Mejor o peor, todos sabemos leer caras. Todos inferimos un montón de datos de la
apariencia facial y corporal de la persona que tenemos enfrente. Aunque no seamos
conscientes de ello, aunque lo hagamos de manera intuitiva e irreflexiva. En general,
todos actuamos como si el aspecto exterior (y especialmente el rostro, nuestra parte más
expuesta y expresiva) delatara, revelara el ser interior de una persona. Esperamos que
haya una congruencia entre lo que es y lo que parece, y cuando esa congruencia no se
produce sentimos cierto desconcierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario