El diálogo más común en estos días se puede resumir en dos preguntas:
¿Qué les has pedido a los Reyes / Papá Noel?
Pero, ¿Te has portado bien?
La condición indispensable para que los Reyes sean efectivos es una conducta adecuada a los parámetros paternos.
Sólo a modo de reflexión, desglosamos muy brevemente algunas de las consecuencias de tal afirmación:
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¿Nuestra forma de educar se basa en un comercio? Estamos enseñando a las criaturas a comportarse como comerciantes, a que ese bien se convierta en un medio (para alcanzar un objeto) antes que en un fin.
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¿Dónde está el criterio? Con el chantaje comercial dificultamos que los pequeños cuestionen esa polaridad bien/mal y olvidamos que son, justamente, la renovación que facilita y provoca nuestro propio cuestionamiento.
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¿Qué es el amor? ¿Un intercambio de conducta por objetos?
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¿Estamos asumiendo que sólo nos queda el chantaje para enseñar a nuestros hijos?
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Todavía jugamos a la polaridad bueno/malo mostrando a nuestros hijos una idea de mundo simplificada, maniquea, perdiendo la ocasión para enseñarles que cada ocasión requiere una mirada amplia desde la que poder discernir qué es lo conveniente.
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Convertimos los Reyes Magos, el Papá Noel y otras muchas ocasiones (cumpleaños) en artilugios disciplinarios a través de los cuales exigir comportamientos afines a nuestros criterios, enseñando a través del premio-castigo.
Recordemos
que los Reyes Magos/Papá Noel ofrecen los regalos al niño como una
muestra de amor y, como tal, sin pedir nada a cambio. Los pequeños son
la renovación, una buena nueva que viene a renovar, rejuvenecer y
reformar el mundo. Aprovechemos esta ocasión para cuestionar nuestras
cosmovisiones y transfigurar nuestra mirada adulta.
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