"LA PARÁBOLA DE LA RANA HERVIDA"
"Si ponemos una rana en una olla de agua hirviente, inmediatamente intentará salir. Pero si ponemos la rana en agua a la temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 21 a 26 grados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no está en condiciones de salir de la olla.
Aunque nada se lo impide, .................¡la rana se queda allí y se cocina.! ¿Por qué?
Pues parece ser que su aparato interno para detectar amenazas a la supervivencia está preparado para cambios repentinos en el medio ambiente, no para cambios lentos y graduales, por lo que no llega a percibir los cambios de temperatura.
Aunque nada se lo impide, .................¡la rana se queda allí y se cocina.! ¿Por qué?
Pues parece ser que su aparato interno para detectar amenazas a la supervivencia está preparado para cambios repentinos en el medio ambiente, no para cambios lentos y graduales, por lo que no llega a percibir los cambios de temperatura.
Quizá
esto nos parezca increible, y cualquiera de nosotros dirá que a él esto
no le puede pasar. Y ciertamente, lo más problable es que en un corto
período de tiempo seamos capaces de notar estos cambios bruscos que nos
llevan al dolor y que rápidamente reaccionemos para intentar librarnos
de él y volver a la situación inicial. Pero..... ¿y si pensamos en lo
que nos ocurre en nuestras vidas a lo largo de los años? ¿no os parece
que nos pasa algo parecido en muchos ámbitos de nuestra vida? A bote
pronto, se me ocurre que mucha gente, de repente, se ha hecho preguntas
como las siguientes:
-¿qué ha sido del amor por mi pareja, como es que ahora no nos soportamos?
-¿qué ha sido de la ilusión y motivación que tenía cuando empecé en este trabajo?
-¿ cuándo se han hecho mis hijos mayores de repente? o ¿cuándo he perdido su confianza y hemos empezado a distanciarnos?
-¿qué
ha sido de mi salud? ¿Cómo he ganado tanto peso?, ¿cómo puedo tener el
colesterol tan alto?, ¡qué mayor me veo de repente!.
Todas
estas frases y preguntas ya no parecen tan extrañas y seguro que las
hemos escuchado (o dicho) algunas veces o conocemos a personas que las
podrían haber pronunciado. Y es que los cambios graduales,
pequeños pero continuos, tienden a pasar desapercibidos, provocando
graves consecuencias en nuestras vidas. Efectivamente, como le
pasa a la rana de la Parábola, no somos capaces de notar como cada día
nos desviamos un poco más del camino que nos hubiera gustado llevar, y
lo que es más trágico, al no notarlo, no hacemos nada para remediarlo!
Además,
las causas han pasado despercibidas y ya no somos capaces de recordar
donde se ha empezado a torcer todo ni como se podía haber solucionado.
Para los que habéis leido las anteriores entadas, os será fácil entender
de lo que hablo recordando el "efecto mariposa", como con una pequeña
desviación inicial se puede llegar a un punto final muy distinto del
deseado (recordemos también el incrible efecto de la retroalimentación
sobre un insignificante grano de arroz).
El problema de esto es que no hemos incorporado a nuestras vidas el hábito consciente de la "supervisión",
es decir, rara vez nos preguntamos, ¿dónde estoy?, ¿es aquí donde
quiero estar? ¿cómo he llegado hasta aquí? ¿debería estar haciendo otras
cosas?, , preguntas que nos podemos hacer para cualquier ámbito de
nuestra vida. Simplemente, nos dejamos llevar, y al no practicar la
supervisión, solamente notamos aquellos cambios más bruscos que nos
hacen sentir incómodos. En cambio, los pequeños cambios que producen
grandes consecuencias sólo son notados demasiado tarde, cuando ya es
difícil reaccionar. Y es que además, con el paso del tiempo, tenderemos a
responsabilizar de lo que pasa a un montón de circunstancias externas,
pero nunca nos daremos cuenta de que tuvimos en nuestras manos el haber actuado para que "todo fuera diferente" y que con un pequeño cambio nuestra vida quizá fuera muy distinta.
Pero,
¿qué hace falta para practicar la supervisión?. Pues como mínimo, saber
a donde queremos llegar, preguntarnos... dentro de unos años, ¿como
quiero que sea mi vida en pareja?, ¿cómo quiero que sea mi salud a los
cuarenta? o ¿cómo quiero que sea mi relación con mi hijo cuando éste
tenga dieciocho años?. La supervisión significa comparar lo que ocurre
con lo que nos gustaría que estuviese ocurriendo, así que será necesario
clarificar cuál es nuestra visión de futuro sobre los ámbitos
importantes de nuestra vida.
Lo
siguiente en preguntarse es ¿dónde estoy actualmente?. Esta pregunta
será necesaria para marcar el camino posterior. No podemos trazar un
rumbo en nuestras vidas sino sabemos de donde partimos y donde queremos
llegar. Sólo cuando hayamos respondido a estas preguntas podremos pensar
en si estamos haciendo lo correcto o necesitamos cambiar las cosas. ¡Y
ojo!, no estoy hablando sólo de conseguir grandes éxitos y objetivos
profesionales; esto es aplicable a las pequeñas cosas que de verdad
importan (la salud, la relación de pareja, la educación de nuestros
hijos, la relación con nuestros amigos y familiares, etc).
Un
ejercicio útil para coseguir esto sería escoger aquellos ámbitos
importantes en nuestras vidas y preguntarnos ¿dentro de diez años, como
me gustaría que fuese mi vida en este ámbito?, y también ¿si sigo
haciendo lo mismo que ahora, donde estaré dentro de diez años?. La
primera pregunta nos dirá a donde nos gustaría llegar, y con la segunda,
podremos comprobar la desviación que se producirá si no cambiamos de
comportamientos. Esta segunda pregunta es muy útil, ya que en el corto
plazo no podemos observar las consecuencias negativas de nuestro
comportamiento, pero si hacemos una extensión de éste a varios años
vista, las desviaciones (y por tanto el posible dolor) serán más
evidentes.
Como
podéis observar, es fundamental desplazar nuestra atención al largo
plazo. Como los cambios son pequeños, pero granduales y continuos, es
necesario utilizar una visión amplia y habituarse a pensar como las
cosas han cambiado en el último año, en los últimos cinco años, o en los
últimos diez años; pero a la vez, es fundamental aplicar la supevisión
al corto plazo, para asegurarnos de que no se están produciendo las
pequeñas desviaciones, que de pasar desapercibidas, producirán graves
consecuencias en nuestra vida.
Si
tenemos clara la necesidad de hacernos estas preguntas, ya hemos
cumplido con la primera condición para tener una vida más satisfactoria.
La segunda sería acertar con la pregunta....Y ahora ¿cómo hago para
llegar hasta allí?
http://todopuedeserdiferente.blogspot.com/2011/04/la-parabola-de-la-rana-hervida.html
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