La
inesperada muerte de Emma dejó demolido al doctor Jung. En su funeral,
se pudo oír: “era muy bondadosa y modesta. Y siempre fue capaz de
mantenerse independiente junto a su marido. Era la tierra nutriente en
que arraigaba la creatividad [de Jung] y de la cual extraía fuerzas
esenciales. De ella emanaba luz. Era capaz de soportar las pesadumbres de la vida y, sobre todo, sabía reconocer y guardar los secretos de los demás”. Era, es, Emma Rauschenbach. Emma Jung.
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