Nada es lineal en la Naturaleza, salvo las construcciones de las
viviendas humanas en ciertos períodos y culturas. Todo es cíclico, todo en el
mundo manifestado nace, se desarrolla y decae de un modo no-lineal, y, en
muchos casos, el ciclo se reinicia una y otra vez. La ciencia, expresión del
genio humano, no es una excepción. La ciencia de las estrellas en su faceta
interpretativa, la astrología, no podía ser una excepción. Alcanzó sus
esplendores en la cultura babilónica, fue trasplantada a la India, a Grecia, y
de aquí a Roma, llegó en estos ciclos culturales posteriores a su acmé para
perder vigor nuevamente, la rescataron los árabes y de aquí fluyó hacia la
Europa medieval, al Occidente cristiano (último C-800). En esta última etapa
renació, por su prestigio se instaló en las universidades y salió de ellas en
medio del descrédito, fase en la que aún nos encontramos actualmente.
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