jueves, 6 de agosto de 2015

¿Qué implicaría para la mente del hombre que la Astrología fuera cierta?. Por Juan Cicchetti.







¿Qué implicaría para la mente del hombre
que la Astrología fuera cierta?

Por Juan Cicchetti
 
Me gustaría comenzar la nota partiendo de una dificultad básica que plantea la astrología a la mente actual de nosotros los humanos. ¿Qué implicaría para la mente del hombre que la astrología sea cierta? El paradigma astrológico choca profundamente con cierta manera que tenemos los humanos de organizar la realidad. Es decir, cada uno de nosotros construye día a día una realidad organizada desde diferentes tipos de supuestos que son naturalizados por la cultura, somos educados desde dichos supuestos y tenemos un tipo de circulación social que los reproduce diariamente.
Creo que todos nosotros podemos afirmar sin problemas que para la mente del hombre moderno el Universo se presenta como un lugar amenazante al cual debemos controlar para sobrevivir. Obviamente estos supuestos no son meramente creencias que a alguien se le ocurrió un día enunciar y desde allí se repitieron, sino que estas maneras que tenemos de organizar la realidad responden a circuitos biológicos, tipos de organización animal que llamamos instintos de supervivencia.
El mamífero que tenemos dentro tiene miedo del Universo, que se le presenta como un entorno inmediatamente amenazante, de allí claro está la necesidad de madriguera/ familia/ casa/ marido/ amigos/ manada para sentirnos seguros. Estos niveles de organización biológicos tienen muchas implicancias hoy día, y creo que esto no es ninguna novedad. Por ejemplo vivimos un paradigma de ciencia que busca encontrar las leyes que gobiernan la naturaleza para así volverla previsible, y desde ya el sistema económico que nos regula se mueve igualmente desde el supuesto de carencia y que por lo tanto el más fuerte prevalecerá y el más débil sucumbirá. Somos educados en la competencia de unos sobre otros y continuamente buscamos imponer nuestras ideas a los otros, buscamos de alguna manera actualizar día a día la capacidad que tenemos de controlar, dominar nuestro entorno, el mundo en sí mismo.
Estos “circuitos” que organizan nuestra manera de ver la realidad responden entonces al supuesto de que estamos separados de ella, por lo tanto la percibo como amenazante. Aquello distinto a mí debe ser controlado, sometido para que no me destruya. Este supuesto de realidad sobre el que está organizado la inmensa mayoría de la civilización moderna implica costos altísimos al hombre y al planeta. El paradigma astrológico en cambio surge del desarrollo de una sensibilidad entrenada en encontrar relaciones de un tipo diferente con el entorno. Es decir, para la astrología el Universo es una complejísima unidad que en un nivel es energía, vibración y en otro nivel formas, planetas, cuerpos que son la parte densificada de dichas energías. Y que dichos niveles de la realidad están profundamente imbricados unos con otros, formando un tejido viviente e infinitamente complejo y creativo.
Como la famosa máxima de Hermes Trimegistro “como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”. Entonces el tipo de entrenamiento perceptivo que plantea el paradigma astrológico implica que habrá necesariamente relaciones entre “mi interioridad y mi entorno (que podríamos llamar destino)” o para plantearlo un poco más en términos astrológicos las formas que tome el cielo tendrán necesariamente un correlato a nivel terrestre, a nivel de sistema nervioso terrestre, es decir, nosotros los humanos, los animales, las circunstancias. Somos formas vivientes tejidas en este misterioso universo que se refleja a sí mismo en todas las direcciones.
Así, desde una percepción astrológica, aquellos aspectos negados de mí mismo vendrán a mi vida como destino para así poder reconocerlos en el afuera y de esa manera integrarlos al psiquismo que evoluciona con esta nueva lógica adentro/afuera. A modo de un breve ejemplo, si una persona que tiene dos núcleos contradictorios en su carta; un núcleo abierto, rebelde que busca cosas nuevas incesantemente; y otro núcleo que busca seguridad, que las cosas no cambien. Inevitablemente el psiquismo tendrá una tensión básica muy difícil de conciliar. Por lo tanto, lo que sucede habitualmente es que la persona se identifica con uno de esos núcleos dejando el otro en “sombra”. Así se armarán escenas de destino que gatillarán el núcleo en sombra en el afuera dando chances así de que el núcleo en sombra emerja y pueda ser integrado a este psiquismo que se desarrolla.
Como verán este tipo de información no es afín a un tipo de organización cerebral que organiza la realidad como “afuera = amenaza; por tanto protegerme del afuera.” Todos los astrólogos vivimos cotidianamente la distancia que existe en nosotros entre estos dos paradigmas cuando un consultante nos dice “¿Cómo es posible que sepas eso de mí viendo cómo estaba el cielo el día de mi nacimiento? Aquí se evidencia que la manera que tenemos de percibirnos en la vida es desde una matriz psíquico/cognitiva que se cree separada de la realidad, sino sería de lo más natural entender que indefectiblemente mi vida refleja los movimientos constantes del cielo.
La astrología es un lenguaje que ha sido desarrollado y sigue desarrollándose desde un entrenamiento perceptivo que implica ver y percibir cómo esas vibraciones que los planetas, signos y constelaciones representan encarnan en el tejido viviente de la tierra reflejando en este infinito proceso la relación de un tejido/forma sistema nervioso con un Universo vibratorio que se refleja en dichas formas. Entonces la carta natal es un momento determinado de ese flujo constante del movimiento celeste, es la foto del cielo en ese momento determinado. Y esa foto, obviamente se saca en el momento del nacimiento por lo tanto se lee en el cielo la matriz vibratoria de la persona.
Ahora bien, esta matriz vibratoria que la carta natal implica precipitará en diferentes acontecimientos y vínculos, ya que el cosmos se refleja incesantemente en el tejido de la tierra, por lo tanto la Astrología educa un tipo de mirada que comienza a leer poco a poco la partitura vibratoria con la que el Universo vibra. La música y su infinita complejidad comienza a ser leída por nosotros, comienza a ser captada y en la medida que esto sucede la posibilidad de acompañar el proceso creativo de la vida se incrementa; es decir, en lugar de repetir una misma respuesta siempre, la astrología y la lectura de la partitura vibratoria nos permiten responder de maneras más creativas a lo que profundamente somos, a lo que profundamente quiere manifestarse.
Es importante entender que el tejido viviente de la tierra se organiza desde patrones que inevitablemente deben sostener ciertos niveles de fijeza y repetición. Imaginen si nuestro esqueleto cambiase de forma momento a momento, jamás hubiésemos podido aprende a caminar, movernos, etc. Es necesario que ciertos niveles de la forma respondan a moldes rígidos que buscan permanecer, para que otros proceso más creativos y flexibles puedan suceder. Para que la Tierra genere formas que piensan, hablan y sienten fueron necesarios millones de años de evolución, millones de años de vincularse vibratoriamente con el cielo que momento a momento la preña con su constante creatividad.
Hago esta aclaración para que podamos entender un poco más lo que implica el trabajo astrológico. Es decir, nuestra carta natal tiene un potencial impensable de complejidad vibratoria, pero dado que ese potencial es a la vez una forma terrestre que implica estos niveles de inercia y forma, esa carta de potencial infinito encarnará, quedará determinada por cierto umbral que dicha forma terrestre posee. La vibración del cielo queda así definida en un cierto cuerpo, con una cierta madre, padre, parejas, vínculos. El cielo se jugará a través de esa carta.
Este umbral, esta frontera del encuentro entre el cielo y la tierra que somos es la carta natal y su despliegue. Por eso es tan valioso conocer nuestra carta natal, ya que así contaremos con un mapa vibratorio de potencialidades que podremos nutrir para que nuestra creatividad pueda florecer. Y a la vez conocer nuestros lugares inerciales que nos detienen y que quieren repetirse (porque es lo que conocen) para así comprenderlos y utilizarlos a favor de nuestro desarrollo. Cuando nos preguntan nuestro signo contestamos “soy de leo, cancer, acuario, etc..”. Lo que en verdad estamos diciendo es que a la hora de nuestro nacimiento el sol estaba en el sector de leo, cáncer, acuario, etc. Es decir, el sol vibraba con la cualidad zodiacal que llamamos nuestro signo.
Pero la carta natal es mucho más que esto, ya que además de estar el sol pulsando con determinada energía, también lo estaba, Júpiter, Urano, Saturno, Mercurio, etc. Todo ese entramado vibratorio es parte de nuestra matriz y todos los humanos tenemos en diferentes proporciones dichas vibraciones. Alguien tendrá fuertemente marcado ciertos planetas y aspectos y será diferente a la carta de otra persona, ya que el cielo cambia a todo momento, la partitura vibratoria esta viva a cada momento. La hora y lugar de nacimiento son fundamentales para determinar cómo se dibujará el sistema de casas de esa persona en esa hora y lugar de la Tierra específicos. Las diferentes casas marcarán áreas de experiencia, ámbitos discriminados de la vida cotidiana en donde se jugarán las energías de los planetas y las cualidades zodiacales.
En su libro “Las doce casas” Howard Sasportas lo explica de una manera más que sintética <Dicho de modo muy simple, los planetas nos muestran qué sucede, los signos cómo sucede y las casas dónde sucede>. Así como el Zodíaco es la división en doce espacios de la eclíptica ( la senda aparente del Sol alrededor de la tierra desde un punto de vista geocéntrico); las casas a su vez, responden a la división en 12 espacios de la rotación diaria de la Tierra sobre su propio eje en relación a la eclíptica Solar.
Astronómicamente hablando, la casa 1 (o Ascendente natal) marca la intersección de la eclíptica con el horizonte del observador. Dado que la Tierra gira completamente sobre su eje en un tiempo de 24 hs, entonces todos los planetas y signos pasarán en un día por las doce casas que constituyen la carta natal. Cada casa representa un ámbito de experiencia el cual experimentaremos desde las energías Zodiacales y planetas que estén emplazados allí. Este es un mapa muy específico que ayuda a aquellos que conocen su carta a discriminar con mucho mayor rango de precisión la manera más natural y fluida posible para abordar las vibraciones que dicho campo de experiencia plantea a la persona.
Un consultante presentaba una carta natal con mucha energía de orden, trabajo, esfuerzo y precisión. Obviamente esta persona tenía muchas dificultades para lidiar con los “imprevistos” de la vida ( que astrológicamente es representado por Urano), ya que su anhelo era de organizarlo todo ¡a modo de maquinaria de reloj suiza!. Una angustia muy fuerte que esta persona planteó en la consulta era su tremendo miedo en lo concerniente a los recursos materiales, su miedo era de perderlo todo imprevistamente. La casa 2 simboliza el área de nuestra vida en dónde contamos con los recursos para materializar, por lo tanto la relación que tengamos con las energías que allí emplazadas nos darán un indicio de la capacidad que tiene o no la persona para materializar.
Este consultante tenía a Urano en casa 2, y en la casa donde se encuentre emplazado nos mostrará el escenario para que desarrollemos nuestra capacidad de surfear los imprevistos, abriéndonos a aspectos nuevos y originales de nosotros mismos. Una vez que esta persona comprendió la posibilidad que le brindaba la casa 2 pudo poco a poco ir perdiéndole el miedo a los imprevistos que la vida le presentaba y así ir generando mayor poder de materialización. Su lado organizado y controlador aprende poco a poco a perderle el miedo a lo que no es controlable y así desarrollar cualidades más adecuadas y naturales para la materialización. Digamos que más amigo sea de lo que no se puede prever mayor será su capacidad de materializar.
Otros deberán encontrarse con el esfuerzo en la dos (Saturno), otros con la enseñanza (Júpiter) y así sucesivamente.. Este ejemplo sirve para entender el potencial que tiene para la Conciencia el hecho de discriminar los escenarios de la Vida y los desafíos energéticos que dichos escenarios plantean.
Hablemos un poco entonces en forma breve y sintética de algunas energías básicas de la carta para hacernos una idea un poco más concisa de lo que estamos diciendo.
La Luna: Como bien sabemos los seres humanos crecemos envueltos en diferentes tipos de “huevos vibratorios”, que obviamente generan cuerpo en el tejido terrestre. O sea, primero dentro de un útero, luego pasamos a construir una noción de mundo a través de nuestra madre, luego colegio, amigos, es decir la cultura.. La luna es aquella vibración que va generando contextos para que algo pueda desarrollarse. Entonces en la vibración zodiacal de la luna y sus aspectos podemos leer la manera que tiene la persona de armar madriguera, de armar casa; y a su vez, la cualidad vibratoria que esa persona experimenta con su madre (que es la que hace de primera luna por excelencia). La luna es la vibración donde el psiquismo experimenta un máximo de seguridad, es la vibración que el sistema nervioso traduce como “segura”, por eso la cualidad lunar y su maravillosa función de cuidado y nutrición pasa a ser posteriormente un refugio inercial y altamente regresivo. Esto sucede debido a la necesidad psíquica que tenemos a “estar en seguridad”, por lo tanto el sistema nervioso dice: “¡Envolvete en la luna!”, así la luna que debería ser una función de cuidado en las primeras etapas de desarrollo se vuelve una morada recurrente que no permite el desenvolvimiento de otras energías de la carta. Así vemos constantemente a personas que a ojos de lo social aparentan madurez y solidez, pero a ojos de la astrología son lugares de búsqueda de seguridad homeostática. Esto no significa que haya que estigmatizar a la luna, ya que si la persona realmente trabaja su madurez emocional, entonces la luna se vuelve un potencial único, porque es una vibración que realmente conocemos hasta la médula. Esta vibración una vez que atraviesa un proceso de maduración se vuelve un verdadero talento de la persona y con ello la posibilidad de entrar en contacto emocional profundo con otros, cosa que de otra manera se hace difícil ya que si el otro se lo traduce como amenazante el verdadero contacto no puede florecer.
El Sol: Visualicemos un segundo al Sol irradiando luz, vitalidad y calor en el centro de nuestro Sistema Solar. Observen que la luz que todos los días ilumina nuestras vidas (literalmente hablando) proviene de una estrella muchas veces más grande que la tierra y que se encuentra a una distancia tan maravillosamente equilibrada que permite que esa potencia tremenda alcance la superficie terrestre con un determinado umbral de calor, posibilitando la vida en La Tierra. La órbita terrestre está a la justa distancia del Sol para la vida, y su vuelta alrededor de éste posibilita las estaciones generando diferencias en la temperatura Terrestre, diferencias necesarias para la Vida. Pero además el peso gravitatorio Solar organiza la órbita de todos los planetas de nuestro sistema solar, organiza un sistema, coherentiza un sistema de planetas (que para los astrólogos tendrán correlato de diferentes funciones psíquicas). Los soles del Cosmos con sus explosiones continuas, explosiones que equivalen a millones de bombas atómicas, son los generadores de Luz y calor en la infinita vastedad del Cosmos. Este efecto irradiante y generador de vida que el Sol es, implica en la carta natal el lugar en donde nos sentimos nosotros mismos. Es difícil para todos nosotros expresar y explicar esta frase “donde somos nosotros mismos”, pero creo que a todos nos toca en un lugar particular, que refiere a esa imagen Solar de irradiación espontánea y vital, ese es nuestro potencial Solar psíquico, es decir, sentirnos nosotros mismos y expresarlo. La cualidad zodiacal del Sol y sus aspectos hablarán de la vitalidad irradiante que esa persona posee. El principio Solar coherentiza nuestras vidas y nos brinda vitalidad para sentirnos Uno e irradiar eso que somos. Por eso leemos en el Sol la identidad de la persona, donde se siente que es, pero esta identidad, esta auto imagen se organiza con tejido lunar también, es un proceso complejo, ya que la auto imagen representa generalmente un lugar de seguridad que continuamente buscamos confirmar. Más allá de este nivel solar relacionado a la Luna se encuentran niveles solares de irradiación profundamente vital y espontáneamente originales.
El Ascendente: Es la puerta de entrada de la energía al Sistema Vibratorio que somos (La carta natal). Muchas veces se usa en astrología la comparación del Ascendente con el rostro, ya que este es la parte de nosotros que más nos identifica y que nunca vemos si no es en un espejo. Por lo tanto el Ascendente es aquella identidad vibratoria hacia la cual puja la energía de la carta, pero con la cual no nos identificamos, ya que lograr la identificación con el Ascendente implica todo un proceso de maduración psíquica muy importante que lleva muchos años de la vida. El Ascendente nos plantea un viaje de destino a recorrer y que lo sepamos o no, estamos recorriendo. Cuando el Ascendente es incorporado concientemente a la totalidad del sistema sucede una potencialización creativa global, ya que ahora la energía entra al sistema sin fallas ni obstrucciones, todo el Sistema se dinamiza. Pero esto lleva mucho trabajo psíquico, ya que el viaje empieza generalmente con una distancia muy grande con aquella energía que realmente somos, por lo tanto el ascendente crea incesantemente escenas de destino (a través de personas y situaciones) para que podamos responder a ellas desde nuestra energía de Ascendente y así reconocernos. Estas escenas se dan, precipitan, ya que constantemente el tejido terrestre refleja el orden del Cielo. Vibrar con la energía de Ascendente es fundamental para que la Vida alcance niveles creativos de mayor complejidad y plenitud.
La carta natal nos muestra nuestro potencial de despliegue vital, conocerla es una herramienta fundamental para que podamos nutrirlo y actualizarlo día a día. En la carta se refleja un anhelo del cielo para la tierra, conocer nuestra carta es sumarnos y abonar creativamente ese anhelo encontrándonos en el proceso como frutos vivientes de esa unión.
La carta marca un patrón de despliegue creativo y vital de la Vida. Fruto de la unión entre el cielo y la tierra ese patrón de despliegue debe ser abonado y nutrido por la conciencia para que florezca su máximo potencial.







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