Hasta hace relativamente poco tiempo era muy escasa la atención que ve-
nía dedicándose al estudio de la magia y de las diversas artes ligadas a su prác-
tica en el judaísmo1 . Es probable que esta falta de atención responda a la erró-
nea creencia, muy extendida hasta tiempos recientes entre los hebraístas y los
estudiosos del mundo judío en general, de que los judíos habían mostrado muy
poco interés a lo largo de la historia por la magia. Los autores del siglo XIX,
fuertemente influidos por el racionalismo dominante en el pensamiento cien-
tífico en esa centuria, se esforzaron por subrayar los aspectos más propia-
mente racionalistas de la cultura judía, en un intento por demostrar que ésta
era ya en la Edad Media compatible con la de su tiempo. Pero incluso en tiem-
pos más recientes, y en concreto por lo que se refiere al judaísmo hispano en
particular, las investigaciones acerca de la cultura hebrea han centrado su aten-
ción de forma preferente en la producción histórica, filosófica y literaria en
general, descuidando en cierto modo campos que, como la medicina, la astro-
logía o la magia culta, son tan importantes para el hombre y para la sociedad
medieval.