La producción en prosa de Séneca que se ha conserva
do comprende un tratado científico (Cuestiones Naturales),
otro político (Sobre la clemencia), once morales (Sobre los
beneficios, Sobre la providencia, Sobre la firmeza del sabio,
Sobre la ira, Sobre la vida feliz, Sobre el ocio, Sobre la
tranquilidad del espíritu, Sobre la brevedad de la vida, más
las tres consolaciones, A Marcia, A su madre Helvia y A
Polibio), y una abundante colección de cartas (Epístolas
morales a Lucilio). En todas estas obras, por variadas y he-
terogéneas que puedan parecer, se observa entre otros un
rasgo común: la exposición del asunto, que Séneca hace teó
ricamente a oídos del destinatario, se ve de cuando en cuan
do interrumpida por las intervenciones de un interlocutor
supuesto (pues muchas veces ni siquiera es ese destinatario),
que plantea breves objeciones y preguntas concisas de
inmediato refutadas y respondidas largamente por el autor.
Este casi personaje literario tan típico de Séneca recibe el
nombre de fíctus interlocutor, un oponente simulado que
aparece aquí y allá introducido con un escueto «dice», «di
ces», y gracias al cual se consigue una apariencia de con
versación, aunque sólo sea entre dos y absolutamente des
proporcionadas sus respectivas intervenciones. Una obra
así tratada se resiste a ser definida como un monólogo del
que diserta, pues es cierto que a las veces se oye fugaz otra
voz; en cambio, puede llamarse, a sabiendas incluso del arti
ficio, diálogo.