos nue-
vos. En primer lugar, el azar me hizo encontrar a una anciana
señora que, en el curso de la conversación, empezó a hablar-
me de una experiencia astrológica que había tenido antes de la
guerra y que la había marcado para el resto de su vida. En
1930 ó 1931, se había confiado a una amiga suya respecto al
matrimonio de su hijo con una muchacha que no le placía de-
masiado. Esta amiga le aconsejó acudir a un astrólogo que
ella conocía, un hombre muy serio que ocupaba un cargo
importante en el mundo de las finanzas; añadió que le sería
necesario copiar de su libro de familia la fecha y la hora exacta
del nacimiento de su hijo. Esta dama concertó, pues, una cita con Eudes Picard, uno de los individuos más representativos del movimiento de renacimiento astrológico de principios de siglo. Éste escribió el tema, quedó luego perplejo y, finalmente, dijo: «Tendrá usted que perdonarme, señora, pero me parece casi imposible que este niño vaya a casarse el mes próximo, pues su horóscopo indica que no llegó a vivir más allá del cuarto año.» El hecho era exacto; al copiar la fecha y la hora de nacimiento, la buena señora se había equivocado y había tomado las referencias que concernían a su hijo primogénito, muerto a los cuatro años y medio de edad. La dama me confesó haber quedado tan trastornada que no se atrevió a regresar nuevamente a casa de Eudes Picard con la verdadera fecha de nacimiento de su otro hijo. El segundo hecho que me impulsó a interesarme por la ciencia de los astros fue otra conversación que tuve cierta vez con mi amiga François Hardy, quien, aparte de su profesión de compositora y cantante, se interesa mucho por ciertos problemas relacionados con lo que vulgarmente se llama esoterismo. Me hizo saber que ella había tenido ocasión de consultar, en varias ocasiones, a un astrólogo de fama para pedirle que hiciera el estudio psicológico de su propio carácter o del de algu- nos de sus amigos. Las descripciones que él facilitó de ellos, a partir de fechas de nacimiento anónimas, habían sido tan satisfactorias que habían convencido a François Hardy de la realidad de su arte. De este modo, se me imponía cada vez más la idea de examinar seriamente, y sin ningún apriorismo, la astrología. Sin embargo, no me decidía a emprender la tarea, ya que la posibilidad de que unos astros tan alejados de la Tierra tuvieran influencia sobre cada hombre en particular, me seguía pareciendo un absurdo. Fue entonces cuando pensé en dar un rodeo, intentar un experimento. Sería interesante pedir a una docena de astrólogos que interpretaran un mismo tema de
nacimiento: Si los resultados obtenidos eran exactos y concor-
daban, tendría un motivo válido para emprender mi estudio;
por contra, si todo lo que conseguía era un conjunto de retra-
tos contradictorios, entonces poseería una buena razón para
renunciar al proyecto. Forzosamente habría de reconocer que
las personas convencidas de la autenticidad de la astrología,
incluso las más cultivadas, se habían dejado engañar por las
apariencias.
Y esto es lo que hice...

 

 https://pdfcoffee.com/qdownload/el-enigma-del-zodiaco-jacques-sadoul-5-pdf-free.html

 

 

 

 

jueves, 18 de julio de 2024

Malleus maleficarum. El martillo de las brujas.

 

 


 

 

 

 

 El más famoso de todas los libros sobre brujería, Malleus Maleficarum (El martillo de los brujos)
fue escrito en 1486 por dos monjes dominicos. En el acto, y a lo largo de los tres siglos siguientes, se
convirtió en el manual indispensable y la autoridad final para la. Inquisición, para todos 'los jueces,
magistrados y sacerdotes, católicos y protestantes, 'en la lucha contra la brujería en Europa.
Abarcaba los poderes y prácticas de los brujos, sus relaciones con el demonio, su descubrimiento.
La Inquisición, la hoguera, la tortura, mental y física, de la cruzada contra 'la brujería: todo esto es
conocido. Y detrás de cada uno de los actos sanguinarios se encontraba este libro, a la vez
justificación y manual de 'instrucción.
Para cualquier comprensión de la historia y naturaleza de la brujería y el satanismo, Malleus
Maleficarum es la fuente importante. La primera fuente.

 

 https://www.academia.edu/45007267/EL_martillo_de_las_brujas_Completo_

 

“Pseudepígrafos de la astrología antigua”. Aurelio Pérez Jiménez





Si en otros géneros literarios los escritos de autoría falsa han sido importan-
tes, en el de la astrología (y la alquimia) están extraordinariamente bien repre-
sentados. A esto han contribuido dos razones especiales: 1) la necesidad de
prestigiar con la autoridad de figuras míticas o ya prestigiosas en la época hele-
nística y romana una doctrina que se sentía ajena en el occidente mediterráneo
y cuyo origen se asociaba a Mesopotamia o Egipto. De ahí que la astrología
cuente en la tradición grecorromana no sólo con iniciadores mitológicos como
Prometeo, Atlas, Heracles, Hiperión, Minos, Orfeo, etc., sino también con auto-
res que sistematizaron sus doctrinas, bien porque las recibieron directamente de
la divinidad, por revelación, como Hermes Trismegisto o Nequepso y Petosiris,
Adán, Seth, Henoch, porque su actividad o su filosofía tenía que ver con la
adivinación y los astros (Abrahám, Daniel, Zoroastro, Ostanes, Pitágoras, Hi-
pócrates, Demócrito, Platón, Aristóteles, Galeno) o porque con su sabiduría
estaban capacitados para el magisterio astrológico entre los griegos (Salomón,
Manetón y el mismo Alejandro). 2) El otro motivo, difícilmente diferenciable
del primero, es la intención de ocultar la práctica astrológica a la que responde
la redacción de estos escritos; práctica que es discutida por los filósofos provi-
dencialistas (como los platónicos), por los escépticos e incluso perseguida por
los decretos de expulsión que se dictaron en Roma desde la época republicana
hasta los primeros siglos de oficialidad del cristianismo (IV y V), cuando to-
man el relevo las proclamaciones de anathema que leemos en los Concilios.

 

 https://www.academia.edu/3160204/_Pseudep%C3%ADgrafos_de_la_astrolog%C3%ADa_antigua_?email_work_card=view-paper&li=0

 

 

TORRES VILLARROEL: EL CANTO DEL CISNE DE LA ASTROLOGÍA CULTA. Luis Miguel Vicente García

 


 

 

 

 

 La crítica en torno a Torres Villarroel no es siempre unánime en valorar la
modernidad de sus aportaciones literarias, pero lo es de un modo casi absoluto,
en calificar su visión del conocimiento y su saber astrológico como anticuado
o perteneciente a un tiempo pre-científico, inferior por tanto a los rivales con
quien polemiza, como el Dr. Martín Martínez y Feijoo.

 El tema que nos ocupa de la polémica con ambos ilustrados es el de la
validez de la Astrología. Lo cierto es que la Astrología culta que Villarroel
conoce y explica con bastante claridad era la misma que conocían nuestros
clásicos hasta Quevedo, Lope o Cervantes, y la que ya no conocen ni Feijoo
ni el médico Martín Martínez por lo que es de justicia darle la razón a Torres
Villarroel cuando afirma sobre sus detractores que atacan lo que no entienden
porque no lo han estudiado, sin duda porque soplan vientos muy contrarios a
hacer el esfuerzo de estudiar la Astrología culta cuando a tantos ha llevado ya
a la hoguera o a la desgracia

 

 https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/670674/torres_vicente_edo_2012.pdf?sequence=1

 

 

NOTAS SOBRE LA ELECCIÓN DEL MOMENTO PARA EL INICIO DE LA TRADUCCIÓN DE EL LIBRO CONPLIDO EN LOS IUDIZIOS DE LAS ESTRELLAS POR YEHUDÁ BEN MOŠÉ. Luis Miguel Vicente García

 

 

 

 Gerold Hilty, en su artículo «¿Existió una tercera versión latina
del Libro conplido?»1 recordaba que en cuatro manuscritos de la tra-
ducción latina del Libro conplido que conocía2 aparecían, en el pri-
mer folio, una rúbrica y una figura astronómica, cuya forma original,
que se puede deducir de las cuatro versiones, era la siguiente:

Nos recordaba Hilty que este horóscopo se podía resolver por un
cálculo infalible y absolutamente fidedigno que indica el 12 de marzo
de 1254, la posición del Sol correspondiente a las 6.28 de la maña-
na, ventidós minutos después de su salida, calculado para la latitud
y longitud de Toledo. La rúbrica, bien interpretada, concuerda con
el resultado del análisis del horóscopo tal y como con más detalles
había presentado ya en su edición de las cinco primeras partes de la
versión castellana  del Libro conplido (Hilty l954: LXI-LXV). Hacía
más de medio siglo que Hilty había hecho este hallazgo y en el artí-
culo reciente mencionado arriba no tenía por objetivo demostrar lo ya
demostrado, aunque de todos modos insistía en un aspecto que nos va
a resultar muy útil para nuestro propósito aquí: señalar la singularidad
intencionada desde un punto de vista astrológico de ese momento en
que Yehudá ben Mošé inicia su traducción3
. Insistía Hilty, decimos,
en señalar «el hecho de que el 12 de marzo de 1254 fue efectivamente
jueves y que el autor de la rúbrica indicó el año cristiano según la era
de la Encarnación, en la cual el año empieza el 25 de marzo. Por con-
siguiente, el 12 de marzo pertenece al año 1253 ab incarnatione, que
termina el 24 del mismo mes»


 https://ebuah.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/23877/Notas%20Vicente%20RLM_2014_N26.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 

 

 

miércoles, 17 de julio de 2024

Gerda Taro.

 





Gerta Pohorylle (Stuttgart, Alemania; 1 de agosto de 1910–El Escorial, España; 26 de julio de 1937), quien usó el seudónimo Gerda Taro, fue una pionera periodista gráfica de guerra alemana de origen judío. Ella y su pareja, Endre Friedmann, fotografiaban usando el alias Robert Capa, y es difícil saber qué fotos son de cada uno. Es considerada la primera fotoperiodista mujer que cubrió un frente de guerra y la primera en fallecer al llevarlo a cabo.

Dado que la vida como fotógrafos no cubría sus necesidades económicas y no conseguían un trabajo estable, Gerda y Endre inventaron un personaje llamado Robert Capa, que supuestamente era un reputado fotógrafo llegado de los Estados Unidos para trabajar en Europa. Este personaje ficticio era tan famoso que vendía sus fotos a través de sus representantes: Friedmann y Pohorylle, al triple del precio que un fotógrafo francés. Este truco funcionó perfectamente y al poco tiempo recibieron una gran cantidad de encargos que les produjo ingresos económicos.  

Gerda Taro perdió la vida en un accidente durante el repliegue del ejército republicano. Gerda se subió al estribo del coche del general Walter (miembro de las Brigadas Internacionales). En un momento dado, unos aviones enemigos volando a baja altura hicieron que cundiera el pánico en el convoy y Gerda cayó al suelo, tras una pequeña elevación del terreno. En ese momento un tanque republicano entró marcha atrás al camino saltando la elevación tras la que se encontraba Taro y cayó sobre ella.

El accidente la dejó gravemente herida y fue trasladada urgentemente al hospital inglés de El Goloso de El Escorial. Allí murió pocas horas después, en la madrugada del 26 de julio de 1937, seis días antes de cumplir 27 años.

 

 


 

martes, 16 de julio de 2024

Pannonica de Koenigswarter. Una hipótesis.

 


 

 

 

 

 Tenía nombre de mariposa, como si la hubiesen destinado a provocar un huracán con el movimiento de sus alas. Fue la rica heredera del imperio Rothschild, la mujer del embajador de París por medio mundo. Y lo abandonó todo por una melodía.

 Las últimas décadas de su vida las pasó rescatando a músicos de los suburbios de Nueva York. Una judía blanca y millonaria, alejada de la comodidad propia de su clase por una pasión desbordada: el jazz. Su nombre acabó como título de decenas de canciones, en un cuento de Julio Cortázar y convertido también en grito de medianoche en las orillas del río Hudson, mientras desde un barco una abigarrada y colorida tribu de seres dañados esparcían sus cenizas ante la atenta mirada de cientos de jazzistas negros.

 https://www.elindependiente.com/tendencias/cultura/2021/10/10/pannonica-rothschild-la-baronesa-que-intento-salvar-a-thelonious-monk/

 

Le he dado un Ascendente en Sagitario, y esta podría ser hipotéticamente su carta.

 

 


 

Morin de Villefranche. Su carta en base a datos autobiográficos.

                Jean-Baptiste Morin (23 de febrero de 1583-6 de noviembre de 1656; en latín: Joannes Baptista Morinus) fue un matemático , ...