sábado, 11 de marzo de 2017

El concepto helenístico de Destino. Por Robert Schmidt.






Analemma Over the Porch of Maidens




El Concepto Helenístico de Destino



Destino (Sino), lo que los Griegos llamaron Moira, es quizás mejor entendido en este contexto de un principio cósmico de repartición obligatoria activo tanto en los cielos como en la Tierra. No hace a un hombre hombre, o a un planeta planeta, o en alguna manera constituye la esencia de las cosas; luego, no es un principio metafísico en el sentido que concierne al ser en tanto que ser. En cambio, toma como su provincia lo que es generalmente visto como contingente y accidental – asuntos que eran excluidos de una consideración filosófica seria por los filósofos de Atenas mismos como siendo en último término in-inteligibles. Es Moira lo que hace a un hombre tal y tal: de pelo oscuro antes que claro, rico antes que pobre, sano más que enfermo, etc.
Moira es un principio de repartición en tanto que cuenta, divide y distribuye. De todos los posibles eventos que pueden acaecer a los seres humanos, Moira selecciona y distribuye a cada individuo su “debida parte”. Es también Moira la que mide el lapso de tiempo de la vida humana individual y quien arregla que los eventos apropiados sucedan “justo a tiempo”. A su vez, Moira es un principio de re-combinación y síntesis. Une las diversas asignaciones en las diferentes áreas de la vida del individuo en un todo. Desde este punto de vista, una vida humana es un “paquete”. Finalmente, las victorias en la vida de uno solo tienen sentido cuando consideramos las tragedias, las simas cuando consideramos las mesetas. Los varios eventos en una vida humana dada pueden ser realmente reunidos en un todo solo si son vinculantes en un individuo dado – esto es, si Moira le asigna a el o a ella un destino tal. Entonces, desde este punto de vista, el significado último de una vida humana está inextricablemente ligado con el concepto de sino.
En relación a los seres humanos, los planetas son instrumentos de Moira. La astrología Helenística entiende planetas en casas, planetas en signos, y las varias combinaciones entre uno y otro, simbolizando eventos teniendo lugar en el alma cósmica, la que posee todos los poderes de cognición, apetencia, percepción, rememoración etc., de los cuales el alma humana es capaz. No es este el lugar para entrar en la altamente interesante cuestión de la causación celestial en la astrología Helenística. Baste decir aquí que es solo a lo que el alma cósmica anticipa en sus propios trabajos internos a lo cual le es permitido suceder en el reino humano.
Sin embargo, las estrellas y los planetas mismos no están menos sujetos a Moira que los seres humanos. Por ejemplo, es Moira la que divide el círculo eclíptico en doce signos y asigna a cada uno su propio y único rol astrológico en el alma cósmica, lo que constituye su propio destino. Sin la operación de Moira, el zodiaco es simplemente una banda continua de espacio sin ningún obvio comienzo o final, careciendo de todo significado astrológico. Pero es también Moira la que re-combina los signos del zodiaco en un sistema, de tal manera que ellos pueden relacionarse el uno con el otro de acuerdo a triplicidades, cuadruplicidades, etc.
No podemos prescindir del concepto de destino al hablar de astrología Helenística. Todos los conceptos astrológicos y técnicas finalmente derivan su significación y motivación de la articulación del modelo cosmológico subyacente en términos de Moira. Como veremos, es central a la división del zodíaco en doce casas, al mismo tiempo dándoles a estas casas su coherencia e integridad como sistema.
Por supuesto, la idea de un destino fijado es algo que la astrología moderna considera que ha sido ampliamente superado. Y a su manera, es probablemente correcto rechazar la noción de que todos los eventos que les suceden a los humanos están predeterminados. Sin embargo, esta nunca fue la comprensión del destino en los primeros escritos Helenísticos, y sería injusto rechazar la astrologìa Helenística por culpa de una cruda caricatura de su muy sofisticado concepto del destino. Entonces le pediría al lector reservarse el juicio sobre este punto hasta que haya considerado lo que los antiguos astrólogos de hecho querían decir con este concepto.
Se me ocurre que la gente habla algo superficialmente del karma, de las justas consecuencias de las acciones presentes sobre su futuro. Ahora, en el sistema de casas Helenístico, las consecuencias directas que las propias acciones tienen sobre la propia vida son simplemente destino de la casa 10 (o en otros casos, de la casa 4), aunque no hay evidencia de que los astrólogos Helenísticos aquí o en ninguna otra parte ampliaran esta noción para incluir las vidas pasadas o futuras de acuerdo con alguna doctrina de la reencarnación. Puede la astrología caracterizar otros once modos fundamentales de destino? Como el lector descubrirá, Los astrólogos Helenísticos pudieron.

Sigue.....







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