Todo astrólogo es digno de alabanza y honor porque ha hallado favor en Dios, su Hacedor, puesto que con su doctrina y su astronomía conoce quizás muchos secretos divinos y otras cosas que pocos conocen -del Líber Introductorius de Miguel Scott (año 1235).
En los comienzos de la Edad Media los teólogos se enfrentaron al problema de si clasificar la astrología como ciencia legítima o como un arte adivinatorio prohibido.
John de Salisbury (1115-1180) decidió que, por sus amplias pretensiones proféticas y su aparente negación del libre albedrío, la astrología usurpaba las prerrogativas de las propias estrellas del Creador. Se debe a San Alberto Magno (1206-1280) la separación de la astrología de sus asociaciones paganas. Alberto fue el primero en comprender el valor teológico de la ciencia y la filosofía griega y árabe. Su gran logro fue hacer accesible este acontecimiento para la civilización occidental, sobre todo las enseñanzas de Aristóteles; para las cuales era básica la doctrina de que los acontecimientos terrenales estaban gobernados por las esferas celestes. Alberto llegó a la conclusión de que, aunque las estrellas no pueden influir sobre el alma humana, sí ejercen su influencia sobre el cuerpo y la voluntad humanos.
La astrología medieval es la astrología practicada aproximadamente desde el 750 DC hasta el Renacimiento, hacia 1500 DC, primeramente por los astrólogos Árabes y Persas; después (alrededor del 1100) por astrólogos de Europa Occidental y astrólogos del Imperio Bizantino (en Oriente).
En el siglo séptimo DC, los Árabes Musulmanes conquistaron el Oriente Medio, y hacia el 711 habían extendido su imperio desde la Península Ibérica hasta la India. Sin embargo, en el siglo octavo los gobernantes árabes del mundo musulmán animaron a su intelectualidad a aprender griego y absorber la erudición científica de los griegos, persas, e indios. De esta manera, la astrología griega, junto con otras ciencias, entraron a formar parte de la ciencia árabe islámica. (En los territorios musulmanes, el idioma dominante era árabe, por lo que hablamos de astrología árabe.)
Durante seiscientos años aproximadamente (500 1100 DC) la práctica de la astrología fue estrictamente restringida en el mundo latino de Occidente. Después, alrededor del 1100 en Occidente despertó la necesidad por la ciencia, como había ocurrido con los musulmanes en el siglo octavo. El resultado fue un renacimiento del interés por la astrología en el Occidente Latino.
La astrología Medieval, aunque madre de la astrología moderna, difiere de ésta en varios aspectos fundamentales:
- Sólo se usan los siete planetas visibles, los Nodos Norte y Sur de la Luna y las estrellas fijas.
- Sólo se usan los aspectos Ptolemaicos (conjunción, oposición, sextil, cuadrado y trino).
- Se usan las Partes árabes.
- En tanto la astrología Moderna usa sólo dos dignidades (Regencia y Exaltación), la astrología Medieval usa cinco Dignidades (Regencia, Exaltación, Triplicidad, Término y Faz o Decanato).
- Hay reglas muy específicas que guían la delineación.
- Hay técnicas predictivas que no se utilizan en la astrología moderna.
- La astrología medieval es astrología predictiva.
- Difiere de la astrología moderna en su casi total falta de psicología.
Fundamentos filosóficos
La Astrología Medieval es un Arte oculto en el verdadero sentido. Lo sobrenatural es lo que permanece oculto. Las causas de la influencia astrológica (lo que hace que funcione) permanece oculto.Sus fundamentos filosóficos se encuentran en el Hermetismo y el Neoplatonismo; sobre todo en las tradiciones Neoplatónicas árabes y judías. Las enseñanzas Herméticas se refieren al Hombre como un ser doble. Su parte material, está gobernada por el destino. Su parte divina es libre. Quien quiera liberarse del destino debe cultivar la última. Éste es el centro de la Sabiduría Hermética.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), quizás el más grande de los teólogos cristianos, concretó aún más las ideas de Alberto. La astrología -excluidos los elementos de nigromancia- podría considerarse complemento de la visión que del universo tiene la Iglesia. En la Suma Teológica dice: "Las impresiones que producen los cuerpos celestes pueden extenderse indirectamente a las facultades intelectuales y al poder volitivo del mismo modo que éstas están bajo la influencia de las funciones orgánicas.
Sin embargo, esto se aplica menos a la voluntad que a las facultades de la mente, porque la inteligencia acepta necesariamente una impresión de los sentidos, mientras que la voluntad no sigue necesariamente las inclinaciones y los apetitos inferiores", incluso admite que "el conocimiento de las causas permite hacer previsiones, gracias a la relación natural que liga los efectos a las causas", y añade que el pronóstico de acontecimientos naturales que deriven de la posición de los astros no es adivinación, sino sabiduría y ciencia. Suya es también la famosísima frase:
"Los astros inclinan, pero no obligan", y esta otra:"Los cuerpos celestes son la causa de todo lo que tiene lugar en el mundo sublunar". También cuentan las crónicas que tenía un abdomen tan grande que le habían fabricado un escritorio especial con una curva para que pudiera acomodar su gran barriga y escribir sin molestias. La habitación donde trabajaba daba a una calle por la que todas las tardes subían las caballerías hacia el abrevadero, perturbando los relinchos y el ruido de cascos la concentración del "Doctor Angélico" (nombre que le dio la Iglesia).
En España no podemos olvidar al mecenas más importante que tuvo la astrología medieval: Alfonso X "El Sabio", rey de Castilla. En su corte de Toledo aglutinó y protegió a lo mejor de la ciencia y el arte de la época entre los que se encontraban los más destacados astrónomos-astrólogos (ambas ciencias formaban una sola disciplina) del mundo islámico. A ese equipo de sabios medievales se deben las primeras "Efemérides Astronómicas" españolas llamadas "Tablas Alfonsinas". Además de los grandes médicos de la España musulmana que utilizaban métodos astrológicos en el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad, no podemos olvidar al médico astrólogo catalán Arnaldo de Vilanova, uno de los más renombrados de su época.
Desde la perspectiva de la astrología Medieval, el carácter de un individuo, el comportamiento y por lo menos los contornos generales de su vida, se perfilan exactamente en el mapa natal. La historia de su vida está toda allí, el mapa natal es la constelación "personal" que de algún modo está en nosotros, trabajando desde dentro hacia fuera. Es la red o tejido invisible particular, de acuerdo a la disposición de los planetas, estrellas, luminares (Sol y Luna), dispuestos en los signos zodiacales, que se expresa en el momento del nacimiento de un individuo. A su vez, actúa recíprocamente con el cielo externo, vinculando lo interior y lo exterior. Paracelso (1493? 1541) reconoció este hecho, cuando habla del "cielo del microcosmos" y el "cielo del macrocosmos."
La práctica de la delineación astrológica Medieval y la aplicación de sus técnicas predictivas, deja claro que los gnósticos y los místicos estaban en lo cierto. Nuestra constelación, es nuestra prisión espiritual y la astrología natal es meramente el plano de esa prisión. Espiritualmente, todo lo que uno puede esperar a ese nivel es reconocer dónde encontrar la salida, la ruta de escape.
La astrología en si, no le sacará de la prisión. Ése es asunto de la religión, la filosofía y las prácticas espirituales. Lo qué la astrología puede hacer es describirle por adelantado las características de su vida.
Si postulamos que el futuro es predecible, también asumimos el destino y que las personas actúan de una manera predecible. ¿Pero que entendió por esto el astrólogo medieval?
En la antigüedad se concebía que el cosmos (entendido como el mundo en el que vivimos) estaba gobernado por leyes que operaban con una precisión matemática. Estas leyes eran parte de una ley mayor, la voluntad de Dios o Ley.
En estado noregenerado, el hombre estaba bajo la influencia de la Necesidad y limitado por el Destino, o lo que es lo mismo, estaba limitado por las leyes naturales y las leyes humanas (Iglesia o Rey). Limitado por tales leyes, su comportamiento se consideraba predecible. Las leyes de su sociedad y su clase social, le confinaban a un papel específico, social y profesionalmente, a un papel marcado por su género.
El Liber Hermetis nos muestra que el astrólogo creía que podía señalar en un horóscopo, si el nativo " evolucionaría " o " se degradaría " en esta vida. El momento del nacimiento le da a un individuo unas cualidades únicas. Su horóscopo de nacimiento determina su destino individual y específico, teniendo en cuenta su clase, entorno social y su raza.
Si comprendemos lo que implican las consideraciones anteriores, podemos llegar a conclusión de que el destino del individuo tiene distintos estratos. Por un lado tenemos nuestro propio destino, el destino de la sociedad o el entorno social al que pertenecemos (puede ser la familia, el clan, la ciudad o la nación) y, finalmente tenemos el destino de la humanidad.
Según la astrología medieval, este arte es una Sophía Celestis o sabiduría celestial. Su estudio concede la habilidad de predecir el futuro (entendido como el despliegue de un mapa de ruta). La astrología medieval no es solamente un sistema de adivinación, ni un sistema desprovisto de importancia espiritual. Es la adivinación en el sentido antiguo y verdadero, el arte de “comunicar con lo divino”. Por esta razón Firmicus Maternus en su Mathesis, afirma que el estudio y la práctica de la astrología crean el culto a lo divino y la religión.
La astrología medieval es la aplicación práctica de los puntos de vista neoplatónicos y la filosofía hermética. En astrología esto implica conocer los principios de la astrología (que son eternos) y comprender su relación con la Voluntad de Dios y los medios por los qué la Voluntad Divina se manifiesta en este mundo.
La tradición occidental sostiene que mediante la contemplación de los cielos y el glorioso despliegue del número y la geometría, se sugirió a los hombres los principios de un orden y la forma de hacer mediciones generó el arte de la astrología.
Platónicamente hablando, la sabiduría superior es Ideal y consiguientemente invisible; la sabiduría inferior se manifiesta mediante nuestros trabajos, que todos podemos ver. Así la sabiduría superior se encuentra reflejada en el cielo. Nosotros debemos buscar, real y metafóricamente, como Platón repetidamente nos dice, en el estudio de los cielos, mediante el que nosotros aprendemos los principios eternos de la sabiduría superior. El también nos dice en la República y en el Epinomis que lo que buscamos son las leyes (Iogoi) del cielo, no un análisis de la base material de los planetas y las estrellas.
La sabiduría astrológica esotérica de los antiguos afirmaba que mediante la admiración del cielo nos introducimos en los misterios de la existencia, las leyes de la creación del macrocosmos y el conocimiento del Ego. El ego que intentamos comprender es el Ego Universal. Este Ego Macrocósmico o Universal es el Hombre que fue hecho a imagen de Dios. Es el ser andrógino de las grandes literaturas esotéricas del mundo, “la fuente de la que todo proviene”. Es el “Hombre” medida de todas las cosas. En la tradición astrológica se conoce como Arquetipo o Zodíaco.
Contiene lo masculino y lo femenino, los elementos y los caminos de los siete planetas. El Zodíaco representa, para nosotros, el principio eterno del que proviene todo. El alfa y el omega de toda la existencia, el modelo de toda la creación.
Las doctrinas esotéricas nos dicen que la Dignificación consiste en educar a nuestro ser, mientras todavía está sometido al cuerpo, en el conocimiento eterno. Por ese conocimiento nos hacemos libres.
Su libertad consiste en no dejarse gobernar o torturarse a causa del cuerpo
o los tormentos psicológicos que frecuentemente acompañan la adversidad. El tiene esa libertad porque sabe que él no es esas cosas. La sabiduría superior nos libera al decir, "el principio de la sabiduría es el temor del señor". El miedo al que se refiere puede ser el temor a ponernos en el curso correcto.
Actualmente se dice que todo lo que uno necesita hacer para alterar el destino de uno mismo, es emplear “la imaginación activa”. El punto de vista medieval es que la naturaleza de un individuo no cambia. Por tanto, es improductivo pretender alterar éste o ese aspecto de la personalidad de uno, con la que no se siente bien, o lo que es lo mismo, es improductivo pretender ser algo que no somos.
El único cambio posible para nosotros es la Dignificación, es por lo que sacrificaremos nuestros egos y vislumbramos nuestro verdadero Ego (aceptación incondicional). No podemos tratar de arreglar una parte de nuestro ser o todo nuestro ser, porque nos resulta imposible controlarlo (en todo caso nos torturamos intentando cambiarnos). La verdad es que no actuamos, somos uno mismo con la maquinaria del cosmos que actúa en nosotros. Si fuera verdad todo lo que hoy se afirma, por ejemplo "usted puede ser cualquier cosa que se proponga" entonces nadie seguiría siendo lo que es. La clave está en lo que nos hace reconocibles, y eso es inmutable en nosotros. Es nuestro carácter.
Nuestro carácter no cambia, ni lo hace nuestro destino. Lo único que puede cambiar es nuestra comprensión de ambos.
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