En los intentos de análisis de la realidad actual son
relativamente comunes las referencias a la New
Age. Es un tema del que se habla con frecuencia y
con preocupación. Sin embargo, debido a las
peculiares características de este fenómeno, su
análisis suele topar con la dificultad de integrar
sistemáticamente sus diversas ideas y múltiples
manifestaciones; y por lo mismo, resulta cuando
menos complejo advertir la variedad y la gravedad
de los desafíos que presenta.
Desde su aparición en los años sesenta y
principios de los setenta, el fenómeno de la New
Age se fue introduciendo rápidamente en los países
del primer mundo occidental. Se consolidó en la
década de los ochenta ampliando sus redes. Y a
partir de entonces ha desplegado una influencia
decisiva. En nuestros días ha adquirido un rostro
actualizado (que algunos llaman Next Age), de
perfil más individualista. Tal vez su presencia
cultural podría resultarnos hoy día más sutil;
aunque no por ello menos peligrosa
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