La Importancia del Libro Conplido en los ludizios de las Estrellas en la Astrología Medieval
Reflexiones sobre la selección de obras astrológicas del códice B338 del siglo XV del archivo catedralicio de Segovia
Luis Miguel de Vicente García
Universidad Autónoma de Madrid
El manuscrito que manejamos se halla en el archivo catedralicio de Segovia con la signatura B338. La obra en sí no tiene título; empieza directamente con la parte octava del Libro conplido en los iudizios de las estrellas (folios 7-85v) Beaujouan había informado de la existencia de este códice en un congreso en 1965.
En castellano sólo contábamos hasta ahora con la edición del Libro conplido en los iudizios de las estrellas de Gerold Hilty, basada en el ms. 3065
de la Biblioteca Nacional de Madrid original del siglo XIII. Esa
edición de 1954 – extremadamente cuidadosa – contiene sólo las cinco
primeras partes de las ocho que formaban la versión original.1
1 Hilty está en estos momentos preparando la edición critica del Libro conplido
reuniendo las tres partes que le faltaban a su edición de 1954 en base a
los muchos manuscritos que ha podido manejar en estos años, y yo me
encargo en esa edición de la transcripción de la octava parte del libro
conplido segiin este códice que ya transcribí en 1989 como apêndice de
mi tesis doctoral y del que Hilty ofreció también dos capítulos
transcritos en 1988, sin que yo conociera esta trascripción parcial del
libro octavo cuando inicié la mía.
(…)
Simón de Phares,
astrólogo francés del siglo XV que se ocupo de dar una información
valiosa sobre la astrologia y los astrólogos según se conocían hasta su
época, considera a Aben Ragel como el mayor astrólogo en materia de
astrologia judiciária.
(…)
El libro se empezó a traducir del árabe al castellano por el judio Yehudá b. Mosé ha-Kohén en Toledo, el doce de marzo de 1254, fecha que estableció concluyentcmente Hilty en su edición de 1954. En un artículo aparecido un año después, Hilty
ofrecía más datos sobre la persona y la labor del traductor. Su
artículo proporciono un cuadro muy valioso sobre las obras traducidas por Yehudá b. Mosé ha-Kohén, incluyendo a los colaboradores con quien trabajó y una cronología de su labor. También demostró Hilty con nuevos datos la misma identidad entre los nombres Yehudá Mosca el menor y Yehudá b. Mosé ha-Kohén; cuestión ya sugerida por Américo Castro, Procter (“The Scientific Works”) y demostrada también, aunque mucho después del trabajo de Hilty, por S. Gil, quien coincide básicamente con Hilty,
aunque no da referencias al artículo de éste. Estos críticos afirman la
identidad de un mismo traductor bajo las diferentes fluctuaciones de la
onomástica medieval, frente a los estudiosos que sostienen la teoría de
dos personalidades distintas. Para Hilty, “Mosca” era el apellido del traductor. Entre 1225 y 1231 Yehudá b. Mosé ha-Kohén colabora en una recensión latina del tratado de la Azafea de Azarquiel; es por esa época un principiante todavía pero, para poder hacer esa recensión, nos dice Hilty, debería haber nacido hacia 1205. Su labor la realizaría sobre todo en Todelo, ciudad donde Procter sitúa su nacimiento. En Toledo tenía su padre seguramente el cargo de rabino; cargo que nunca tuvo el hijo, según Hilty, a diferencia de lo que han pensado otros críticos. En 1231 tenía el título de médico. Entre los años 1225 y 1231, Yehudá aparece trabajando al servicio de un inspector; entre 1231 y 1243 no se conocen datos sobre su actividad pero Hilty
lo supone continuando su labor como médico y traductor en Toledo, pues
en esta ciudad se encuentra en 1243, como alfaquín al servicio del
infante Alfonso, que le encarga traducir el Lapidario entre 1243 y 1250. Es en 1254 cuando halla Yehudá b. Mosé el oríginal árabe del Libro conplido y propone al rey traducirlo. En la primera mitad de 1256 termina la traducción del Libro de las estrellas fixas, y en febrero de 1259 acaba las traducciones del Libro del alcora y del Libro de las cruzes. Esto culmina para Hilty una primera etapa en la que la labor de Yehudá b. Mosé
es sobre todo de traductor de obras astrológicas y astronómicas. En un
segundo período su actividad se concentra no en la traducción sino en la
investigación astronómica: colabora en la elaboración de las Tablas alfonsíes, y es “ayimtador” astronómico en la composición definitiva del Libro de las estrellas fixas en 1276. Otras de las obras -de carácter astrológico predominantemente- de cuya traducción se encargó Yehudá b. Mosé, solo o en colabora ción con otro traductor, son: Los IIII Libros de las estrellas de la ochaua espera; Libro de la faiçon de la espera et de sus figuras et de sus huebras que es llamado libro de la alcora; y, al parecer de Sarton y de Muñoz Sendino también sería Yehudá b. Mosé el traductor del Tetrabiblon o Quatripartito de Ptolomeo. Y para David Romano también seria el traductor del Picatrix.
(…)
Sobre el método de la traducción del Libro conplido, propone Hilty,
frente a la teoria de la existencia de una fase intermedia entre la
labor del traductor del texto árabe y la versión escrita, que la
escritura la haría un “cotraductor” y no “un amanuense cualquiera”, lo
cual explicaría las diferencias dialectales en las distintas obras a
cargo de Yehudá b. Mosé há-Kohén. Hilty propone la existencia de todo un equipo de traductores dentro del cual Yehudá b. Mosé ha-Kohén actuaría de enmendador, encargado de la revisión lingüistica y astronómica del texto.
(…)
El Libro conplido se traduce según Romano
en la época en que los judíos son más libres para traducir ya que lo
vierten directamente del árabe al castellano y acabarán por crear sus
propios textos como las Tablas alfonsies.
(…)
Además de la octava parte del Libro conplido,
el códice contiene ocho obras más; la letra en esos casos es de varías
clases: gótica, cvirsiva, humanística y cortesana del siglo XV.
Contiene las siguientes obras, además de la octava parte del Libro conplido:
1. Libro de las cruçes en los juyzios de las estrellas.
2. Cánones del almanaque perpetuo.
3. Introductorio del Alcabicii.
4. Los siete climas de la tierra.
5. Sobre çircunferençia.
6. luizios del libro de Aben Regel.
7. Tablas para saber las verdaderas conjunciones de la luna.
8. Capitulo en saber de las lluvias.
(…)
Las primeras preguntas que
debemos hacernos frente a los textos que contiene este códice, es por
qué se copian en el siglo XV este tipo de obras, con qué criterio se
seleccionan y qué relación guardan con la cultura de este siglo. La
transcripción del códice completo, con la identificación de cada obra,
ayudará sin duda a aclarar esos interrogantes.
Entre los escasísimos documentos de astrología editados en castellano hay que destacar la excelente edición del Tratado de astrología atribuido a Enrique de Villena. La redacción de la version que se conoce del Tratado se hizo en Segovia en 1428, según Samsó2, por un tal Andrés Rodriguez.
Estamos, por lo tanto, en una época muy cercana a la elaboración del
códice segoviano que manejamos, y seguramente en la misma ciudad. Para Samsó
la elaboración del tratado es “representativo de la decadencia de este
período en el campo de la astronomía española”, ya que se simplifican
mucho los conceptos astronómico-astrológicos, y el léxico técnico que se
emplea en el Tratado atribuido a Villena varía bastante respecto a los libros de los colaboradores alfonsíes. Esta decadencia, según ha demostrado Samsó,
se refiere solamente a la primera parte del siglo XV, ya que hacia la
segunda mitad del siglo se produjo un resurgiraiento de los estudios
astrológicos, bajo cuyo influjo se copiarian, posiblemente, las obras
del códice segoviano, de tradición astrológica marcadamente alfonsí: “La
situación cambiará por completo en la segunda mitad del siglo XV, en la
que se producirán tres hechos de importancia: la aparición de la gran
figura del astrónomo salmantino Abrahan Zacuto; la dotación de
una cátedra de Astrología en Salamanca hacia 1460; en tercer lugar, (…)
el desarrollo de los estúdios de astronomía náutica en Portugal”. La
creación de la cátedra sahnantina logra que la astrología castellana se
iguale con la europea al darle una dimensión universitaria. Lo normal
había venido siendo que fueran los judíos quienes cultivaran por su
cuenta las disciplinas científicas: éstos eran los médicos, los
astrólogos y los especialistas en todas las ciencias, más que las
universidades: “la production scientifique ibérique des anneés 1320 á
1460 s’inscrit presque entiérement en dehors du cadre universitaire, à
moins qu’elle n’émane d’Espagnols résidant hors de leur pays (…) on ne
trouve guére, en Espagne, de production scientifíque typiquement
universitaire avant 1460”.
2 El prólogo de Julio Samsó
es valiosismo para determinar el estado de la astrología en el siglo
XV, sobre todo desde el punto de vista de las ideas astronómicas que
contiene el Tratado; Samsó es un buen conocedor del
funcionamiento interno de la astrología y sus fundamentos científicos. A
él remitimos para quien quiera ver un desarrollo de las ideas
astronómicas propiamente dichas desde Alfonso hasta la época del Tratado.
A pesar de la fundación
temprana de las universidades españolas – Palencia (1208), Huesca
(1354), Zaragoza (1474) – la ciencia no tuvo en ellas mucho desarrollo
salvo el estudio de la medicina en la universidad de Lérida. La
universidad de Salamanca, aunque fundada en 1227 y protegida por Alfonso
X, sólo se vigoriza a fines del siglo XIV, y empieza a desempeñar un
papel verdaderamente importante en las ciencias a partir de 1460, con la
creación de una cátedra de astrologia.
(…)
El carácter de la
astrologia de las obras del códice segoviano refleja bien la actitud
tomista hacia la astrologia: casi todas las obras tienen una función
práctica en la sociedad. Hay tablas astronómicas y almanaques de gran
utilidad para la organización de todo tipo de actividades desde la
navegación a los calendarios; hay pequeños tratados para predecir las
lluvias; existe, pues, en el criterio de selección de los textos del
códice segoviano, una intención dominante de que sean prácticos; se va
perfilando la noción de astrologia científica que recuerda lo que San Isidoro, Alcuino o Hugo de San Víctor habían definido por “astrologia natural”.
De las nueve obras del códice, siete tratan directamente de cuestiones
relacionadas con el dominio de la naturaleza exclusivamente; no afectan a
la predicción de lo humano: o son almanaques, o predicción de lluvias, o
cuestiones especulativas como el brevísimo Tratado sobre la circunferencia. De las dos obras restantes, la octava parte del Libro conplido
tiene que ver también de un modo fundamental con las predicciones de
fenómenos metereológicos o con las predicciones anuales, las cuales
están de moda en toda Europa durante el siglo XV. Se dejan fuera, en
cambio, las partes del Libro conplido que conciemen a las
cuestiones de astrología de interrogaciones y elecciones o a la
astrología judiciaria. De fondo pesa el critério tomista sobre el tipo
de astrología válida tanto como la academización de la astrología que
habría de enfocarla hacia cuestiones científicas o de utilidad y validez
práctica y imiversal; enfoque que acabaría desembocando, con el pasar
del tiempo, en el estudio exclusivo de la astronomía.
Por otro lado, las obras
del códice de la Catedral de Segovia contienen buena parte de los textos
que formaban parte de la educación de un astrólogo en la España y en la
Europa del siglo XV.
(…)
Una de las dos obras principales en la formación primaria de un astrólogo, el Introductorio del Alcabicii, se incluye en el códice segoviano.
(…)
El Introductorio se convirtió asimismo en una obra indispensable en la formación de los médicos.
(…)
El astrólogo Alcabicio – al-Qabisi
– se sitúa en Alepo hacia el siglo X; su obra fue traducida por Juan de
Sevilla en 1120 y su uso fue recomendado en París, según nos
testimonian unos comentarios de Juan de Sajonia, en 1331, y prescrito luego para los estudiantes de medicina, junto con el Quadripartitum y el pseudo-Centiloquium.
De tanta importancia como el Introductorio fue el Libro conplido de Aben Ragel.
Esta obra era algo más que un manual básico en la formación de un
astrólogo; era considerado durante el siglo XV, junto con las obras de Ptolomeo, como gran fuente de autoridad en cuestiones de astrología: Simón de Phares era partidario de las teorias de Aben Ragel como otros tantos astrólogos, por ejemplo Jean Marende,
autor de un horóscopo de nacimiento del rey Luis XI “et qui était comme
Simón de Phares lui-méme un partisan des méthodes de Haly Abenragel”. El libro conplido, traducido del castellano al latín por Egidio de Tebalde en 1256, sería utilizado sobre todo para cubrir los aspectos de los que no daba cuenta el Quatripartitum de Ptolomeo. Se citaba también El libro conplido
para la definición de términos astrológicos que no tenían equivalente
en la tradición ptolomaica. En las polémicas entre astrólogos, suele
aparecer El libro conplido como argumento de autoridad: Máxime Préaud da el ejemplo de una discusión astrológica sobre el efecto de determinadas conjunciones; discusión en la que un astrólogo, Conrad, se apoya en El libro conplido frente a los seguidores de Ptolomeo.
Por otro lado, podemos preguntamos por qué se ha copiado en el códice segoviano solamente la parte octava del libro conplido;
parte que concieme a las revoluciones de los años. La respuesta está,
de nuevo, en el carácter de la astrología durante el siglo XV: la
astrología de las revoluciones de los años fue la que más de moda estuvo
durante este siglo: “La plupart des astrologues devaient rédiger
réguliérement de telles prédictions (las predicciones anuales), comme le
font aujourd’hui nos <voyantes>”. Préaud suministra una serie de ejemplos extraídos de la información que proporciona Simón de Phares. La parte octava del Libro conplido
debió servir de manual para estas predicciones anuales y por esa razón
fue el objeto de la selección del códice de la catedral de Segovia, en
una época en la que el interés por la astrología de elecciones e
interrogaciones cedió terreno en favor de las predicciones anuales. Este
es un tema difícil de documentar de una manera concluyente en el caso
de España, donde carecemos de ediciones de la mayor parte del material
astrológico de este siglo.
En suma, la importancia de
las obras del códice segoviano, y la relación de algunas de ellas con el
escritorio alfonsí, confirman la revitalización de la astrología en la
segunda parte del siglo XV; la vuelta a las tradiciones astrológicas del pasado coincide con el interés con que en Europa se mira a España como la cuna tradicional de las ciencias ocultas:
L’animisme universel
d’Amaud de Villeneuve, le lullisme et la cabale juive ont, évidemment,
en se conjuguant, constitué une ambiance favorable aux sciences occultes
(…) Pourtant, du fait de traditions anciennes (…) l’Espagne
apparaissait, au XVe siécle, comme la terre d’élection des sciences
occultes.
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