Muchos
estudiosos han sostenido que la presunta "locura" de Juana obedecía
únicamente a una conspiración política masculina. Dado que suponía un
obstáculo para que Felipe o Fernando ejercieran el control absoluto
sobre Castilla, inhabilitarla satisfacía los intereses de ambos. Su
trastorno mental, alegan, se exageró deliberadamente con objeto de hacerla inaceptable como soberana.
Se ha argüido además que su conducta extravagante fue, en realidad, un
intento legítimo de reafirmarse en un mundo dominado por los hombres.
Esta línea de argumentación convierte a Juana en un exponente de todas
aquellas mujeres que, en el transcurso de la historia, han sido
excluidas injustamente del poder.
Carta Rectificada, en base al Calendario Gregoriano.
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