El filósofo debería ser un amigo de la Sabiduría, como la misma palabra indica, y el astrólogo no debería ser menos.
El astrólogo necesita de un substrato filosófico sobre el cual edificar su método, mientras que el filósofo no tiene herramientas para demostrar empíricamente sus " verdades ".
Si unimos lo que es esencialmente ser un filósofo, con métodos astrológicos fiables, la combinación puede ser fascinante.
Imaginaos a un amigo de la Sabiduría, que además pueda ser útil más allá de las palabras y de la actitud.
Tambien dicen que las palabras curan, aunque el tono y la manera de decirlas creo que es fundamental.
Hay asesores filosóficos que orientan a sus consultantes desde las distintas perspectivas filosóficas.
En definitiva, que hacer las cosas con buena actitud y disposición es fundamental para la consecución de objetivos satisfactorios.
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