TRANSITOS
En
setiembre de 2015, Saturno reingresó de manera definitiva al signo de
Sagitario, mientras que el mes anterior, Júpiter inició su tránsito por
Virgo.
Como
suele suceder en los ingresos planetarios, los foros y blogs personales
editaron numeroso artículos al respecto, especificando las
características de qué y cómo será el desafío del período. Aparecen
miradas valiosas sobre el tema, y otras que reiteran lo ya conocido y
leído en otras oportunidades.
Material
sin duda útil para empezar a pensar las cualidades de la época, pero
peligroso cuando se convierte no en un inicio sino en la culminación del
proceso reflexivo. Y más aún cuando se traslada mecánicamente lo
general (mundana) a lo particular (individual).
Me
refiero concretamente a que por pereza intelectual o por el natural
apuro de un periodo marcado por las urgencias de darnos una respuesta,
sin realizar la pregunta pertinente, se cierre las posibilidades de
evaluar el sesgo personal que cada tránsito propone.
¿Y
cuál sería la pregunta pertinente en este caso? La pregunta es ¿a quién
le acontece qué cosa? Si olvidamos al sujeto, nos convertimos en
cómplices de una astrología adocenada, masiva, que poco favor le hace a
nuestra disciplina.
Si
la astrología quedó fuera del campo de las ciencias -organizadas sobre
el modelo físico/matemático-, fue justamente por su carácter individual,
que obliga a pensar cada caso en particular, en el contexto de una
carta propia.
Cualquier
planeta evaluado no es una abstracción llamada Júpiter o Saturno, sino
el recorte que de dicha energía posee cada persona. Para ir a lo
concreto: la modalidad y el elemento en que se ubica en cada rádix, es
la definición que cada uno de nosotros posee de la energía del planeta. Y
esta vivencia es la que se “arrastra” en el tránsito.
Retornando
al ingreso de Saturno en Sagitario (signo Mutable y de Fuego), será
vivido de manera diferente de acuerdo al emplazamiento natal. Así para
quien posee Saturno rádix en Tierra, puede sentir un incremento de
optimismo en su necesidad de hacer; para uno en Aire, el entusiasmo se
ligará al mundo mental; para quien lo posea en Agua, aumentará la
necesidad de expresar sus vivencias internas.
Pero
a la vez, si de origen se posee el planeta en otra modalidad,
probablemente la vacilación un signo Mutable será vivida de manera
diferente. Al Cardinal le molestará ese invitación a evaluar antes de
pasar al acto, mientras que al Fijo le generará incertidumbre e
inseguridad por carecer de firmeza el suelo que pisa.
Aún entre los profesionales suelen acontecer conversaciones al estilo de: “Tal planeta realizará conjunción a mi Ascendente o a la Luna”, dando por sentado que nos referimos a un universal y no a un particular.
Una
anécdota personal para redondear el tema de la importancia de a quién
le sucede el tránsito. Años atrás un colega con el cual compartíamos el
mismo Ascendente -con una pequeña diferencia de grados- comentó que con
la presencia de Saturno conjunto a su Ascendente dormía mucho menos. Me
sorprendió, en tanto que a mi me pasaba lo contrario: dormía más de la
habitual.
La
contradicción se esclareció cuando aclaramos las horas dedicadas al
sueño: 9 era el promedio de él -con Saturno natal en Agua- y 5 era el
mío -con Saturno natal en Tierra-.
Resumiendo:
el bueno de Saturno transitando el Ascendente le avisaba al colega que
era un adulto y no era conveniente dormir como un niño y a mí que era
necesario cuidar un poco más la energía.
Esta
breve conversación me resultó más que útil para no caer en las
generalizaciones que tanto nos hacen perder el rumbo. Saturno ni duerme
ni despierta a nadie, sólo nos recuerda cuáles son nuestros límites
reales.
Si
los tránsitos de planetas suficientemente conocidos como los llamados
cronocatores (Júpiter y Saturno) se definen con tamañas inexactitudes
expresivas, ni mencionemos las barbaridades a las que se hacen
acreedores los tránsitos personales de los transaturninos. Pero a pesar
de los errores conceptuales, la astrología sigue demostrando una
vitalidad maravillosa y esto es realmente maravilloso.
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