No pretendo desterrar del mundo los almanaques, sino la vana estimación de sus
predicciones, pues sin ellas tienen sus utilidades, que valen por lo menos aquello poco
que cuestan. La devoción y el culto se interesan en la asignación de fiestas y santos en
sus propios días; el comercio, en la noticia de las ferias francas; la agricultura y acaso
también la medicina, en la determinación de las lunaciones: esto es cuanto pueden servir
los almanaques; pero la parte judiciaria que hay en ellos, sin embargo, de hacer su
principal fondo en la aprensión común, es una apariencia ostentosa, sin substancia
alguna, y esto no sólo en cuanto predice los sucesos humanos que dependen del libre
albedrío, más aún en cuanto señala las mudanzas del tiempo o varias impresiones del
aire.
https://biblioteca.org.ar/libros/153164.pdf
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