La tesis fue comenzada bajo la dirección del profesor F. Samaranch Kirner, máximo –o único– experto en España en el problema filosófico del Hermetismo y las ciencias ocultas, terreno en que ha aportado inapreciables innovaciones; pensador excepcional y auténtico a quien tanto debo no sólo por mostrarme el camino de mi propio pensamiento, sino sobre todo por la inquebrantable integridad de sus actos y sus sentimientos, a cuya naturaleza debo el inmenso honor de que me acogiera con el calor y la entrega con que lo hizo. Tras su fallecimiento, el pasado 23 de Febrero de 2000, el profesor A. Martínez Lorca me sacó de la orfandad en que quedé inmersa y me ofreció su generosa e inapreciable ayuda para acabar este trabajo. A ambos, como profesores y como personas, debo más de lo que puedo expresar. La primera inquietud que nos impulsó a este mundo que ahora abordamos fue la perplejidad que nos producía la profesión de creencias supersticiosas que, aun siendo reconocidas como tales desde el punto de vista oficial de la sociedad, mantienen amplios y variados sectores de la misma en todas las culturas a lo largo del tiempo. Si por supersticioso se entiende cierto tipo de creencias sin justificación conocida que atentan contra los principios de la razón ¿qué sentido tiene que la misma razón no baste para desbaratarlas? ¿Cómo puede ser que ningún argumento perfectamente inteligible sea capaz de disolver cierto tipo de convicciones aferradas a sus sostenedores por una tenacidad más allá de la ignorancia? Porque si sólo de eso se tratara, de ignorancia, una prueba racional suficientemente explícita debería ser capaz de acabar con ellas. Sin embargo, el supersticioso está tan absolutamente aferrado a sus creencias que de antemano manifestará una actitud hostil ante cualquier intento de mostrar su desacierto y se parapetará con tanta más convicción tras su creencia cuanto más se intente argumentar en su contra.
http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:Filosofia-Ecgarcia/Documento.pdf