El salmantino Diego de Torres Villarroel estuvo
inmerso en importantes disputas a lo largo de su
vida, granjeándose fama de temido polemista. Ni su
faceta como catedrático de matemáticas de la Universidad de Salamanca, ni
como escritor y almanaquero quedó libre de polémicas y controversias. A
modo de ejemplo citaremos dos de las más sonadas: en el ámbito
académico fueron notorias sus desavenencias con el claustro de la
Universidad de Salamanca y en la esfera pública sus disputas con
personalidades de la talla de Benito Jerónimo Feijoo y Martín Martínez. Si
algo tienen en común estas polémicas, dirimidas siempre a través de la
imprenta, es su carácter social y público.
El presente estudio pone el foco en otra polémica que tiene como
origen el pronóstico que hizo Torres Villarroel acerca del eclipse solar del
día 13 de junio de 1760 y sus “funestas” repercusiones. Mediante la
observación de los astros y la interpretación de sus movimientos se podía
vaticinar el devenir de las personas, o al menos así lo afirmaban aquellos
estrelleros que practicaban la denominada astrología judiciaria. Esta suerte
de ciencia adivinatoria estuvo perseguida y prohibida en los reinos
hispánicos por la Iglesia católica desde el Concilio de Trento, ya que
atentaba contra “el libre albedrío y la libertad moral del individuo”, y
concretamente por la Inquisición hasta entrado el siglo XVIII (Albisson
252). Es cierto también que dicha persecución se fue atenuando con el paso
de los años hasta que la astrología judiciaria “fue aceptada a nivel popular y
tolerada por la Iglesia católica, por la evidente degradación del concepto, sin
peligros sustanciales para el credo religioso”
https://dieciocho.uvacreate.virginia.edu/ANEJO%208.Comellas/11.Collantes.pdf