La astrología y con ella la astronomía, en el Occidente Medieval, pasaron por dos momentos clave y radicalmente contrapuestos: el primero, que coincidió con los primeros siglos tras la caída del Imperio Romano de Occidente, de declive y abierta decadencia, y el segundo, a partir de los ss. X y XI, de recuperación y esplendor.En el primer caso, hay que advertir que esa decadencia, que afectó sobre todo a las élites intelectuales –hemos de suponer que debieron seguir existiendo prácticas populares cercanas a la superchería y a la magia–1, fue debida no sólo a la inestabilidad política motivada por las invasiones germánicas y a la desaparición de la cultura y de la enseñanza de tipo clásico practicada hasta entonces2, sino sobre todo a la actitud represiva e intolerante de la Iglesia occidental frente a la astrología, mientras que en Oriente la actitud general fue mucho más tolerante3.En efecto, en su lucha contra cualquier forma de paganismo, superstición e idolatría que pudieran socavar la fe cristiana en una Providencia divina todopoderosa y en el ejercicio por el hombre de su libre albedrío, la Iglesia occidental se empleó a fondo contra todo tipo de prácticas adivinatoriasy mágicas que, entre otras cosas, alimentaban actitudes tan perversas como las propias del fatalismo astral.
https://www.ehumanista.ucsb.edu/sites/secure.lsit.ucsb.edu.span.d7_eh/files/sitefiles/ivitra/volume10/F/3.%20Mac%C3%ADas.pdf
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