Luis Miguel Vicente García
Universidad Autónoma de Madrid
Resumen
Se estudian las reacciones de los primeros
pensadores cristianos frente a la astrología, los antecedentes clásicos
en que se basaron, y el posterior aprovechamiento de los símbolos y
arquetipos astrológicos por la filosofía y literatura del humanismo
cristiano.
Antecedentes Clásicos
En general los historladores de la
astrología coinciden en señalar las antiguas civilizaciones de
Mesopotamia y del Nilo como la cuna de la astrología occidental. Las
estrellas eran consideradas en estos pueblos de la Antigüedad como la
fuente de todos los cambios y también como signos que podían
interpretarse. La adivinación por los astros entre los sacerdotes
babilónicos se centraba en profecías de carácter primitivo, tomando como
base los eclipses, y se centraban en la vida de los reyes. Este pueblo
hacia también predicciones meteorológicas de acuerdo con el color de los
planetas al levantarse o al ponerse. Paulatinamente el campo de acción
de la astrología se extendió a los sucesos cotidianos y amplió su
difusión soclal. Los Zigurats o
templos mesopotamicos, con sus siete divisiónes, reproducían los siete
planetas del cielo; en ellos se desarrollaron cálculos matematicos de
cierto avance que contribuyeron al establecimiento de un calendario en
Occidente. Los planetas fueron divinizados por los mesopotamicos, que
concibieron, sobre la base de la regularidad de sus movimientos, una
especie de «determinismo universal» Saturno, en especial, era tenido
como el rey del cielo.
Los griegos y romanos consideraban a Berosus,
sacerdote del templo de Bel en Babilonia, como el más antiguo autor de
tratados de astrología. En cuanto a la civilizacion egipcia, no ha sido
posible determinar hasta el momento cual sería su contribución original
al saber astrológico, pero lo cierto es que esta disciplina tuvo entre
ellos un cultivo más desarrollado que entre los mesopotamicos, de los
que tomarían la iniclativa. La tradición astrológica más importante
atribuida a los egipcios son los Libros de Hermes Trimegisto,
al que se consideraba como el padre de la astrología; los libros
herméticos tuvieron una inmensa difusión en el Occidente medieval; a Hermes se le atribuía la división del zodíaco en doce casas. Pensadores cristianos como Clemente de Alejandría y Eusebio
testimonian, en época tardía, el prestigio y el enorme cultivo que
tenía la astrología entre los egipcios. Eran los planetas para estos los
causantes del fin de las monarquías, las pestes, las revoluciones y los
fenómenos naturales como los terremotos, las lluvias, etc. Está también
documentada la costumbre de hacer horóscopos individuales entre los
egipcios, ao menos en época tardía: contamos con el testimonio de Proclus, un filósofo griego neoplatonico del siglo V.
Mucho material astrológico de estas civilizaciones sobrevivió en Grecia en la compilación de Ptolomeo
(siglo II). Pero los griegos en general no demostraron interés por la
astrología babilonica, si no es en su desarrollo mitológico, filosófico o
religioso. La astrología en cuanto a ciencla de la adivinación sólo se
extendio en el mundo helenico despues de las conquistas de Alejandro
Magno, con la incorporación de los conocimientos de las civilizaciones
conquistadas (la caldea, la persa, la egipcia y la india).
Grecia tenía una serie de tradiciónes
filosóficas conio el pitagorismo -cuyas teorías sobre la música de las
esferas parecen estar relacionadas con estudios astrológicos egipcios- o
el estoicismo, que constituían un sustrato idóneo para aceptar las
teorías astrológicas.
Los estoicos eran, por otra parte, dados a
las adivinaciónes de todo tipo. Era general en las escuelas filosóficas
griegas distinguir entre el cielo y la tierra como en la base de toda
la fiIosofía china.
Con Platón se difunde la
idea de que los cuerpos celestlales eran de diferente naturaleza que los
terrestres. Los celestes eran divinos, inmortales, poseedores de
inteligencla y alma. De la tradición platonica hereda Orígenes la idea de la jerarquía de los cuerpos celestes dotados de alma.
Por otro lado, Aristóteles
también defendía la diferencia entre una región sublunar y otra
supralunar; la luna marcaba el limite entre una región y otra. Un cuerpo
del mundo celestlal era eterno y tenía movimiento circular mientras que
los cuerpos terrestres se movían en línea recta (De Caelo 1 – III).
Estos últimos estaban además compuestos por los cuatro elementos
-tierra, agua, aire, fuego- mientras que los celestes están formados de
un quinto elemento, el éter, o quinta esencia, de naturaleza mucho más
noble (De Caelo 1 – III). Los cinco
elementos eran considerados cuerpos simples y tenían su movimiento
apropiado con relación al centro y a los otros elementos; movimiento que
podia ser circular o en línea recta hacia arriba o hacia abajo. El éter
se movía circularmente alrededor del borde que separaba a la región
sublunar de la celeste. El fuego, el elemento más ligero de los
terrenales, se veía impulsado por su naturaIeza, a ocupar la parte más
alta del mundo sublunar, con un movimiento hacia arriba. EI aire también
se movía hacia arriba y tendía a quedarse en la región inmedlatamente
inferior a la del fuego. Por debajo del aire estaba el agua, que junto
con la tierra se caracterizaba por tener un movimiento hacia abajo,
contrario al del aire y el fuego. La tierra, en último Iugar, era el
elemento más pesado. La posición que ocupaba un cuerpo en el Universo
era determinada de acuerdo con la naturaleza de su movimiento -hacia
arriba, abajo, o circular-; de ese modo cada cuerpo ocupaba su propio
Iugar en el Universo. Aristóteles tiende a dividir el
mundo en cinco niveles delimitados por el movimiento de los cinco
elementos. La región celeste se movia en un eterno movimiento circular,
que era la causa de los cambios: que ocurrlan en la tierra. Las
estrellas fijas constituían el principio de permanencla, mientras que el
movimiento de los planetas -sobre todo el del Sol, y a mucha mayor
distancia, la Luna-originaban el principio del cambio. Los astros
evitaban además que cada cuerpo se saliera de su lugar. Pero en la
región sublunar no se dan los cuatro elementos en su forma pura; lo cual
quiere decir que tampoco tienen los cuerpos formados por estos
elementos un movimiento puro (De Generatione 23-28).
En cambio, los planetas, compuestos de éter, tenían un movimiento
propio puro y eterno, sin que las cosas del mundo terrestre pudieran
influir en ellos.
No todas las escuelas filosoficas de la
Antigiiedad aceptaron la teoría de la quinta esencia. Los estoicos no
admitlan que la matería que formaba la región celestlal tuviera que ser
distinta de los cuatro elementos que conformaban la región sub lunar.
Para ellos, el estudio de la naturaleza podia llevar a la predicción; al
conocer el mundo que rodea al hombre, y establecer sus leyes, el hombre
se libra del miedo, y se conforma con su destino; no en el sentido de
la resignación cristiana, sino por conocer las leyes de la naturaleza y
poder vivir aceptándolas. La astrología era en ese sentido un arte
preciado para los estoicos, pues les permitía tratar de entender las
leyes del mundo y obrar en conformidad con ellas. Además, como bien ha
señalado Anderson, los arquetipos universales de la
astrología atraían más a los estoicos que otros aspectos triviales o
cotidianos. Los estoicos, tanto como Platón o Aristóteles, daban pie a la aceptación de las doctrinas astrológicas.
El Timeo de Platón,
con su supervivencia a través de la Edad Media, fue una fuente de
autoridad constante para los astrólogos y para los practicantes de las
ciencias ocultas en general. En este libro el filósofo expresaba la
concepción del mundo como un organismo vivo, cuyas partes estaban
estrechamente relacionadas; presentaba además un tipo de teoría de la
emanación en términos astrológicos: el alma desciende de los cielos a
través de los dioses planetários que le prestán cada uno sus propios
dones. Toda la organización del mundo de la matéria depende de una
Inteligencia Ordenadora, la inteligencla de Dios (Timeo).
Esa inteligencia es la que establece el criterio de la jerarquía,
ordenando las cosas en una escala ascendente, de menor a mayor
inteligencia. En un orden tal, ha señalado finamente Anderson, el
énfasis recae sobre las ideas en sí mismas y no sobre los fenómenos
fisicos, que sólo importan en la medida en que demuestran la
Inteligencia que les da razón de ser.
Estas explicaciones astrológicas del Timeo llegaron hasta la Edad Medla a través de los comentários de Calcidus y Macrobius. Los platónicos, como se verá en el caso de Plotino,
no aceptaron, sin embargo, que los planetas fueran la causa de los
destinos humanos sino tan sólo signos que ilustraban las
correspondencias entre el microcosmos y el macrocosmos, solución que aún
mantendrán los neoplatónicos renacentistas como Marcilio Ficino. También el Timeo
influyo enormemente en los primeros pensadores cristianos. La
importancla de las teorías físicas aristotélicas para la aceptación de
la astrología por el cristianismo fue un fenómeno sobre todo de los
siglos XII y XIII.12
12 La aportación de la astrología árabe se estudia en «Una
nueva filosofia de la astrología en los siglos XII y XIII: el impacto
de las traducciones del árabe y Ia postura de Santo Tomás de Aquino». Revista Española de Filosofia Medieval. Universidad de Zaragoza (2002): 249-264.
En cuanto a la astrología propriamente dicha, Eudoxo de Cnido,
autor de una teoría sobre los círculos concéntricos, parece ser el
primer autor que escribió en griego sobre temás puramente astrológicos.
Su influencia se hace patente en autores como Gémino de Rodas, cuya Introducción a los fenómenos fue comentada por Hiparco
(siglo II a. d. C.), fundador de la trigonometría, quien descubrió la
precesión de los equinoccios, es decir, el movimiento retrógrado de los
puntos equinocciales. Sin embargo, no fue hasta Ptolomeo, en época ya de dominación romana -siglo II- cuando la astrología griega se sistematizo en unos tratados, el Tetrabiblos y el Centiloquium,
que habrían de influir a toda Europa hasta el siglo XVII, en que las
teorías heliocéntricas sustituyen el geocentrismo de la visión
astrológica ptolemaica.
Ptolomeo adapta las ideas de Aristóteles, pero decide fundamentar la astrología, como muy bien ha señalado Wedel,
no tanto con criterios filosóficos como apoyándose en la astronomia, lo
cual era un intento de seguir La línea «científica» aristotélica y
ofrecer una explicacion racional del mundo, en vez de una visión
mística, como la de Platón. Ptolomeo
desarrolla la teoría de los signos, los planetas, las casas y los
aspectos zodlacales; distingue una astrología de predicción de sucesos
generales y otra individual; para las predicciónes generales divide la
tierra en siete climás, cada uno bajo la influencia de su propio planeta
y constelación. Estas entidades para él tienen una potencla más fuerte
que las individualidades humanas, tienen tal poder que pueden, por
ejemplo, determinar el color de una raza o la historia de una comunidad.
La concepción del Cosmos en Ptolomeo
prescribía una tierra estática alrededor de la cual giraban las
estrellas. Cada casa zodlacal significaba un aspecto de la vida humana, y
su valor dependia del planeta -fortunado o infortunado- que estuviera
en ellas en el momento del nacimiento. Este tipo de astrología, basada
en una minuciosa correspondencia entre las observaciones astronomicas y
el dominio de lo humano, era, en cierto sentido, una radicalización de
las teorías peripatéticas y tuvo un enorme éxito en lo sucesivo, hasta
la caída del Imperio Romano y la preponderancia de la Iglesia. No
obstante, también conto con sus detractores desde muy temprano.
En Grecia, hacia el siglo II de nuestra
era, los escépticos desarrollan una serie de argumentos contra la
astrología que proporcionan un modelo en toda diatriba posterior, desde Cíceron a San Agustín:
como explicar, por ejemplo, las diferencias de destino entre los
gemelos que nacen a una misma hora o cómo explicar los holocaustos o las
tragedias colectivas de seres con diferentes horóscopos. Jacques Halbronn y Wedel atribuyen la primera formulación lógica de estos argumentos al griego Carneades en el siglo II a.C., miembro de la Nueva Academia.
Frente a los ataques de Carneades surgio la defensa de Posidonius -135 a.C.- que, junto con Ptolomeo y los estoicos, respondia a las objeciones contra el arte astrológico. Los argumentos de Carneades, a falta del texto original, se conservan en las referencias de Cicerón De Divinatione, y en el libro quinto de De Civitate Dei, de San Agustin.
El propio Cicerón, en su juventud, tradujo al latin un poema de Arato de Soli, los Phaenomena, escrito alrededor de 270 a.C., en el que se explicaba el sistema de Eudoxo. Este poema, admirado tanto por griegos como por romanos, fue comentado por Higinio, amigo de Ovidio.
La astrología medica tuvo también una posición importante entre las ciencias de estos tiempos. Se leía el Iibro de Hipócrates, De aere, aqua et locis,
obra influida por los pitagoricos que discute con detalle el valor de
la astrología y sus pronósticos en la medicina. Por su parte, la escuela
de medicina de Alejandria utilizaba las prognosis, diagnosis e higiene
astrológicas en sus métodos.
Con la dominación romana, la astrología
extiende sus fronteras por todos sus territorios. Esta ciencia, a pesar
de algunos intentos para proscribirla durante el Imperio Romano, captará
la atención de todas las clases sociales, aunque no faltaron
detractores como Cicerón (De Divinatione) o Lucrecio (De Natura Rerum),
empeñados en defender el libre albedrío que sentian incompatible con
los conocimientos de la astrología, desde la filosofía o desde la
sátira. Catón el Censor (234-149 a.C.) amonestaba a los romanos para que
se guardaran de las influencias de los sacerdotes caldeos, y el pretor
Cneio Cornelio Hispalo expulso en el año 139 a.C. a los astrólogos de
Italia.
Pero, en general, la estima de los
astrólogos crece en esta época tanto que llegan a tener incluso una
función política como consejeros de los emperadores o de los grandes
señores. Julio César se servía constantemente de augures y César Augusto
protegió la astrología. De hecho, el primer tratado romano sobre este
arte, la Astronomica de Marco Manilio (45 a.C.) fue dedicado a este emperador.
La astrología sobrevivió épocas de persecución en tiempos de Claudio y de Vespasiano, pero floreció bajo otros reinados. Asi, en tiempos de Tiberio y de Néron, el astrólogo Trasilo y su hijo ocuparon altos cargos politicos. A la muerte de Marco Aurelio, los astrólogos eran ya personajes importantes en la corte imperial, y en tiempos de Constantino, el notario imperial Julio Firmico Materno
escribió sus Matemáticas, en ocho libros que trataban del poder y la
influencia de las estrellas. Esta obra tuvo una gran influencia hasta
entrado el Renacimiento. San Agustín da cuenta de la
difusión y aceptación general de la teorías astrológicas todavia en su
época. Uno de los últimos autores de tratados de astrología del mundo
antiguo fue Juan Lorenzo -conocido también como Lido- de Filadelfia (490-565).
Plotino es caso aparte.20
Gracias a ellos pensadores cristianos podrán enfrentarse al tema de la
astrología con mayor profundidad y liberarse de prejuicios nacidos de
una temerosa ignorancia. Plotino les dará a los artistas que siguen la línea de Dante
-a los humanistas neoplatónicos- la libertad para usar los arquetipos
astrológicos como símbolos de la belleza del universo, sin la necesidad
de verlos bajo el esquema causa-efecto que tantos problemas planteaba a
los cristianos sobre el tema del libre albedrío.
20 Traté de la aportación de Plotino al problema de la astrología en «Plotino y el problema de las estrellas: una solución para los neoplatónicos» Revista Española de Filosofía Medieval. Universidad de Zaragoza (2000): 189-196.
Sigue......
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