martes, 4 de octubre de 2016

Regencias. Por Silvia Ceres.










 

Si bien es un tema que todos conocemos desde las primeras clases de Astrología, y desde Ptolomeo en adelante se constituye en una verdad axiomática, cabe todavía alguna reflexión.
Y antes aún, merece una definición. Un planeta en su regencia, se lo definió tradicionalmente, como "un señor dueño de su casa y de sus bienes", es decir que no depende de nadie más que de sí mismo. Podemos pensarlo también como un intérprete eximio de la partitura propia del signo.
Partiendo de las luminarias en Cáncer y Leo, tendrán un despliegue simétrico: Mercurio en Géminis y Virgo; Venus en Tauro y Libra; Marte en Aries y Escorpio; Júpiter en Piscis y Sagitario; Saturno en Acuario y Capricornio.
De esta manera quedan conformado dos semi - círculos: de la Luna a Saturno, desde Cáncer a Acuario y del Sol nuevamente a Saturno, desde Leo a Capricornio.
La mitad originada en la Luna, significadora de emocionalidad, de útero, gestación, origen, raíces, pertenencia, maternidad, seguridad, protección y desde el signo de Cáncer, definido por órficos y pitagóricos como el umbral por el cual los hombres entran en la encarnación o "Puerta de los hombres" a través de la cual se entra y se sale en las sucesivas reencarnaciones, genera un hemiciclo ligado con la noche, el mito, el yin, la imaginación, el mundo subjetivo.
Para Mircea Eliade, es la Luna en su movimiento mensual quien enseña al hombre la idea de un tiempo circular. Lo que fue hecho es lo que se hará, de allí el valor del pasado, en tanto la vida es un eterno retorno. Crece, llega a la plenitud, decrece, desaparece para volver a aparecer. La misión lunar consiste en reabsorber las formas para volver a crearlas.
Siguiendo el sendero originado en Cáncer, pasa por Géminis, Tauro, Aries, Piscis hasta culminar en Acuario. Con las diferencias propias de la polaridad, los pasivos (Tauro y Piscis) tienden a replegarse sobre sí, mientras que los activos (Géminis y Aries) responden rápidamente al estímulo exterior.
Replegarse y reaccionar son dos características lunares, visibles en la conducta del cangrejo (caparazón y pinzas) que reacciona replegándose.
En cuanto a Acuario, con su perfil idealista, grupal, de mirada fija en el futuro, Peuckert en su libro "La Astrología", lo relaciona con el período de las lluvias en el hemisferio norte, de donde deriva su nombre.
Corresponde al momento en que ya se hizo la cosecha, se distribuyó el alimento, se inició el invierno y los hombres se reúnen alrededor del fuego a hablar acerca de qué van a hacer cuando retorne -otra vez lo cíclico y circular- el buen tiempo. Es el momento de compartir los anhelos, de construir proyectos con otros en aras de una acción futura.
Volviendo atrás: desde el origen y la nutrición de la Luna, pasando por Mercurio y el lenguaje que permite incluirnos en el mundo en tanto podemos nombrar e intercambiar con el entorno, por Venus que nos dará conciencia de qué cosas de ese mundo nos son necesarias, por Marte que nos hará sentir auto suficientes, por Júpiter que despertará la conciencia de lo pequeño de nuestro ser frente a la inmensidad del universo y Saturno que finalmente nos hará aprender que la realidad no es sólo lo que sucede sino lo que se construye desde las ideas, tendremos el camino desde el bebé al consejo de ancianos sabios.
Pasemos ahora a la mitad que se despliega a partir del Sol. Principio del poder -primer atributo de la divinidad-, se relaciona con la voluntad, con el proyecto personal, con el desarrollo de la conciencia, del ser que determina sus experiencias por radiaciones de su propio centro y no por respuestas a las condiciones cambiantes del entorno. Su fuerza creadora, poderosa y consciente lo asimila a la esencia del héroe.
Héroe que pasará por sucesivas purificaciones y pruebas cuya finalidad es tornar transparentes las ambiguas certezas de los sentidos y acceder así a la comprensión de las verdades superiores. Su territorio es el logos, lo diurno, el yang, la conciencia, el mundo objetivo.
Una antigua creencia refuerza aún más el carácter invicto del Sol. Mientras la Luna sufre un despedazamiento en su faz menguante, el Sol no necesita morir para bajar a los infiernos, lo atraviesa sin disolverse. Por esto su muerte implica resurrección, no pierde el cuerpo como sucede en la reencarnación lunar, y llega incluso a no considerarse una muerte verdadera.
Para Mircea Eliade, el culto solar predomina en aquellas culturas donde gracias a los héroes, los reyes, los imperios, los iniciados, los filósofos, está "en marcha la historia", el tiempo se desarrolla en línea recta. La voluntad constituye al héroe de la antigüedad, tanto como al filósofo racionalista moderno.
Desde Leo, pasando por Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario y culminando en Capricornio, con las diferencias que indican las polaridades, encontraremos al sujeto desplegándose en el mundo.
El Sol - Héroe aprenderá a través de la observación de Mercurio a transformar la naturaleza, a prolongar su mano en la herramienta. Cultivará la tierra y se tornará agricultor -agro y ego comparten la misma raíz-; con Venus se reflejará en el prójimo para reconocerse; con Marte aprenderá a luchar con sus emociones e instintos, con sus enemigos internos; con Júpiter buscará las verdades primeras y últimas que den cuenta del para qué de su vida; Saturno lo elevará a la cima de sí mismo ofreciéndole la posibilidad de salir por la "Puerta de los Dioses" (Capricornio) o bien, si el camino fue imperfecto iniciar otra vuelta ingresando por la "Puerta de los Hombres" (Cáncer). He aquí el viejo símbolo de Capricornio de la Cabra - Pez
El hemiciclo solar propone ascender por el camino que eleva al héroe al mundo de los dioses.


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