Los historiadores de la ciencia españoles han calificado al Tratado de Astrología atribuido
a Enrique de Villena (1428?) como “un texto de la primera mitad del siglo XV
representativo de la decadencia de la astronomía española” y que su presunto autor “no es
un científico serio, sino un dilettante con reputación de astrólogo y nigromante”2.
Siguiendo este enfoque, heredero del que se construyó a partir del siglo XVII en la
tradición occidental cuando los principales filósofos desarrollaron el enfoque y el método
que fueron conformando la ciencia moderna, se ha considerado que el Tratado “da una
visión general del cosmos que es la que cabía esperar de un hombre culto de la época que
no fuera un profesional de la materia”3. Desde la filología también han señalado que “la
astrología de la segunda mitad del siglo XV se desprende de su herencia oculta o hermética
y se decanta por lo que se entendía desde las primeras definiciones de San Isidoro por la
astrología natural o astronomía” y que “parece, como en el Tratado atribuido a Villena, que
las cosas de la astrología se han simplificado en no pocos sentidos y que la revitalización de
la astrología que Samsó atribuye a la segunda mitad del siglo XV corresponde sólo a la parte de astrología natural o astronomía”4 Desde la perspectiva de la historia de la ciencia y
de la filología, ese “cosmos”, consideramos, no ha sido lo suficientemente explorado en las
múltiples dimensiones que este adquiere.
El propósito de este trabajo es analizar, desde la perspectiva de la Historia Cultural5 y
desde la categoría esoterismo6, las tácticas discursivas realizadas por nuestro magus no sólo
frente a las polémicas anti-mágicas y persecuciones imperantes tradicionales en el
Occidente medieval, sino también ante la necesidad de definir el lugar propio en su
presente, identificando a sus contendientes contemporáneos y su propia identidad como
mago y astrólogo en el contexto cultural de su época7.
https://cdsa.aacademica.org/000-010/117.pdf
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