REGENCIAS
Si
bien es un tema que todos conocemos desde las primeras clases de
Astrología, y desde Ptolomeo en adelante se constituye en una verdad
axiomática, cabe todavía alguna reflexión.
Y
antes aún, merece una definición. Un planeta en su regencia, se lo
definió tradicionalmente, como "un señor dueño de su casa y de sus
bienes", es decir que no depende de nadie más que de sí mismo. Podemos
pensarlo también como un intérprete eximio de la partitura propia del
signo.
Partiendo
de las luminarias en Cáncer y Leo, tendrán un despliegue simétrico:
Mercurio en Géminis y Virgo; Venus en Tauro y Libra; Marte en Aries y
Escorpio; Júpiter en Piscis y Sagitario; Saturno en Acuario y
Capricornio.
De
esta manera quedan conformado dos semi - círculos: de la Luna a
Saturno, desde Cáncer a Acuario y del Sol nuevamente a Saturno, desde
Leo a Capricornio.
La
mitad originada en la Luna, significadora de emocionalidad, de útero,
gestación, origen, raíces, pertenencia, maternidad, seguridad,
protección y desde el signo de Cáncer, definido por órficos y
pitagóricos como el umbral por el cual los hombres entran en la
encarnación o "Puerta de los hombres" a través de la cual se entra y se
sale en las sucesivas reencarnaciones, genera un hemiciclo ligado con la
noche, el mito, el yin, la imaginación, el mundo subjetivo.
Para
Mircea Eliade, es la Luna en su movimiento mensual quien enseña al
hombre la idea de un tiempo circular. Lo que fue hecho es lo que se
hará, de allí el valor del pasado, en tanto la vida es un eterno
retorno. Crece, llega a la plenitud, decrece, desaparece para volver a
aparecer. La misión lunar consiste en reabsorber las formas para volver a
crearlas.
Siguiendo
el sendero originado en Cáncer, pasa por Géminis, Tauro, Aries, Piscis
hasta culminar en Acuario. Con las diferencias propias de la polaridad,
los pasivos (Tauro y Piscis) tienden a replegarse sobre sí, mientras que
los activos (Géminis y Aries) responden rápidamente al estímulo
exterior.
Replegarse
y reaccionar son dos características lunares, visibles en la conducta
del cangrejo (caparazón y pinzas) que reacciona replegándose.
En cuanto a Acuario, con su perfil idealista, grupal, de mirada fija en el futuro, Peuckert en su libro "La Astrología", lo relaciona con el período de las lluvias en el hemisferio norte, de donde deriva su nombre.
Corresponde
al momento en que ya se hizo la cosecha, se distribuyó el alimento, se
inició el invierno y los hombres se reúnen alrededor del fuego a hablar
acerca de qué van a hacer cuando retorne -otra vez lo cíclico y
circular- el buen tiempo. Es el momento de compartir los anhelos, de
construir proyectos con otros en aras de una acción futura.
Volviendo
atrás: desde el origen y la nutrición de la Luna, pasando por Mercurio y
el lenguaje que permite incluirnos en el mundo en tanto podemos nombrar
e intercambiar con el entorno, por Venus que nos dará conciencia de qué
cosas de ese mundo nos son necesarias, por Marte que nos hará sentir
auto suficientes, por Júpiter que despertará la conciencia de lo pequeño
de nuestro ser frente a la inmensidad del universo y Saturno que
finalmente nos hará aprender que la realidad no es sólo lo que sucede
sino lo que se construye desde las ideas, tendremos el camino desde el
bebé al consejo de ancianos sabios.
Pasemos
ahora a la mitad que se despliega a partir del Sol. Principio del poder
-primer atributo de la divinidad-, se relaciona con la voluntad, con el
proyecto personal, con el desarrollo de la conciencia, del ser que
determina sus experiencias por radiaciones de su propio centro y no por
respuestas a las condiciones cambiantes del entorno. Su fuerza creadora,
poderosa y consciente lo asimila a la esencia del héroe.
Héroe
que pasará por sucesivas purificaciones y pruebas cuya finalidad es
tornar transparentes las ambiguas certezas de los sentidos y acceder así
a la comprensión de las verdades superiores. Su territorio es el logos,
lo diurno, el yang, la conciencia, el mundo objetivo.
Una
antigua creencia refuerza aún más el carácter invicto del Sol. Mientras
la Luna sufre un despedazamiento en su faz menguante, el Sol no
necesita morir para bajar a los infiernos, lo atraviesa sin disolverse.
Por esto su muerte implica resurrección, no pierde el cuerpo como sucede
en la reencarnación lunar, y llega incluso a no considerarse una muerte
verdadera.
Para
Mircea Eliade, el culto solar predomina en aquellas culturas donde
gracias a los héroes, los reyes, los imperios, los iniciados, los
filósofos, está "en marcha la historia", el tiempo se desarrolla en
línea recta. La voluntad constituye al héroe de la antigüedad, tanto
como al filósofo racionalista moderno.
Desde
Leo, pasando por Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario y culminando en
Capricornio, con las diferencias que indican las polaridades,
encontraremos al sujeto desplegándose en el mundo.
El
Sol - Héroe aprenderá a través de la observación de Mercurio a
transformar la naturaleza, a prolongar su mano en la herramienta.
Cultivará la tierra y se tornará agricultor -agro y ego comparten la
misma raíz-; con Venus se reflejará en el prójimo para reconocerse; con
Marte aprenderá a luchar con sus emociones e instintos, con sus enemigos
internos; con Júpiter buscará las verdades primeras y últimas que den
cuenta del para qué de su vida; Saturno lo elevará a la cima de sí mismo
ofreciéndole la posibilidad de salir por la "Puerta de los Dioses"
(Capricornio) o bien, si el camino fue imperfecto iniciar otra vuelta
ingresando por la "Puerta de los Hombres" (Cáncer). He aquí el viejo
símbolo de Capricornio de la Cabra - Pez
El hemiciclo solar propone ascender por el camino que eleva al héroe al mundo de los dioses.
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