Direcciones de tiempo ascensional
Desde que empecé a estudiar astrología en el 1981, ando peleándome
con las direcciones primarias. Fiel a la tradición, siempre he querido
pensar que son un instrumento predictivo imprescendible. Porque desde
tiempos de Ptolomeo, y no digamos desde Plácido y Morin, las direcciones
primarias – al menos las zodiacales – tal y como las describió el autor
del Tetrabiblos han formado parte inamovible del canon de técnicas
predictivas. Y – fiel a la tradición – no he cejado en atormentar a mis
alumnos con semiarcos diurnos, distancias meridianas y fórmulas
trigonométricas.
De paso se aprende astronomía de posición y cálculo. Es un consuelo. Pero nunca acababa de estar satisfecho con las direcciones primarias en base a arcos proporcionales. No acababa de sentirme seguro en la predicción. Demasiado a menudo no coincidían bien los hechos con las promesas de la dirección. Únicamente el ascendente dirigido me resultaba, desde siempre, un factor predictivo fiable.
Y es que Ptolomeo siempre hacía de las suyas. Mira que hasta su santificación en la Europa medieval sus términos no los tenía en cuenta nadie, ni tampoco su manera de calcular la rueda de la fortuna, ni los regentes de la triplicidad de agua, ni siquiera el zodiaco tropical (si es que Ptolomeo consideró un zodiaco tropical, pero eso es otro tema). Eso sí, su modo de calcular direcciones hizo escuela.
Cuando leí por primera vez a Vettius Valens me pasó desapercibido, o no le dí más importancia al hecho de que hacía la dirección del afeta según las ascensiones del lugar natal, es decir como si el planeta estuviera en el ascendente. Después de leer la “Astrología Hermética” de Eduardo Gramaglia y la descripción que hace de las direcciones según Valens, ya me quedé con la copla. Pero tuvo que pasar bastante tiempo hasta que me planteara la cuestión seriamente: ¿será que las direcciones primarias funcionan mejor usando los tiempos de ascención del lugar?
Pues sí. Un sí rotundo. Las direcciones – no solo las del afeta – funcionan de maravilla, tal y como enseñaban los antiguos. Pero no las de Ptolomeo, no las primarias zodiacales en base a arcos proporcionales. Funcionan las direcciones – o circunvalaciones – con los tiempos ascensionales de la latitud natal. Es como si el cuerpo astral memorizara el arco ascensional que hay entre cada significador y cada promisor, y tradujera el arco – un grado por año – en tiempo de vida.
Ya va siendo hora de que los programas profesionales de astrología incluyan esta forma ancestral de dirigir los planetas, como una opción estándar. A ver si en los próximos días os presento unos ejemplos prácticos…
http://www.astrologia-tradicional.net/
De paso se aprende astronomía de posición y cálculo. Es un consuelo. Pero nunca acababa de estar satisfecho con las direcciones primarias en base a arcos proporcionales. No acababa de sentirme seguro en la predicción. Demasiado a menudo no coincidían bien los hechos con las promesas de la dirección. Únicamente el ascendente dirigido me resultaba, desde siempre, un factor predictivo fiable.
Y es que Ptolomeo siempre hacía de las suyas. Mira que hasta su santificación en la Europa medieval sus términos no los tenía en cuenta nadie, ni tampoco su manera de calcular la rueda de la fortuna, ni los regentes de la triplicidad de agua, ni siquiera el zodiaco tropical (si es que Ptolomeo consideró un zodiaco tropical, pero eso es otro tema). Eso sí, su modo de calcular direcciones hizo escuela.
Cuando leí por primera vez a Vettius Valens me pasó desapercibido, o no le dí más importancia al hecho de que hacía la dirección del afeta según las ascensiones del lugar natal, es decir como si el planeta estuviera en el ascendente. Después de leer la “Astrología Hermética” de Eduardo Gramaglia y la descripción que hace de las direcciones según Valens, ya me quedé con la copla. Pero tuvo que pasar bastante tiempo hasta que me planteara la cuestión seriamente: ¿será que las direcciones primarias funcionan mejor usando los tiempos de ascención del lugar?
Pues sí. Un sí rotundo. Las direcciones – no solo las del afeta – funcionan de maravilla, tal y como enseñaban los antiguos. Pero no las de Ptolomeo, no las primarias zodiacales en base a arcos proporcionales. Funcionan las direcciones – o circunvalaciones – con los tiempos ascensionales de la latitud natal. Es como si el cuerpo astral memorizara el arco ascensional que hay entre cada significador y cada promisor, y tradujera el arco – un grado por año – en tiempo de vida.
Ya va siendo hora de que los programas profesionales de astrología incluyan esta forma ancestral de dirigir los planetas, como una opción estándar. A ver si en los próximos días os presento unos ejemplos prácticos…
http://www.astrologia-tradicional.net/