No he creído nunca en la astrología.
https://pdfcoffee.com/qdownload/el-enigma-del-zodiaco-jacques-sadoul-5-pdf-free.html
El más famoso de todas los libros sobre brujería, Malleus Maleficarum (El martillo de los brujos)
fue escrito en 1486 por dos monjes dominicos. En el acto, y a lo largo de los tres siglos siguientes, se
convirtió en el manual indispensable y la autoridad final para la. Inquisición, para todos 'los jueces,
magistrados y sacerdotes, católicos y protestantes, 'en la lucha contra la brujería en Europa.
Abarcaba los poderes y prácticas de los brujos, sus relaciones con el demonio, su descubrimiento.
La Inquisición, la hoguera, la tortura, mental y física, de la cruzada contra 'la brujería: todo esto es
conocido. Y detrás de cada uno de los actos sanguinarios se encontraba este libro, a la vez
justificación y manual de 'instrucción.
Para cualquier comprensión de la historia y naturaleza de la brujería y el satanismo, Malleus
Maleficarum es la fuente importante. La primera fuente.
https://www.academia.edu/45007267/EL_martillo_de_las_brujas_Completo_
Si en otros géneros literarios los escritos de autoría falsa han sido importan-
tes, en el de la astrología (y la alquimia) están extraordinariamente bien repre-
sentados. A esto han contribuido dos razones especiales: 1) la necesidad de
prestigiar con la autoridad de figuras míticas o ya prestigiosas en la época hele-
nística y romana una doctrina que se sentía ajena en el occidente mediterráneo
y cuyo origen se asociaba a Mesopotamia o Egipto. De ahí que la astrología
cuente en la tradición grecorromana no sólo con iniciadores mitológicos como
Prometeo, Atlas, Heracles, Hiperión, Minos, Orfeo, etc., sino también con auto-
res que sistematizaron sus doctrinas, bien porque las recibieron directamente de
la divinidad, por revelación, como Hermes Trismegisto o Nequepso y Petosiris,
Adán, Seth, Henoch, porque su actividad o su filosofía tenía que ver con la
adivinación y los astros (Abrahám, Daniel, Zoroastro, Ostanes, Pitágoras, Hi-
pócrates, Demócrito, Platón, Aristóteles, Galeno) o porque con su sabiduría
estaban capacitados para el magisterio astrológico entre los griegos (Salomón,
Manetón y el mismo Alejandro). 2) El otro motivo, difícilmente diferenciable
del primero, es la intención de ocultar la práctica astrológica a la que responde
la redacción de estos escritos; práctica que es discutida por los filósofos provi-
dencialistas (como los platónicos), por los escépticos e incluso perseguida por
los decretos de expulsión que se dictaron en Roma desde la época republicana
hasta los primeros siglos de oficialidad del cristianismo (IV y V), cuando to-
man el relevo las proclamaciones de anathema que leemos en los Concilios.
La crítica en torno a Torres Villarroel no es siempre unánime en valorar la
modernidad de sus aportaciones literarias, pero lo es de un modo casi absoluto,
en calificar su visión del conocimiento y su saber astrológico como anticuado
o perteneciente a un tiempo pre-científico, inferior por tanto a los rivales con
quien polemiza, como el Dr. Martín Martínez y Feijoo.
El tema que nos ocupa de la polémica con ambos ilustrados es el de la
validez de la Astrología. Lo cierto es que la Astrología culta que Villarroel
conoce y explica con bastante claridad era la misma que conocían nuestros
clásicos hasta Quevedo, Lope o Cervantes, y la que ya no conocen ni Feijoo
ni el médico Martín Martínez por lo que es de justicia darle la razón a Torres
Villarroel cuando afirma sobre sus detractores que atacan lo que no entienden
porque no lo han estudiado, sin duda porque soplan vientos muy contrarios a
hacer el esfuerzo de estudiar la Astrología culta cuando a tantos ha llevado ya
a la hoguera o a la desgracia
https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/670674/torres_vicente_edo_2012.pdf?sequence=1
Gerold Hilty, en su artículo «¿Existió una tercera versión latina
del Libro conplido?»1 recordaba que en cuatro manuscritos de la tra-
ducción latina del Libro conplido que conocía2 aparecían, en el pri-
mer folio, una rúbrica y una figura astronómica, cuya forma original,
que se puede deducir de las cuatro versiones, era la siguiente:
Nos recordaba Hilty que este horóscopo se podía resolver por un
cálculo infalible y absolutamente fidedigno que indica el 12 de marzo
de 1254, la posición del Sol correspondiente a las 6.28 de la maña-
na, ventidós minutos después de su salida, calculado para la latitud
y longitud de Toledo. La rúbrica, bien interpretada, concuerda con
el resultado del análisis del horóscopo tal y como con más detalles
había presentado ya en su edición de las cinco primeras partes de la
versión castellana del Libro conplido (Hilty l954: LXI-LXV). Hacía
más de medio siglo que Hilty había hecho este hallazgo y en el artí-
culo reciente mencionado arriba no tenía por objetivo demostrar lo ya
demostrado, aunque de todos modos insistía en un aspecto que nos va
a resultar muy útil para nuestro propósito aquí: señalar la singularidad
intencionada desde un punto de vista astrológico de ese momento en
que Yehudá ben Mošé inicia su traducción3
. Insistía Hilty, decimos,
en señalar «el hecho de que el 12 de marzo de 1254 fue efectivamente
jueves y que el autor de la rúbrica indicó el año cristiano según la era
de la Encarnación, en la cual el año empieza el 25 de marzo. Por con-
siguiente, el 12 de marzo pertenece al año 1253 ab incarnatione, que
termina el 24 del mismo mes»
El texto está en inglés. https://dn790005.ca.archive.org/0/items/chris-brennan-hellenistic-astrology-the-study-of-fate-and-...