La contribución a la magia astral de la Península Ibérica pasa por ser
inmensa. Fundada sobre la utilización de talismanes astrológicos, es
decir, imágenes artificiales hechas bajo una configuración astral
determinada, la magia astral en Europa parece hundir sus raíces en la
España del siglo XII, en particular en Toledo, cuando se traducen del
árabe una serie de obras talismánicas. A éstas se añadirán las
traducciones del Picatrix y el Liber Razielis y otras compilaciones
astromágicas producidas en la corte de Alfonso X (el Libro de las formas
e ymagenes, el manuscrito conocido hoy como Astromagia, etc.), así como
los sellos astrológicos utilizados por el médico catalán Arnaldo de
Villanova a principios del siglo XIV y, finalmente, el Opus praeclarum
de imaginibus astrologicis del médico valenciano Jerónimo Torrella a
finales del siglo XV en una línea aparentemente ininterrumpida.
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