Uno de los libros fundamentales del arabismo moderno en España acaba
de reeditarse. Juan Vernet (Barcelona, 1923), catedrático durante más de
40 años en la Universidad de Barcelona, acabó de escribirlo en 1974. Le
puso por título La cultura hispanoárabe en Oriente y Occidente. Ahora,
la nueva editorial El Acantilado, sujeta al canon de rigor y belleza que
el editor Jaume Vallcorba suele dar a sus libros, lo reedita bajo el
título Lo que Europa debe al islam de España.
En ningún lugar del libro consta que se trata de la reedición de un libro inencontrable, y es extraño dado el canon. Pero lo cierto es que Vernet no ha tocado una sola raya del texto, que acabó hace 25 años y al que en 1977 añadió algunos detalles secundarios. "La condición para reeditarlo", explica el sabio, "fue precisamente la de no tocar nada. Yo ya no tengo edad para meterme en un repaso a fondo del libro y, por otro lado, creo que es un texto que ha aguantado bien el paso del tiempo".Así debe de ser, en efecto, porque cuando se le pregunta por los descubrimientos que el arabismo ha hecho en estos últimos años, y que podrían haber sido incluidos en su libro, contesta con precisión: "Dos. Uno de ellos ya lo incluí en un artículo mío posterior a la publicación del libro. Es la identificación del único texto árabe que sabemos de cierto que fue copiado en la corte de Alfonso el Sabio. Un texto que describe los mecanismos de funcionamiento de varios relojes y que fue transcrito por Isaac ben as-Sid". La segunda novedad tiene aún más importancia: se trata de la reconstrucción, acabada en 1980, de un tratado completo de matemáticas, compuesto por uno de los reyes de las taifas de Zaragoza. Mientras su condotiero le garantizaba la paz, el rey se dedicaba a los estudios matemáticos, y al parecer con provecho: "Se trata de una aportación fundamental. La España musulmana había producido de todo, pero ignorábamos que este de todo incluyera las matemáticas". Vernet cierra el prólogo de su libro con unas palabras debidas al hispanista italiano E. Cerulli. Unas palabras que matizan la sórdida y brutal imagen tantas veces asociada a la Reconquista: "España, la primera entre las naciones en la defensa de la Europa cristiana durante los siete siglos de la Reconquista, fue la primera también en acoger y transmitir al Occidente europeo lo mucho que, en los diarios contactos de paz y de guerra, recibía en el campo de la cultura y del arte de aquel mismo mundo oriental al que se oponía en el campo de batalla". ¿Qué le debe Occidente al islam, ya no sólo hispánico, sino en su conjunto? La respuesta de Vernet es por una vez contundente. "Todo. Menos la literatura, todo. Quizá no convenga decirlo así, con esta contundencia, pero lo cierto es que les debemos una gran parte de lo que conforma y rige nuestra vida, el cero y los manicomios incluidos".
El libro, una obra de análisis e investigación que ha sido traducida al árabe, al francés -en Francia fue un éxito de ventas-, al alemán y algunos de cuyos capítulos han sido aprovechados -ésta es la expresión de Vernet- en diversos trabajos ingleses, aportó, según su autor, una novedad crucial: "Me parece que conseguí demostrar la evidencia de una circulación intelectual en el mundo árabe. Es decir, que los coetáneos sabían entre sí lo que hacían. Es verdad que había traductores en Toledo, pero también en Tarazona, Astorga o Sevilla, y unos conocían lo que hacían los otros. Esta circulación, que iba de Este a Oeste, pero también de Oeste a Este, era muy intensa y es una de las razones que explican la grandeza y modernidad de la civilización. Y hay que decir que también nosotros aportamos enseñanzas originales al resto del islam: en especial, los sistemas de agricultura".
Entre las virtudes del libro está la propia escritura de Vernet, franca y eficaz. El sabio conoce, además, que no hay ciencia sin seducción y así empieza: "En el mismo año 619, en que san Isidoro pasaba, posiblemente, por uno de los mayores momentos de felicidad de su vida al presidir el II Concilio de Sevilla, otro hombre, desconocido para él, vivía los instantes más amargos de su existencia. Mahoma, profeta de los árabes, había fracasado...". Le siguen 500 pulcras páginas.
En ningún lugar del libro consta que se trata de la reedición de un libro inencontrable, y es extraño dado el canon. Pero lo cierto es que Vernet no ha tocado una sola raya del texto, que acabó hace 25 años y al que en 1977 añadió algunos detalles secundarios. "La condición para reeditarlo", explica el sabio, "fue precisamente la de no tocar nada. Yo ya no tengo edad para meterme en un repaso a fondo del libro y, por otro lado, creo que es un texto que ha aguantado bien el paso del tiempo".Así debe de ser, en efecto, porque cuando se le pregunta por los descubrimientos que el arabismo ha hecho en estos últimos años, y que podrían haber sido incluidos en su libro, contesta con precisión: "Dos. Uno de ellos ya lo incluí en un artículo mío posterior a la publicación del libro. Es la identificación del único texto árabe que sabemos de cierto que fue copiado en la corte de Alfonso el Sabio. Un texto que describe los mecanismos de funcionamiento de varios relojes y que fue transcrito por Isaac ben as-Sid". La segunda novedad tiene aún más importancia: se trata de la reconstrucción, acabada en 1980, de un tratado completo de matemáticas, compuesto por uno de los reyes de las taifas de Zaragoza. Mientras su condotiero le garantizaba la paz, el rey se dedicaba a los estudios matemáticos, y al parecer con provecho: "Se trata de una aportación fundamental. La España musulmana había producido de todo, pero ignorábamos que este de todo incluyera las matemáticas". Vernet cierra el prólogo de su libro con unas palabras debidas al hispanista italiano E. Cerulli. Unas palabras que matizan la sórdida y brutal imagen tantas veces asociada a la Reconquista: "España, la primera entre las naciones en la defensa de la Europa cristiana durante los siete siglos de la Reconquista, fue la primera también en acoger y transmitir al Occidente europeo lo mucho que, en los diarios contactos de paz y de guerra, recibía en el campo de la cultura y del arte de aquel mismo mundo oriental al que se oponía en el campo de batalla". ¿Qué le debe Occidente al islam, ya no sólo hispánico, sino en su conjunto? La respuesta de Vernet es por una vez contundente. "Todo. Menos la literatura, todo. Quizá no convenga decirlo así, con esta contundencia, pero lo cierto es que les debemos una gran parte de lo que conforma y rige nuestra vida, el cero y los manicomios incluidos".
El libro, una obra de análisis e investigación que ha sido traducida al árabe, al francés -en Francia fue un éxito de ventas-, al alemán y algunos de cuyos capítulos han sido aprovechados -ésta es la expresión de Vernet- en diversos trabajos ingleses, aportó, según su autor, una novedad crucial: "Me parece que conseguí demostrar la evidencia de una circulación intelectual en el mundo árabe. Es decir, que los coetáneos sabían entre sí lo que hacían. Es verdad que había traductores en Toledo, pero también en Tarazona, Astorga o Sevilla, y unos conocían lo que hacían los otros. Esta circulación, que iba de Este a Oeste, pero también de Oeste a Este, era muy intensa y es una de las razones que explican la grandeza y modernidad de la civilización. Y hay que decir que también nosotros aportamos enseñanzas originales al resto del islam: en especial, los sistemas de agricultura".
Entre las virtudes del libro está la propia escritura de Vernet, franca y eficaz. El sabio conoce, además, que no hay ciencia sin seducción y así empieza: "En el mismo año 619, en que san Isidoro pasaba, posiblemente, por uno de los mayores momentos de felicidad de su vida al presidir el II Concilio de Sevilla, otro hombre, desconocido para él, vivía los instantes más amargos de su existencia. Mahoma, profeta de los árabes, había fracasado...". Le siguen 500 pulcras páginas.
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