La literatura astrológica, como todo producto de una profesión creativa, es variable. Algunas obras son meticulosas y originales, pero difíciles de comprender. Otras repiten, vuelven a argumentar o regurgitan ideas pertenecientes a otros; y sólo unas pocas reflejan una inspiración genuina, percepción y originalidad combinadas con una expresión elegante. Los maestros astrológicos, como todos aquellos que trabajan en la esfera del conocimiento, son igualmente variables. Algunos son com petentes, pero aburridos; algunos son profundos, pero desordenados; sólo un grupo muy escogido reúnen en su persona las cualidades de humor, inspiración, penetra ción psicológica, profundidad, orden, sentido común y calidez humana. Howard Sasportas fue sin duda uno de los pertenecientes a ese grupo escogido, tanto al es cribir libros como al impartir sus clases. Cuando Howard murió en 1992, la comunidad astrológica en pleno recono ció que había perdido a uno de sus pensadores más queridos y originales.
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