En 1586 Sixto V prohibía el ejercicio de la astrología judiciaria y de otras formas de
adivinación. En 1631, Urbano VIII repite la condena de las artes divinatorias en la
bula Inscrutabilis iudiciorum Dei. La renovada necesidad de actuar en contra de las
prácticas adivinatorias y mágicas por esas fechas es ilustrada también por la bula
Omnipotentis Dei, expedida en 1623 por el papa Gregorio XV. En El astrólogo
fingido, redactado entre 1623 y 1625, Calderón se burla abiertamente de la ciencia
del cielo. Hubo numerosas reescrituras de esta temprana comedia de capa y espada
en Francia, Inglaterra e Italia. En mi comunicación, me propongo, por una parte,
analizar una de ellas, Le feint astrologue (1648) de Thomas Corneille haciendo
particular hincapié en el estatus epistemológico de las ciencias adivinatorias.
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