El Concepto Helenístico de Destino
Destino (Sino), lo que los Griegos llamaron Moira,
es quizás mejor entendido en este contexto de un principio cósmico de
repartición obligatoria activo tanto en los cielos como en la Tierra. No
hace a un hombre hombre, o a un planeta planeta, o en alguna manera
constituye la esencia de las cosas; luego, no es un principio metafísico en el sentido que concierne al ser en tanto que ser. En
cambio, toma como su provincia lo que es generalmente visto como
contingente y accidental – asuntos que eran excluidos de una
consideración filosófica seria por los filósofos de Atenas mismos como
siendo en último término in-inteligibles. Es Moira lo que hace a un
hombre tal y tal: de pelo oscuro antes que claro, rico antes que pobre,
sano más que enfermo, etc.
Moira
es un principio de repartición en tanto que cuenta, divide y distribuye.
De todos los posibles eventos que pueden acaecer a los seres humanos, Moira selecciona y distribuye a cada individuo su “debida parte”. Es también Moira
la que mide el lapso de tiempo de la vida humana individual y quien
arregla que los eventos apropiados sucedan “justo a tiempo”. A su vez, Moira
es un principio de re-combinación y síntesis. Une las diversas
asignaciones en las diferentes áreas de la vida del individuo en un
todo. Desde este punto de vista, una vida humana es un “paquete”.
Finalmente, las victorias en la vida de uno solo tienen sentido cuando
consideramos las tragedias, las simas cuando consideramos las mesetas.
Los varios eventos en una vida humana dada pueden ser realmente reunidos
en un todo solo si son vinculantes en un individuo dado – esto es, si Moira le asigna a el o a ella un destino
tal. Entonces, desde este punto de vista, el significado último de una
vida humana está inextricablemente ligado con el concepto de sino.
En relación a los seres humanos, los planetas son instrumentos de Moira.
La astrología Helenística entiende planetas en casas, planetas en
signos, y las varias combinaciones entre uno y otro, simbolizando
eventos teniendo lugar en el alma cósmica, la que posee todos los
poderes de cognición, apetencia, percepción, rememoración etc., de los
cuales el alma humana es capaz. No es este el lugar para entrar en la
altamente interesante cuestión de la causación celestial en la
astrología Helenística. Baste decir aquí que es solo a lo que el alma
cósmica anticipa en sus propios trabajos internos a lo cual le es permitido suceder en el reino humano.
Sin embargo, las estrellas y los planetas
mismos no están menos sujetos a Moira que los seres humanos. Por
ejemplo, es Moira la que divide el círculo eclíptico en doce signos y
asigna a cada uno su propio y único rol astrológico en el alma cósmica,
lo que constituye su propio destino. Sin la operación de Moira, el
zodiaco es simplemente una banda continua de espacio sin ningún obvio
comienzo o final, careciendo de todo significado astrológico. Pero es
también Moira la que re-combina los signos del zodiaco en un sistema, de
tal manera que ellos pueden relacionarse el uno con el otro de acuerdo a
triplicidades, cuadruplicidades, etc.
No podemos prescindir del concepto de
destino al hablar de astrología Helenística. Todos los conceptos
astrológicos y técnicas finalmente derivan su significación y motivación
de la articulación del modelo cosmológico subyacente en términos de Moira.
Como veremos, es central a la división del zodíaco en doce casas, al
mismo tiempo dándoles a estas casas su coherencia e integridad como
sistema.
Por supuesto, la idea de un destino fijado
es algo que la astrología moderna considera que ha sido ampliamente
superado. Y a su manera, es probablemente correcto rechazar la noción de
que todos los eventos que les suceden a los humanos están
predeterminados. Sin embargo, esta nunca fue la comprensión del destino
en los primeros escritos Helenísticos, y sería injusto rechazar la
astrologìa Helenística por culpa de una cruda caricatura de su muy
sofisticado concepto del destino. Entonces le pediría al lector
reservarse el juicio sobre este punto hasta que haya considerado lo que
los antiguos astrólogos de hecho querían decir con este concepto.
Se me ocurre que la gente habla algo superficialmente del karma,
de las justas consecuencias de las acciones presentes sobre su futuro.
Ahora, en el sistema de casas Helenístico, las consecuencias directas
que las propias acciones tienen sobre la propia vida son simplemente
destino de la casa 10 (o en otros casos, de la casa 4), aunque no hay
evidencia de que los astrólogos Helenísticos aquí o en ninguna otra
parte ampliaran esta noción para incluir las vidas pasadas o futuras de
acuerdo con alguna doctrina de la reencarnación. Puede la astrología
caracterizar otros once modos fundamentales de destino? Como el lector
descubrirá, Los astrólogos Helenísticos pudieron.
Sigue.....
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