La recurrente simplificación por la que, desde hace varias décadas, transita la práctica astrológica, alimentada por la abundante proliferación de software que “todo lo hace” y “todo lo tiene”, pero que al momento de ser aplicado provoca en la mayoría de los astrólogos la sensación de no comprender en forma correcta el procedimiento realizado, azuza cada vez más la discusión sobre las eternas preguntas que los estudiantes de esta disciplina formularon (y aún formulan) a sus profesores, sobre cual de todos los sistemas de “direcciones” es el correcto o el más eficiente, a la hora de establecer la fecha de realización de un pronóstico basado en la ciencia astrológica. Quienes durante años estudiamos los diferentes métodos para “direccionar” un planeta y llevarlo al aspecto con otro llegamos a comprobar que su efectividad siempre fue alta, independientemente del método y la clave utilizados para el cálculo de dichas direcciones planetarias.
Es prudente dejar en claro, sobre todo para la importante cantidad de astrólogos que aún alimentan algún tipo de confusión sobre las denominaciones y efectividad de las técnicas de “direcciones” sobre las técnicas de cálculo de los “atacires”, que en ambos casos estamos hablando del mismo tema, y que a diferencia de los astrólogos latinoamericanos que seguimos conservando la denominación de “direcciones” al referirnos a la utilización de este tipo de herramientas, la denominación “atacir” fue adoptada masivamente en los últimos años por el colectivo de astrólogos españoles, sobre todo a partir de la traducción de la obra de Alí Ben Ragel: “El Libro Conplido en los Iudizios de las Estrellas”, consistente en la traducción de los ocho libros conplidos del árabe, castellano medieval y latín.
Pero en nuestro caso, y en lo que respecta a los alcances de esta nota, conservaremos el término genérico de “direcciones” para hacer referencia a los distintos métodos de proyección, profección, desplazamiento o movimiento de un planeta al que denominamos “promisor” hacia la conjunción o aspecto de otro al que denominamos “significador”, para encontrar, luego, mediante la utilización de la clave correspondiente, la fecha posterior al nacimiento en que dicho aspecto se hará efectivo en la vida del nativo propietario del tema natal en cuestión.
¿Que son las “direcciones” en la práctica astrológica?:
Cuando hablamos de “direcciones” utilizamos un término que comprende una gran cantidad de métodos o técnicas de pronóstico astrológico. Determinar el momento aproximado por el cual una configuración presente en un tema natal se hará efectivo, es uno de los desafíos más importantes de la astrología.
Es por este motivo que desde la más remota antigüedad, los astrólogos han desarrollado una importante variedad de métodos para medir el tiempo en que los anuncios que el mapa natal encierra, se desencadenarán.
Muchos de estos métodos se basan en el desplazamiento de los planetas por el zodíaco hasta alcanzar puntos sensibles del tema natal que indican acontecimientos de importancia en la vida de las personas desde una perspectiva de movimiento real, más allá de que en su fundamentación jueguen principios simbólicos. Tal es el caso de los tránsitos, las progresiones secundarias, las revoluciones planetarias y los ciclos planetarios.
Otros de estos métodos, están basados en en el desplazamiento simbólico de estos mismos planetas, también sobre la franja zodiacal, aunque según el método también son proyectados sobre otros círculos de posición astronómica. Es en este caso cuando hablamos de “direcciones” comprendiendo en ella una enorme variedad de métodos y sistemas con diferencias de cálculo y fundamentación, pero con principios de interpretación casi idénticos en todos los casos.
Con respecto al primero de los sistemas señalados, sólo haremos mención aquí, que a diferencia de los métodos de “direcciones”, los tránsitos, las progresiones secundarias, las revoluciones y los ciclos de los planetas se basan, indefectiblemente, en el movimiento real de los planetas, y para su cálculo debemos tomar sus posiciones de las efemérides planetarias, cuya lectura resulta esencial para el cálculo y seguimiento de los mismos.
En cuanto a la utilización de los diferentes métodos de “direcciones”, los mismos se obtienen mediante procedimientos estrictamente matemáticos, donde no es necesaria la utilización de efemérides astrológicas para la obtención de resultados, más allá de lo sustancialmente necesario en el momento de la construcción de la carta natal. Es decir que con solo tener a mano una carta natal con el detalle de todos sus elementos constitutivos y una calculadora que nos asista en la tarea, podemos disponer de un sinnúmero de métodos de pronóstico a partir de lo que genéricamente conocemos como sistema de “direcciones”.
Conceptos básicos sobre el pronóstico:
No hay pronóstico sin Carta Natal. Es tal vez, este, el más básico y elemental de los conceptos con la única y merecida salvedad de las técnicas de astrología horaria, las que tienen sus propias reglas y su propia mecánica de interpretación. Lo menciono porque he visto en innumerables oportunidades a astrólogos interpretar una revolución solar fuera del contexto de una carta natal, o un mapa totalmente progresado, pero sin la base de su correspondiente Rádix. Debemos tener esto claramente presente al momento en que nos disponemos a trabajar con cualquier método de pronóstico tradicional, ya que siempre y en todo momento, la base interpretativa surge de lo que dice la propia Carta Natal.
Al respecto, es el propio Morín de Villefrance en su Teoría de las Determinaciones Astrológicas, quien señala este concepto al escribir que “no se debe olvidar que los astros han sido pasivamente determinados para toda esa existencia en ocasión del nacimiento y que esta determinación persiste durante toda la vida del Nativo. Por consiguiente, ya sea en las Revoluciones, ya sea en otros tránsitos, los planetas no pueden recibir determinaciones contrarias a las radicales, pero sí pueden ser activamente determinados para que desencadenen su acción”.
Morín avanza mucho más en este concepto poniendo a las “direcciones” por encima de cualquier otro método interpretativo y supeditando a esos métodos al vencimiento efectivo de dichas direcciones junto a su correspondiente relato en la Carta Natal, cuando señala en su misma obra “De un tema de Revolución nada importante puede predecirse que no se halle anunciado en el tema radical y en las direcciones que vencen en el curso de la Revolución. Y viceversa, nada puede deducirse de las direcciones que no se encuentre confirmado en la revolución correspondiente. Pues si, por ejemplo, el Sol radical se halla en X y vence su dirección de trígono con un Júpiter bien aspectado, mientras que en Revolución Solar el Sol se halla en XII y en cuadratura con Saturno o Marte, sin recibir aspectos benéficos de Júpiter y estando mal aspectado este último, las promesas de la dirección benéfica del Sol no se verán realizadas. Además en toda revolución, deberán examinarse los tránsitos del mismo día y si estos son favorables los resultados serán bienes (y si desfavorables serán males), teniendo en cuenta para esto, tanto las determinaciones radicales como las de revolución”.
Dígame usted, estimado colega astrólogo, llevando una mano a su corazón, ¿cuántas veces en su práctica astrológica tuvo en cuenta este concepto sin caer en la tentación de mandar todo al demonio y si conoce a más de un colega suyo que tenga en cuenta estas consideraciones antes de responderle muy suelto de cuerpo a su consultante, solo mirando el tema natal, algo así como “es muy probable que a tus 40 años te cases con un hombre millonario que llegará a tu vida montado en un caballo blanco…”
Sin llegar al punto de dramatizar y confrontar con la forma de trabajar de nuestros colegas y con lo que es o no correcto hacer, lo cierto es que toda esta complejidad interpretativa surge de una astrología planteada en los Siglos XVI y XVII, cuando los astrólogos que desarrollaron los conceptos con los que aún trabajamos no disponían de mayores ayudas para el cálculo que su propio cerebro y las tablas por ellos mismos construidas, mientras que nosotros, en esta época en que vemos reemplazados nuestros cerebros por potentes computadoras que nos simplifican hasta nuestra capacidad de dibujar correctamente un tema natal, ni siquiera nos tomamos la molestia de interpretarlos decorosamente, aún teniendo los cálculos ya resueltos. Una paradoja que nos juega el destino, justamente a nosotros, astrólogos, que supuestamente convivimos y trabajamos con ese mismo concepto de destino.
El mundo de las “direcciones” plantea como eje interpretativo los conceptos de “promisor” y de “significador” aunque deberíamos extender este concepto, no sólo a los sistemas de pronóstico basado en métodos “direccionales” sino a todos los sistemas de pronóstico en los que estemos buscando un resultado proyectado en el tiempo. Denominamos “significador” a todo elemento de la carta natal que se encuentra fijo y que por sus características es el portador de los significados de la casa que representa o de un significado sobre el que posteriormente actuarán los “promisores” modificando con sus diferentes características interpretativas y en el tiempo en que mensuremos su movimiento mediante la clave que hayamos decidido utilizar, aquello que nos indica el “significador”.
Pese a que, tal como planteamos anteriormente, estos dos conceptos son el eje interpretativo de los sistemas direccionales, nada mejor que ejemplificar su efecto con los conocidos tránsitos planetarios como para comprender mejor su efecto en el tiempo.
Los tránsitos representan el sistema de pronóstico más tradicional y más efectivo (a la hora de mensurar sus resultados) y se basan en el movimiento real de los planetas llegando a activar los puntos sensibles de la carta natal a partir de la conjunción u otro tipo de aspectos sobre estos puntos. Queda claro que la carta natal en su totalidad o cualquier planeta, cúspide o punto sensible de la misma son “significadores” porque están fijos, y sus significados representan sólo un tema determinado. Mientras que debemos considerar al planeta en movimiento, es decir al planeta que está transitando y cuyo recorrido tomamos de las efemérides, como un “promisor”, es decir, aquel que con su significado “promete” modificar o enriquecer en el momento en que produce el aspecto que estamos esperando, aquello que el “significador” nos indica.
Utilizando entonces este concepto, podemos decir que si en nuestro tema natal, por ejemplo, el Sol se encuentra presente en la Casa X en el signo de Cáncer (a lo que llamaremos el “significador” de nuestra vida social, nuestro prestigio, nuestra inserción en el mundo, etc. por su condición de elemento fijo en la carta natal) y consideramos un tránsito de un planeta sobre él como por ejemplo Júpiter (como “promisor” en virtud de su movimiento por el zodíaco), éste último “promete” la realización de honores, favores, bienes, ascenso, facilidades, éxito y triunfo en virtud de las cualidades favorables de Júpiter transitando el signo de Cáncer y teniendo en cuenta que el mismo se encuentra exaltado en este signo. Mientras que si el planeta que consideramos transitando sobre ese mismo Sol fuera Saturno (en que se encuentra en Detrimento en el signo de Cáncer), producirá sobre mi vida social y profesional, solo efectos negativos, pérdidas, caídas, desprestigio. Es obvio que ambos actuarán sobre el “significador” que es el Sol en la Casa X, pero con resultados diferentes en virtud de las características del “promisor”.
Es exactamente así, la manera en que funcionan todos los sistemas de direcciones. Consideramos un “significador” o elemento fijo de la carta natal, sobre el cual proyectamos (ya no como tránsito pero sí imprimiendole un movimiento simbólico basado en una clave numérica determinada) al “promisor” o elemento que promete modificar con su esencia simbólica aquello que el “significador” indica.
Durante muchos años, la astrología tradicional, basada en los trabajos de Ptolomeo y de los más cercanos Morín de Villefrance y Hieroz, consideraron la existencia de lo que llamaban “Significadores Universales” utilizando solo al Asc., MC, Sol, Luna y Parte de Fortuna como representativos de ese concepto. Mientras que todos los planetas podían ser “promisores”, las cúspides de casas solo podían ser “significadores”. Con el tiempo este concepto se fue flexibilizando y en la actualidad se utilizan a todos los elementos del tema natal como “significadores” y a los planetas como “promisores”. De cualquier manera es recomendable que cada astrólogo haga su propia experiencia y utilice aquellos elementos con los que se sienta más a gusto y que considere mucho más confiables.
Diferentes sistemas de Direcciones:
Todos los sistemas de direcciones respetan el concepto de mover un planeta de la carta natal hacia la conjunción o aspecto de otro planeta de la misma carta natal. En todos los sistemas se acuerda también la posibilidad de que este movimiento se realice en forma directa, es decir, siguiendo el sentido de movimiento contrario a las agujas del reloj pero respetando el orden de los signos del zodíaco, o en forma conversa, con un movimiento afín al sentido de las agujas del reloj pero siguiendo el orden inverso de los signos zodiacales. Pese a que los resultados que se obtienen son importantes mediante la utilización de ambos sistemas, el movimiento converso causa en la mayoría de los astrólogos algunas resistencias naturales que los lleva a experimentar solo con las direcciones de movimiento directo. Aunque en la experimentación, ambos tipos de direcciones deberían ser tenidas en cuenta.
La mayoría de los astrólogos está familiarizado con el zodíaco y calcula todos los movimientos planetarios a través del mismo. Pero tenemos que comprender que el zodíaco, es solo una parte de la totalidad que representa la esfera celeste, y que las coordenadas zodiacales no son la única manera de fijar o medir el movimiento de un planeta, o la posición del mismo dentro de la carta natal. Un planeta se puede medir, ubicar y desplazar utilizando coordenadas zodiacales, coordenadas ecuatoriales o coordenadas horizontales, obteniendo de esta manera resultados equivalentes en cuanto a su posición, pero diferentes en cuanto a su tiempo de realización.
Suponiendo que utilizamos la clave de Ptolomeo para el cálculo de nuestras direcciones que está basada en la clave de 1 grado = 1 año, encontraremos que si a cualquier planeta o punto sensible de una Carta Natal le sumamos 10 grados de arco, la nueva posición que encontramos para cada uno de ellos señala la posición de los planetas por Direcciones Simbólicas de Ptolomeo para los diez años de edad. Todos los aspectos que esas nuevas posiciones hagan sobre los distintos elementos de la carta natal, serán las direcciones que se cumplen en ese momento y aquellas que deberemos interpretar. Es decir que desplazamos los planetas desde su posición radical la cantidad de grados necesaria para llegar a la edad que queremos analizar. En este caso, teniendo en cuenta que la clave es 1 grado = 1 año, la cantidad de grados es coincidente con la cantidad de años. En el caso de utilizar claves distintas (como por ejemplo 6 grados = 1 año o 9 grados = 1 año… u otras tantas diferentes que responden a criterios simbólicos distintos, el arco a sumar a las posiciones originales será también distinto. En el caso del mismo ejemplo sumaremos 60 grados si utilizamos la clave 6 grados = 1 año, para llegar a la edad de 10 años, o 90 grados si utilizamos la clave 9 grados = 1 año, para encontrar las direcciones correspondientes a la misma edad.
De esta manera llegamos al punto en que los distintos sistemas de “direcciones” se diferencian entre sí por dos conceptos a tener en cuenta: uno de ellos es el marco de referencia por dónde proyecto o sobre el cual se desplaza la dirección, es decir, sobre qué sistema de coordenadas las calculo (zodiacales, ecuatoriales, horizontales); el otro concepto se basa en la clave a utilizar que marcará la cantidad de años que me muevo en el tiempo en relación a la cantidad de grados que se desplaza cada uno de los “promisores”.
Estos dos conceptos funcionan en forma conjunta. No hay dirección sin la elección de una clave y sin que se proyecte sobre alguno de los marcos de referencia mencionados. Es por eso que analizaremos ambos conceptos. En primer lugar todo lo que se refiere a los marcos de referencia, es decir, sobre que “espacio” proyecto los planetas en su movimiento real y/o aparente elgiendo el sistema de coordenadas adecuado a tal fin: zodiacales, ecuatoriales, horizontales. En segundo lugar la clave temporal que utilizaré para medir la distancia entre dos planetas o puntos de la carta, siendo uno de ellos el “significador” y el otro el “promisor”.
Sistemas de coordenadas:
Lamentablemente todavía no hemos encontrado un medio gráfico de proyección que nos muestre la carta natal y el movimiento de los planetas tal cual es. Siempre que dibujamos una carta natal, tenemos que tener muy claro y muy presente, que estamos dibujando en un “plano” es decir en una proyección bidimensional, algo que en realidad se representa en la “esfera” es decir, una imagen que debería ser representada en forma tridimensional. Es por eso que debemos ser conscientes de esta limitación y adecuar nuestra imaginación para que realice el esfuerzo necesario como para comprender qué representa realmente un tema natal.
La carta natal es una representación de la esfera celeste en su totalidad, dibujada sobre un papel. De esta manera es realmente imposible dibujar todos los sistemas de coordenadas que confluyen en esa esfera en un mismo instante. Es por eso que cuando dibujamos la esfera celeste tratamos de graficar en ella la mayor cantidad de sistemas de coordenadas posibles en ese mismo gráfico, pero que luego, nunca representamos al volcarlo al dibujo final de la carta natal.
La intersección de la Eclíptica (o camino aparente del Sol) con el Ecuador Celeste, da origen a lo que denominamos Zodíaco Trópico (el verdadero zodíaco con el que trabajamos) y genera dos sistemas de coordenadas básicos y congruentes: el sistema zodiacal o eclíptico, y el sistema ecuatorial. Es justamente la inclinación del eje terrestre en relación al plano de su órbita, en un ángulo promedio de 23° 27´ lo que genera la intersección de estos dos planos fundamentales y la existencia de nuestro zodíaco. Si la Tierra no estuviese inclinada en relación al plano de su órbita, ambos planos (ecuador y eclíptica) no se cortarían y serían coincidentes en toda su trayectoria, y de esta manera no tendríamos Zodíaco Trópico.
En su movimiento diario, los planetas se desplazan en forma aparente siguiendo una trayectoria cercana al plano de la eclíptica, a veces al norte y otras veces al sur de ella. De esta manera yo puedo medir la trayectoria que un planeta describe en su movimiento diario haciendo la medición correspondiente sobre la Eclíptica. Es esto lo que luego llamamos “longitud eclíptica”. Pero teniendo en cuenta la cercanía del Ecuador Celeste a la posición del planeta, también puedo hacer la misma medición, pero calculando su trayectoria sobre este plano de coordenadas. De esta manera, la distancia de un cuerpo medida sobre el Ecuador Celeste recibe el nombre de Ascensión Recta.
Esto significa que un planeta tiene entonces, la posibilidad de que su posición sea medida mediante dos sistemas de coordenadas básicos, el ecuatorial y el zodiacal o eclíptico, y obtener para una misma posición real, dos valores distintos: uno de longitud eclíptica y otro de ascensión recta. De esta manera podremos decir, por ejemplo, que el Sol se encuentra en 5 grados de Tauro, o que el Sol tiene una Ascensión Recta de 32°43´. Ambos valores son representativos de una misma posición planetaria, una de ellas medida sobre el sistema zodiacal, y la otra sobre el sistema ecuatorial. Si además de medir la posición del planeta en las coordenadas ecuatoriales y zodiacales, que nos dan las posiciones planetarias para cualquier observador del planeta Tierra, incorporo ahora las coordenadas correspondientes a un observador nacido en la Ciudad de Buenos Aires, estoy incorporando al sistema las coordenadas horizontales, es decir, aquellas que son propias del observador, y que para una persona que nació con el Sol en 5° del signo de Tauro, con el Sol exactamente en el Ascendente del lugar, obtengo un nuevo dato que se denomina Ascensión Oblicua del Sol, que es una posición algo más ajustada que la de la Ascensión Recta, ya que tiene en cuenta la posición de nacimiento del observador.
Es así que para un mismo planeta, y según la referencia que tome para su medición puedo encontrar tres resultados diferentes:
Coordenadas Eclípticas =========================> 35° 00’ ( o 5° de Tauro)
Coordenadas Ecuatoriales =======================> 32° 43’ (de Ascensión Recta)
Coordenadas Ecuatoriales bajo el polo del significador=> 23° 25’ (de Ascensión Oblicua)
Estos tres resultados no indican posiciones diferentes para ese Sol en Tauro, sino que ante una misma posición en la esfera celeste, puedo obtener valores diferentes según el sistema de coordenadas desde el cual evalúes su posición.
El ejemplo mencionado anteriormente se grafica a continuación. Todas las medidas se calculan a partir del 0° de Aries o punto vernal. Si mido la posición del Sol a través de la Eclíptica obtengo lo que se denomina Longitud Eclíptica. Si lo hago a través del Ecuador, también lo hago a partir del 0° de Aries, pero en uno de los casos extiendo la medida hasta la intersección del Meridiano que pasando por el cuerpo del planeta toca el Ecuador Celeste, lo que me permite obtener la Ascensión Recta del Planeta, y en el otro caso extiendo la medida desde el 0° de Aries, hasta la intersección del Círculo del Horizonte del lugar, que también toca el cuerpo del planeta, pero se proyecta sobre un punto diferente del Ecuador Celeste, lo que genera una medida diferente que se denomina Ascensión Oblicua del Planeta.
El gráfico anterior está basado en la posición del Sol, que es el cuerpo celeste que define la eclíptica, por lo cual no tiene latitud a partir de ella. El resto de los planetas acompañan a la eclíptica, a veces posicionándose al norte de la misma, y otras veces al Sur.
En el gráfico siguiente agregamos a la posición del Sol, la posición del planeta Venus. Señalamos además las posiciones de ambos planetas bajo los diferentes sistemas de coordenadas: eclípticas, ecuatoriales y ascensionales, es decir, incorporando a estas últimas la posición del observador.
En este ejemplo consideraremos al Sol como punto significador, es decir aquel que recibirá los aspectos del planeta en movimiento o promisor, considerando como tal al planeta Venus.
- Gráfico de Direcciones entre Venus y Sol -
Es probable que el gráfico anterior presente cierta complejidad para su comprensión, pero lo cierto es que grafica con mayor detalle la posición de dos planetas en la Esfera Celeste. Cuando dibujamos e intentamos interpretar la carta natal el dibujo que estos dos planetas nos muestra es el siguiente:
Como se puede apreciar, la Carta Natal, proyectada sobre el Zodíaco Trópico, solo nos muestra la posición zodiacal de ambos planetas, y podemos contar en forma directa, con solo visualizar el gráfico, la cantidad de grados zodiacales que hay entre ambos. Es decir, Venus se encuentra a 20° grados de arco de distancia del Sol. De esta manera, sin utilizamos la clave de Ptolomeo, que adjudica el valor de 1° de arco = 1 año de edad, podemos decir que a los 20 años de Edad, el planeta Venus llegará por Dirección Simbólica a la conjunción con el Sol. Obviamente un aspecto muy fácil de calcular debido a que es visible a partir de la utilización del gráfico zodiacal.
Pero algo muy distinto ocurre, si en vez de realizar la cuenta sobre la eclíptica, realizamos la misma cuenta sobre el Ecuador Celeste, o Sobre para hacer más complejo el cálculo, sobre los valores de Ascensiones Oblicuas que incorporar en su naturaleza la posición del observador. Estas direcciones ya no se llaman simbólicas. Pertenecen a lo que denominaremos Direcciones Primarias, y su cálculo no surge de una representación a simple vista, sino que debemos trabajar con fórmulas trigonométricas que nos permiten encontrar los valores de esos mismos planetas pero proyectados sobre el Ecuador Celeste, en sus dos variantes: Ascensiones Rectas Planetarias y Ascensiones Oblicuas Planetarias. Con las primeras, estaremos calculando Direcciones Primarias Mundanas, mientras que con las segundas, obtendremos Direcciones Primarias bajo el Polo del Significador.
De esta manera, esos mismos planetas, utilizando siempre la clave de 1° = 1 año, darán direcciones con diferente fecha de vencimiento según el sistema de coordenadas que utilicemos para proyectarlas. Podemos tomar esos valores para ver los resultados obtenidos del gráfico anterior, denominado “- Gráfico de Direcciones entre Venus y Sol -”. Aquí obtendremos en todos los casos la distancia entre el Venus y el Sol, bajo sus diferentes sistemas de coordenadas para luego transformar esta distancia en el tiempo en que dicho acontecimiento tendrá lugar al cumplirse la dirección Venus conj Sol utilizando la clave de 1° = 1 año.
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Sol 35° 00’ ( o 5° de Tauro)
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Venus 15° 00 ( o 15° de Aries)
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Diferencia = 20° 00’ ===> 20 años.
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Sol32° 43’ (de Ascensión Recta)
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Venus10° 31’ (de Ascensión Recta)
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Diferencia = 22° 12’ ===> 22 años 2 meses y 12 días.
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Sol23° 25’ (de Ascensión Oblicua)
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Venus 2° 12’ (de Ascensión Oblicua)
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Diferencia = 21° 13’ ===> 21 años 2 meses y 18 días.
Sobre sistemas de coordenadas y claves a utilizar:
El simple ejemplo anterior, donde se calcula una dirección de Venus como promisor hacia el aspecto de conjunción con el Sol deja al descubierto la falta de definiciones existentes en la práctica habitual de la astrología, en cuanto a la determinación de cual de todos los criterios es el más correcto de utilizar, tanto en la elección del sistema de coordenadas sobre el cual realizaré la proyección de dicha dirección, como también en la elección de la clave a utilizar para computar la cantidad de días en que la misma se cumplirá.
Nótese que pese a que la clave utilizada es la más simple y tradicional de todas (1° = 1 año, tal como la estableció Ptolomeo) los resultados obtenidos fueron ligeramente diferentes en función de los sistemas de coordenadas sobre los cuales apliqué dicha clave.
Y si tenemos en cuenta, que además de variar los sistemas de coordenadas, también podemos variar la clave a utilizar, mediante la aplicación de criterios simbólicos, astronómicos, o simbólico-astronómicos distintos, la multiplicidad de resultados diferentes en cuanto a fechas de vencimiento de una dirección donde estén involucrados los mismos planetas, puede llegar a confundir al más erudito de los astrólogos.
Es así que el astrólogo dispone de una gran cantidad de claves distintas, todas ellas aceptadas según diferentes criterios de interpretación, todas ellas probadas mediante la rectificación de temas natales, y basadas en concepciones simbólicas distintas, o en criterios matemáticos rigurosos que nada tienen que envidiarle a la simple clave de Ptolomeo a la hora de establecer resultados.
El astrólogo y matemático alemán Valentín Naibod cree perfeccionar la clave de Ptolomeo al acceder al siguiente valor: 0° 59’ 8.33” = 1 año. Esta clave muy cercana al grado redondo de la clave de Ptolomeo, se basa en el criterio de dividir la totalidad del Zodíaco (360°) por la duración del año trópico (365.2422) De esta manera obtiene el valor indicado, que representa el valor medio que demora el Sol para recorrer un día.
Quienes hacen de la exactitud matemática uno de los principios fundamentales de la Astrología, aún por sobre la justificación de la elección basada en determinaciones puramente simbólicas, no dudan en elegir la clave Naibod en lugar de la clave de Ptolomeo. De cualquier manera, quienes no son demasiado exigentes y creen que lo simbólico predomina por sobre la exactitud matemática utilizan habitualmente la clave de Ptolomeo. Sobre todo si se tiene en cuenta que los resultados obtenidos para una dirección como la del ejemplo, son muy similares y consideran a la diferencia despreciable, incrementándose la diferencia a medida en que el protagonista de la carta que analizamos avanza en edad. Mencionamos como ejemplo, la clave simbólica de Venus hacia la conjunción con el Sol, en la que si utilizamos la clave de Ptolomeo, señala que la misma se cumple a la edad de 20 años, mientras que si utilizamos la clave de Valentín Naibod se cumpliría a la edad de 19 años, 8 meses y, 17 días. Como se puede observar, la diferencia es mínima, sobre todo si tenemos en cuenta que en la mayoría de los casos se trabaja con temas sin rectificar, donde tampoco hay demasiada certeza sobre si la hora de nacimiento con que se calculó el tema es la correcta.
Hasta el momento, hemos trabajado sobre tres sistemas de coordenadas distintos, los que nos brindan resultados diferentes, y solo hemos mencionado la posibilidad de utilizar dos claves simbólicas: la clave de Ptolomeo y la clave de Naibod. Por lo que para una dirección entre dos planetas (como los mencionados Venus y Sol) puedo obtener hasta seis fechas distintas, variando a veces la clave a utilizar y otras veces el sistema de coordenadas sobre el cual aplico mis cálculos.
La enorme mayoría de astrólogos que trabajan sobre sistemas de coordenadas ecuatoriales, tanto mundanos como bajo el polo de signficador, han adoptado la clave de Valentín Naibod, aunque existen también muchos que en función de definiciones puramente simbólicas siguen utilizando la clave de Ptolomeo.
Pero si nos referimos a los métodos de pronóstico simbólicos, aquellos que se calculan directamente sobre la eclíptica transformando la diferencia en arco entre dos planetas en tiempo en función de una clave determinada han adoptado masivamente la clave de Ptolomeo.
Es este último método, el de direccionar planetas en forma simbólica sobre el zodíaco trópico, en que cuenta con la mayor cantidad de adherentes por su simplicidad, y por la posibilidad también de utilizar una enorme cantidad de claves diferentes basadas en concepciones interpretativas distintas. Claves que la mayoría de los astrólogos cultores de la astrología mundana o ascensional se resisten a utilizar, y que si lo hacen, justifican la utilización de esos procedimientos sólo con fines investigativos.
Mencionamos aquí, sólo algunas de las claves simbólicas más tradicionales y su conversión en tiempo en un ejemplo como el anteriormente expuesto, es decir en un ángulo de 20 grados, para que se pueda observar con facilidad la gran cantidad de resultados diferentes que podemos obtener con el sólo hecho de variar el valor simbólico de la clave a utilizar. En todos los casos daremos los ejemplos calculados sobre el círculo zodiacal y no sobre el ecuatorial.
Método de direcciones simbólicas
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Clave ( = 1 año)
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Tiempo
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Naibod
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0° 59´8.33”
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19 años 8 meses 17 días
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Ptolomeo
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1°
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20 años
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Subduodenaria
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0° 12´30”
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96 años
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Narónica
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0° 36´
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33 años y 4 meses
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Duodenaria
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2° 30’
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8 años
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Navamsa
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3° 20’
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6 años
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Septenaria
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4° 17’
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4 años y 8 meses
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Las claves direccionales expuestas en el cuadro anterior son las más tradicionales y aquellas que se vienen utilizando hacen cientos de años, tanto en astrología clásica occidental, como en astrología árabe y, astrología hindú. No mencionamos aquí (para no abundar en exceso en el tema), las direcciones utilizadas en métodos más modernos o novedosos, que utilizan claves de 6° = 1 año, 7° = 1 año, 9° = 1 año, 12° = 1 año; o el estudio de Multiclaves realizados por el Dr. Spciasc (Carlos Raitzin), sin dejar de observar el método de Huber que utiliza una clave que parte del Ascendente a razón de 6 años por casa, o el creado y difundido por el astrólogo uruguayo Boris Cristoff, el de Proluna, que plantea un método similar, pero en el que hace avanzar ese punto a razón de 7 años por casa.; o las posibilidades que brindan los sistemas de armónicos donde podemos utilizar cualquier número como clave direccional basándonos en esta interesante concepción de la astrología.
Porque existiendo tantos sistemas de direcciones simbólicas, con la posibilidad de implementar cada uno de ellos bajo diferentes sistemas de coordenadas, se multiplica hasta el infinito, la posibilidad de encontrar distintos resultados para un mismo aspecto. Por lo cual, parece convertirse en válida la observación de que “existiendo tantos sistemas siempre con alguno de ellos voy a encontrar el resultado que estoy buscando”, o mejor aún, la imposibilidad de responder la pregunta que permanentemente realizan quienes estudian y quieren aplicar estos sistemas sobre “¿cual de todos es el mejor y el más exacto?”.
¿Estamos, entonces, en condiciones de responder a estos interrogantes? Personalmente creo que si… o por lo menos lo intentaremos….
Existiendo tantos sistemas direccionales… ¿cual de todos debo utilizar?:
En principio es válido afirmar que “absolutamente todos los sistemas de direcciones aquí expuestos funcionan”.
Esta afirmación no abona la práctica de que todos los sistemas deben ser utilizados en forma indistinta y mucho menos que debemos mezclarlos, para su utilización, en forma caprichosa. Cada sistema es consistente en sí mismo, bajo sus propias reglas, y funcionará siempre que lo utilice en todos los casos que estoy buscando e investigando. Esto, obviamente, no invalida que también pueda encontrar respuestas con los otros sistemas que no he utilizado, pero debo saber en qué momento aplicarlos.
En primer lugar podemos abundar en los cientos de motivos existentes que justifican la utilización de la clave de Ptolomeo, o la más purista de Valentín Naibod, partiendo del significado simbólico que tiene el número “1”, partiendo del concepto del valor de la unidad, de lo que ella representa en astrología, como concepción del individuo en todos los órdenes de su expresión.
Es además una clave universalmente popularizada y difundida, y prueba de ello está, en la innumerable cantidad de resultados positivos que obtienen astrólogos de todo el mundo mediante su utilización cotidiana.
Por otra parte, cuando utilizamos la clave de Ptolomeo, sobre el sistema Zodiacal, tiene la enorme ventaja de la simplicidad, es decir, de mostrar al astrólogo con cierta práctica en el tema, el momento en que un evento puede ocurrir, con solo mirar la cantidad de grados entre un Significador y un Promisor del tema natal y convertir este número en años. Obviamente que muchas veces, tal facilidad atenta contra la propia interpretación, y vemos una superabundancia de eventos que en la gran mayoría de los casos no se cumplirán. Pero este no es un problema de la astrología ni de la técnica utilizada, sino de la tendencia de muchos astrólogos de hablar por demás.
Ahora bien, si deseo realizar el intento de utilizar otros sistemas como los mencionados en el cuadro anterior, tengo que tener claridad sobre los motivos que me impulsan a hacerlo, y no tomar la decisión por el solo hecho de probar para “ver si funciona”.
Aquí nos encontramos ante la responsabilidad de tomar una decisión importante, que podemos basar en otro tipo de conocimientos que también hacen a la formación esotérica. La numerología tiene un valor importante para muchas personas, y es tal vez en el valor de los conceptos numerológicos donde encuentre las respuestas adecuadas sobre qué clave utilizar.
Muchas veces, el número que resulta de la fecha de nacimiento o que resulta del nombre completo de la persona, pueden convertirse en la clave adecuada, más allá de que se encuentre o no comprendida en el cuadro anterior. Dentro de lo simbólico podemos trabajar con total libertad, y si tenemos en nuestra vida un valor o número que desde los simbólico nos representa, y con el que nos sentimos totalmente identificados nada impide que utilicemos este valor como clave numérica y la apliquemos a cualquiera de los sistemas de coordenadas expuestos, donde seguramente encontraremos resultados que, tal vez no sean válidos para otras personas, pero que si son válidos para la interpretación de mi propio tema natal y de sus direcciones. Es decir, que estoy aplicando así, mi propia clave personal, basada en la ciencia numerológica.
Aquellas personas que han estudiado en profundidad Astrología Hindú, o que en su vida cotidiana practican y adscriben a prácticas basadas en el hinduismo, no encontrarán dificultad en utilizar y en experimentar los excelentes resultados que para ellas les tiene reservadas las claves Duodenaria, Subduodenaria, Navamsa o Septenaria; todas ellas muy utilizadas y provenientes de la Astrología Hindú, pero que también pueden ser utilizadas en la práctica de la Astrología Occidental.
En cuanto a la elección del sistema de coordenadas a utilizar para la proyección de las distintas claves simbólicas, más allá de la facilidad en el cálculo que impulsa a la mayoría de los astrólogos a utilizar el sistema zodiacal o eclíptico, existen entre ellos diferencias conceptuales que pueden ayudar un poco más a la hora de tomar una decisión.
Hablar de sistema eclíptico o zodiacal, contraponiéndolo con el sistema ecuatorial u horizontal, es como ponerse a confrontar signos con casas, sabiendo que hablamos de temas diferentes.
La eclíptica es el lugar del cielo donde se proyectan los signos zodiacales con sus contenidos arquetípicos, que inducen en nosotros los diferentes comportamientos psicológicos. Cuando hablamos de signos hablamos de comportamientos y de potencialidades, pero nunca hablamos de hechos concretos y mundanos, como un choque, una caída, un casamiento, un nacimiento.
En cambio, cuando hablamos de sistema ecuatorial (con el agregado del horizontal o no) estamos haciendo referencia a los sistemas de casas y a la capacidad de realización concreta de hechos indicados en la totalidad de la carta natal.
Es decir que el zodíaco nos habla de motivaciones y comportamientos psicológicos que nos impulsan a determinadas actitudes, mientras que el ecuador nos habla de la realización de hechos concretos. Esto nos lleva a pensar, que cuando utilizamos direcciones medidas sobre la eclíptica o el zodíaco, sólo podemos esperar situaciones que tiene una mejor explicación desde la evaluación y ponderación psicológica que de la fáctica. Mientra que cuando hablamos de direcciones sobre el ecuador, hablamos de hechos concretos, como viajes, nacimientos, fallecimientos, mudanzas, etc.
Muchos podrán señalar que pese a haber utilizado direcciones zodiacales, pudieron predecir hechos concretos, y esto realmente puede ser así, pero hay para ello una explicación: muchas veces, a pesar de las pequeñas diferencias existentes entre una dirección zodiacal y una mundana, muchas de ellas pueden vencer en tiempos cercanos, obteniendo así los condicionamientos psicológicos necesarios para que algo ocurra, y que esto se materialice luego, en forma efectiva cuando vence la dirección mundana. La cercanía entre ambas las puede hacer concurrentes en un mismo evento, o interdependientes unas de otras.
Además, no necesariamente una dirección que vence es indicadora de solo un evento, sino que muchas veces nos habla de procesos que se inician, sobre su desarrollo o sobre su finalización. Esto conspira, obviamente, contra la tendencia de estar buscando permanentemente “eventos” que se dan en un instante, y nos hace pensar en que lo que debemos analizar es la existencia procesos que muchas veces se extienden en el tiempo y que pueden tener lecturas diferentes en función de los diferentes sistemas de coordenadas y las diferentes claves utilizadas.
No se trata de aplicar distintas claves numéricas en forma indiscriminada sobre el ángulo que un promisor de la carta natal realiza sobre algún significador, sino de comprender qué secretos y que distintos momentos en el tiempo encierra este ángulo en función de las diferentes claves existentes.
El ángulo entre dos planetas encierra diferentes instancias de mi vida que puedo obtener y leer correctamente sin descartar ninguna de las claves existentes. Es decir, que cuando elijo un sistema de direcciones (y solo uno), solo estoy limitando la lectura de los pronósticos a su mínima expresión y descarto por omisión y por ignorancia una cantidad de fechas que bien interpretadas pueden ser de enorme importancia en el seguimiento del proceso de vida.
El siguiente gráfico muestra en forma resumida los diferentes sistemas de direcciones agrupados según el sistema de coordenadas sobre el cual se calculan y las distintas claves a utilizar según criterios interpretativos basados en simbolismos diferentes.
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Direcciones Simbólicas
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Simbólicas
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Ptolomeo
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Arco Naibod
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Subduodenaria
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Duodenaria
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Septenaria
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Narónica
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Navamsa
Como conclusión vale decir que es sumamente importante investigar sobre el tema, sin cerrarse a conceptos fanáticos sobre uno u otro sistema, pero manteniendo la claridad y el equilibrio que surjan de los propios resultados obtenidos.
Estos sistemas, no son los únicos, y abren las puertas a muchas otras dudas e inquietudes sobre la utilización de métodos direccionales, métodos que aún se encuentran en el plano de la experimentación o que fueron planteados y nunca desarrollados, pero que correctamente aplicados podrían brindar resultados mucho más eficientes que los obtenidos hasta ahora.
Se encuentran en esta categoría, las direcciones por paralelo de declinación, las direcciones de planetas con latitud, los denominados tránsitos ascensionales elaborados por los astrólogos Polich y Page también creadores del Sistema Topocéntrico de Casas y también planteadas en forma indirecta por el astrólogo Charles Carter en su libro “Direcciones Simbólicas en Astrología Moderna” cuando hace referencia a las “Paralelas Raptas”; y la abierta y poco profundizada posibilidad de establecer un método de direcciones que se mida exclusivamente sobre el horizonte local bajo las coordenadas del Primer Vertical y del Horizonte, tema que llevaría el cálculo específica y literalmente, por “sobre la cabeza de los seres humanos”, algo que seguramente imaginó (aunque no llevó a la práctica) el astrólogo Giovanni Campanus cuando ideó la existencia de un sistema de casas edificado sobre las coordenadas del círculo horizontal.
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