Permiso para ser infiel
El
problema era el carácter de Jung: narcisista y desequilibrado (ya se
ha contado que provenía de una familia con graves problemas de salud
mental), resultaba tan atractivo como egoísta. Trabajaba con sus
pacientes día y noche, ”como un poseído” según la biógrafa, y
descuidaba la vida familiar, al tiempo que se comportaba como un coqueto enfermizo incapaz de no flirtear con cualquier mujer.
Tuvieron
cinco hijos, pero en el curso de su largo matrimonio estuvieron a
punto de divorciarse al menos en tres ocasiones, siempre por las
infidelidades de Jung con pacientes como María Moltzer, Sabina
Spielrein o Antonia Wolff. Como él mismo le explicó a Freud en una
carta del 30 de enero de 1910, creía firmemente que “el prerrequisito
de un buen matrimonio es el permiso para ser infiel”. Obviamente, Emma
Jung no estaba de acuerdo, así que cada vez que la traición sentimental
de su marido le resultaba intolerable, amenazaba con abandonarle
primero y divorciarse después. Entonces Jung caía enfermo con dolores
de estómago, depresión…. Más aún, cada vez que alguna de sus
amantes empezaba a exigir cosas y ponía en peligro su familia, “sufría
verdaderos ataques de pánico”.
Y
no eran pocas, pues, como la propia Emma escribiría a Freud, “todas
las mujeres se enamoran de él, y yo, con los hombres de inmediato quedo
fuera de circulación como la esposa del padre o del amigo”.
Esta es la carta de Carl G. Jung.
Existe promesa de divorcio, ya que la Luna está en mal aspecto a Urano.
También Mercurio, regente de casa V, está en conjunción a Venus.
" Todas se enamoraban de él ", pero Jung quería a su mujer.
Normal, le puso la vida muy fácil.