domingo, 7 de diciembre de 2014

Entrevista a Eugenio Carutti.













Entrevista a Eugenio Carutti


PRENSA DE MANTRA PRODUCCIONES – Buenos Aires, República Argentina 23 de Diciembre de 1999
¿Podría hacer una breve introducción de cómo funciona Casa XI en el área de la astrología y en qué se diferencian del resto, si es que hay una diferencia?
Creo que la hay; la diferencia posiblemente esté en que yo fui formado en la astrología desde chiquito, y de alguna manera conozco muy bien el camino y sé de es lo que le pasa a una persona estudiando astrología y cuáles son los puntos de cristalización y cómo le afecta a uno la astrología.
He investigado mucho cómo el contacto con lo esotérico en general afecta a las personas.
Para decirlo rápidamente, creo que lo esotérico muchas veces es una coartada muy grande para la neurosis; es muy común que la persona que entra (o es llevada) a aquellas zonas que están más allá de lo habitual en la cultura, aún genuinamente, no esté preparada para hacerlo y se descompense psicológicamente de una u otra manera, y hay muchas triquiñuelas cuando uno investiga estas cosas en cuanto a sentirse superior o que se está más allá de los problemas habituales, que se ha trascendido el nivel psicológico (cosa que es muy común escuchar). En general esto produce grandes disociaciones y enrigidecimientos.
Lo que observé a lo largo de mi vida, específicamente con la astrología, es que la astrología tradicional tiende a reforzar el anhelo de control característico del ser humano; querer predecir, querer saber lo que va a pasar, creer que se sabe exactamente cómo son las demás personas, tenerlas clasificadas, e incluso después, en la práctica de la astrología, ejercer mucho poder sobre el consultante: suponer que el astrólogo sabe cómo es esa persona y qué le va a pasar, crea un factor de mucho poder y de mucha manipulación.
En mi observación de todo esto también apareció con mucha claridad qué es lo que le pasa a la persona que hace eso; cómo se va poniendo rígida, cómo pierde sensibilidad, cómo pierde contacto. La astrología, a diferencia de otros caminos, tiene una tendencia a llevar hacia el plano mental con mucha fuerza, y muy habitualmente eso facilita hacerse rígido y empobrece mucho.
Cuando Casa 11 comenzó, la idea básica era no crear un lugar que tuviera que ver con la astrología tradicional, sino un lugar en que se pudiera preservar el misterio de la astrología, en el sentido de poder mantener vivo el hecho de que, si la astrología existe, es porque hay una relación “viviente” entre el cielo y la tierra, entre las estrellas y el ser humano; que la astrología no es un conocimiento, no es una herramienta para que el ser humano sepa más y controle más, sino que creo que es al revés, es un misterio, y si uno entra correctamente en ese misterio, la astrología lo transforma a uno, lo pacifica profundamente, y lo lleva a un punto de enorme contacto con los demás seres humanos, con la naturaleza, con el cielo, en el cual uno se da cuenta de que no es para nada necesario preocuparse por el futuro.
Yo creo que esta es la paradoja con la cual se intentó construir Casa XI: desarrollar un contacto con la astrología que haga que el astrólogo no sienta necesidad de saber el futuro.
¿Cómo convive con los astrólogos tradicionales? ¿Es criticado?
Desde un punto de vista, uno escucha críticas, bastante fuertes a veces, pero yo creo que a esta altura lo que hay es una sensación de respeto; puede haber discrepancias, pero no ataques, por lo menos no lo siento así.
Lo que hacemos en la Casa 11 es muy sincero en este sentido, en el sentido que yo sé profundamente lo que le pasa a un astrólogo porque fui astrólogo “predictivo”, estuve obsesionado con el futuro, y cometí todos los “pecados” de la astrología; así que esto es “desde adentro” digamos, no es “desde afuera”; es una profundización, no una crítica.
Es cierto que fui formado muy tempranamente en lo que se llama astrología esotérica, en una percepción completamente distinta desde el principio, pero de todos modos la práctica de la astrología me llevó a tocar estas complejidades.
¿Cuál es su opinión sobre ellos? Cómo ve al astrólogo de la línea tradicional? ¿Cree que la astrología predictiva miente?
Mi observación es que a esas personas se les ha entregado un maravilloso diamante y lo utilizan solo para cortar vidrio; es como si tuvieran una joya inmensa y con ella se dedicaran simplemente a tener una vidriería; es la sensación de que están en contacto con algo que no logran soportar.
Si uno se toma en serio la astrología, tiene que sentir en todo el cuerpo que toda la cultura humana está hecha al revés, y eso no es fácil de soportar; comprometerse en serio con la astrología produce cambios emocionales y corporales muy grandes, sino no se puede hacer.
¿Es decir, la astrología es un proceso de transformación?
Absolutamente. La astrología es la patentización de que el ser humano y el cosmos son una unidad; esto no puede ser algo mental, algo intelectual, no es algo racional. Es algo integral, algo existencial, y cuanto más investigás en la astrología más tenés que revisar los “supuestos” anteriores.
Uno entra de una manera y la astrología lo va transformando a uno. Si no ocurre esto es que uno tomó la astrología como un instrumento y no se deja transformar; convirtiéndose la astrología en un apéndice de lo que uno era antes. Justamente ahí es donde nosotros apuntamos: que la astrología lo transforme a uno y haga que el que la estudie, básicamente tenga que encontrarse profundamente con sus miedos, esos miedos que hacen que uno quiera controlarlo todo y quiera saber todo.
¿Qué elementos utiliza la astrología para ese proceso de transformación?
Nosotros hacemos un trabajo que pone mucho énfasis en lo vivencial; trabajamos con visualizaciones, imágenes, dramatizaciones, juegos, dibujos, música, el cuerpo, y además con lo racional: las matemáticas, la investigación, en el sentido de que es una articulación compleja.
Pero la herramienta principal es, digamos, cómo uno lee la carta natal: básicamente ésta es un mapa energético de una persona que puede funcionar de muchas maneras. Hay una forma básica en la que puede funcionar, pero eso cierto solo si uno supone que la persona va a reaccionar como reaccionan todos los seres humanos habitualmente.
La carta natal es un mapa de energías; y lo que le pasa a la persona es cómo reacciona a las energías de las que está constituida. Y uno puede aprender a responder a las energías en forma más integrada y en consecuencia suceden otras cosas, imprevisibles. Este es un concepto fundamental: la astrología tradicional dice que el mapa astrológico es lo que le pasa a la persona y lo que la persona es, y yo creo que no es así. La carta natal es una radiografía de la estructura energética de una persona, pero la psiquis y la personalidad de la persona reacciona a esta energía y en principio no la comprende, rechaza partes de sí mismo, se defiende del caudal energético del cual es portador, y entonces es como si la persona se ubicara en una porción de su carta natal; como si fragmentara la estructura energética y dijera “esto soy yo, y el resto de la carta natal no soy yo”, “esto soy yo y esto es lo que me pasa”; éste es el enfoque habitual, que es fragmentario…
¿En una carta natal hay energías buenas y malas o hay distintos tipos de energía?
Bueno o malo es una manera de pensar profundamente incorrecta; no hay nada bueno o malo, lo que hay son intensidades y complejidades a las cuales es más o menos difícil adaptarse.
Hay “instantes de nacimiento”; es como si hubiera una configuración energética en cada momento; ahí nace una persona. Ese momento puede tener una intensidad y una complejidad muy grande, puede ser muy difícil para vivir, puede ser muy difícil cuando un ser humano encarna esa energía, porque es compleja, es muy rica, es muy intensa.
Desde el punto de vista de lo que los humanos definimos habitualmente como “felicidad”, puede ser que ese instante sea “malo”, pero lo que en realidad es incorrecto es la definición de “felicidad” que tenemos los seres humanos que es para todos la misma. Cada ser humano va a encarnar un cierto caudal de energía y va a aprender a lo largo de su vida cómo moverse con ese caudal, y en algunos casos eso es muy complejo, es como si esa vida llegara hasta cierto punto de aprendizaje y luego se bloquea, quedó ahí, pero quién puede juzgar si es bueno o malo. Ese juicio de “bueno” o “malo” viene de un paradigma que dice: “ésta es la felicidad y esto es lo que tendríamos que ser”.
Me dice que “bueno” o “malo” no, pero por otro lado hay un proceso de transformación; ¿transformación de qué?
Transformación tiene que ver con cómo se transforma la conciencia, la mente de la persona, la capacidad emocional, la estructura corporal, como para dilatarse y poder “vehiculizar” más energía, de la energía que le corresponde.
Generalmente es como si nos achicáramos o restringiéramos, y entonces se puede ver que, por ejemplo, una persona tiene mucha energía de Plutón y esto hace que la persona tenga cierto esquema corporal, el esquema corporal de resistencia a ello, no de entrega a ello.
El cuerpo se contrae, las emociones circulan de cierta manera, toda la energía circula de cierta manera, se forman ciertas ideas que están ligadas a esa estructura que son arquetípicas, que es cómo la humanidad ha encarnado históricamente esa intensidad, y todos los seres humanos se tropiezan con esa piedra en ese punto, y entonces uno tiende a creer que Plutón es eso, y Plutón no es eso. Esa es la piedra con la cual todos los seres humanos tropezamos cuando encarnamos la energía de Plutón.
El tema es ir encontrándole otra vuelta, aprender a significarlo de una manera diferente, dilatar el sistema emocional para que esto circule de otra forma y trabajar incluso el cuerpo como para que eso se pula; porque en este caso, diciendo Plutón, se trata de una persona que tiene una intensidad muy alta, y cómo va a vivirla, o sea: ¿podrá esa persona descubrir todos los malos entendidos, todas las dificultades que los seres humanos históricamente hemos tenido para encarnarla, y hacer un movimiento nuevo?
¿Uno debiera hacerse vehículo de la energía que trae en una carta natal?
Uno es vehículo de esa energía, y generalmente es un vehículo “pobre”, digamos, y todos los conflictos surgen que a uno, para lo único que le da, es para ser un vehículo “pobre”. En la medida en que algo se dilata, se entrega, cede en cierta manera de desear, pensar, sentir, lleva a que la energía circule de una manera cristalizada; algo circula con mayor libertad y creatividad y ahí el astrólogo ya no puede predecir. Esa persona se comporta de una manera más creativa. Se puede predecir el tipo de energía que está en juego, pero no cómo la va a vehiculizar, qué va a hacer con ella la persona.
¿En qué beneficia hacerse una revolución solar?
Lo difícil para la persona que hace astrología es que la persona que viene a consultarlo está en otro paradigma.
Una persona generalmente pregunta por su felicidad, por objetivos que no son singulares de ese ser, sino por los objetivos colectivos, digamos; y la persona que viene a consultar, en principio no se acerca a un proceso de singularización, es decir de comprender que hay una fuerza en esa estructura energética que lo está llevando al núcleo de sí mismo, y que para eso muchas veces frustra sus deseos conscientes.
Y tiene que frustrarlos, porque si no lo hiciera, la persona no sería sí misma.
Uno en la experiencia ve una carta natal y es como si viera que una persona tiene potencialidad de ser una violeta, otra es un lirio, otra una orquídea, y lo malo es que todos quieren ser rosas; y la gente sufre porque no es una rosa, y no puede aceptar que una violeta es distinta de una rosa: es más chiquita, no tiene espinas, es distinta; entonces todos quieren ser rosas, y ahí hay mucho sufrimiento.
Hay sufrimiento en lo que le pasa a la persona, hay algo de su potencialidad que no se expresa y eso provoca un destino complejo. Para poder aceptar su propia naturaleza tienen que pasar cosas que vayan en contra del camino de la rosa; el camino de la rosa es una ilusión.
Todo esto es sumamente complejo, porque la persona que viene a hacerse una carta natal y después se hace la revolución solar, lo que te está pidiendo es: “¿voy a ser rosa?”.
Y, ¿qué le se le puede decir? O sea, ¿cómo se le da volumen a esto? En ese sentido, creo que la práctica astrológica está todavía muy condicionada con esta cosa extraña de que uno consulta al astrólogo, hace la carta natal, una entrevista de dos horas, y el astrólogo le tira un “baldazo” de cosas que la persona no puede asimilar; y después una vez por año va y hace su revolución solar. Creo que eso es muy pobre.
Nosotros hemos intentado mucho introducir otro paradigma de entrevista que es hacer varias entrevistas con el astrólogo, espaciadas en el tiempo, y tomarlo más como un seguimiento, como un acompañamiento de un proceso que cada tanto en el tiempo es bueno que la persona vuelva a hacer como un trabajo de afinación, digamos.
Recibo toda esa información y ¿qué hago después con todas estas energías que me dice que tengo?
Claro, eso no te va a cambiar nada; es mucho más pertinente decir muy pocas cosas y apuntar allí al punto donde la persona está fija, donde la energía no circula porque se ató a algo. Si eso se destraba, la energía circula sola y empiezan a pasar cosas solas, el astrólogo no cuenta para eso, es la vida de la persona la que actúa, porque algo se destrabó. Y eventualmente es bueno, que esa persona vuelva a consultar después de cierto tiempo, a ver cómo esto se va acomodando, cómo puede comprender ese movimiento de reacomodamiento.
¿Tiene elementos el astrólogo para ayudar a una persona a destrabar esa energía que puede estar trabada?
Si el astrólogo hace un trabajo profundo consigo mismo y habla desde el corazón, sí. Lo que no creo que haya que hacer es dar consejos: “tendrías que hacer esto”, “tendrías que hacer lo otro”; creo que todo eso es muy pobre. Pero hay un momento en el encuentro o la entrevista en que si el astrólogo realmente habla desde el corazón, se toca muy fácilmente la piedra en la cual todos tropezamos; si el astrólogo ya pasó por ahí, si sabe de qué se trata (de alguna manera tiene que saber de qué se trata, porque si no el consultante no vendría a consultar a ese astrólogo; para la astrología todo encuentro es un destino, las cosas no se dan por casualidad, tiene que haber una afinidad de destino para que se produzca un encuentro), si el astrólogo juega a fondo esa afinidad del destino, ahí se mueven cosas.
Hablando de destino; la astrología y el destino, ¿cómo andan? Ya estaríamos en el terreno predictivo…
Para aclarar en este sentido, utilizo esta frase: “El destino es lo que ignoro de mí mismo”; la sensación de destino es la propia naturaleza que va floreciendo, que va emergiendo. Esto es lo que uno es; lo que uno es, va apareciendo, y uno no sabe quién es, lo va descubriendo, y uno habitualmente se asusta al descubrir quien realmente es.
Alguna vez se le dio por fijarse cómo es la carta natal de una persona cuando nace y cuando muere, si hay algo que llame la atención o no? Es decir, la persona viene con una energía, y cuando se va ¿con qué se va? ¿Se han hecho estudios sobre esto?
La carta natal es la misma, lo que se podría ver es cuáles son los tránsitos y cuál es la dinámica de la carta natal en ese momento. Lo que se modifica no es la estructura energética; lo que se modifica es el modo en que una persona la encarna. Astrológicamente, es como si hubiera algo en nosotros que es atemporal, que es eterno, que dura toda la existencia, que es esta energía. Lo que va cambiando es el modo como se expresa.
¿Se va mejorando la energía con la que vinimos?
Ésa es la idea; se puede expresar con mayor integralidad, con mayor intensidad, más sutilmente, o la persona va a quedar envuelta en las contradicciones, en los nudos de esa energía no pudiendo expresarla o expresándola pobremente. La idea básica es eso: la energía que no expreso, me sucede desde afuera.
¿Así fuera malo?
“Malo”… es que no es malo, es equilibrante.
Hablemos de la agresión, por ejemplo…
Eso, hablemos de la agresión. Una persona tiene mucha energía de Marte, por ejemplo; y esa persona, por alguna razón de su carta, y de la cultura, y porque quiere ser rosa, dice “no, no, pero yo no soy violento, yo soy pacífico”. Esto es falso, esa persona tiene mucha energía de violencia y tiene que comprenderla, tiene que trabajarla y tiene que sutilizarla, pero primero tiene que aceptarla, porque esa energía está aunque no le guste.
Esa energía que inicialmente es de violencia, también es energía de decisión, definición, de acción. Ahora, si la persona por alguna razón dice “no, no, no, yo no soy violento”, eso no es cierto; es su creencia de que no es violento. Hay violencia en su vida: entonces, es muy tranquilita, y viene un auto y lo choca, porque tiene que haber violencia. Otros encarnarán esa violencia para uno y la persona vibrará con violencia; porque choco, porque me asaltan, porque me golpean; yo no fui, es el destino.
¿Cómo tiene que tomar una persona que lo chocan, que le roban…?
Tiene que tomarlo como una indicación de quien realmente es; que hay energía de violencia en ella aún no comprendida, “obligatoriamente”: la persona tiene que vivir en su vida la vibración que es. Si yo me niego a vivirla, a aceptarla y trabajarla, esto sucede a mi pesar.
¿Qué sería negarse a vivirla?
Yo tengo una vibración por ejemplo que es muy deseante, de mucha fuerza, de mucho empuje. Yo me niego a vivirla: medito todo el día. Pero está en mi vida; alguien la encarna, entonces viene alguien y me roba, o maneja otra persona y choqué. ¿Por qué? Porque hay una carga vibratoria que tengo que vivirla; en la medida que yo no la expreso, no puedo trabajar con esa energía y sutilizarla, no aprendo de ella y se me impone fatalmente.
¿Cómo tendría que trabajar con esa energía?
Primero, reconocerla; después, darme cuenta del miedo que le tengo a la violencia, al deseo. Aceptarlo e irlo integrando con el resto de mi estructura. Al principio voy a creer que soy una especie de monstruo agresivo; ¿por qué?, porque estaba separado de mí y yo construí una imagen de mi en oposición a eso. Después esto se va a integrar, se va a diluir y va a entrar en proporción; y en la medida en que se vaya integrando, esto que al principio aparecía como violencia desmedida se va a convertir en empuje, decisión, capacidad de acción.
Pero si yo tengo mucho Marte, seguro que soy una persona muy dinámica; ahora, el primer paso de una persona muy dinámica es hacerse cargo de la violencia que hay en ella, porque si soy dinámico quiere decir que invado, ¿se entiende? Pero si yo digo “no voy a invadir nunca”, no soy dinámico; yo tengo que comprender la energía de la violencia, comprenderla en mí; no juzgarla, diciendo “esto es malo, entonces no quiero serlo”; no puedo hacerlo, porque está en mi.
¿Está y se transforma, o sale por otro lado?
Está; si no hago nada, esto va a estar en mi vida; lo va a encarnar otro y lo voy a padecer. Si lo acepto, tomo contacto con ello y aprendo de mi Marte, por decirlo así, eso se despliega, evoluciona, se sutiliza, y se va convirtiendo en los niveles más creativos de Marte, o cualquier otro planeta.
La fama de los escorpianos…
Lo que existe es una totalidad que nos muestra que son necesarias las doce partes del zodíaco, que cumplen una función que tiene un sentido; cada signo tiene su función, cada signo tiene su sentido. El tema es comprenderlo. Por supuesto que en este paradigma humano de que todos queremos ser rosas, uno dice “todos tendríamos que ser de tal signo, y tal otro es un horror”, pero esto es así, es como si dijeras que todos queremos ser rosas y entonces el que nació cala que se mate. Pero eso es no comprender la naturaleza de las cosas.
Cómo funcionaría el tema de los opuestos en los signos; es decir, qué debiera yo observar en mi signo opuesto, y cómo interactúan energéticamente hablando?
Bueno, ése es uno de los conceptos fundamentales. Cada signo está íntimamente ligado a su opuesto; comprender el signo opuesto es comprender la propia naturaleza, porque la energía es oscilatoria; no es algo que está fijo, sino que se mueve y circula, y siempre va de un polo al otro polo; si yo no comprendo el otro polo, cuando la energía va hacia el otro polo me tensiono, algo entra en conflicto.
La comprensión de los opuestos es esencial en el trabajo de integración; esto lo trabajamos nosotros en el segundo año del estudio, en el primer año se estudian los signos como en secuencia (Aries, Tauro, Géminis, etc.); en el segundo año se los vuelve a estudiar, pero por polaridades (Aries-Libra, Tauro-Escorpio, etc.). Eso permite ir comprendiendo el ritmo implícito que tiene la energía, la energía siempre va a ir hacia el opuesto y va a volver, pero en el momento en que va hacia el opuesto, como yo no lo reconozco, ahí antagonizo y ahí se arma un conflicto. Más profundamente uno después va descubriendo que la energía se mueve en cruces, en triángulos, en forma de flor.
Esto de los ritmos, de la energía que va y que viene; este “ir”, en un signo opuesto al mío, ¿qué es lo que yo más tengo que observar: aquello que me molesta, aquello que es una virtud del otro signo? Por ejemplo, ¿qué pasa si yo me empiezo a relacionar con mucha gente de mi signo opuesto? Sería llamativo, tendría que estar atenta a ver qué se me muestra?
Para simplificarlo, digamos que si yo tengo mucha carga con cierta persona o con cierta energía, que me atrae muchísimo, o la detesto, eso está indicando que hay algo que está resonando en la propia estructura que yo no reconozco en mí. Hay una carga muy fuerte que está puesta allí “afuera”, y ese es un indicador de una energía que está en mí y que no está siendo reconocida. En principio, uno es atraído por las personas, de esta manera ambivalente digamos, le suceden como el peor enemigo o le suceden que se enamora de ellas, con estructuras energéticas que uno tiene negadas.
¿Debiera reconocer en el otro algo propio?
Debiera reconocer en el otro eso que me molesta; esto es fundamental. Un efecto típico del alumno de primer año que estudia astrología es que comienza a estudiar los signos y dice “ay, sí, tal signo es horrible, los brutos de los arianos, los posesivos de los taurinos, los superficiales de los geminianos, los soberbios de los leoninos, etc.”; todo el mundo habla mal de todos los demás signos. En el mismo final del primer año ya algo se desarma; digamos que es clave comprender que todo signo tiene ciertas cualidades, y por el solo hecho de tener ciertas cualidades tiene ciertas dificultades, tiene máximos y mínimos, ninguna parte es perfecta, solamente la totalidad puede ser perfecta, y para que la totalidad sea perfecta, yo tengo que tener comprensión y capacidad de juego y fluidez con todos los demás signos.
¿Ahí estaría la trascendencia?
Claro, pero el primer paso de la trascendencia son los vínculos. En la astrología se estudian los vínculos; lo que me pasa con las personas es una radiografía de la estructura interna y de la mayor o menor capacidad para resonar con el conjunto del universo. Si uno quiere resonar con las estrellas pero no resuena con la persona que está al lado, ahí vamos mal. En la astrología se ven los vínculos como una unidad; cósmicos y personales al mismo tiempo.
¿A quién tendría que estar prestando más atención desde lo energético y desde lo que tiene que ver con esto de los signos: a mi signo opuesto, o simplemente a un signo con el que siempre me fue mal o con el que nunca me llevé?
Para empezar, como algo muy elemental digamos, si yo detesto sistemáticamente a un signo, empecemos a trabajar allí. Ciertas características de personas que recurrentemente vienen a mi vida y a mí no me gustan, trabajemos allí. ¿Cuál es el principio? El principio es que energéticamente yo voy a estar siempre en equilibrio; energía que yo no encarno, me encarna otro para mí, porque tiene que haber equilibrio. Pero como yo me llevo mal dentro mío con esa energía, también me voy a llevar mal afuera, voy a tener siempre afuera alguien con el cual me voy a llevar mal. Si uno descubre eso, descubre que el afuera es un espejo del adentro, el cómo me llevo con las personas pasa a ser esencial, no es un problema moral o de buena conducta, es un problema de salud energética. Diríamos: uno, en estado de salud profunda, no se lleva mal con nadie, no puede llevarse mal con nadie, porque hay una capacidad de contacto con todo lo que lo rodea a uno.
Puede haber mayor o menor afinidad, pero no es un problema de ser bueno o de ser malo; es un problema de integración. Un ejemplo: un signo del cual uno tiene que aprender mucho es el signo del ascendente, es algo que va apareciendo y siempre hay muchas personas en la vida de uno que encarnan esa energía. Capaz que una persona que tiene mucha energía del signo del ascendente me hace algo que es terrible, me hace algo malo, y yo quedo muy mal con eso. Ahí, el punto fundamental es: ¿puedo comprender cuál es el miedo que hace que esa estructura energética se comporte de esa manera que me hizo mal? Porque hay una razón profunda, no porque es mala; entonces yo voy descubriendo cómo esa estructura energética que yo tengo esta ligada a ciertos miedos, ciertas conductas que hacen sufrir; entonces puedo comprenderla profundamente en mi. Después arreglaré cuentas con ella, pero hay que ver que tuvo un sentido profundo ese desencuentro, tiene la cualidad de hacerme comprender un aspecto de mí mismo que hasta ese momento estaba en sombra o a oscuras.
Entonces, ¿cómo tendríamos que tomar el tema del ascendente?
El ascendente es una energía que yo tengo con mucha fuerza pero que generalmente no me identifico, no me reconozco en ella y no la expreso plenamente; entonces me pasan muchas cosas relacionadas con el ascendente, y en esas cosas que me pasan está la energía que tengo que aprender. Por ejemplo, si soy ascendente en Aries, es posible que conozca muchas personas violentas, o deportistas, o muy rápidas o muy invasoras. Al principio eso me asusta, pero después iré descubriendo que eso forma parte de mí.
¿Tiene alguna relación con los conceptos de Alice Bailey?
Sí, fui formado en la línea de Alice Bailey.
¿Hay información esotérica en la carta natal?
La astrología es un lenguaje; es un sistema simbólico altamente efectivo para distinguir vibraciones. Digamos que es una distinción de vibraciones de tipo mental, básicamente. Los colores, por ejemplo, son una distinción de vibraciones de tipo astral; es a través de otro vehículo, así como hay casos de personas que hacen una distinción auditiva de la vibración.
La astrología es un código de tipo mental, pero que tiene sus equivalentes; por esto nosotros trabajamos con visualizaciones. En ellas cada signo tiene su color, hay colores, sonidos, texturas, hay “sensorialidades” ligadas a cada signo. Lo que tiene la astrología es que, al ser un mapa muy global, es muy complejo y muy rico; es como un holograma muy complejo que no se reduce con mucha facilidad a uno o dos colores. Es un tapiz de muchas hebras, y además te va mostrando el ritmo cíclico de ese tapiz; puede ser que en un momento predomine una cierta coloración y en un momento otra. Ése es el tipo de información relativa a la energía que te da la astrología: con otro tipo de sensibilidad y de lenguaje, uno capta de otra manera, por otros caminos. En un punto, una persona con una sensibilidad muy alta puede captar cualidades muy sintéticas, a través del color, o la vibración o lo que sea; la astrología, en este sentido, es más analítica, tiene más que ver con una serie de detalles y con una estructura compleja. Creo que son caminos que llevan al mismo lugar y que expresan distintas cualidades, distintos tipos de sensibilidad.
¿Qué está pasando a nivel planetario que hubo todo un movimiento en el año 99′ con el 11 de agosto; qué está pasando ahora con el cambio de milenio qué viene; cuál es su opinión sobre este tema? O sea, hay una astrología para el planeta, también.
Yo diría que estamos en un momento extremadamente rico; limitándolo un poco, lo pondría desde principios del año pasado hasta mayo del año que viene. Desde el punto de vista astrológico hay un cierto tipo de concentración de energía que yo creo que tiene que ver con una definición muy profunda, como que algo se está definiendo muy profundamente en muchos niveles, para cada individuo, en lo colectivo y en la civilización, en la relación entre el ser humano y el resto de la naturaleza, en la materia de la tierra. Si vamos a hablar con mucha amplitud, acá se están produciendo movimientos que tienen que ver con que la Tierra está entrando más en contacto con el Sistema Solar, está expresándose en un nivel más profundo, está entrando en resonancia mucho más grande con el Sistema Solar, y esto implica una crisis para la Tierra, para el “ser” de la Tierra, no solo para la Humanidad, que es una parte de ella. Esto implica una crisis para todos los reinos de la naturaleza y una transformación.
Desde el punto de vista de la Humanidad, creo que es muy difícil hablar de esto, porque acá hay un cambio de era, y esto implica un cambio total de lo que creíamos que era lo verdadero; entonces al que está muy identificado con las creencias y lo que era verdadero en el ciclo anterior, lo que viene le parece abominable; está esperando que suceda un cataclismo para que se le confirme que la cosa no va para el lado “horrible” que él está viendo que va. Yo creo que la verdad no es un punto fijo, la verdad cambia; lo que le parecía verdadero a la limitación de la conciencia humana (por más excelsa que haya sido) en un ciclo anterior, de pronto descubre otra cosa nueva, porque se va revelando algo más complejo y más rico, que antes no podíamos verlo. Entonces, en este sentido, yo creo que va a emerger mucho más cierta cualidad propia de la especie humana que es el pensamiento; yo creo que al pensamiento hay que entenderlo no como un fenómeno humano, sino como un fenómeno planetario, digamos; es la Tierra la que crea al hombre y es la Tierra la que hace que el hombre haga ciertas cosas. Todavía creemos, tanto desde la omnipotencia como desde una supuesta sabiduría, que el ser humano puede hacer lo que quiere, y esto no es cierto; el ser humano es una expresión de la evolución de la Tierra y tiene sus límites para moverse; la energía de la Tierra es la que está manifestándose, y creo que se está manifestando un momento de la energía de la Tierra que es transformarse a sí misma a través del pensamiento. La Tierra -como parte del Sistema Solar- creó el pensamiento en el ser humano y a partir de eso se transforma a sí misma, se altera a sí misma, hace cosas que no podría haber hecho por otro camino. Y esto es un nivel; es un nivel de algo que evolutivamente se expresa, y esto tiene que ver (creo yo) con esta explosión tecnológica. La tecnología no es un fenómeno humano, es un fenómeno planetario; es la vida de la Tierra que hoy es tecnológica. Dentro de esta evolución, creo que muchos seres humanos van a identificarse plenamente con este movimiento, con encarnar este pensamiento manipulador, esta energía de tercer rayo (si leíste a A. Bailey); la van a encarnar y esto va a crear cierto tipo de civilización, y esto es lo que tiene que ser en esta etapa, aunque también en ese movimiento hay una desconexión muy profunda con algo esencial; pero al mismo tiempo creo que, como en ninguna otra época, va a haber una masa crítica de seres humanos que van a expresar otra energía mucho más sintética y de correcta relaciones, que va a ir balanceando este movimiento.
Creo que estamos en un punto crítico; desde el punto de vista individual, es un momento de definición, para qué lado va uno; si va a engrosar este torrente de pensamiento frenético que crea y combina, crea y transforma, o si va a engrosar la fila de lo que equilibra esto, que es una energía de mayor sensibilización, una captación de globalidad, un compromiso más profundo con el florecimiento de todo lo que existe. Esto no es ni bueno ni malo, es responder a la naturaleza profunda de las cosas. Pero en este sentido creo que estamos en un momento crítico desde lo individual; va a haber muchas definiciones en este sentido.
Más concretamente, cuando habla de definiciones, ¿qué es lo que quiere decir?
Quiero decir que es como una divisoria de aguas, no en el sentido arquetípico y soberbio de que éstos son los elegidos y éstos son los réprobos, sino de que habrá un predominio de cierta modalidad de energía, y otros tendrán la posibilidad de encarnar una energía que es más compleja, difícil de vivir, pero que es imprescindible para el balanceo evolutivo. Puede ser que uno se identifique con lo dominante y gire ahí; puede ser que haga un movimiento más complejo y más rico, y que esto balancee más. En este sentido, cuantas más personas hagan el movimiento más integrado y más rico, más balanceado va a estar todo.
De no ser así, ¿qué pasaría?
De ser así, creo que hay una oportunidad de que el hombre desarrolle mucho su nivel mental y al mismo tiempo se abra en un nivel que podríamos llamar “espiritual”; si no hay suficiente nivel de masa crítica de personas que se abran en un nivel espiritual, (esto es como una puerta que está abierta y se va a cerrar); en diez o quince años más esa puerta se cierra, y no se produjo cierto equilibrio, la Humanidad va a girar por un largo ciclo en un gran poder mental, pero pobre espiritualmente. En ese sentido creo que es un momento muy importante; ya no tiene que ver con la voluntad, tiene que ver con la disponibilidad.
No creo que nadie pueda hacer algo desde su voluntad en este período porque lo espiritual tambien va a ser distinto a otras épocas, sino estar disponible y no asustarse; si podemos responder a algo que nos lleve hacia lo desconocido; hasta donde alcanzo a percibir yo, la clave está en entregarse a lo desconocido, en entregarse a algo que uno creía que no iba a ser para uno. Esto es una clave de que algo se está abriendo, de que algo está saliendo de los patrones viejos y de que algo se está integrando.
¿Por qué dice que es hasta mayo del 2000?
Es que hay una gran concentración en el signo de Tauro; cuando hay mucha concentración en Tauro es que hay mucha definición, es como si algo definiera una dirección. Es un punto de mucha tensión, un punto crítico, en el que puede haber una gran crisis, pero que fundamentalmente es como si algo se acumulara con mucha intensidad y entonces define inexorablemente. Pero si antes de esa definición, uno se asusta, o se achica, entonces la cosa se le puede venir encima.
¿La astrología nos lleva a una espiritualidad?
¿Qué hay más espiritual que darse cuenta en cada momento de que uno es una partícula de una red que abarca todo el Universo? La astrología es espiritual; su origen es eso. Volviendo un poco al principio de la conversación: cualquier astrología que oculta esto, es que uno se apropió de la astrología, que uno la recortó. Lo importante es tener presente el origen de la astrología, porque a veces uno se confunde y cree que el origen de la astrología es la capacidad humana de darse cuenta de que puede predecir el futuro, y no es eso; lo que hace es que el ser humano de pronto se da cuenta de la realidad. Por supuesto que cuando nos damos cuenta de la realidad, lo primero que tendemos a hacer es aprovecharnos de eso; es nuestra miseria.
Cómo se lleva el horóscopo tradicional con el horóscopo chino? ¿Hay concordancias, no las hay, cuáles son?
Bueno, yo no soy un investigador dedicado a investigar en profundidad la astrología en diferentes culturas, pero distintas civilizaciones han encontrado correlaciones entre lo que sucede en la Tierra y lo que sucede en el cielo, con ángulos ligeramente distintos. El horóscopo chino responde a algo mucho más colectivo; la civilización china tiene mucho menos percepción de lo individual en el humano, por eso es más global y por eso se habla de “el año del buey” o “el año del dragón”, pero en principio hay equivalencias bastante fáciles de hacer, hasta donde yo he investigado.
¿Qué significa la palabra “horóscopo”?
Tiene que ver con la visión del tiempo. En griego “horos” quiere decir hora, período de tiempo, y “scopos” visión.
Estabamos hablando que desde la astrología se encuentra y se conecta con la espiritualidad. Para la persona que por ahí hoy está en búsqueda de un camino y que no sabe (porque uno a veces asocia que el estudiar astrología tiene que ver con una salida o con un desarrollo en esa área), ¿qué es lo que ofrece CASA 11 o de qué manera funciona para que una persona se acerque a estudiar astrología sin tener que ser astrólogo?
La mayoría de las personas que estudian en Casa 11 no entran a ella proponiéndose ser astrólogos, entran atraídas por un proceso en el que van descubriendo algo que por ahora los atrae pero que no es necesario que se comprometan profesionalmente con ello; y a esta altura, el que se anota en Casa 11 sabe que va a iniciar un proceso de transformación personal con la astrología. Por ejemplo, en Casa 11 estudian muchísimos psicólogos y psicólogas, que no es que vayan a ser astrólogos, sino que van a utilizar la astrología dentro de su trabajo, y mucha gente en general que lo toma como un camino de transformación personal. Y también personas que van a trabajar como astrólogos y que van a enseñar astrología. El espectro de salida es muy grande; lo que a mí más me interesa es el proceso de transformación personal; después cada uno encarna lo que tiene que ser.
¿Es bueno hacerle una carta natal a un niño?
Es un tema muy delicado, suele generar mucha ansiedad. Digamos que hay que ser muy buen jardinero para dejar que un chico florezca, más cuando uno pretende saber algunas cosas del destino de ese chico. Los padres se asustan mucho, los padres en general tienden a manipular a sus hijos, entonces “si el astrólogo dijo tal cosa, entonces…”. Es algo muy riesgoso; quizás una civilización mucho más sabia podría utilizarlo como un camino maravilloso para que creciéramos mejor, pero con nuestro grado actual de torpeza, lo que yo he visto es que se lo toma como un instrumento más para el control consciente o inconsciente que los padres ejercen sobre los hijos. Es de mucho cuidado. Yo he trabajado mucho con cartas de chicos, pero trabajar con cartas de chicos siempre es trabajar con las cartas de los padres. Lo importante es: el chico nació en cierto ambiente energético por alguna razón, y lo que está aprendiendo a vivir es la energía que está en esa familia; para que el chico crezca y evolucione, tienen que cambiar los padres.
Las congestiones energéticas del chico son justamente las congestiones energéticas de los padres, que no permiten que cierta energía se manifieste alrededor de ellos; entonces todo trabajo que se hace con carta natal de chicos es con los dos padres, es fundamental trabajar sobre la mejor circulación de la carta de los padres. Eso automáticamente revierte en mayores posibilidades para los chicos para encarnar su propia energía.
¿Y si de niño me hicieron una carta natal y mis padres no cambiaron, cuáles son mis posibilidades al no tener toda esta información?
A ver, digamos una situación ideal: si los padres se van ampliando, van floreciendo, y la energía circula, los chicos tienen muchas más posibilidades; si los padres no pudieron hacerlo, el chico tiene un trabajo más fuerte por hacer, va a tener que hacer lo que los padres no hicieron, que es lo que sucede casi siempre. Poniendo las metáforas del principio: si papá y mamá se tropezaron en esa piedra, yo llegaré hasta esa piedra, tendré que no tropezarme, tendré que darla vuelta y seguir adelante; tomar el trabajo que ellos no pudieron hacer, y seguirlo. En este sentido la energía se hereda; mejor dicho la dificultad con la energía se hereda; el chico nace con vibraciones en general muy semejantes a las de los padres. Y si los padres se niegan a expresar ciertas energías, esta inhibición va a ser heredada en el chico. Si fuéramos más sabios y pudiéramos trabajar bien con nuestros hijos, lo que es trabajar profundamente con nosotros, les aliviaríamos el trabajo. Uno haría lo que tiene que hacer, y que el chico arranque desde donde le corresponde a él.
Algún día en la Humanidad habrá más conciencia de quiénes somos y qué energía venimos a expresar. ¿Dejará la astrología de ser una herramienta útil, o siempre está ahí al alcance de poder darme más información?
Yo creo que puede servir muchísimo para la educación, pero también sería el momento en que pudiera florecer una astrología más compleja. Hoy por hoy estamos centrados en la carta natal individual, y la carta natal no es individual; la realidad son redes de cartas natales. Lo más rico es hacer cartas natales de familias, de generaciones, donde uno ve cómo la energía va encarnando y va buscando salida y va tejiendo redes; yo creo que en el momento en que demos un salto de mayor integración, va a surgir una astrología mucho más compleja, mucho más esencial, y seguirá siendo útil para procesos colectivos y para comprender mucho mejor nuestra verdadera naturaleza. Imaginate si toda la Humanidad tuviera claro que hay procesos cíclicos y ciertos momentos de cambio que son necesarios, si esto fuera un patrimonio colectivo y los gobernantes estuvieran en contacto con los movimientos cíclicos de la energía; sería muy útil. Pero antes que eso, lamentablemente, algún gobernante se va a querer aprovechar de la carta natal para que su país crezca más que otro, y esas pavadas.
¿Se hace eso?
Y, eso se hace. Siempre sale mal, por suerte. Yo creo que esto es importante: que el que sabe astrología o se acerca a la astrología se dé cuenta de cómo la avidez del ser humano hace que le pida a la astrología algo que no se lo va a dar; es como una ilusión, es la ilusión del control. La astrología es mucho más rica, no tiene que ver con el control, pero por eso la astrología termina fallando para el que intenta controlarlo todo. Si no fuera así, la astrología hubiera sido aceptada por todos. ¿Por qué la astrología falla? Porque no está ligada al control, está ligada a otra cosa mucho más profunda que es comprender la naturaleza de ciertas corrientes energéticas y aprender a acompañarlas, aprender a navegar con ellas, hacer mejor los movimientos con la energía.
No pensar que “va a pasar esto, entonces voy a hacer lo otro para que no me pase, y con esto le gano a otro”; eso es una mala comprensión de la astrología, y ahí falla la astrología, y es bueno que falle; esto es lo que tendría que comprender un astrólogo. Primer punto: la astrología tradicional, que dice que puede predecirlo todo, eso no es cierto, ningún astrólogo predice todo. Si hubiera uno que puede predecir todo, a esta altura toda la civilización hubiera aceptado la astrología, sería incontrastable. ¿Por qué ningún astrólogo puede predecir todo, por que es mal astrólogo? No; es porque éste no es el juego, el juego es más complejo. Entonces hay algo que no vemos, y que uno dice “si uno fuera mejor astrólogo, podría predecir todo”. No es así, el juego es mucho más rico, mucho más complejo, no está predeterminado en el sentido de que cree el astrólogo que lo puede predecir todo. Lo que puede predecir el astrólogo es cuáles son las condiciones energéticas que se van a dar, lo que no puede saber es cómo vas a reaccionar, y esto es fundamental. Yo creo que es importante que el astrólogo acepte que lo mejor que puede pasar, es que suceda algo que no haya podido predecir; porque eso quiere decir que los seres humanos están más abiertos, más libres, y dan respuestas más creativas. Si sucede lo que el astrólogo predijo, es que la persona se comportó estáticamente.
¿Hay la relación entre la astrología y el karma?
Yo creo que aquí habría que meterse mucho con la palabra “karma”; acá también hay un paradigma que hay que profundizar, si esto que llamamos karma es algo individual o algo mucho más rico y complejo. Tomando algunas cosas que hablamos, el karma esencial es el karma de la humanidad; decir “éste o aquel karma” es fragmentar. Uno podría decir que cada uno tiene que aprender a encarnar la energía con la cual ha nacido, y cada uno va a quedar atrapado en los conflictos de la mala comprensión de esa energía. Esta mala comprensión, ¿es individual, o es humana? Somos los humanos los que no sabemos qué hacer con la violencia, el deseo, con el poder… Uno podría decir que hay una historia, que hay cierto tema que es más importante en una persona que en otra, pero yo prefiero pensar en términos colectivos, de que lo que tenemos que aprender es a salir de la cadena de causas y efectos de las humanidad. No me gustan las cosas que hacen que se acentúe la sensación de estar separado de los demás.
Así como antes comentaba que la astrología no era predictiva, ¿qué sucede con el pasado? A veces se escucha que en la carta natal se pueden ver vidas pasadas. ¿Es correcto, o también caemos en la predicción?
Yo creo que es un problema de enfoque; esto depende de la formación y de las creencias de la persona que hace astrología, el condicionamiento de cada uno es lo que uno ve: unos hablan de vidas pasadas, otros pueden decir que lo que ven son arquetipos, estructuras arquetípicas que son estructuras colectivas que dibujan imágenes, escenas. Yo diría: ¿es la vida pasada de ese ser, o es el pasado de la humanidad lo que está condicionando a esa persona? Creo que son maneras que tienen su función y su utilidad, y te vuelvo a decir, a mí no me gustan, yo prefiero no ahondar la sensación de exclusividad, de “lo que me pasa es por mí”; ya estamos en la psicología, de “lo que me pasa es por mi mamá y por mi papa, si hubieran sido otra mamá y otro papá sería otra cosa…”, esto ya es una historia, digamos; y después le agrego la historia de que en otra vida yo hice esto y no hice aquello otro, y por eso me pasa lo que me pasa, etc. Esto refuerza la sensación de ego, me fija en milenios de ego. Y eso para mí no resuelve las cosas; creo que un camino mucho más sintético es decir “no importa quién lo hizo o quién no lo hizo; lo hicimos”. Los humanos matamos, odiamos, robamos, hemos sido crueles, llenos de miedo, posesivos; no importa si fui yo o fuiste vos. Fuimos eso y aún somos eso y todos tenemos que hacernos cargo de eso.
¿Qué cosas puede tomar la gente de la energía que se está moviendo ahora en nuestro planeta?
Bueno, desde un punto de vista, esto del fin de milenio es una ilusión (sea el año 2000 o el 2001), qué significa que un chino, un japonés, un judío brinden por el fin del milenio, porque no es así para ellos; es algo ilusorio. Sin embargo creo que es una ilusión útil, en el sentido que me parece que está transparentando una posibilidad en la Humanidad de que haga un ritual, un ritual de invocación, de abrirse a lo nuevo, de terminar con el pasado y abrirse a algo que es nuevo, que es desconocido, y entrar en otra etapa. En este sentido creo que es un ritual significativo; si uno puede tomarlo más allá de la forma, más allá del merchandising, creo que realmente es una oportunidad para hacer una celebración, un ritual de despedida de lo viejo y de estar disponible para lo desconocido y que entre lo desconocido a la Humanidad, y perder el miedo a lo desconocido y a lo que nos abre; en ese sentido creo que vale la pena.






sábado, 6 de diciembre de 2014

La clave de las Fardarias. Por Rafael Gil Brand.









 

La clave de las fardarias

Periodos planetarios en la astrología tadicional

 

Uno de los sistemas predictivos más usados en la astrología árabe es el de las fardarias o firdarias. La palabra “fardaria” parece provenir del griego “periodos”. Sin embargo se trata de una técnica genuinamente persa, que no aparece en los tratados astrológicos de la época helénica.
Bien es cierto que los métodos basados en fases o periodos planetarios forman prácticamente el núcleo del instrumental predictivo tanto en la astrología helénica – especialmente en Vettius Valens – como en la astrología védica. Ambas son de hecho perfectamente compatibles en una serie de elementos básicos, hasta el punto de que podemos hablar de tradiciones hermanas y de origen común. En ambas tradiciones encontramos la idea de que diferentes periodos de vida del nativo son regidos por diferentes planetas, de tal manera que en esos periodos se manifestarán o madurarán tendencias y eventos conforme a su posición en la carta. Sin embargo, aunque el concepto en sí es común, la astrología hindú ha desarrollado técnicas distintas de las que encontramos en la astrología helénica. La más importante es el sistema de dasas (periodos) vimshottari.
En la astrología helénica encontramos un sistema llamado de los decenios, que describiré en seguida. Vettius Valens (siglo 1 d.C.) además de transmitirnos una variante de este sistema, describe en su Antología un número de técnicas basadas en la secuencia de los planetas o de las casas a partir de un determinado factor del horóscopo. La gran mayoría de estos sistemas predictivos se basa en la doctrina de los años planetarios, que nos servirá también para comprender las fardarias.
Las fardarias son un sistema procedente de la astrología persa cuya antigüedad desconocemos, pero que bien podría ser bastante más remota de lo que a primera vista parece. Aunque mantiene una serie de rasgos típicos de los sistemas de la astrología helénica, no deja de ostentar ciertas características susceptibles de una influencia hindú, como es la inclusión de los nodos lunares.
Personalmente la aplicación de las fardarias en la astrología natalicia nunca me ha convencido lo suficiente como para incluirlo en el repertorio de técnicas que aplico en mi práctica diaria – que por lo demás se orienta plenamente en los sistemas clásicos de la astrología helénica, en combinación con los vimshottari dasa. Sin embargo, el campo original de aplicación de las fardarias parece haber sido la astrología mundial, y no la genetlíaca. En la segunda parte de este artículo aportaré algunas conclusiones que avalan esta tesis. Por lo que observo merece la pena investigar esta antigua aplicación de las fardarias en la astrología mundial.
Como veremos en seguida, las fardarias se basan en un sistema de años planetarios que a primera vista carece de una explicación astronómica y de un sentido lógico. Con ocasión de mi intercambio con Carmen Ordoñez, que está escribiendo una excelente tesis sobre el libro sexto de Ali ben Ragel – autor que precisamente dedica un extenso capítulo a las fardarias -  me he planteado la pregunta sobre la estructura lógica subyacente a este sistema. Y creo haber dado con una serie de claves muy sugerentes, que expondré en este artículo.
Pero antes de adentrarnos en este sistema persa de periodos planetarios, no estará de más repasar brevemente la teoría helenística de los años planetarios.

La doctrina helenística de los años de los planetas

 

La astrología clásica procedente del mundo helénico, y cuyas raíces se hunden en las culturas mesopotámica y egipcia, atribuye a cada planeta una serie de periódos básicos, llamados años menores, mayores y medios, tal y como viene indicado en el cuadro adjunto.

Firdarias_fig_1

Los años menores equivalen a ciclos sinódicos de los planetas. Así, los años menores de Venus, Marte, Júpiter y Saturno, respectivamente, corresponden a periodos de recurrencia al cabo de los cuales se forma una conjunción con el Sol en el mismo lugar del zodiaco. En el caso de los 20 años de Mercurio tenemos también un ciclo de recurrencia, pero más ambiguo. De hecho, existen tres periodos sinódicos de Mercurio que son más exactos – sobre todo el ciclo de 46 años. Por último, los 25 años de la Luna solo corresponden a un ciclo de recurrencia utilizando el calendario egipcio de 365 días. Entonces cada 25 años la lunación coincide exáctamente con el mismo día del año (con respecto al año real el desfase es de 6°).
Los años mayores de los planetas no se derivan de ciclos sinódicos (quitando los 57 años de Saturno), sino que tienen una base numerológica que nos explica Vetius Valens. Pero hay que entender primero los años mayores del Sol y de la Luna.
Los 120 años del Sol equivalen a un tercio del zodiaco, y marcan – en grados, unidad que se puede equiparar a un día o a un año – el comienzo de su domicilio, Leo. El trígono es una figura básica en la estructura del zodiaco.
Los años de la Luna son 108, número muy singular por sus propiedades matemáticas, geométricas y astronómicas. Entre otras cosas parece ser una de las constantes en las relaciones de tamaño entre la Tierra, la Luna y el Sol (ver cuadro adjunto). Es además cuatro veces el periodo lunar sidéreo, tomando el valor en números redondos de 27 días. Esta cifra aparece también conectada con la Luna en la astrología védica: El número de navamsas (novenas partes de un signo) que contiene el zodiaco son 108. El navamsa es después del signo y de la mansión lunar la división más importante del zodiaco hindú, y precisamente hace un puente entre las 27 mansiones lunares o nakshatras y los 12 signos: Cuatro signos (120°) abarcan 9 nakshatras, un signo abarca 9 navamsas, y un nakshatra abarca exáctamente 4 navamsas. Aunque estas divisiones no son propias de la tradición helénica, vemos en la conexión del 108 con la Luna un factor común a ambas tradiciones. El grado 108 cae por cierto en el domicilio de la Luna. Veremos que estos años del Sol y de la Luna proporcionan también una clave a la hora de comprender las fardarias.

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Los años mayores de los cinco planetas restantes suman en total 360. Los años de cada planeta los vemos repartidos por los diferentes términos planetarios, otra división de los signos – esta vez de origen helénico o egipcio, y de tipo irregular.
Los años mayores de los planetas lentos – Saturno y Júpiter -  se derivan de los años mayores de la Luna y del Sol. Los de los planetas rápidos se derivan de los años mayores de las luminarias en combinación con los años menores de los planetas lentos, del siguiente modo:
1. La mitad de los años de la Luna más sus años menores, o bien la mitad de los años del Sol más sus años menores, dan los años de Júpiter. Júpiter es amigo de las luminarias y rige con ellas signos del mismo trígono respectivamente (fuego y agua).
2. La cuarta parte de los años de la Luna más la cuarta parte de los años del Sol, dan los años mayores de Saturno. Al ser Saturno un planeta enemigo de las luminarias (domicilios en oposición), le dan una parte menor de sus años.
3. La mitad de los años mayores de la Luna más los años menores de Júpiter dan los años mayores de Marte. Marte, siendo un planeta nocturno como la Luna, rige Escorpio, signo del mismo trígono que los domicilios de la Luna y Júpiter.
4. Los años mayores de Saturno más los menores del Sol dan los años mayores de Mercurio. Mercurio y Saturno son regentes de sendos signos en los trígonos de aire y tierra.
5. Según Vettius Valens Venus recibe la mitad de los años mayores de la Luna y los años menores de Saturno. Pero el resultado serían 84, y no 82, de manera que me permito corregir al maestro (o tal vez a algún escriba): Análogamente a lo que ocurre con Mercurio, Venus recibe los años mayores de Saturno, más los años menores de la Luna. Venus – como Mercurio – tiene amistad con Saturno por sus domicilios en los trígonos de tierra y aire, y al ser planeta nocturno ha de recibir los años de la Luna, y no del Sol.

Los años medios de los planetas se calculan sumando los años menores y los mayores, y dividiendo el resultado por dos. En la tabla esta es la cifra que viene entre paréntesis. Si redondeamos los resultados al número entero superior y hacemos la suma, obtenemos 361, número que se vuelve a aproximar mucho a los 360 grados del círculo. Curiosamente Vettius Valens nos ofrece una distribución de los años medios ligeramente diferente (segunda cifra en la tabla), pero cuya suma vuelve a dar 361. Cabe preguntarse si en la distribución original no habría que enmendar una de las cifras, de modo que la suma diera 360.
Vemos por tanto que el sistema de los años planetarios, aunque tiene por base un fenómeno cíclico astronómico – el sínodo de los planetas con el Sol – por lo demás se construye mediante operaciones numerológicas. En definitiva no son los ciclos astronómicos en sí – que por lo demás, si los tomaramos al pie de la letra, nos darían siempre números fraccionados – los que estructuran el sistema, sino los números enteros más cercanos a ciertos ciclos básicos, como son el 360, el 12, el 27, el 19 (ciclo metónico) o los años menores de los planetas, así como sus derivados (compuestos, cocientes, etc).
Los años de los planetas hay que entenderlos como unidades de tiempo, de manera que pueden en definitiva designar no solo años, sino meses, días, horas etc.

El sistema de los decenios

 

Uno de los sistemas predictivos helénicos que más se parece a las fardarias es el de los decenios. Se basa en los años planetarios, al tomar para cada periodo 129 meses, es decir 10 años y nueve meses (de ahí el nombre “decennia” que se le dio al sistema en la época romana). Con la peculiaridad de que son meses de 30 días, de manera que cada periodo no abarca 10 años y 9 meses naturales, sino 10 años y 217 días (7 meses y 4 días). 129 es la suma de los años menores de los planetas, que en el sistema de los decenios se toman como meses.
El primer periodo es regido por la luminaria regente, es decir el Sol en caso de natividad diurna, o la Luna en una natividad nocturna. A continuación se suceden los periodos de los restantes planetas (abarcando cada periodo 129 meses) según su ubicación en la carta a partir de la luminaria regente. Pongamos por caso que alguien ha nacido de día y tiene en su carta al Sol en 5° de Tauro, a Venus a 10° de Géminis, a Saturno a 24° de Géminis, y los restantens planetas repartidos por los signos Cáncer a Aries. El primer periodo de 129 meses sería regido por el Sol, el segundo por Venus, el tercero por Saturno etc.
Cada periodo planetario de 129 meses es subdividido a su vez en subperiodos, de tal manera que cada planeta rige, dentro del periodo general, un lapso de tiempo equivalente a sus años menores, pero contado en meses (de 30 días). El primer subperiodo es el del planeta que rige el periodo general, y los siguientes vuelven a seguir la secuencia de los planetas en el zodiaco, a partir de este regente general. En nuestro ejemplo, dentro del periodo del Sol este mismo regiría los primeros 19 meses, después vendrían 8 meses de Venus, luego 30 meses de Saturno, etc.
Una vez aclarado este concepto de los años planetarios y su aplicación en el sistema de los decenios, vayamos por fin a conocer las fardarias.

Las fardarias

 

El sistema de las fardarias utiliza periodos netamente diferentes de los años planetarios de la astrología helénica. Cada planeta rige el siguiente número de años:

Luna            9 años
Saturno    11 años
Júpiter    12 años
Marte          7 años
Sol        10 años
Venus      8 años
Mercurio    13 años

Cabeza      3 años
Cola          2 años


Si el nacimiento es nocturno la primera fardaria en la vida del nativo será la de la Luna, seguida de los demás planetas según la secuencia indicada. Como observará el lector, esta secuencia sigue la ordenación de las esferas planetarias en el sistema geocéntrico, yendo desde Saturno – el planeta más “alto” y más lento – hasta la Luna, el planeta más rápido. Al cabo de 70 años habrá finalizado la fardaria de Mercurio, y los próximos 5 años son atribuidos al Nodo Norte (3 años) y al Nodo Sur (2 años).
En nacimientos diurnos la secuencia comenzará por el Sol, seguida de Venus, Mercurio, la Luna, Saturno, Júpiter y Marte, en este orden. Al finalizar la secuencia de los planetas vuelven a regir los nodos el periodo entre 70 y 75 años.
Cada periodo es dividido a su vez en subperiodos regidos por los siete planetas (los nodos no forman subperiodos). Estos subperiodos se calculan dividiendo el periodo principal por 7. El primer subperiodo es regido por el planeta de la fardaria vigente, y luego se vuelve a seguir la secuencia según la ordenación de las esferas. La siguiente tabla proporciona un resumen del sistema:

Firdarias_fig_3

Más tarde veremos como se aplican las fardarias en la astrología mundial. Por lo que concierne a las natividades, resulta ser un sistema relativamente poco individual, ya que la secuencia de los planetas es la misma para todo el mundo, variando solo según la natividad sea diurna o nocturna. Por supuesto que en la interpretación habría que tener en cuenta la situación peculiar de cada planeta, distinta en cada carta. Tienen en común con la técnica de los decenios el comenzar la secuencia por la luminaria del tiempo, pero por lo demás es más rígida. Las fardarias abarcan 75 años de vida, número muy similar a la totalidad de los decenios si sumamos los 7 planetas (74,17 años, o bien 75,25 años si tomamos meses solares completos). Eso sí, la duración de cada periodo es bien diferente en cada sistema.

Buscando la clave

 

Pero la cuestión que nos concierne aquí es más bien la lógica subyacente a esta distribución de los años. Porque a primera vista da la sensación de ser bastante aleatoria. Sin embargo una mirada más atenta nos revelará que las fardarias se basan en números derivados de los años menores de los planetas. En lo que sigue voy a tratar principalmente las fardarias de los 7 planetas, ya que obviamente los nodos tienen un papel aparte en el sistema.
Para empezar, hay dos números – los años de Venus y de Júpiter – que son claramente los años menores de la astrología helénica. Los demás años a primera vista no parecen tener relación con los ciclos planetarios que hemos conocido. Sin embargo, resulta que uno de los ciclos sinódicos  de recurrencia de Mercurio es el de 13 años, siendo más exacto que los 20 años mencionados antes. Cada 13 años se cumplen 41 ciclos sinódicos de Mercurio, coincidiendo en el mismo lugar del zodiaco que la conjunción inicial. De manera que las fardarias de Mercurio, Venus y Júpiter, por lo pronto, corresponden a ciclos astronómicos de recurrencia.
Las fardarias del Sol y de la Luna se derivan de sus años mayores. Si dividimos los 120 años del Sol y los 108 de la Luna por 12 – número fundamental en el sistema astrológico – obtenemos 10 y 9 años, respectivamente. La división en doce puede considerarse una idealización de los meses sinódicos (ciclo de la Luna con respecto al Sol) que incluye un año.
El número 10 simboliza una totalidad, la unificación de las partes en un todo. Esto viene expresado precisamente en el sistema decimal, donde el diez y sus exponentes forman unidades de orden superior. Este significado se corresponde perfectamente con el símbolo del Sol, centro rector e integrador del sistema. Así, tanto en la tetraktis pitagórica como en el árbol de la vida de la cábala hebrea el 10 expresa la totalidad de la creación manifiesta. Puede considerarse por tanto como número solar por excelencia.
El número 9 por otro lado tiene mucho que ver con la Luna. Ya hemos visto que el ciclo sidéreo de la Luna abarca algo más de 27 días, siendo esta cifra la que crea la división de la eclíptica en 27 mansiones o nakshatras. El 9 es un tercio de 27: en un tercio del zodiaco – cuatro signos, uno de cada elemento – entran nueve nakshatras.  Tenemos también que en el ser humano el embarazo dura 9 meses (solares), siendo un fenómeno claramente atribuido a la Luna. En el sistema decimal el 9 puede considerarse el número que contínuamente se reproduce a sí mismo, ya que la suma de los dígitos de sus múltiplos siempre dará 9. Esta idea de reproducción, entendida como diversificación, también viene expresada por el hecho de ser nueve los dígitos que componen el sistema decimal – si el 10 es la totalidad, el 9 expresa sus diversas partes. En la astrología hindú – y en cierto modo también en el sistema de las fardarias – se distinguen 9 planetas como integrantes del sistema astrológico, incluyendo los nodos. De modo que el número 108 (9 x 12) representa también la totalidad de las combinaciones planeta-signo.
El número 9 es el cuadrado de 3, número base que – en contraposición al 2 o al 4, que evocan la idea de rigidez, tensión o estructura – simboliza la dinámica de toda evolución y cambio, el constante devenir expresado por las tres fases de móvil, fijo y mutable – creación, conservación y disolución – Brahma, Vishnu y Shiva, la tríada universal. El número nueve (y en cierto modo el 27) por tanto representa la esencia de todo devenir, de todo movimiento, de toda diversificación y evolución. Como la Luna misma.
De las cinco fardarias que hemos explicado por el momento, tres forman números consecutivos: 8 de Venus, 9 de la Luna y 10 del Sol. Por otro lado tenemos los 12 años de Júpiter y los 13 de Mercurio. Quedan pues dos fardarias cuyas cifras eluden toda explicación en base a los años planetarios helénicos o a cualquier ciclo de recurrencia conocido. Se trata de la fardaria de Marte (7 años) y la de Saturno (11 años). La cifra atribuida a Marte aparece también en el Vimshottari Dasa, pero esto puede ser mera casualidad. Sin embargo en seguida vemos que estos números para Marte y Saturno rellenan los huecos que quedan para generar una secuencia numérica del 7 al 13:

Ma 7    -    Ve 8    -    Lu 9    -    Sol 10    -    Sa 11    -    Ju 12    -    Me 13

Observemos esta secuencia detenidamente. La primera cuestión que se plantea es porqué va del 7 al 13 y no del 8 al 14. Solo caben estas dos secuencias, ya que tomando otras secuencias se saldría Venus (8) o Mercurio (13) del esquema.
La elección del 7 como primera fardaria podría responder al hecho de ser uno de los números básicos de la cosmología clásica, representando a los planetas visibles. Pero otra razón de más peso radica en que el Sol en esta secuencia asume la posición central, de acuerdo con su naturaleza.
Esta secuencia encierra otra propiedad matemática relacionada con los números clave 7 y 10. La suma de todas las fardarias (quitando los nodos, que tienen en cualquier caso un papel aparte) da 70 años, es decir 10 veces 7.
Una figura muy usual en la simbología antigua es la disposición de los planetas en un heptagrama. El ejemplo más conocido es el heptagrama con los planetas siguiendo la secuencia de las esferas. Al trazar las líneas de un planeta a otro para formar la estrella de siete puntas, hallamos la secuencia de los días de la semana.

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Dispongamos ahora la secuencia de planetas según la ordenación numérica de las fardarias en un círculo, de manera que formen las puntas de un heptagrama.

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En cualquier septenario de números consecutivos como el que forman las fardarias, tomando el número central como eje obtenemos para las parejas de números equidistantes la misma suma. En este caso, tomando el número solar 10 como eje, la suma de las parejas da 20. Esto podría ser una clave, ya que el 20 es el ciclo de Júpiter-Saturno, tan caro a los persas precisamente, y tan importante en astrología mundial. Además son los años menores de Mercurio, que juega un papel importante aquí, como veremos en seguida. Sin embargo esta simetría con la posición del Sol aún no explica porqué están Saturno y Marte en la posición en que están.
En un septenario de estas características siempre hay dos posiciones más a partir de las cuales se obtienen sumas iguales para las parejas a ambos lados del eje: el emparejamiento a partir de la posición de Marte, con 7 años, nos da siempre la suma 21, y el emparejamiento a partir de la última cifra, la posición de Mercurio con 13 años, nos da la suma 19. Esta última es la simetría que nos proporciona la clave principal:
Para empezar, ya hemos visto que el 19 es un número astronómico importante, ya que forma el ciclo metónico, a la vez que se considera el periodo de años menores del Sol (el planeta central). Además es la suma de los números adjudicados a la Luna y al Sol: 9 + 10 = 19, lo cual es muy propio, porque el ciclo metónico es un ciclo de recurrencia lunisolar. El Sol y la Luna forma la pareja de planetas que se encuentran enfrente de la posición de Mercurio y del número 13.

Distribución según las sectas diurna y nocturna

 

A partir de aquí se perfila una estructura perfectamente acorde con los canones de la astrología helénica. La Luna y el Sol encabezan dos hemiciclos, uno de planetas nocturnos y otro de planetas diurnos: a un lado de la posición de Mercurio tenemos a Marte, a Venus y a la Luna, los planetas nocturnos. Al otro tenemos a Júpiter, a Saturno y al Sol, los planetas diurnos. Todos ellos dispuestos de tal manera que Venus, la Luna, el Sol y Júpiter coinciden con los números correspondientes a sus años menores.
Cada pareja formada por un planeta diurno y nocturno  – es decir, Marte/Júpiter y Venus/Saturno, respectivamente – suma pues los 19 años del ciclo metónico, ciclo de recurrencia de los “regentes de secta”, el Sol y la Luna.
Evidentemente, en este esquema es Mercurio el que tiene que formar el eje, ya que es el planeta dual por antonomasia, tanto nocturno como diurno, femenino y masculino, benéfico o maléfico etc. La atribución del número 13 a Mercurio no deja de ser sugerente en este contexto, ya que transciende el orden del 12, del mismo modo que Mercurio es el único planeta que elude toda categoría dualista. Esta relación con el 13 nos hace recordar la simbología hermética y alquímica, donde el agua mercurial designa asimismo un principio hermafrodita, el solve y coagula, muerte y resurrección, principio y final de la gran obra. Qué mejor número que el 13 – ciclo sinódico de Mercurio – para reflejar esta idea.

Las fardarias y los domicilios planetarios

 

En este septenario aparece reflejado también el esquema de los domicilios planetarios. Las luminarias son las únicas que se reparten una pareja de domicilios, de manera que pueden considerarse una unidad (con dos caras). Cada uno de los demás planetas rige dos domicilios en el esquema clásico.

Firdarias_fig_6

Si el septenario que hemos dibujado, en el cual el Sol y la Luna encabezan los planetas diurnos y nocturnos respectivamente, lo “convertimos” en una estrella de David unificando estas dos posiciones (ver figura), los triángulos que forman esta estrella nos dan los planetas que rigen conjuntamente dos trígonos: Sol/Luna, Júpiter y Marte rigen los trígonos de agua y fuego, mientras Mercurio, Venus y Saturno rigen los trígonos de aire y tierra. Ya hemos visto que este tipo de afinidad entre los planetas era la clave de los años mayores.
En astrología hindú a los planetas que forman cada triángulo se les considera amigos mutuos, y con respecto al triángulo contrario son enemigos. Es decir, Luna, Sol, Marte, Júpiter son amigos, y son enemigos de Mercurio, Venus y Saturno (la teoría de las amistades y enemistades contiene más reglas, pero esta es una de las básicas).
Con lo cual, tomando el eje de Mercurio en el heptagrama de las fardarias, las parejas las forman planetas amigos. Tomando el eje del Sol por cierto las forman acérrimos enemigos según la astrología hindú. Sin embargo, no creo que este matiz tenga tanta importancia.

Las fardarias y las exaltaciones

 

Pero hay otra estructura ciertamente sorprendente en este septenario, y es que refleja también las exaltaciones de los planetas. Esto si que lo considero un punto importante, tal vez clave, ya que como describiré en una segunda parte de este trabajo, las fardarias en astrología mundial siguen la secuencia de las exaltaciones.
Recordemos cómo se derivan de la secuencia caldea los días de la semana (fig. 1). Esta atribución de los días de la semana a los planetas parece provenir de Mesopotamia y es bastante antigua. Lo comento porque al fin y al cabo las fardarias son una técnica persa, y pienso que podría tener su origen en la astrología mesopotámica.
Pues bien, si trazamos en nuestro esquema una estrella de siete puntas, empezando por el Sol y yendo a Marte etc., obtenemos la siguiente relación:

el Sol se exalta en signo de Marte
Marte en signo de Saturno
Saturno en signo de Venus
Venus en signo de Júpiter
Júpiter en signo de Luna


   Firdarias_fig_7

Hemos trazado la estrella desde el Sol a la Luna, y solo queda Mercurio, como siempre haciendo de las suyas. Porque evidentemente la Luna no se exalta en casa de Mercurio, ni Mercurio en casa del Sol. Pero aún así, y teniendo en cuenta la posición especial de Mercurio (el único planeta que se exalta en su propio signo) en el esquema astrológico en conjunto, esta secuencia de las exaltaciones me parece harto sugerente. El único punto que rompe un tanto la estética es el hecho de que la Luna no se vincule a su exaltación.
Si sumamos los años planetarios de cada pareja de planetas asociados por exaltación, empezando de nuevo por la pareja Sol-Marte, e incluyendo al final las parejas Luna-Mercurio y Mercurio-Sol, nos da la secuencia numérica 17, 18, 19, 20, 21, 22 y 23. Es decir repite la secuencia original, pero en la década contigua. El número central es el 20, y la suma de los números equidistantes es 40.

La ordenación por maléficos y benéficos

 

A partir de esta secuencia vuelve a surgir una estructura muy significativa. Si volvemos a trazar el círculo con los siete planetas, pero siguiendo ahora la secuencia de las exaltaciones que acabamos de ver, vuelve a surgir una estructura numérica similar a la original. Me explico: Disponemos en el círculo la secuencia Sol – Marte – Saturno – Venus – Júpiter – Luna – Mercurio, y asociamos a los planetas los años de sus fardarias, es decir 10 – 7 – 11 – 8 – 12 – 9 – 13. Volvemos a tomar a Mercurio como eje, y sumamos las parejas equidistantes. El resultado es el siguiente:

Sol / Luna         - amigos –         10+9=19
Marte / Júpiter     - amigos –         7+12=19
Saturno / Venus     - amigos –         11+8=19


Firdarias_fig_8

En esta nueva disposición que hemos derivado de las exaltaciones, el eje de Mercurio separa los planetas secos y maléficos de los húmedos y benéficos: a un lado tenemos Sol – Marte – Saturno, a otro Luna – Júpiter – Venus. En la astrología hindú, más claramente que en la occidental, la Luna es benéfica y el Sol maléfico. Mercurio vuelve a ser el planeta neutral. Tanto en la astrología helénica como en la astrología hindú se le considera a Mercurio benéfico, salvo si está asociado con maléficos, lo cual viene a corroborar su naturaleza dual también en este aspecto.
Con lo cual queda más clara aún la importancia del número 19 y del ciclo metónico en la estructura subyacente a las fardarias, así como la idea de polaridades, de la cuales Mercurio forma siempre el factor neutral y sintetizador.
Creo que esta intrincada estructura, relacionada con los domicilios planetarios así como con las exaltaciones, no es fortuita. Con mucha probabilidad sea la clave sobre la cual los antiguos han construido el sistema de las fardarias. Tal vez futuras investigaciones corroboren esta tesis en base a documentos históricos.

Las fardarias en astrología mundial

 

He dejado de lado los nodos, porque todo el esquema de las fardarias se basa en los planetas, y da la impresión de que los nodos son una especie de inciso o de relleno en el ciclo. De hecho no se subdividen en fases menores. Un punto importante es que el ciclo nodal se acerca a 19 años. Pero habría que preguntarse porqué esta inclusión de los nodos ha de sumar en total 5 años, de manera que el ciclo completo sean 75.
Como ya he apuntado anteriormente, los persas conocían una aplicación de las fardarias a la astrología mundial. Pero resulta que aquí la secuencia de los periodos es diferente a la astrología genetlíaca. Los periodos planetarios se ordenan según la secuencia de las exaltaciones en el zodiaco, y aquí entran en juego también los nodos, ya que según una doctrina antigua, la Cabeza del Dragón se exalta a 3° de Géminis, y la Cola a 3° de Sagitario.
En el zodiaco sidéreo estos grados están muy cerca de la intersección entre la eclíptica y el ecuador galáctico (Via Láctea). No puedo entrar aquí en este tema, pero hay muchas razones tanto astronómicas como simbólicas para pensar que esta ubicación de las exaltaciones de los nodos tiene que ver directamente con esta intersección entre los dos círculos que forman el sistema solar y su nivel sistémico superior, la galaxia.
En un futuro artículo investigaré más de cerca la aplicación de las fardarias en la astrología mundial, y su interesante relación con el ciclo precesional y el Gran Año platónico.


 http://www.astrologia-tradicional.net/la-clave-de-las-fardarias/#more-12




Una reflexión breve ( 2 ).

          En Astrología tiendo a sintetizar y evito discursos sofisticados. El consultante quiere aprender Astrología, o bien, entender porq...