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Una de las figuras más conocidas de la historia de la
humanidad es, sin duda, la de Copérnico, el padre de
la astronomía moderna. Pero, a pesar de ello, son muchos
los puntos de su biografía que aún nos escapan. Y lo mis
mo puede decirse sobre la génesis de sus obras: conoce
mos las grandes líneas de la evolución de su pensamiento
científico, pero el detalle de cómo llegó a concebir el sis
tema heliocéntrico permanece aún en la oscuridad.
Copérnico, buen helenista como hombre que era del
Renacimiento, conocía la obra de sus precursores clásicos,
a los que cita explícitamente. Mas las ideas de Aristarco,
tal y como él las conoció, no pasaban de ser un simple
enunciado de proposiciones sin demostración. En cam
bio, el genio de Copérnico consistió en dar un soporte
matemático que resistió con éxito, desde el primer mo
mento, el cotejo con los resultados de la observación: se
vio enseguida que las efemérides calculadas según las
doctrinas copernicanas eran más exactas que las estableci
das con las Tablas alfonsinas, de uso común hasta aquel
momento y que se basaban en el geocentrismo de Hipar-
co y de Tolomeo.
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.
Los astrónomos prácticos de los tiempos mas antiguos dividieron los
cielos en diferentes espacios , á los que dieron nombres convencionales ,
frases de artificiosa y poética inventiva , para conservarlos fácilmente en
la memoria , y para que la vista humana , sobreescitada por la imagi¬
nación , pudiera reconocer en brevísimo momento los límites de aquellas
estensiones en la esfera de los cielos, llamadas las figuras ó constelacio¬
nes . Con independencia de la fábula, las figuras referidas se sabe que no
fueron mas que una división artificial , ideada principalmente para poner
en relación en los ortos y ocasos, al Sol con todas aquellas estrellas
que le seguian tras la luz del crepúsculo de la tarde y le precedian ante
los rayos de sus auroras . Simultáneamente las estrellas , que como ele¬
mentos formaban parte de las constelaciones mencionadas , se las puso en
relación desde los mas remotos siglos con la Luna ó luminar de la no¬
che, respecto del cual se creyó que convenia mas conocer las estrellas
que en su camino ocultaba , que aquellas otras que llegaban con ella á la
línea del horizonte . Esta diferencia en la importancia de las estrellas con
relación al Sol y á la Luna , fue muy natural en los primeros tiempos de
la astronomía , porque aquellas , una vez llegada la noche , aparentemente
no podían tener relaciones de lugar con el Sol mas que en los límites
de su reinado , que era el dia. Respecto de la Luna , como astro de velo¬
císimo curso y de muy irregulares movimientos , llegaba al horizonte en
momentos diversos de la duración , unas veces cuando el cielo estelar es¬
taba visible, y otras cuando no ; por cuya razón los astrónomos antiguos ,
en lugar de fijar su atención en los ortos y ocasos de las estrellas com¬
pañeras de la Luna , se fijaron mas bien en las ocultadas sucesivamente
durante las noches por el astro mas próximo á la tierra .
Los antecedentes de las practicas adivinatorias en Espana,
concretamente de los agiieros, pueden rastrearse hasta la mas remota
antigiiedad.
Los datos sobre la religiosidad de la primitiva Espana proceden de
fuentes clasicas grecolatinas -amen de los testimonios arqueologicos, que no
resultan siempre de facil interpretacien-, y es conocida la tendencia natural de
todo pueblo que, al enfrentarse con una realidad cultural distinta, trata de
explicarla por analogia con la conocida, es decir, la propia. Esto limita,
necesariamente, la validez de los testimonios antiguos.
No obstante su escasez, ellos nos permiten saber que la adivinaciOn era
practicada ya por los lusitanos (Estraben), los gallegos (Silio Italico) y los
vascones (Lampridio). Segdn EstrabOn, los lusitanos ejercian la adivinaciOn por
la forma en que calm los cadaveres de las victimas humanas de los sacrificios.
Tambien utilizaban el metodo de palpar las venas del costado de ciertos
animales. Los gallegos, por su pane, inspeccionaban las entranas de los
animales y tambien predecian por el vuelo y el canto de las ayes, asi como por
la direccion de las llamas. Los vascones parecen haber adquirido gran pericia
en los agderos por medio de las ayes.' Esto nos da. la pauta de que la tradiciOn
adivinatoria era, en la Peninsula, muy antigua y no fue preciso aguardar la
llegada de los romanos para que se difundiera.
https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/16774/1/agueros-espana-medieval.pdf
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