El período histórico conocido en España como Edad Media es un ciclo
o espacio de tiempo caracterizado por numerosos cambios políticos,
sociales, religiosos, una época convulsa de choque de civilizaciones
y religiones, de luchas de reconquista y repoblación de territorios, de feudalismo,
servidumbre y vasallaje, de señoríos, linajes, nobles y monarcas,
campesinos, artesanos y clérigos, de arte y estilos artísticos identificativos
(románico, gótico, islámico...), de guerras, represión, persecución, herejías...
Muchos siglos, muchas gentes, que conformaron el principio y el fin de un
tiempo histórico de peso específico en la propia evolución de los siglos futuros
de la España moderna.
La Baja Edad Media, último tramo cronológico del Medievo, suele acotarse
entre los siglos XIII y XV, siglos en los que se vive un período de
decadencia y crisis, caracterizados por el agotamiento de los sistemas y estructuras
medievales frente a la modernidad más inmediata que impondría el
“renacimiento” de un nuevo tiempo y una nueva historia con sus vicisitudes
y avatares. Y es, precisamente, a finales y a principios de los dos últimos siglos
bajomedievales cuando transcurre la vida de una de las más importantes
figuras históricas de la villa de Iniesta: Don Enrique de Villena, conocido
también, por su linaje, como Don Enrique de Aragón.
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