De Rudhyar a Tarnas: sugerencias para una nueva cosmovisión
Por Vicente Merlo
Todavía recuerdo mis primeras lecturas astrológicas, desde el mamotreto sistemático de Adolf Weiss hasta los inspiradores libritos de Elman Bacher. Pero, en mi trayectoria personal, la astrología tiene un nombre: Dane Rudhyar. Fue él quien abrió las puertas de este saber fascinante que otorga una nueva mirada sobre los acontecimientos y sobre la realidad en su conjunto. No tanto el primer Rudhyar, el de Astrología de la personalidad , como el Rudhyar maduro de La astrología de la transformación . En ella, uno de los pioneros del enfoque transpersonal -siempre he dicho que los dos primeros exponentes conscientes y sistemáticos de un enfoque transpersonal han sido Rudhyar y Assagioli, mucho antes de que Wilber, Grof y otros se hicieran justamente célebres hablando de psicología transpersonal- nos enseñaba a distinguir entre cuatro niveles posibles de interpretación de una carta, aplicables según el nivel en que el consultante se hallase centrado en su vida cotidiana: el nivel biológico, el socio-cultural, el individual y el transpersonal.
Como cada uno de nosotros
pertenecemos a una (o varias) "familias espirituales", resulta
significativo que antes de desembocar en la astrología de los Huber, mi
interés esotérico se alimentase de manera importante en las aguas de las
obras de A. Bailey, incluida su Astrología esotérica , el volumen III
del Tratado de los siete rayos . Ni que decir tiene que con mi escasa
preparación astrológica, a pesar de lo subrayado que está el libro y de
los apuntes que tomé en su momento, la comprensión de tal obra fue muy
parcial. Ahora bien, dada mi "veneración" en esos momentos -ya se sabe
pecados de juventud- hacia Bailey (bueno, hacia el conocido como Maestro
D.K o "el Tibetano", a quien sus estudiantes reconocíamos como
verdadero autor de tales obras) y a mi interés por el "esoterismo"
(palabra que ha llegado a sonar tan mal en casi todos los ambientes de
nuestra cultura) nunca olvidé ya sus palabras de las primeras páginas:
"La segunda afirmación que quisiera hacer es que en la actualidad la
astrología es esencialmente la más pura presentación de la verdad
esotérica en el mundo, porque es la ciencia que trata de las fuerzas y
energías que condicionan, rigen y actúan a través del espacio, y sobre
él y todo lo que en éste se encuentra" (Bailey, 1975: 16).
Pasarían bastantes años para que,
en otra de mis breves incursiones astrológicas, las obras de Liz Green,
Howard Sasportas y otros renovaran mi interés por la astrología. Pero el
re-encuentro con esa familia espiritual a la que antes me refería,
volvería a producirse a través del descubrimiento de la astrología de
los Huber, con su enfoque transpersonal -concretamente a través de la
obra de R. Assagioli, como todos sabéis-, algo que volvía a remitirme a
Bailey/D.K y a lo que me gusta llamar el "enfoque posteosófico", en el
cual se movía también D. Rudhyar, como mostró con lucidez en esa
preciosa obra en defensa de la tan vilipendiada H.P. Blavatsky, obra que
lleva por título Preparaciones ocultas para una Nueva Era . En ella, al
igual que en esa obra maestra suya que fue La planetarización de la
conciencia , se muestra el Rudhyar "clari-pensador" (con término con el
que jugaba - clairthinker - para relacionarlo, pero distinguirlo del
"clari-vidente").
Así pues,
Bailey-Rudhyar-Assagioli-Huber se entrelazan de manera significativa con
ese "aire de familia espiritual" en la que respiro con amplitud y gozo
desde hace tiempo, estimulado también en su día por otros ilustres
miembros de esa misma "tradición espiritual-esotérica" como lo fueron A.
Blay (gracias a él descubrí a Rudhyar) y Vicente Beltrán (cuyas
"conversaciones esotéricas" alimentaron abundantemente a mi alma en mi
juventud).
Ahora bien, esta ya larga
introducción quería desembocar en esa magna obra, bastante reciente y
todavía no traducida al castellano -esperemos que alguien se haga cargo
de ello, a pesar de su envergadura- que es Cosmos and Psique de Richard
Tarnas (2006). Para aquellos que no la conozcáis, me gustaría presentar
brevemente esta obra que considero puede ser de gran alcance filosófico y
cultural... si llegara a leerse suficientemente.
R. Tarnas es autor de una célebre y
original historia del pensamiento occidental, The Passion of the
Western Mind (Tarnas, 1991), así como de influyente estudio sobre el
planeta Urano, comparándolo con el mítico Prometeo (Tarnas, 1995). Es
uno de los formuladores de una visión participativa que está siendo
desarrollada de manera brillante por autores como John Heron (1998) o
Jorge F. Ferrer (2002).
En esta magnífica obra de más de
500 páginas, Tarnas ofrece un excelente estudio astrológico de los
ciclos planetarios y su correspondencia con los acontecimientos
históricos y culturales, especialmente desde la revolución francesa y el
descubrimiento de Urano, que está llamado a convertirse en piedra de
toque para el replanteamiento de la seriedad de la astrología. Resulta
difícil calcular el alcance y la repercusión que tendrá esta obra de
madurez astrológica, que hace gala tanto de amplitud y rigor
filosófico-hermenéutico, como de riqueza histórica, y de profundidad
psicológica. Con tan sólo unos cuantos elementos fundamentales de la
astrología, centrándose muy especialmente en los tránsitos planetarios,
Tarnas ha ido acumulando y ofreciendo tal cantidad de datos sobre las
correspondencias significativas entre los movimientos de los planetas y
los modelos de experiencia humana, tanto en lo que respecta a las
biografías humanas como a la historia cultural, que puede terminar
afirmando: "He hallado que la perspectiva astrológica arquetípica,
debidamente entendida, es un enfoque capaz de iluminar las dinámicas
internas tanto de la historia cultural como de la biografía personal.
Ofrece una extraordinaria comprensión de patrones cambiantes profundos
de la psique, tanto individual como colectiva, así como de la naturaleza
complejamente participativa de la realidad humana" (Tarnas, 2006: 490).
Si bien Tarnas no se centra en la
noción de "Nueva Era", desde el punto de vista astrológico sus análisis
pueden aplicarse a nuestro tema (1), pues el núcleo de su obra se centra
en los ciclos de Urano-Plutón, por una parte, y de Urano-Neptuno, por
otra parte. Hay que tener en cuenta que la conjunción entre el primer
par de planetas indicado tiene lugar tan sólo cada 150 años
aproximadamente y la del segundo par cada 170 años aproximadamente. A
mitad de ese ciclo tiene lugar la oposición entre ambos planetas, punto
de máxima tensión entre los arquetipos planetarios representados por
ellos, y segundo aspecto tenido en cuenta por Tarnas (aunque también lo
hace, en menor medida, con la cuadratura): Pues bien, la última
conjunción Urano-Plutón tuvo lugar (aplicando un orbe de 15º) entre 1960
y 1972 (ocurriendo la conjunción exacta en los años 1965-1966), fechas
éstas, como hemos visto, que bien podrían considerarse como la primera
fase de la Nueva Era. Por su parte, la última conjunción Urano-Neptuno
acaeció entre 1985 y 2001 (con su momento más exacto en 1992-1993), algo
que podría hacerse corresponder con la segunda fase de la Nueva Era.
Como hemos dicho ya, Urano es el
planeta regente de Acuario (recordemos que Nueva Era significa, en
muchas ocasiones, Era de Acuario, Era en la que estaríamos entrando), y
junto a Neptuno y Plutón forma el grupo de los tres planetas
trans-saturnianos, desconocidos por la astrología tradicional, ya que se
descubren, respectivamente en 1781, 1846 y 1930. Rudhyar habló de ellos
como de "embajadores galácticos", representantes de una nueva energía
que hasta entonces la humanidad no habría sido capaz de integrar
conscientemente. Se trataría de los "planetas transpersonales", pudiendo
interpretarse Urano como la inteligencia intuitiva (octava superior de
la mente concreta, racional que sería Mercurio), Neptuno como el
amor-compasión transpersonal (octava superior del amor personal
simbolizado por Venus) y Plutón como la voluntad transpersonal (octava
superior de Marte, planeta que rige el impulso, la energía, la
combatividad).
Pues bien, Urano (arquetipo
planetario relacionado por Tarnas con Prometeo), asociado con la
libertad, la rebelión, la revolución, los cambios súbitos, la
originalidad, la creatividad, la invención tecnológica, la inteligencia
intuitiva, entraría en conjunción con Plutón al comienzo de la Era de
Acuario, produciendo los cambios bruscos, las revoluciones, el anhelo de
libertad, la ruptura con estructuras que se consideran caducas, y esto
de modo violento, explosivo, como corresponde a la influencia, por él
activada, de Plutón. Efectivamente, Plutón -el Hades griego-, dios del
mundo subterráneo, asociado con el principio dionisíaco, con el ello
freudiano, con la voluntad de poder nietzscheana, simboliza la
profundidad y la intensidad, el instinto libidinal y agresivo,
destructivo, regenerativo, catártico, volcánico. Es un fuego purificador
que quema y consume, pero también regenera y permite la resurrección.
Plutón -como el signo Escorpio al que rige- tiene que ver con los ciclos
de nacimiento y muerte, con todos los instintos básicos (Eros tanto
como Thanatos). Si unimos ambos planetas y sus significados arquetípicos
comprenderemos mejor muchos de los explosivos acontecimientos de la
década de los 60, desde la revolución sexual hasta el mayo del 68
francés, pasando por los cientos de eventos que en los distintos
escenarios de la cultura mundial va analizando Tarnas.
Quizás ahora sorprenderá menos
saber que en la década de la revolución francesa, poco después del
significativo descubrimiento de Urano, Urano y Plutón se hallaban en
oposición, exactamente desde 1787 hasta 1798. La siguiente conjunción
entre estos planetas tuvo lugar entre 1845 y 1856, período que cualquier
historiador reconocerá que se vio sacudido por una oleada de
acontecimientos revolucionarios, de París a Berlín, pasando por Praga o
Roma.
Para no extendernos excesivamente
en ello, digamos tan sólo cómo la conjunción Urano-Neptuno tiene lugar
entre 1985 y 2001. Hay que recordar la importancia concedida a la
Convergencia Armónica, acaecida en 1987, evento que podría hacerse
corresponder con el comienzo de la segunda fase de la Nueva Era, en la
cual el arquetipo planetario Urano activaría un nuevo ciclo conjunto con
el arquetipo planetario Neptuno. Neptuno, dios de los mares y los
océanos, regente del signo de agua Piscis, se asocia con lo sutil, lo
intangible, la imaginación, lo trascendente, lo espiritual, el
misticismo, la compasión universal, aunque, por otra parte, en sus
manifestaciones inferiores se asocie a la ilusión (el agua es símbolo
también del plano astral, de las emociones), el auto-engaño, la
confusión, la fantasía, la huida del mundo. Por decirlo con el propio
Tarnas: "En cierto sentido es el arquetipo de la propia dimensión
arquetípica, el anima mundi , el Pleroma gnóstico, el ámbito platónico
de las Ideas trascendentes, el dominio de los dioses, los Inmortales. En
términos míticos y religiosos, se asocia con la matriz omni-abarcante
de la Diosa y con todas las divinidades de la unión mística, el amor
universal y la belleza trascendente; el Cristo místico, el Buddha de la
compasión, la unión Atman-Brahman, la unión de Shiva y Shakti, el hieros
gamos o matrimonio sagrado, la conjunctio oppositorum ; el Vishnu
dormido (sobre la serpiente Sesha en las aguas primordiales), maya y
lila , el Narciso que se contempla a sí mismo, lo divino absorto en su
propio reflejo, Orfeo, dios de la insiración artística, las Musas; la
Sophia cósmica cuya belleza espiritual y cuya sabiduría todo lo
impregna" (Tarnas, 2006: 97).
Así pues, en los 90 (recordemos
que la conjunción exacta tiene lugar durante 1992-3) se produce un
resurgir de la multiplicidad de caminos espirituales, una ambigüedad y
fluidez tan postmoderna como neptuniana, una disolución de las barreras y
rigideces reinantes, ahora ya no tanto de una manera explosiva,
plutoniana, como en los 60, sino por impregnación, por ósmosis,
sigilosamente. Es el momento de la perestroika y la glasnost, la caída
del muro de Berlín en 1989. Es el auge del ciberespacio, del
hiperespacio, de los ordenadores personales, del móvil (manifestaciones
del arquetipo uraniano) del resurgir de movimientos religiosos
(pentecostales, evangélicos, carismáticos, revivalistas), de difusión
del buddhismo, el yoga, el taoísmo, de fusión de tradiciones
(expresiones del arquetipo neptuniano).
Basten las anteriores pinceladas
para insinuar la riqueza hermenéutica de una astro-historia como la que
esboza magistralmente Tarnas en la obra indicada.
Bibliografía
Bailey, Alice (1984) Tratado de los siete rayos (5 vols.), Buenos Aires, Lucis Trust/Kier. Volumen III: Astrología esotérica .
Ferrer, Jorge (2002), Revisioning
Transpersonal Theory , New York, SUNY. [Hay trad: Espiritualidad
creativa , Barcelona, Kairós, 2004].
Heron, John. ( 1998), Sacred Sience: Person-centered Inquiry into the Spiritual and the
Subtle , Trowbridge, Wiltshire
Merlo, Vicente (2007), La llamada (de la) Nueva Era , Barcelona, Kairós, 2007.
Rudhyar, Dane (1975), Occult Preparations for a New Age , Madras, Theosophical Pub. House, Hay trad.
,, (1977), The Planetarization of Consciousness , New York, ASI.
,, (1980), The Astrology of Transformation , Madras, Theosophical Publ.
Tarnas, Richard (1991), The Passion of the Western Mind , London, Pimlico.
,, (1995) Prometheus the Awakener:
An Essay on the Archetypal Meaning of the Planet Uranus , Woodstock,
Connecticut, Spring, Publ.
,, (2006), Cosmos and Psyche: Intimations of a New World View , New York, Viking.
(1) Debo decir que estas
referencias a Tarnas pertenecen a la obra que acabo de publicar titulada
La llamada (de la) Nueva Era , (Merlo, 2007), de ahí sus descripciones,
probablemente en ocasiones familiares para la mayoría de vosotros,
aunque Tarnas lo sabe decir muy bien.
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