Solsticio de verano, 21 de junio, 2015: el día más luminoso del año
Este domingo 21 de junio de 2015 se celebra el solsticio de invierno en el hemisferio norte, una fiesta astronómica con ecos paganos que contiene gran belleza simbólica.
Este domingo 21 de junio a las 16:39
tiempo universal (11:39 hora de la Ciudad de México) se celebra
oficialmente el solsticio de verano en el hemisferio norte, el día más
luminoso del año. A esta hora el Sol marca su mayor distancia con el
ecuador celeste y también escala al punto más nórdico en la esfera
celeste, colocándose sobre el Trópico de Cáncer (y entrando a esta
constelación zodiacal, también conocida como “la puerta del hombre”). Al
sur del ecuador se celebra el solsticio de invierno: en el hemisferio
sur este día es el más oscuro del año. El significado de la palabra
“solsticio” (sol + sistere: quedarse quieto, en
latín) parece haber surgido de la ilusión que se genera cuando el sol
llega al punto más alto del cielo (hacia el norte en apariencia) y
parece detenerse en el cenit, en una luminosa suspensión temporal que
tradicionalmente ha sido considerado un momento especialmente mágico.
En nuestra época no solemos celebrar
mucho estas fechas astronómicas, pero en las religiones paganas y en las
culturas más ligadas a la naturaleza, los solsticios y los equinoccios
son casi siempre parte de las principales celebraciones, haciendo
tangible la estrecha relación entre el hombre y el cosmos a través del
ritmo. El solsticio es la fecha en la que podemos apreciar con mayor
facilidad la polarización perpetua entre la luz y la oscuridad.
Diferentes grupos paganos celebran lo que se conoce como el Midsummer (o
el día de Lith), una fiesta en la que encienden fuegos en la noche y
hasta el amanecer para alimentar al Sol que, en el reverso de su máxima
luminosidad, contiene ya su declive (en un universo cíclico en
permanente movimiento, cada acto contiene su polo opuesto, es muerte y
renacimiento). Hoy también, más allá de los vítores radiantes del
verano, inicia el camino hacia la oscuridad que culminará en el
solsticio de invierno, el día en el que el dios solar volverá a nacer
como un fénix de las cenizas del año viejo. Los antiguos ritos de fuego
estival buscaban dotar simbólicamente de más fuerza al Sol, que hoy
llega a su máxima plenitud, para que así pudiera superar el escollo
predestinado de su muerte invernal. El Sol, en este sentido representa
la imagen del héroe que vence a la muerte, como Cristo, Dionisio u
Osiris, entre otros dioses de la luz. Este rito tiene una interesante
correlación con lo que enseña el Clásico del Emperador Amarillo, de la
medicina china, que recomienda en verano, el tiempo de mayor qi,
alimentarse de la energía del cielo para poder almacenar la misma en el
invierno y no sufrir los achaques de los últimos meses del año en los
cuales existe menos energía.
Se mezclan con el solsticio también las
celebraciones de la Noche de San Juan, celebrada a veces el 24 y a veces
el 23 de junio; el 24 es el día que la Iglesia Católica escogió para
celebrar el nacimiento de San Juan el Bautista, ya que según evangelista
Mateo, San Juan nació seis meses después del nacimiento de Cristo el 24
de diciembre. Ambas fechas podrían haber sido elegidas como un
sincretismo de celebraciones paganas; en el caso de la Navidad, las
famosas saturnalias que se celebraban en Roma.
En el libro The Spiral Dance ( HarperCollins, 1999, p. 205) se dice:
Este es el tiempo de
la rosa, de su florecimiento, su fragancia y su sangre. Ahora en este
el día más largo, la luz triunfa, y a la vez comienza su declive frente a
la oscuridad. El Rey Sol abraza a la Reina del Verano en un amor que es
como la muerte por que es tan completo que todo lo disuelve en una
canción de éxtasis que mueve los mundos.
Para los antiguos, el Sol era
considerado una imagen de Dios y en sus rayos había una propiedad divina
(un buen pretexto para llenarse de luz hoy). Sin embargo, los místicos
entendieron la danza de la polaridad entre la luz y la oscuridad más
allá de lo aparente. En el minuto 4:00 del podcast de Cadena Áurea,
el Dr. Ernesto Priani, cuenta como el filósofo renacentista Marsilio
Ficino tenía la noción de que “si todo es luz, en realidad lo que
nosotros vemos son sombras… el sol es la sombra de la luz, su luz viene
de otro lado, es sólo un reflejo”. La percepción de “la oscuridad del
sol” es una forma de elevación perceptual. Platón había dicho que “todos
los hombres ven el cuerpo del sol, pero ninguno su alma”.
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