Desde la más remota
antigüedad, el ser humano ha alzado
la mirada hacia el cielo,
contemplando los diferentes
fenómenos celestes con curiosidad e
inquietud.
Tomados como manifestaciones
divinas, estrellas y planetas llegaron a
condicionar la forma de vida y la
cultura de muchas civilizaciones a lo
largo de la historia.
La región de Mesopotamia,
comprendida entre los ríos Tigris y
Éufrates, albergó las primeras grandes
civilizaciones, en las cuales comenzaron
a desarrollarse las bases de muchas de
las actuales ciencias, como las
matemáticas, la medicina y la
astronomía. Respecto a la astronomía,
ya en época prehistórica encontramos
evidencias de que nuestros antepasados
sentían un gran interés por el
firmamento y por los fenómenos
celestes que en él podían observar, lo
que se demuestra por el hallazgo de
representaciones del firmamento o de
elementos estelares en las pinturas
prehistóricas, en algunos objetos y en
muchos de sus monumentos, los cuales
muestran una clara orientación
astronómica hacia la salida o la puesta
del sol, los equinoccios o los solsticios
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