Nuestra sociedad actual, tal y como la
conocemos, está experimentando un proceso de transformación que podemos ver
reflejado en el movimiento y posición de los planetas generacionales,
especialmente en el tránsito de Plutón. Este arquetipo transpersonal está
fuertemente vinculado a los grandes y profundos procesos de regeneración de
nuestro mundo y nuestra humanidad. Durante todo el año 2008 ha estado saliendo del
signo de Sagitario y adentrándose lentamente en Capricornio, signo en el que se
instala definitivamente a partir de noviembre de 2008, y por el que transitará
hasta el año 2023.
Para comprender bien el proceso en el
que nuestra humanidad se adentra a partir de ahora, es conveniente conocer bien
el significado de este poderoso arquetipo y el del signo en el que tendrá su
influencia a partir de ahora.
Plutón (Hades para los griegos) era el
dios de la muerte y señor de las profundidades de la tierra. Se le asignaba el
nombre de Plutón el Rico, pues al ser señor de las profundidades, era poseedor
de la riqueza oculta del subsuelo. También era el señor del Averno (lo que para
nuestra cultura judeo-cristiana es el infierno), este era un lugar en el que
las almas se adentraban después de la muerte para purificarse, quemando así los
viejos residuos de la vida que dejaban atrás. Era un proceso de recapitulación
y de limpieza, necesario para poder empezar una nueva fase con nuevas
oportunidades de evolución y crecimiento. En absoluto era un lugar de
sufrimiento eterno, tal y como nos lo ha transmitido el catolicismo, con el fin
de amordazar y atemorizar nuestras mentes y nuestras conciencias a través del
miedo al castigo divino.
Plutón, para la astrología moderna, es
un arquetipo vinculado al inconsciente colectivo o alma grupal, esa poderosa
fuerza que mueve y conecta a todas las almas individuales. Los seres humanos,
además de experimentar y evolucionar como individuos, estamos vinculados por
esta fuerza transpersonal en un proceso de crecimiento en el que todos estamos
inmersos. Esta relación profunda no interfiere ni condiciona nuestras decisiones individuales, más
bien nos da la oportunidad de expandir nuestra conciencia haciéndonos
partícipes del crecimiento y la evolución del resto de los seres humanos. A
través de este vínculo sutil, nuestra conciencia individual conecta con el
desarrollo de ciertos colectivos que están a la vanguardia de la humanidad, lo
cual facilita que haya un estímulo de evolución conjunta.
Capricornio es un signo que rige los
movimientos y órdenes sociales en el área concreta y material. Está relacionado
con el status, la organización social y la política. Si aplicamos la energía
del poderoso Plutón a los asuntos relacionados con este signo, inevitablemente
nos encontramos con el momento crítico que estamos viviendo en el ámbito
financiero a nivel mundial (que se ha manifestado claramente para todo el
colectivo a lo largo del año 2008). Capricornio es mucho más que dinero, por lo
que intuyo que estamos presenciando solamente el umbral de lo que está por
venir. No es una cuestión de alarmarse, sino más bien de hacer una profunda
reflexión sobre el tipo de sociedad que hemos creado y sustentado entre todos.
Hemos instaurado, participado o consentido valores sociales basados en los
intereses personales, ya muy caducos por su estrechez y limitación, inservibles
para el sano desarrollo de cualquier colectivo. Valores que lentamente han de
morir para dar paso a otros completamente nuevos. Somos un colectivo hermano,
en un hogar común que es la tierra. Y esta verdad la hemos pasado
peligrosamente por alto, dejándonos seducir por la actitud estrecha de estar
centrados solamente en nuestra pequeña parcela, e ignorando el resto.
Si observamos con detenimiento el mundo
que hemos creado, podremos ver la evidencia de que hay muchas cosas que
requieren un cambio urgente. Todos, en mayor o menor medida, somos partícipes
de una sociedad llena de desequilibrios, injusticias, egoísmo, mentiras y
ocultamientos. Nuestra conciencia ante la realidad del mundo que nos rodea,
está tan embotada, que tendemos a comportarnos como niños interesados solamente
en jugar y en la satisfacción inmediata de nuestros deseos. La televisión, como
soma adormecedor, nos inculca ideas, intereses y realidades fragmentadas,
mayoritariamente negativas y desesperanzadoras. Este medio se ha convertido en
un arma potente y eficaz, que desde todos los hogares, conduce con precisión la
mente colectiva hacia una determinada visión orquestada por intereses oscuros,
de los que la mayoría somos desconocedores.
Existe una realidad que ha sido tapada
cuidadosamente hasta ahora y que lentamente se va revelando, a pesar de los
grandes esfuerzos por mantenerla oculta. Esta oscura labor está siendo
organizada por un grupo de poderosos que actúan en secreto y que tienen su sede
en Estados Unidos con ramificaciones en Europa. Desde la sombra orquestan,
manipulan y dirigen a todos los gobiernos del mundo, directa e indirectamente a
través de la banca mundial, las grandes instituciones religiosas, la industria
medico-farmacéutica y el negocio armamentístico. Estas personas conocen
perfectamente la debilidad humana y saben aprovecharla muy bien para conseguir
su fines y satisfacer sus oscuros intereses. Cuando les conviene una guerra,
una epidemia o cualquier otra circunstancia intimidatoria, no tienen escrúpulos
en hacer todo lo necesario para conseguir lo que desean. Por ejemplo, el
soborno y la manipulación de dirigentes políticos ávidos de poder (para
observar esto, no tenemos que viajar muy lejos ni irnos muy atrás en el
tiempo), la propagación de epidemias o la falsa información para estimular el
miedo colectivo. Y aunque suene a disparate -o la obra de mentes enfermas-
también se encargan de organizar y promover atentados terroristas asesinando a
sus propios compatriotas con el fin de estimular el afán de venganza hacia
ciertos colectivos a los que les conviene someter. Con los consiguientes
beneficios en el negocio de las armas y el manejo del petróleo. Para ellos, no
importa la dimensión del terror o la cantidad de gente que haya que sacrificar,
lo más importante es satisfacer sus intereses personales de poder, dominio y
riqueza.
A pesar del esfuerzo del grupo de
poderosos mencionado, estamos empezando a presenciar la muerte del viejo
sistema instaurado por ellos, al tiempo que nos encontramos en el umbral de una
nueva visión social que poco a poco está tratando de emerger en la conciencia
colectiva. Para estimular este despertar, es necesario que se produzca una gran
crisis que ponga de manifiesto todo lo que está asfixiando a nuestra humanidad
y al planeta que habitamos. Este es el don de Plutón, poner de manifiesto lo
que está escondido y corrompido, aunque huela muy mal.
Algunas personas que lean esto, quizás
piensen que es exagerado o que parece el argumento de una película de ciencia
ficción, pero solo tenemos que mirar la televisión, a nuestro alrededor, o más
cerca todavía; dentro de nosotros mismos. Si somos sinceros, veremos que
podemos llegar a hacer muchas cosas inconfesables cuando se trata de defender
nuestros intereses personales o cuando sentimos que la seguridad de lo que
creemos nuestro, está en peligro. Solemos justificar nuestras acciones con
razones de mucho peso, pero lo que está detrás siempre es el miedo y la falta
de fe en la vida. Lamentablemente, no solemos hacer este examen de conciencia a
no ser que las circunstancias nos obliguen a ello.
Otra parte de la realidad que ha sido
cuidadosamente ocultada hasta ahora es la de que no estamos solos en el
Universo. Por una parte, sería demasiado pretencioso -y poco inteligente-
pensar que entre los millones de sistemas solares que existen, nuestro planeta
es el único que tiene vida “inteligente”, entrecomillado a propósito. A través
de la historia y especialmente en las últimas décadas han habido muestras
evidentes de que hay inteligencias extraterrestres que nos visitan y que están
atentos a nuestra evolución. El gobierno secreto se ha encargado de silenciar,
ridiculizar o de hacer referencia a ellos como algo amenazador, pues no quieren
que nada interfiera en sus intereses. Saben perfectamente que las bazas
principales con las que cuentan para conseguir sus fines, son el miedo y la
ignorancia. Pero es el momento de que la verdad se vaya destapando y vayamos
perdiendo el miedo a lo desconocido. Si estos seres del espacio exterior
tuviesen el nivel de conciencia que tenemos nosotros, ya hace mucho tiempo que
nos habrían “conquistado” y dominado, tal y como hemos hecho nosotros entre
nosotros tantas veces a lo largo de la historia y aún seguimos haciendo hoy en
día. Pero la realidad es muy diferente. Ellos se denominan a sí mismos como
nuestros hermanos mayores, cuyo único objetivo es el de ayudarnos en nuestro
despertar y en nuestra transición hacia una nueva humanidad. Solamente tenemos
que perder el miedo y abrirnos con esperanza a lo nuevo. Hay muchas personas
que afirman haberse comunicado con ellos, que han visto sus naves, que han
viajado en ellas, y cuyos testimonios coinciden significativamente. Estos seres
del espacio exterior son humanos como nosotros, con una apariencia muy similar
a la nuestra y con una evolución y una tecnología tan avanzada como
incomprensible para la mayoría de nosotros. Y aunque no está en sus principios
interferir en nuestro libre albedrío, si están disponibles para ayudar
discretamente a todos aquellos que estén dispuestos y abiertos al cambio.
Además, vienen informando desde hace tiempo que estamos poniendo en peligro el
delicado equilibrio de nuestro planeta, lo cual puede afectar también a otros
cuerpos celestes cercanos. También han dicho que muchos gobernantes de la
tierra están informados de ello.
Quizás, a partir de ahora tengamos que
presenciar muchas cosas que nos removerán por dentro y por fuera, pero esto es
necesario que ocurra para que se produzca un despertar en nuestras conciencias
adormecidas. La deshonestidad y la falta de pudor moral de muchos políticos
también nos muestra la cara más fea de nuestra sociedad, pues al fin y al cabo,
nosotros somos los que los elegimos. Si nos quejamos de lo que hacen o nos
sentimos engañados, porque no hemos sabido interpretar a tiempo las señales de
lo que son a través de sus gestos y sus palabras, es porque somos muy parecidos
a ellos. No es casualidad que nos representen.
La experiencia de la crisis y de la
“muerte” es algo que a los seres humanos nos asusta. Nos solemos atascar en el
apego y en el dolor de la pérdida, en vez de mirar hacia delante y valorar lo
nuevo que poco a poco trata de
emerger en lugar de lo viejo. Si nos paramos a reflexionar en nuestra propia
vida y somos sinceros con nosotros mismos, podremos ver claramente cómo se
manifiesta este proceso y cómo nos enriquece la experiencia de la pérdida
cuando nos toca vivirla. Siempre que perdemos algo o se nos va alguien, no es
sino un proceso de transición hacia un nuevo paso en nuestra madurez y nuestra
independencia. El nivel de sufrimiento que experimentamos, siempre es
proporcional a la cantidad de apego que tenemos y al grado de inconsciencia en
relación a la evolución constante de todo lo creado. “Nada muere, todo se
transforma”, situaciones, personas, cosas, e incluso la misma vida. Cuando nos
llega la muerte y dejamos el cuerpo físico, solamente estamos dejando un viejo
traje del que nuestra alma se libera para abrirse a un nuevo proceso y
adentrarse en una nueva realidad. Cuando perdemos dinero, casa, trabajo, quizás
en el fondo solamente estamos perdiendo las cosas que hacen nuestro caminar más
pesado. Cuantas veces nos hemos rebelado ante el destino y ante las
circunstancias de la vida, y después con el paso del tiempo al mirar atrás, nos
hemos dado cuenta de que lo que nos tocó vivir fue lo mejor que nos podía haber
pasado. Los valores que nos han inculcado de búsqueda de estabilidad y
seguridad tienen mucho peso, por lo que la experiencia del soltar se convierte
en un motivo de temor y de ansiedad para la gran mayoría de nosotros.
Sigamos mirando hacia el espacio para
ver más detalles sobre el proceso vital actual de nuestra humanidad. Para ello,
fijaremos nuestra atención en la posición de los planetas generacionales de
nuestro sistema solar, lo cual nos aporta valiosa información sobre el momento
evolutivo que estamos viviendo.
Urano, el arquetipo de las rupturas, los
cambios y el despertar, está en Piscis, el signo vinculado a la pérdida y la
disolución. Esto es un indicador de la necesidad que tiene nuestra colectividad
de romper con las estructuras limitadoras para poder conectar con una realidad
más sutil y elevada. Neptuno, el planeta de la sensibilidad y la mística, está
en Acuario, el signo vinculado a los movimientos sociales, a la comunicación
grupal y a la información colectiva. Quirón el arquetipo de la sanación, está
también en Acuario junto a Neptuno. Estos dos planetas están unidos en un
objetivo común; a través de la información colectiva en relación a muchas cosas
que han estado tapadas hasta ahora, se llevará a cabo un paulatino despertar.
Esto implicará la disolución de los ocultamientos y las falsas ilusiones,
aunque para ello sea necesario enfrentarse a las heridas infectadas de nuestra
humanidad, que necesariamente han de sanarse si queremos renacer a otra
dimensión del pensamiento, el sentimiento y la acción. Solamente cuando la
negación a ver la realidad se viene abajo, es cuando verdaderamente empezamos a
estar preparados para enfrentar y sanar lo que no funciona bien. La cantidad de
dolor que se vive en el proceso depende del nivel de autoengaño y de la
resistencia a enfrentar la realidad.
En nuestras manos está la decisión;
abrimos los ojos y “empezamos a trabajar en lo echado a perder”, o seguimos con
la cabeza escondida “bajo del ala”, aterrorizados por la inseguridad y el miedo
a la pérdida. No es tiempo de emprender batallas ni hacer grandes revoluciones
sociales, solamente es necesario el despertar individual y la revolución en
nuestra conciencia personal, empezando a realizar cambios en nuestra vida
cotidiana, en nuestro hogar, con nuestros hijos, padres, pareja... No tengamos
miedo, recordemos que la pérdida de lo viejo nos hace más ligeros y nos ayuda a
prepararnos y abrirnos a recibir los valores nuevos. A veces, también es el
estímulo necesario para buscar las cosas que realmente son importantes.