Astrología, Astronomía y Filosofía de los Principios en Platón
Francisco Leonardo Lisi
Universidad de Salamanca
El trabajo destaca la importancia de la
astronomía en la filosofía platônica analizando su posición en la
República: constituye, con la aritmética, la geometría y la
estereometría, el quadrivium introductorio en la educación de los
guardianes.
Pero, para Platón, la
astronomía tiene no sólo un interés teórico, sino también práctico. Sus
teorías astronómicas están vinculadas con la llamada “filosofía no
escrita”. Se estudia aquí esta concepción platónica de la astronomía en
ambos niveles, teórico y práctico, a través del análisis de ciertos
pasajes y se señala su significación para la ética.
I. Introducción
La filosofía platónica tiene uno de sus aspectos más característicos en la íntima unión entre astrología y astronomía. La forma en que Platón fundió ambas disciplinas en una sola doctrina determinó, en gran parte, la valoración que posteriormente se hiciera de su pensamiento. Para unos, fue la cumbre de la ciencia y la filosofia griega, para otros, un gran mistificador. En el primer caso se ve en él un hito en la investigación matemático-astronómica. En el segundo, un pensador que no hace sino repetir las mistificaciones numéricas y astrológicas de los pitagóricos, carentes, por cierto, de todo valor científico y, en el caso de la religión astral, contrarias al progreso defendido por la filosofía jonia y especialmente por Anaxágoras que veía en los astros simples cuerpos celestes. Ni unos ni otros han reparado en la importancia de la astrología para Platón, aunque astrología y astronomía formaban en la Grecia clásica una unidad, como lo muestra la definición que da Ptolemeo de la ciencia de los cuerpos celestes, según la cual ésta se divide en dos: en la comprensión de las formas que adquieren los movimientos de los astros (astronomía) y en la observación de los cambios que sus características naturales producen en las cosas (Tetrabiblos).
De hecho, se espera aún un trabajo que se
dedique a analizar a fondo las conexiones entre astronomía, astrología y
filosofía de los principios. La doctrina astronómica del ateniense
aparece a la manera de relatos míticos y se tiende a considerarla aparte
de la ontología, la ética y la política. En el mismo Platón,
sin embargo, son abundantísimos los textos que ponen en conexión los
fenómenos astronômicos con la ética y la política desde una perspectiva
que actualmente consideraríamos astrológica. La tradición indirecta
menciona que era una parte central de la teorización académica. Como lo
muestra el mosaico de Nápoles, en el que la actividad em el seno de la
Academia es representada por medio de una discusión sobre los cuerpos
celestes, lo que más había trascendido de la filosofía esotérica eran
las preocupaciones astronómicas de los integrantes del círculo
académico. Es sabido, también, que Platón intervino
activamente fomentando la formulación de teorías astronómicas que dieran
una explicación de los movimientos de los planetas.
La preocupación platónica por la
astronomía se refleja en el lugar que ocupa en el curticulum de la
República. Junto a la aritmética, la geometría y la estereometría forma
el quadrivium que ha de posibilitar el conocimiento dialéctico y
filosófico. Mas no es sólo un interés teórico el que tiene Platón por la ciencia de los astros. Su teoría posee, ante todo, implicaciones político- éticas.
De la amplia problemática, lo que sigue
analiza tan sólo algunos ejemplos significativos del plano teórico y del
ético-práctico. Se han de considerar las doctrinas astronómicas de la República, el Timeo y las Leyes y las así llamadas ‘leyes del destino’ en el Timeo, las Leyes y el Fedro, concepción que luego, en la filosofia estoica, alcanza una importancia tal que είμαρμένη llegó a ser sinónimo de astrología.
II. La Concepción Astronómica de Platón
La teoría astronómica de Platón, como la de toda la Grecia clásica, surge como intento de explicación de los movimientos planetarios. El origen astrológico de esta preocupación es indudable. La astrología antigua no tenía como objeto los movimientos y velocidades de todos los cuerpos celestes, sino principalmente de los así llamados planetas (luna, sol, Venus, Marte, Mercurio, Júpiter y Saturno), especialmente las dos luminarias principales, en el zodíaco.
República. 10.616 B -617 D
El diálogo filosófico político más importante de Platón, la República,
finaliza con un mito puesto en boca de un armenio, Er, que relata la
justicia cósmica que hace que los injustos reciban un castigo en el más
allá. En este marco se inserta una descripción del sistema celeste. Las
almas llegan a una llanura, en la que permanecen siete días, partiendo
al octavo.
Luego de cinco días de marcha encuentran
una luz recta que atraviesa de arriba a abajo el firmamento y la tierra
como un pilar. En el centro están los extremos de sus hilos que se
extienden desde el cielo a la tierra uniendo el universo, semejantes a
los cordeles que unen el casco de una trirreme.
El huso de Ananke,
que es el que hace girar las revoluciones de los cuerpos celestes,
tiene una nuez que lleva en su interior otras siete encastradas que en
sus bordes tienen forma de círculo. Si se enumeran del exterior al
interior, la primera tiene el círculo superior más ancho. Siguen en
orden decreciente de anchura del círculo superior: la sexta, cuarta;
octava, séptima, quinta, tercera y segunda. En cuanto a la luminosidad
el orden es el siguiente: el más grande es el más luminoso; el séptimo,
el más brillante, mientras que el octavo recibe la luz de él. El segundo
y el quinto son semejantes entre sí y más amarillos que el séptimo y
octavo. El tercero tiene el color más blanco, el cuarto es rojo y el
sexto es el segundo más blanco.
El huso de la Necesidad gira de manera
circular y uniforme, mientras que los siete círculos interiores poseen, a
su vez, un lento movimiento contrario al movimiento general. De ellos,
el más rápido es el octavo. Quinto, sexto y séptimo son los segundos más
veloces. El tercero más veloz es el cuarto. El tercer círculo es cuarto
más veloz. El más lento es el segundo. Sobre cada uno está montada una
sirena que gira con él y emite un tono. De las ocho surge una única
armonía. El huso gira en el regazo de Ananke.
Alrededor están sentadas las Moiras sus hijas, Láquesis, Cloto y
Atropo, cada una en un trono. Las tres entonan un himno armonizando con
las sirenas. Láquesis canta lo que sucedió, Cloto lo que sucede y Átropo
lo que va a suceder. Cloto gira la revolución exterior del huso
tomándolo con la mano izquierda y hace transcurrir el tiempo. De la
misma manera, Átropo hace girar las revoluciones interiores con la mano
izquierda. Láquesis toma ora una ora otra con una u otra mano.
Interpretación
En la descripción se pueden diferenciar claramente tres partes:
— En la primera se decribe el panorama general de la cosmología (616 B 1 C 7) que culmina en la
— parte media (616 C 7 – 617 A 4) con una descripción estática del ordenamiento de las órbitas astrales,
— cuyo movimiento es representado en la
última parte tanto desde la microperspectiva de la nuez cuanto de la
macrovisión del conjunto cósmico del cual el huso de Ananke es sólo una parte (617 A 4 -D 1).
Las dificultades con las que ha tropezado
la interpretación de este pasaje tienen que ver en gran medida con el
entrelazamiento de lo que podría denominarse logos y mito. La clave
interpretativa está en la relación de analogía entre el cosmos y el
huso. De la correspondencia de cada uno de los elementos dependerá la
aclaración del todo.
En primer lugar, el rayo de luz que
atraviesa el cielo y la tierra corre paralelo a la barra del huso y
representa el hilo, lo mismo que los lazos que salen de su centro
corresponden en el huso normal al ovillo de hilo que se va formando. La
luz, por lo tanto, entrando por el gancho superior del huso y
deslizándose de forma paralela a la barra llega hasta la tierra , por un
lado, y se despliega alrededor del universo limitándolo y
conteniéndolo. La forma que adquiere el universo así delimitado es la
esférica. La luz representa al alma del mundo que aparecerá en el Timeo.
El rayo de luz corresponde a la estrella polar y marca el polo celeste.
Esta interpretación de la organización cosmológica se adecua a la que
diera en la antigüedad Teón de Esmirna que consideraba el rayo de luz
como el eje del mundo y se corresponde también con la de otros
intérpretes que veían el cosmos con forma de cilindro recto.
La sucesión de cuerpos celestes es la misma del Timeo,
del exterior al interior: estrellas fijas, Saturno, Júpiter, Marte,
Mercurio, Venus, sol, luna. El esquema platônico presupone, tal como lo
ha demostrado el análisis de W.G.Saltzer, la existencia de tres movimientos dentro del universo:
— Uno de oriente a occidente que es el de
todo el cosmos y coincide con el movimiento de rotación de la esfera de
las estrellas fijas.
— Otro de occidente a oriente
correspondiente a los planetas y más lento que el anterior, variable de
esfera en esfera con un orden de velocidad creciente de exterior a
interior, siendo la velocidad de movimiento de la quinta (Mercurio),
sexta (Venus) y séptima (sol) nueces igual.
— Un movimiento excéntrico propio de cada
planeta en el mismo sentido que el anterior que explica las diferentes
magnitudes de las nueces y sirve para aclarar la diferencia de tamaño y
luminosidad que muestran las apariciones de los respectivos astros.
La tierra, representada por la barra que
atraviesa la nuez, está dotada también de un movimiento de rotación que
es el que posee todo el huso (στρέϕεσθαι δέ αύτόν έν τοϊς τής άνάγκης γόνασιν). El pasaje de la República
finaliza con una visión cosmológica que se acerca a la astrología. Las
tres Parcas cantan en himnos el destino pasado, presente y futuro en
armonía con la música de las esferas celestes proveniente de las
sirenas.Cloto, que hace girar la esfera correspondiente a las estrellas
fijas, ocasiona con su movimiento el pasaje del tiempo, una nueva
alusión a la dimensión astronómica del pasaje.
Resumiendo, se trata de una cosmología
estrechamente relacionada con el aspecto astrológico-ético. En primer
lugar, el marco mitológico en el que está inserta debe ilustrar el
porqué de los destinos que tienen las almas dentro del orden universal.
Además, la descripción deja entrever un universo de forma esférica que
rota sobre sí mismo y cuyo centro es la tierra. Ésta está provista de un
movimiento de rotación en tanto lo hace todo el universo, pero se
encuentra fija desde la perspectiva terrestre. Los planetas, por el
contrario, poseen un movimiento contrario al del universo en su conjunto
y cada uno por separado rota excéntricamente con respecto al eje de
rotación del cosmos.
Timeo. 32 C 5 -39E2
La relación del pasaje de la República con la cosmología del Timeo ha sido notada en repetidas oportunidades. Ya la obra de H.J.Krámer había considerado el lugar como una ‘preparación’ del Timeo. Su importancia para la astronomía del diálogo sobre la física fue trabajada en profundidad por el estudio de W.G.Saltzer, antes citado y por van der Waerden.
El demiurgo construye el cuerpo del mundo
de la totalidad de los cuatro elementos (fuego, aire, agua, tierra) y le
da forma esférica, lisa en su exterior, y de los siete movimientos
posibles le dio el más apropiado al noús y a la phronesis:
el movimiento de rotación. El alma del mundo fue colocada en el centro
del cuerpo, extendida por todas partes y cubriendo, además, todo el
exterior. La construcción del alma del mundo se lleva a cabo de la
siguiente manera:
A) El
demiurgo mezcla tres pares de elementos (ser inmutable e indivisible y
ser corporal divisible; naturaleza de lo mismo indivisible y naturaleza
de lo mismo divisible; naturaleza de lo otro indivisible y naturaleza de
lo otro divisible), de los que hace tres sustancias intermedias. De
éstas vuelve a hacer una mezcla final.
B)
Luego procede a la partición de la sustancia creada de la que surgen dos
series de proporciones geométricas de dos y de tres, cada uno de estos
intervalos tiene a su vez dos medios, uno que supera y es superado por
los extremos en la misma proporción y otro que se diferencia de ellos
por el mismo número. De estas uniones, surgieron intervalos de 3/2, 4/3 y
9/8. El demiurgo ocupó todos los de 4/3 con los de 9/8, quedando un
intervalo restante de 256/243. Con esto gastó toda la mezcla.
C)
Corta en dos el nuevo compuesto en longitud y une las dos partes por el
centro en forma de X, dobla cada parte en círculo y une sus extremidades
y les impone a ambas un movimiento circular.La revolución exterior
pertenece a la naturaleza de lo mismo, la interior a la de lo otro. La
primera posee la fuerza y se mueve por el lateral hacia la derecha, la
otra lo hace diametralmente hacia la izquierda. A ésta la volvió a
dividir seis veces en siete círculos desiguales según cada uno de los
seis intervalos dobles o triples, e imprimió a tres una velocidad igual,
mientras que a los cuatro restantes les dio velocidades desiguales
entre sí y con los otros tres, pero todos eran movidos en proporción (33
B 9 -36 D 7).
Finalmente, para asemejar más la copia al
modelo hizo el tiempo como imagen eterna que avanza según el número del
modelo que permanece eterno y uno. Para ello, creó el sol, la luna y los
otros cinco planetas para ser división y guardianes del tiempo y los
colocó en las revoluciones del período de lo otro: la luna, en la
primera órbita alrededor de la tierra, el sol, en la segunda, Venus y
Mercurio en las que marchan a la misma velocidad del sol, pero con la
potencia contraria a él, por lo cual a veces se alcanzan y son
alcanzados mutuamente el sol, Mercurio y Venus.Timeo no especifica los
lugares y causas en los que son colocados los otros planetas y deja el
tratamiento para un momento posterior. Dios les da unidad com un alma.
Según la revolución de lo otro, que es lateral, a través de la
revolución de lo mismo que es la dominante, el astro que recorre la
órbita más pequeña es más rápido y el que recorre la más grande es más
lento. Pero el que se mueve más rápidamente desde la perspectiva de la
revolución de lo mismo, parece ser alcanzado por los que marchan más
lentamente, aunque en realidad es él el que alcanza a los otros. La
revolución de lo mismo retuerce a todos los círculos de los astros em
forma de espiral porque avanzan en dos direcciones contrarias al mismo
tiempo, de manera que el que se aleja más lentamente de ella, que es la
más rápida, parece estar más cerca. El demiurgo colocó el sol en la
segunda de las órbitas para que hubiera una medida clara de las
velocidades relativas, los astros marcharan las ocho revoluciones,
iluminara todo el cielo y los seres vivientes participaran del número
aprendiendo de la revolución de lo mismo y semejante. Así surgió el día y
la noche, el período de la rotación más racional y unitaria. El mes
cuando la luna, girando en su órbita, alcanza al sol y el año cuando el
sol ha girado toda su órbita.
Interpretación
La creación del mundo en el Timeo posee la misma estructura que el pasaje del mito de Er analizado anteriormente:
— En un primer movimiento se da una visión
de conjunto de la forma y constitución del cuerpo y del alma del cosmos
(32 C 5 -34 B 9)
— que desemboca en la creación del ecuador
celeste (órbita de lo mismo) y de la eclíptica (círculo de lo otro) con
las siete órbitas planetarias (34 C 10 – 36 E 7)
— y después de un pequeño excurso sobre la
capacidad cognoscitiva del alma retorna el problema astronómico unido
ahora al del tiempo y el devenir (dimensión astrológica).
La forma esférica que se le otorga al cuerpo del universo está en concordância con la imagen del huso explicitada en la República.
A. Sin
embargo, las dificultades mayores de este pasaje se encuentran en la
interpretalión que se dé a la creación del alma del mundo. En primer
lugar, se discute desde la antigüedad qué sustancias la forman. Algunos
han querido ver ya un atisbo de la famosa doctrina no escrita de Platón y K. Gaiser
ha intentado conectar la constitución del alma con la sucesión
dimensional (número, línea, superficie, sólido). El pasaje aristotélico
aducido a ese fin (De anima 404 b 16-27) deja en claro solo que aquí Platón
construye el alma del mundo con los mismos elementos que la realidad:
el elemento inteligible o ideal y el sensible o material. Una lectura
atenta del texto deja entrever que los tres elementos principales,
ousía, naturaleza de lo mismo y de lo otro, son mezclados en sus
expresiones ontológicas indivisible y divisible. Si se aplica el esquema
del Filebo, es evidente que se
trata de una mezcla de límite y de ilimitado, lo que por cierto remite a
la doctrina no escrita, tal como la conocemos por los testimonios
indirectos. El principio de límite proviene del mundo noético y es
posible identificar los cinco géneros supremos del Sofista: Ser, movimiento, descanso, lo mismo y lo otro.
Lo más importante para nuestro tema es que
el alma, hecha de los mismos principios ontológicos que el mundo, va a
dar origen a las órbitas celestes y ha de ser principio del movimiento
rotativo del mundo, algo que ya había sido observado en la imagen del
huso de Ananke. De allí que sea preciso considerar más atentamente los pasos siguientes.
B. El
demiurgo crea a continuación dos series de intervalos o distancias en
progresión geométrica de dos y de tres que son las estructuras que luego
tendrán las órbitas planetarias. A esta progresión se le añaden las de
los medios aritméticos y armónicos, así como la de las diferencias entre
ellos. La imaginería no hace sino resaltar la estructura
geométrico-musical del mundo: la astronomía mostrará que el orden que
impera en los cuerpos celestes es una forma de la armonía musical. El
creador actúa como un músico plasmando una escala tonal. El modelo de la
creación es el del monocordio.
Es de destacar que el demiurgo, al dividir
en dos la masa formada, determina que la armonía del mundo sublunar, en
el círculo de lo otro, há de ser análoga a la de las estrellas fijas,
la revolución de lo mismo. El movimiento de los planetas es una
manifestación mediada del orden eterno del mundo ideal. La bóveda de las
estrellas fijas actúa también como medio entre la esfera planetaria y
el mundo noético. Ésta, a su vez, media entre el mundo sublunar y el de
las estrellas fijas. El texto ofrece un ejemplo concreto de cómo Platón se representaba su ontología derivativa.
Las dimensiones del perímetro de los
círculos está regida por la proporción geométrica. Sus diferentes
valores se complementan con el diverso espesor de los círculos en el
mito de Er. Por lo demás, ambas exposiciones coinciden en lo que a la
velocidad y dirección de las distintas esferas concierne.
C. El tercer momento del texto está constituido por su dimensión cosmológico-astrológica. Allí Platón
se ocupa del movimiento concreto de cuatro planetas, luna, sol, Venus y
Mercurio, dejando para otra ocasión y lugar el tratamiento del
movimiento de los otros cuatro. Es evidente, por esta alusión, que la
dimensión astronómica formaba parte de las lecciones intraacadémicas,
interpretación que se ve confirmada por el testimonio de Proclo. En
cuanto a los astros que trata, es importante su coincidencia con el
esquema del mito de Er, que otorga la misma velocidad al sol, Venus y
Mercurio. Como ha demostrado W. G. Saltzer, en el caso
de estos tres planetas, además de las órbitas excéntricas es necesario
suponer un cuarto movimiento circular alrededor de ellas en direcciones
contrarias entre el sol y los otros dos. El sistema epicíclico permitía
responder a los aparentes avances y retrocesos en las relaciones de
estos tres planetas entre sí.
Los cuerpos celestes, finalmente, aparecen
como medidas y creadores del tiempo. En su decurso, determinan el
devenir concreto de lo que acontece en este mundo. Las implicaciones
astrológicas de este pensamiento son evidentes.
Leyes. 7.821A-822 C
También en su última obra, las Leyes, Platón
otorga gran importancia a la astronomía. El pasaje, aunque no ofrece
detalles de importancia sobre su concepción astronómica, sí deja
entrever que considera estar en posesión de una teoría superior a las
existentes.
El estudio astronómico es de gran
importancia, porque la constelación celeste, por su analogía con el
mundo noético, sirve para formar el alma del hombre. Se trata de un tema
bello y verdadero, útil para la ciudad y muy querido al dios (821 A 8 –
B 1). Los helenos no respetan a los dioses celestes cuando afirman que
los cuerpos celestes llamados planetas no recorren siempre el mismo
camino sino que vagan de un lado a otro. El problema fundamental surge
cuando se considera que el más rápido es el más lento y viceversa. Eso
es lo que sucede al inexperto en astronomía, pero un simple sistema
permite dar una aclaración correcta, afirma el ateniense, de las
apariencias y demostrar que también estos astros recorren una órbita
nada más (821 C – 822 D).
En realidad, a pesar de la expectativa
creada, no es tratado el tema en cuestión, sino que simplemente se
apunta el error cometido por el común de los griegos. Alusiones a la
problemática se pueden encontrar en el tratamiento de las leyes del
destino al final del Timeo. Las Leyes permiten entrever que persiste el esquema del Timeo y de la República.
El movimiento ordenado de los astros era un presupuesto – y hasta se
podría afirmar un prejuicio – de la doctrina de las ideas y de los
principios. Los cuerpos celestes eran la primera mediación sensible y
por ello de su observación atenta se podía deducir la estructura del más
allá noético. También es necesario subrayar la dimensión ética del
conocimiento astronómico. La ocupación con las correctas doctrinas
astronómicas conduce el alma a la justicia y el equilibrio necesarios.
La dialéctica entre unidad y multiplicidad que caracteriza a la
ontología platónica puede observarse también aquí: el concierto
astronómico reúne la diversidad temporal y la multiplicidad de
movimientos em una armonía superior, reflejo de la unidad. El mundo
surge de la unidad, como de la cuerda única surge la multiplicidad
variada y ordenada de la música.
III. Las Leyes del Destino
La noción de leyes del destino (νόμο τής είμαρμένης) aparece en diversos pasajes del opus platónico. E. Wolf sostiene que el demiurgo pone orden en el mundo a través de ellas, lo que las acerca a la noción moderna de ley natural. Esta interpretación es confirmada por el propio Wolf quien en el transcurso de su obra las llama una y otra vez Naturgesetze. El ensayista alemán les otorga un carácter universal que no poseen, puesto que no reglan ni el movimiento de los cuerpos celestes ni el de la materia.
Timeo. 41 D-42 E
Uno de los pasajes más interesantes se
encuentra en el Timeo. Luego de que el demiurgo compusiera las almas
humanas, las coloca sobre un vehículo, les muestra la naturaleza del
universo (ή τού παντός ϕύσις) y les
explica las leyes del destino. Estas determinan que para todas las almas
haya un nacimiento para que no se perjudique a ninguna. Cada psique
posee una estrella y la primera encarnación se da como hombre. La
naturaleza humana, prosigue el demiurgo, es doble. El género mejor es
masculino. Cuando el alma se encarna surgen las sensaciones, los
sentimientos y los deseos. Si el hombre los puede dominar ha de vivir en
justicia. Quien haya transcurrido el tiempo que le corresponde de
manera virtuosa vuelve a la estrella que le ha sido atribuida y tiene
allí una vida feliz. Si no puede dominar sus deseos se convierte en la
segunda encarnación en una mujer. Si tampoco se reforma en ese momento,
se reencarna en un animal, según el tipo de mal que haya hecho. Sus
desgracias no han de finalizar hasta que obedezca a la parte noética del
alma y domine la inferior por medio de la convicción para recuperar la
forma del primer y mejor estado. Luego de dictar esta ley para no ser
culpable de la causa del mal, el demiurgo distribuyó las almas en los
diferentes cuerpos celestes.
Es llamativo el vocabulario legislativo
del pasaje. El demiurgo parece dictar las leyes del destino como un
nomoteta. Estas son normativas a la manera de una norma jurídico social:
castigo para el que las transgrede, recompensa para el que las obedece.
Las leyes del destino pertenecen, ciertamente, a la física platónica:
unen la existencia humana con el orden de la naturaleza construido sobre
la justicia; lo más importante: la conducta humana determina ese orden.
Pero tan seguro como lo anterior es que estos νόμοι τής είμαρμένης
están muy lejos de la noción moderna de ley natural. Aunque en la
antigüedad ésta era transgredible, la diferencia más importante del
concepto platônico con nuestra noción no es ésa, sino que las leyes del
destino designan más un código penal que una regularidad. En caso de
repetición del crimen se degrada la vida un escalón, pero con ello no se
afirma que ha de ser así necesariamente, mucho menos que esto ha de
suceder regularmente (es decir que regular y necesariamente se cometerá
un crimen que ha de ser castigado). Platón trata más
bien de dar base cósmica a la ley fundamental de su interpretación
política, a saber el dominio de lo noético. Se trata de la proyección de
un concepto ético a la naturaleza. Ningún alma escapa a la ley del
destino, pero la forma en que conduce su vida determina el castigo o la
recompensa.
Platón retorna el mismo
problema al final del diálogo (90 E – 92 C). Los cobardes e injustos,
afirma Timeo, en la segunda encarnación nacen como mujeres.
Posteriormente, los dioses crearon el apetito carnal entre hombre y
mujer. Luego de tratar diferentes aspectos de la sexualidad, Timeo
retoma la sucesión de nacimientos. Los pájaros nacieron de hombres
inofensivos pero poco serios que estudiaron los fenómenos celestes y
creían que las sensaciones de la vista eran las más seguras. Animales
terrestres llegaron a ser los que no utilizaron la filosofía en absoluto
y no se ocuparon de la naturaleza del cielo. No obedecían a la parte
superior del alma, sino a aquella que yace en el pecho. A causa de sus
hábitos anteriores extendieron los miembros superiores y la cabeza hacia
la tierra, por su parentesco con ella. Según su tipo de perdición
recibieron cabezas largas y de muchas formas. Estas estirpes devinieron
cuadrúpedos o de muchos pies. El número de pies está en relación con la
cantidad de irracionalidad. Los más irracionales extienden totalmente su
cuerpo sobre la tierra, de modo que no necesitan más pies. La estirpe
de los habitantes acuáticos surge de los más irracionales e ignorantes
que no honraron a los dioses del aire puro a causa de su alma
desordenada e impura.
Este pasaje completa el anterior y muestra
cómo todos los seres vivientes son derivados del género humano. Las
especies animales surgieron de las diferentes clases de pecados, lo que
muestra que lo que a Platón le preocupa aquí es una
norma jurídica. Esto está de acuerdo con la descripción de la elección
de las diferentes formas de vida por parte de las almas en el mito de Er
en la República (10.619 E – 620 D), aunque en el Timeo el acento está puesto más en el castigo cósmico y en la República en la responsabilidad individual en la elección de la vida.
Mientras la vida como hombre y la primera
degradación como mujer es común a todos, luego del tercer castigo puede
observarse una diferencia según el tipo de falta cometido. La gradación
de las diferentes vidas es paralela a la dirección de la oposición
cielo-tierra. La mejor es la que transcurre en los cuerpos celestes. Los
hombres tienen ocasión de imitar de la mejor manera posible esa vida
celeste a través de la actividad del noús. Luego vienen las mujeres que
también poseen una posibilidad de alcanzar la vida espiritual, pero
inferior a la de los hombres. Los pájaros no pueden dedicarse a la
observación e imitación de los cuerpos celestes
aunque pasan la mayor parte de su
existencia en el aire. Son, por cierto, los animales más celestes. Luego
se ordenan los que viven sobre la superfície terrestre según su
vecindad con la tierra. Los seres acuáticos pasan su vida en la parte
inferior del universo. La dirección hacia arriba designa
correspondientemente lo elevado y valioso, la dirección hacia abajo lo
carente de valor; una estructura que también se puede observar en la
tripartición del alma (noús, thymikón, epithymetikón) y en la posición de las diferentes partes en el cuerpo humano (cabeza, pecho, abdomen).
Leyes. 10. 904 C – 905 C
En el libro décimo de las Leyes (904 C -905 C) aparece al giro ‘nomos del destino’,
cuando se trata de convencer al joven que aunque cree en los dioses
afirma que no se ocupan de los hombres. El ateniense sostiene que todo
lo que participa del alma cambia porque lleva en sí mismo la causa del
cambio. Esto sucede según el orden y la ley del destino (κατά τήν τής είμαρμένης τάξιν καί νόμον).
Si la mutación en el carácter es muy pequeña, el cambio en la
superfície del espacio lo será también. Si por el contrario, el alma
peca a menudo y muy injustamente, pasa a la profundidad y a los ámbitos
inferiores que los hombres llaman Hades y cosas semejantes. Si la psique
participa más de la virtud y se destaca por ella es transportada a un
lugar divino, pero cuando predomina la maldad sufre el destino opuesto.
Nadie puede escapar a este orden y todo el que cometa un mal es
castigado apropiadamente. No hay que dejarse engañar, finaliza el
ateniense, por la falsa felicidad de aquellos que se catapultan del
anonimato a la cúspide de la sociedad por medio del crimen.
El pasaje agrega algunos detalles a ambos textos del Timeo y muestra que la noción de un nomos
del destino está afincada en el centro de la física platónica. En
primer lugar hay que considerar el cambio en la superficie o en
profundidad. Este último se puede aclarar fácilmente a partir del Timeo, pues allí se veía que el proceso de metamorfosis era de arriba hacia abajo. Sólo se agrega el Hades en las Leyes, lo que se explica por el punto de vista del Timeo.
En él se trata más bien de explicitar el proceso de surgimiento de los
diferentes seres vivientes y fundar el destino humano en una norma
jurídica cósmica.
Fedro. 248 C – 249 D
También el thesmós de la Adrasteia
pertenece a esta concepción. El alma humana se libera de las
reencarnaciones cuando obedece al dios y observa la ideas, si no, cae en
el ciclo de las reencarnaciones de las cuales el mito del Fedro
diferencia los siguientes estadios. Primero se encarna como filósofo,
luego como rey justo, en tercer lugar como político, ecónomo u hombre de
negocios, más tarde como deportista o médico, en quinto lugar como
vidente o sacerdote, en sexto como poeta u otro artista imitativo,
séptimo como artesano o campesino, en octavo como sofista o demagogo y
en noveno como tirano.
La suerte de cada alma se determina según
la vida que ha llevado. Tras la primera vida, las almas son juzgadas y
algunas son enviadas al Hades para su castigo, otras a un lugar
celestial. Luego de mil años cada alma elige la vida que le agrada y
puede alcanzar una humana o animal. La que haya llevado una vida
filosófica tres veces consecutivas es liberada después de 3000 años del
círculo de las reencarnaciones, mientras las otras deben esperar 10.000
años.
A diferencia de los otros lugares, la
metamorfosis es descrita aquí más detalladamente en la vida como hombre.
Luego del primer castigo hay ya almas que deben ir al Hades. Quizá
pueda aclararse esta diferencia con la diversa perspectiva que asumen
las dos representaciones. El cambio en la vida humana muestra el cambio
en la superficie que se mencionaba en el pasaje de las Leyes.
Para nuestro tema no es de importancia analizar las particularidades de
este ciclo, si las almas han de sufrir en este mito un original fall o no o la relación de esta noción con su contexto histórico, sino que es de importancia sólo que Platón es el primero que integra esta noción de una ley jurídica en el devenir cósmico.
Las diferentes formas de vida representan,
aunque todas tengan lugar a nivel de la vida humana masculina, un
distanciamiento cada vez mayor del bien. Probablemente, el orden pueda
aclararse pensando que diferentes cambios pequeños a nivel cuantitativo
dan lugar en el ciclo de las reencarnaciones a un cambio cualitativo en
otro género. La reencarnación como animal es aquí apenas tratada y
aparece más bien como el resultado de una elección del hombre. Como en
la República es probable que la elección sea también resultado de los pecados cometidos (Resp. 10.619 E-620 D).
Una concepción similar muestran diferentes pasajes de la obra platónica. Así en el Gorgias se menciona el nomos bajo Cronos que enviaba a los justos a la isla de los bienaventurados y a los injustos al Tártaro. En el Critón, las leyes de Atenas amenazan a Sócrates con un mal recibimiento de sus hermanos, los nomoi del Hades. La designación de los nomoi del Hades como άδελϕοί
(54 C 6) muestra la semejanza de ambos órdenes, el natural y el humano,
en la ciudad y en el más allá. En ambos la justicia debe dominar.
IV. Relación con la Doctrina no Escrita
El panorama ha desembocado en el último
estadio: la vida humana enraizada dentro del devenir cósmico, como
imitación del movimiento de los astros errantes en el cielo sublunar. La
exigencia de Platón de una astronomía matemática se
muestra así en su última finalidad política y en el esfuerzo de una
captación matemática de la ontología. Ya ha sido suficientemente
subrayada la importancia de la contribución platónica a la historia de
la matemática. No se ha profundizado aún suficientemente su importancia
en la historia de la astronomía. La ciencia occidental debe al
pensamiento platónico la exigencia de reducción de la cualidad a
cantidad como camino para la comprensión del universo. Importante es
señalar que la regularidad y la determinación de los movimientos
celestes son producto de la relación dialéctica entre determinación e
indeterminación, el límite y lo ilimitado, lo uno y lo múltiple.
Desentrañar estas proporciones últimas es la finalidad de la astronomía
exigida en la República. Pero esta
finalidad no tiene sólo un fin teórico, sino también uno político-ético:
los astros determinan y rigen el tiempo más allá de la voluntad humana.
El hombre debe conocerlos para poder conducir su vida aquí abajo en un
doble sentido: por un lado, para que su alma pueda reflejar mejor el
orden noético y convertirse en fuente de virtud y, por otro, para tener
una regla cierta de acción. No en vano en la República
se determina que los apareamientos entre los conductores de la ciudad
han de ser hechos según un calendario determinado astronómicamente y el
error que da origen a la degeneración del estado proviene justamente de
un fallo en el cálculo del número secreto. Es allí donde puede
observarse con más claridad la relación entre astrología, astronomía,
filosofía de los principios y política en el pensamiento del fundador de
la Academia.
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