Que la Luna ha sido causa de miedos, supersticiones y veneración en el mundo antiguo
no es, pues, ningún secreto. La literatura griega y latina está llena de ejemplos, como puede
leerse en los libros de Claire Préaux y de Sophie Lunais3. Nombres como Mene, Selene, Árte-
mis-Diana, Perséfone-Proserpina, la inefable griega Hécate y la egipcia Isis han completado
un panorama religioso que preside la cuna, el desarrollo y la madurez, pues aún no está muer-
ta, de la astrología grecorromana.
Y dentro de ésta, de la astrología, los alimentos, las comidas –y los banquetes– con su pro-
yección social, que la tienen y mucha en el mundo helenístico-romano, han ocupado un pues-
to nada desdeñable desde los primeros balbuceos astrológicos del hombre clásico
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