Sinastría: La Carta Astral de pareja.
En una carta astral individual se pueden
observar y analizar los arquetipos planetarios que representan las
diferentes facetas, características y tendencias psicológicas de una
persona. Resulta muy interesante tener una lectura astrológica para
comprobar directamente la validez, la profundidad y la objetividad con
la que las posiciones planetarias del nacimiento, reflejan fielmente
las características de la personalidad consciente e inconsciente. La
lectura astrológica favorece un espacio en el que el alma de una
persona se puede abrir y desplegar, para poder reconocerse y
comprenderse mejor en sus necesidades más íntimas y verdaderas.
A partir de las posiciones físicas exactas
de los planetas en el momento del nacimiento, se pueden aplicar
diferentes técnicas para arrojar mucha luz sobre las vivencias más
importantes que el ser humano tiene a lo largo de su vida. Una de
ellas, normalmente poco conocida, es la Sinastría. Esta es una técnica
que consiste en analizar el intercambio de las posiciones planetarias y
los contactos energéticos que se establecen entre las cartas astrales
de dos personas. Esto adquiere un especial significado y un gran valor a
la hora de poder comprender en profundidad una relación de pareja.
Para un gran número de personas, las
relaciones amorosas se convierten en las experiencias más importantes
que les toca vivir a lo largo de su trayectoria vital. Muchas veces
vividas con obsesión y con delirio, hasta el punto de convertirse en
experiencias cumbre, por el grado de pasión y deseo con el que se
pueden llegar a experimentar. Por ello, es muy importante para
cualquier persona, el poder entender bien su significado a nivel
psicológico, además de su importancia dentro del marco evolutivo de
nuestra alma en su evolución espiritual.
Lo habitual es que necesitemos vivir la
experiencia de enamorarnos y de estar emparejados, poniendo muchas
esperanzas y expectativas emocionales en la relación, lo reconozcamos
abiertamente o no. Las personas que huyen de las relaciones o que se
resisten a establecer vínculos afectivos, suelen estar condicionadas por
miedos que tienen su origen en infancias problemáticas o
disfuncionales.
El enamoramiento es normal y necesario
para sentir el impulso que nos lleva a adentrarnos en la intimidad y la
complejidad que supone implicarse emocionalmente con otra persona. Al
principio, nos enamoramos de todo el bello potencial que tiene el otro,
generándose una atracción y fascinación irresistible que nos lleva a
desear profundamente alimentar y mantener el vínculo. Esto forma parte
de nuestra naturaleza, además de que es esencial para que se establezca
una relación que tenga cierta duración. A esta primera etapa idílica,
se sucede otra en la que poco a poco se van revelando otras
características que al principio parecían no estar presentes. Esto es el
indicio de que, bajo las cualidades que brillaron en la etapa del
enamoramiento, hay otras de naturaleza más compleja y problemática, que
han de aceptarse, abordarse y comprenderse, si se quiere evitar una
decepción que con mucha probabilidad, podría desembocar en ruptura.
En una Sinastría se puede ver el nivel de
sintonía por la cantidad de contactos que hay entre una carta astral y
otra; tienen que darse un mínimo de contactos planetarios para que dos
personas se sientan lo suficientemente atraídas como para desear
conocerse. Si entre dos personas no hay contactos, no se produce la
atracción, o sencillamente ni se ven.
En la Sinastría también se puede observar
el tipo de atracción que se produce, según la naturaleza de los
contactos; si son tensos o fluidos. Con la abundancia de contactos
suaves y fluidos se da una relación ágape, y con la abundancia de contactos tensos, se genera una relación erótica.
Las relaciones ágape se caracterizan por el fácil acoplamiento
energético entre las dos personas, esto quiere decir que los contactos
planetarios entre uno y otro, son suaves y armoniosos; ambos se
estimulan mutuamente y se sienten muy cómodos en compañía. Esto
favorece una relación suave y tranquila, en la que es fácil
comprenderse y comunicarse.
Por otro lado, una relación erótica se
caracteriza por un difícil acoplamiento energético entre dos personas.
Los planetas de uno están en tensión con los planetas del otro,
generándose desacuerdos, exigencias y falta de entendimiento. Esto suele
generar mucho sufrimiento, acusaciones mutuas, luchas de poder y una
decepción que genera la sensación de haberse equivocado de persona.
Lógicamente, esto no se suele percibir al principio, pues de lo
contrario nadie se enredaría en una relación de este tipo.
Es raro encontrar una relación totalmente
ágape o totalmente erótica, suele haber un equilibrio entre las dos, o
bien la tendencia hacia uno de los extremos. Una relación equilibrada
es la que tiene una combinación de ambas, pues cuenta con el buen
entendimiento y la comunicación necesaria, para poder abordar y
enfrentar la parte más difícil y complicada. Esto puede favorecer que
la relación pueda mantenerse por un cauce llevadero y tolerable, a
través del cual, la relación puede evolucionar.
Una relación con tendencia marcadamente
ágape se caracteriza por la facilidad y la buena sintonía que prima
durante la mayor parte del tiempo. Suelen ser relaciones armoniosas y
tranquilas, aunque también carentes de cierta dosis de estímulo que
empuje hacia el auto-conocimiento y el crecimiento. Sobre todo, si hay
pocos o ningún contacto tenso que estimule a ello. Este tipo de
relaciones suelen empezar poco a poco, partiendo de una buena amistad y
se basan habitualmente en el compañerismo. Evidentemente, las personas
que ya tienen un nivel alto de evolución y comprensión de sí mismas,
tienden a establecer relaciones ágape, incluso si hay contactos tensos
entre las cartas de ambos, pues tienen la capacidad de aprovecharlos
para crecer y superarse a sí mismos sin grandes tensiones.
En el otro extremo tenemos la relación
marcadamente erótica, la cual se suele caracterizar por el gran nivel de
tensión y luchas que priman la mayor parte del tiempo. Si hay falta de
contactos planetarios armoniosos, es muy difícil el entendimiento, la
tolerancia y la comprensión mutua, por lo que suele haber mucho
sufrimiento. Suelen empezar con enamoramientos apasionados y terminar en
rupturas complicadas y dramáticas. La dinámica habitual es; no puedo
vivir contigo ni sin ti. Las relaciones extremadamente eróticas son
habituales en las personas que se conocen poco a sí mismas, por lo que
tienen una gran carencia de recursos internos para gestionar los
conflictos.
Todas las relaciones tienen su importancia
y significado para las personas que las establecen, por lo que ninguna
relación es clasificable como positiva o negativa. Si dos personas se
enamoran y se implican en una relación marcadamente erótica, es porque
necesitan ese tipo de dinámica para vivir y experimentar el estímulo
necesario que les lleve a emprender un camino de auto-cuestionamiento y
conocimiento interno. Paradójicamente, una relación muy erótica se
puede convertir en una gran oportunidad para crecer, psicológica y
espiritualmente. Aunque esto sólo es posible si hay un mínimo nivel de
humildad, el necesario para auto-cuestionarse e iniciar un proceso de
conocimiento de sí mismos. O bien, para buscar la ayuda de un
profesional que les proporcione la orientación que necesitan para
comprender las dinámicas inconscientes que subyacen en su relación.
A veces, las relaciones llegan a un punto
de estancamiento, en el que la evolución se hace muy lenta y
dificultosa. Son relaciones que parecen estar agonizando, por lo que
las parejas entran en un estado de indiferencia, adaptación y
resignación. Muchas veces mantenidas por ataduras de tipo económico o
familiar, o ambas cosas a la vez. A veces también por miedo a la
soledad, por creencias, condicionamientos sociales, o sencillamente por
desgana de empezar de nuevo.
La Sinastría ofrece una profunda
información sobre la dinámica psicológica de una relación. A través de
su análisis, las dos personas pueden tomar conciencia de los puntos de
afinidad y de tensión que confluyen entre los dos. Los cuales pueden
manifestarse de forma inmediata, o aparecer progresivamente con el
tiempo.
Abordar este trabajo de análisis con un
profesional imparcial y objetivo, puede ser de gran utilidad para
comprender las pautas inconscientes de tensión que están detrás de los
conflictos. La Sinastría revela los puntos fuertes de afinidad y los
aspectos que cada uno necesita cambiar o mejorar para superar las
dificultades y para dinamizar la relación de una forma positiva. La
mayoría de las veces, esto consiste simplemente en aflojar el nivel de
exigencia, comprendiendo las necesidades del otro, que por ser
diferentes no implica que sean malas o negativas. En esencia, es un
trabajo de aceptación y reconocimiento de uno mismo y del otro.
La Sinastría no muestra el destino de una
relación, sino su potencial de crecimiento para las dos personas
implicadas, aunque algunas, astrológicamente se revelen como complicadas
y difíciles de sostener. Una relación puede estar kármicamente
predeterminada en el plano espiritual, también puede darse una
sincronicidad asombrosa en el encuentro y la forma de conocerse, pero
nunca está destinada a evolucionar en un sentido o en otro, o a tener
una larga o corta duración. Eso depende de la capacidad y la disposición
a crecer de cada uno.
Siempre elegimos y tomamos libremente
nuestras propias decisiones; podemos comprometernos con nosotros mismos
y con el otro en una búsqueda de crecimiento y comprensión, llegando
hasta el punto que consideremos adecuado. O por el contrario, podemos
acusar y culpar al otro de nuestra infelicidad, rompiendo la relación
con dolor y resentimiento. Esta segunda opción también conlleva
implícito un seguro; volver a enamorarse de alguien con quien se deberá
retomar el trabajo que quedó pendiente en la relación anterior. Como
siempre en la vida, tenemos dos caminos a seguir; el de la
postergación, o el de la toma de conciencia que nos libere de la rueda
de la repetición y el sufrimiento.
En las relaciones amorosas subyace una de
las mayores oportunidades que tiene el ser humano para crecer y tomar
conciencia de sí mismo. Esto se puede ver reflejado simbólicamente en el
orden de sucesión de los signos zodiacales. Libra, el signo que
representa la experiencia de la relación y el intercambio, está seguido
por Escorpio, signo que rige el encuentro con el mundo inconsciente a
través de las crisis, con el objetivo de estimular un proceso de
transformación. Y después le sucede Sagitario, el cual está asociado con
las inquietudes espirituales, la apertura de la conciencia y el
descubrimiento de nuestra naturaleza superior.
La Astrología tiene sus bases de
interpretación en la mitología griega. Los planetas de nuestro sistema
solar llevan los nombres de antiguos dioses que interpretaron sucesos e
historias extraordinarias, las cuales nos pueden abrir profundas vías
de reflexión en el plano arquetípico y psicológico. Uno de aquellos
antiguos mitos refleja simbólicamente algo de gran importancia asociado
a las relaciones amorosas. Es una historia protagonizada por Saturno,
Urano y Venus.
Cuenta el mito que Urano, el dios de los
cielos nocturnos, descendía todas las noches a inseminar a Gea, diosa
de la tierra. Cuando esta paría a los hijos de ambos, Urano quedaba
horrorizado ante la naturaleza terrestre de su progenie, por lo que los
volvía a enterrar en el seno de su madre. Estos hijos, llamados titanes
quedaban encerrados en el Tartaro; el reino de la oscuridad. Gea,
harta de este ciclo de engendramientos, partos y pérdida de sus hijos,
convocó a estos para que la vengaran de su padre. Sólo uno de ellos se
mostró dispuesto a cumplir con sus deseos, el menor de todos ellos;
Saturno. Armado con una hoz de pedernal, esperó a que Urano descendiese
de nuevo a la tierra para castrarlo. Al consumar esta acción, cuenta
el mito, que los genitales cayeron al mar, generándose una espuma de la
que nació Venus, la diosa del amor.
Urano representa nuestra parte abierta,
innovadora, creativa, inventiva e independiente, esa parte nosotros que
está receptiva al despertar de la conciencia que nos ayuda a cambiar,
crecer y evolucionar. Saturno simboliza el otro extremo de nuestra
naturaleza, o sea, la parte más inhibida, tradicional, rígida y
temerosa. Venus es el arquetipo del Amor, que a nivel psicológico
representa el impulso interno que nos lleva a establecer relaciones
afectivas y a necesitar el vínculo emocional con otras personas.
La interpretación del mito resulta muy
interesante y reveladora, mostrándonos una enseñanza muy útil; nuestra
parte más terrestre, temerosa y tradicional, por su naturaleza
conservadora tiende a castrar nuestros impulsos evolutivos de apertura,
búsqueda y cambio. Sin embargo, esta lucha interna también genera en
nosotros el nacimiento de una necesidad: el deseo de relacionarnos con
otras personas para salir del aislamiento, conocernos a nosotros mismos y
crecer interiormente. Y es a través de las relaciones, donde tenemos
la oportunidad de poder reconcilar nuestras contradicciones internas.
Esta es la esencia de la Sinastría; todas
las relaciones que implican una vinculación afectiva,
independientemente de su naturaleza más o menos complicada, conllevan
una gran oportunidad para el autoconocimiento, la maduración y la
evolución psicológica. A Venus se la suele representar desnuda,
mirándose en un espejo con actitud sensual. En este símbolo hay
contenida una gran verdad espiritual: las personas que deseamos y
atraemos a nuestras vidas, en realidad son espejos en los cuales
tenemos la oportunidad de vernos reflejados. Tanto en lo que nos atrae,
como en lo que no nos gusta.
"La felicidad y la armonía, son
proporcionales a la tolerancia y la aceptación con las que enfrentamos
las situaciones que la vida nos trae."
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