Al examinar los mitos y las leyendas de las distintas civilizaciones anti-
guas, queda claro que un factor común a todas es el uso de un tipo de discur-
so de tipo astrológico para justificar el nacimiento de una genealogía de auto-
ridad y poder. A pesar de los reparos que tanto Agustín de Hipona como
Tomás de Aquino tuvieron hacia su ejercicio y su práctica, durante la Edad
Media la astrología llega a ser parte del Quadrivium, y no solo se difunde entre
las cortes europeas, sino que adquiere visibilidad (Page, 2002: 13-17). Las
primeras advertencias severas contra su ejercicio se empiezan a materializar
solo hacia finales de la baja Edad Media (Barnes, 2015: cap. 5), aunque eso no
impedirá su vigencia, por lo menos, hasta las primera mitad del siglo xvi,
cuando estas amonestaciones adquieren un tono cada vez más severo, a tal
punto que la práctica de la astrología resultará siendo completamente prohibi-
da por el Concilio de Trento (von Greyerz, 2007: 43). Pero, a pesar de la
condena que recibe, el discurso astrológico, en sus diversas modalidades, en-
contrará la manera de continuar vigente y durante los siglos xvi y xvii, y su
forma de difusión será a través del texto literario.
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