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La Astrología ha sido por mucho tiempo la gran olvidada en los círculos esotéricos. Muchos estudiantes de lo Oculto tienden a darle de lado ya sea porque, como toda cosa de valor, requiere de bastante tiempo y motivación aprenderla o, en otros casos, porque la consideran una generalización exagerada o una farsa total. Valdría la pena recordarles a estos últimos la frase de Sir Isaac Newton, una de las luminarias de la ciencia y el esoterismo por igual, cuando cuestionado por Sir Edmund Halley acerca de su adherencia a las doctrinas astrológicas, el gran matemático y físico respondió : “Yo he estudiado el asunto; usted, señor no”. Cierto es que la Astrología se ha ganado un mal nombre, gracias a la proliferación en este último siglo de la charlatanería de los horóscopos de revista , y la mala imagen de supuestos astrólogos que tienen mucho más de show-man que de verdaderos cultivadores de este antiguo Arte. Por supuesto que este mal de la vulgarización y la impostura no ha sido exclusivo de la Astrología; el Esoterismo lo ha sufrido en todas sus vertientes. Sin embargo, la genuina Tradición Esotérica de Occidente siempre ha considerado a la Astrología como una de sus más vitales disciplinas, una que permite al estudiante conocerse mejor a sí mismo y al mundo en el que vive, una Verdadera Llave Maestra que permite abrir el Libro Cerrado de la Naturaleza, y que muestra, para el ojo que puede ver, las conexiones internas entre las más dispares ocurrencias de la vida, dándonos una idea del Plan Maestro que subyace tanto en las existencias individuales, como en los acontecimientos y ciclos colectivos. No por gusto muchos de los más conspicuos esoteristas de todos los tiempos la practicaron, y los más variados templos y logias de diferentes órdenes, y hasta de las religiones exotéricas, muestran en mayor o menor grado simbolismo astrológico. Pretendemos con este pequeño artículo dar algunas pinceladas sobre el papel primordial que desde antiguo los sabios herméticos han asignado a la Astrología, y contribuir al mejor entendimiento de las bases filosóficas y esotéricas sobre las que se levanta la Ciencia Astral. Orígenes e Historia breve de la Astrología. La mayoría de los estudiosos de la historia de la Astrología hacen remontar su origen a la civilización Babilónica. Según nuestro conocimiento histórico actual, los babilonios fueron los primeros en considerar el firmamento en busca de símbolos que se relacionasen con los acontecimientos de nuestro mundo sublunar, en una época tan temprana como 1600 AC. En particular, empezaron a correlacionar los eventos sociales y naturales con las posiciones planetarias y estelares, dando inicio así a la Astrología Mundana (rama que se ocupa del estudio de los ciclos astrológicos y su relación con el devenir humano y los eventos que afectan a la sociedad en general), evolucionando en un período más tardío hacia la Astrología Natal (rama relacionada con el destino y las características de una persona en particular). La Astrología estaba fuertemente ligada a la religión en Babilonia, y los sacerdotes, al mismo tiempo fungían de astrólogos, augures y exorcistas. Se practicaba la magia planetaria extensivamente, como una forma de apaciguar las influencias adversas de las corrientes de luz astral, algo que actualmente ha caído en desuso en la Astrología Moderna, pero que fue muy popular entre los astrólogos medievales, y aún lo es entre los astrólogos hindúes. De esta fuente babilónica, la Astrología pasó a Egipto, Persia y Grecia. Fue justo en la ciudad de Alejandría, centro cultural del mundo antiguo y cuna del Hermetismo, donde alrededor del siglo III antes de nuestra era, hubo un auge de la Astrología, y se escribieron los tratados más antiguos que se conservan acerca de cómo levantar una carta astral y cómo interpretarla. La Astrología Helenística (así se le llama por haber sido fruto de este período de oro del saber griego) nació marcada por las concepciones hermético-filosóficas del momento, y esto se ve en conceptos como la división del Zodíaco en 4 elementos, las polaridades de los signos astrológicos, los planetas nombrados como las deidades arquetípicas griegas, más otros conceptos egipcios tales como los decanatos y el sistema de casas astrológicas, inspirado en el recorrido diario del Sol (Ra) por los cielos. Curiosamente referencias de escritos astrológicos de la época alejandrina mencionan como sus fuentes a ciertos libros escritos por Hanubios (Anubis), Hermes, Petosiris (gran sacerdote egipcio del 400 AC), Nechepso (Faraón egipcio) y Aesculapios, de los cuales nada ha quedado, como dejándonos a entender que fue de la fusión de las culturas y filosofías griega y egipcia de donde nació la Astrología. En particular, se le atribuyen a Hermes Trismegisto la autoría de ciertos trabajos astrológicos del período alejandrino tardío. Sus títulos son: El Centiloquio (100 aforismos sobre astrología), Las Estrellas Bebenias, y Las Quince Estrellas (estos dos últimos sobre las influencias de las estrellas fijas). Otros escritos mágico-astrológicos son atribuidos a Hermes en los Papiros Mágicos Griegos, siendo principalmente listados de correspondencias entre planetas, estrellas, plantas, animales, piedras preciosas, etc., destinados a la práctica de la magia ceremonial y magnética. También, en los escritos de San Clemente de Alejandría, se menciona que los sacerdotes egipcios guardaban con gran veneración 42 libros herméticos, de los cuales 4 estaban dedicados a la Astrología y la Astronomía. Si bien sabemos que el nombre Hermes Trismegisto no fue llevado por una sola persona, o que más bien es una especie de figura arquetípica del Maestro Iluminado y Guía Sabio, no deja de ser relevante que estos libros llevaran el sello de autoría de Hermes, tal como el Corpus Hermeticum, donde si se lee con cuidado, se pueden hallar las llaves esotéricas de la Astrología. Todo esto apunta a que los estudiosos y practicantes de la Gnosis de Hermes entendían muy bien el Mensaje de las Estrellas, siendo este parte de su cosmología, curriculum de estudios y praxis. Luego del ocaso de Alejandría, la Astrología fue conservada y desarrollada por los árabes durante la Edad Media. Fue a través de los astrólogos árabes que la Astrología volvió a entrar en Europa desde alrededor del siglo XIII. Luego, en el Renacimiento, vio un auge gracias a la proliferación de los estudios clásicos y la traducción de obras griegas tales como el Corpus Hermeticum y el famoso Tetrabiblos de Ptolomeo. En siglos posteriores siguió siendo cultivada aunque muy limitadamente. No fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX que se volvió a popularizar el estudio de la Astrología, junto con el boom de la Teosofía, el Espiritualismo y las Ciencias Ocultas. En esta época se escriben también los primeros textos que enseñaron el arte astrológico a un mayor número de personas, ya que anteriormente muchos de los libros que existían habían tenido una tirada corta y habían terminado en las bibliotecas de estudiosos. El siglo XX vio tanto la vulgarización de la Astrología, como su progreso y diversificación. Durante el mismo, se han creado organizaciones que reúnen a astrólogos a nivel nacional e internacional, se ha hermanado con la Psicología para dar un mejor entendimiento de los procesos internos del ser humano (solo como ejemplo el famoso sicoanalista Carl Jung solía hacerle levantar una carta natal a muchos de sus pacientes), e incluso ha recuperado muchas de las técnicas de épocas pasadas, que se habían perdido, y que han reaparecido con las traducciones de autores medievales, latinos y griegos. Hoy en día contamos con una bibliografía extensa, y en bastantes casos, muy seria, sobre las diferentes ramas de la Astrología, sin contar los variados softwares que reducen las horas de cálculos necesarias para levantar cartas astrales a segundos, por lo cual este es un momento privilegiado para su estudio. Bases esotéricas de la Astrología. Destino. “Como es arriba, así es abajo; y como es abajo, así es arriba” sentencia el Kybalion. La Astrología está marcada profundamente por este axioma. Para los astrólogos, la primera y más importante relación oculta es aquella entre lo celeste y lo terrestre, el mundo de arriba, los Astros, y el mundo de abajo, sublunar, nuestro planeta. Esta idea de correspondencia entre las posiciones astrales y los eventos terrestres ha sido vista de diferentes maneras desde la Antigüedad. Los antiguos se inclinaban por la teoría de la causalidad directa, o sea, pensaban que había una relación directa entre lo que acaecía en los Cielos, y lo que ocurría en la Tierra. Paracelso, el famoso medico, alquimista, astrólogo y esoterista, proponía que la influencia de los Astros era de naturaleza no física, más bien sutil-eterica, la cual impacta al hombre en su cuerpo astral y crea las diferentes situaciones de su vida, incluso sus desarmonías físicas, tema este en el que Paracelso se especializaba. Hoy en día muchos hay que se inclinan por el enfoque no-causal de Jung. El famoso sicólogo proponía el concepto de sincronicidad como explicación para los aciertos astrológicos. La sincronicidad, a grosso modo, no es más que la ocurrencia de signos que nos hablan de nuestra situación, mas no son la causa directa de las mismas. Por ejemplo, un augurio, una carta de Tarot, un hexagrama del I Ching, no causa la situación del consultante, mas la refleja y la clarifica desde un punto de vista espiritual, debido a la conexión de todos con todos. Sea cual sea el enfoque, podemos ver que antiguos y modernos esoteristas hallaban significado y revelación a través de la Astrología.
En el Corpus Hermeticum, Primer Tratado, el Nous revela a Hermes: “La
Mente el Dios, que es a la vez macho y hembra, y contiene en sí Luz y
Vida, dió a luz por Nombre a una segunda Mente Creadora, la cual, siendo
dios del fuego y del espíritu, creó a su vez siete gobernadores dueños
contenedores del cosmos sensible, cuyo gobierno se llama Destino.” Aquí,
los siete gobernadores a los que se refiere son los Siete Planetas
Sagrados conocidos por los antiguos, que esotéricamente son considerados
como los órganos del Sistema Solar, los Logoi de la Doctrina Secreta,
los centros de irradiación y reflexión de la Luz Astral, o fuerza
cósmica en la que vivimos y tenemos nuestro Ser, cuyas mareas están
marcadas por los ciclos de estas esferas. Hermes menciona aquí la
palabra Destino, y este es un tópico candente en Astrología y Esoterismo
en forma general.
Hay un destino como tal? Esta es una pregunta acuciante. La respuesta dada por Hermes está en el medio de los dos extremos: En cierto sentido si, y en otro no. Dejemos que Hermes mismo nos ilustre: (…) A diferencia de todos los demás seres vivos de la tierra, sólo el Hombre es doble: mortal por el cuerpo, inmortal por el Hombre esencial. Por consiguiente, a pesar de ser inmortal y poseedor de plenos poderes sobre todas las cosas, está sujeto a la muerte y sometido al Destino. Siendo superior a la estructura se volvió esclavo dentro de la estructura. Siendo andrógino, de padre andrógino, y no sometido al sueño porque viene del que nunca duerme, sin embargo es vencido... La Materia obedece leyes, y por Materia me refiero tanto a la materia física como a la más sutil, etérica , astral y mental. La Materia está sometida a los ciclos del Destino, que no es más que la Ley Cósmica Invariable e Impersonal, la cual la Astrología personifica en las Esferas Celestes, sus posiciones y aspectos. En el Hombre, las chispas divinas han encarnado descendiendo desde el Reino del Incondicionado y libre Espiritu, hacia el Mundo de la Ley Karmica, la Rueda que no para, el mundo donde rige la ley del Ritmo, ciclos de crecimento y decrecimiento, tales como los marcados por los Astros en su deambular celeste. Hermes nos clarifica entonces, que en su parte Divina, en su Esencia, el Hombre es Libre, sin embargo, su Materia (entiéndase cuádruple realidad o cuaternario inferior) está sujeta a las Leyes Cósmicas. Mientras más desconectado de su naturaleza divina está el ser humano, más material es, más robótico se comporta, más sujeto está al Fatum Astrológico. Paracelso, un convencido del poder de la influencia sidérea sobre los asuntos del mundo, nos da una clave acerca del accionar del Destino en el ser humano y cómo vencerlo: "El astro está sometido al sabio, ha de regirse por él, y no él por el astro. El astro sólo rige, gobierna, coacciona y fuerza al hombre que aún posee en si una fuerte naturaleza animal, y que no puede hacer más que seguirla –como el ladrón no puede rehuir a los galgos, el asesino a la rueda del tormento, el pescador a los peces, el pajarero a los pájaros o el cazador a la caza. Pero ello se debe a que un hombre así no se conoce a sí mismo y no sabe utilizar las energías que yacen ocultas en él, y no sabe que también lleva el astro en sí, que es el Microcosmos y guarda en sí todo el firmamento con todas sus potencias. Por eso con razón puede ser llamado necio y tonto y ha de estar sometido en dura esclavitud a todo lo terreno y mortal. El hombre sabio es el que rige su vida a partir de la sabiduría Divina y a imagen de Aquel según el cual ha sido creado. Este sabio gobierna ambos cuerpos: el “sideral”, etéreo y el elemental, material. A ambos tiene que servir el hombre, y deambular por cada uno de ellos para cumplir la ley del Señor y encontrarse en armonía con la Naturaleza, con la Voluntad de Dios y el Espíritu Divino” Nunca mejor dicho. El adagio “Sapiens Dominabitur Astris” (La Sabiduría domina los Astros) es la llave a mayor libertad. El hombre, en su evolucionar, eleva su rata vibratoria, y por lo tanto es libre de trabajar las influencias que se van a manifestar desde planos mas sutiles. Sin embargo, la generalidad de los humanos, y eso nos incluye también a muchos de nosotros los estudiantes herméticos, debido a que estamos inmersos la mayor parte del tiempo en nuestra personalidad, y a que no hacemos espacio para que se manifieste el Espíritu, sentimos con fuerza los embates de la Ley. De tal modo que si en determinado momento se activa una influencia astrológica adversa para una persona X, es muy probable que dicha persona no pueda hacer mucho por balancearla, a no ser que haya desarrollado un equilibrio interno grande a través de la meditación y la elevación espiritual. ¿En que puede entonces ayudar la Astrología? ¿En que puede ser útil conocerla? Pues bien, en mi opinión hay múltiples ventajas de índole muy práctico: Primero, nos permite conocernos mejor. A través de la Astrología Natal podemos conocer nuestras tendencias innatas, esas semillas kármicas que están prontas a florecer, aquellas pautas que a veces son inconscientes para nosotros, pero que debemos aprender a concientizar y trabajar. “Gnouthi Seauthon”, decía en el Oráculo de Delfos: “Hombre conócete a ti mismo”. La Astrología nos puede dar una mano grande en esta tarea. O sea, como primera ventaja es una herramienta que nos ayuda en el autoconocimiento profundo. Es el trabajo del Azufre o auto-estudio y auto-observación para el mejoramiento. Segundo, nos permite saber qué ciclos e influencias están, han estado y estarán activos en nuestra vida, y de esa forma podremos comprender mejor el pasado, vivir más concientemente el presente, y plantar las mejores semillas para el futuro. El conocimiento de los ciclos o Astrología Predictiva, verdadera aplicación práctica del Principio del Ritmo, es la clave para el accionar conciente, pues nos dice cuándo estamos nadando contra la corriente, o cuándo la corriente está a nuestro favor, así como cuáles energías están o estarán impactando nuestra esfera personal, dándonos, si tenemos la Sabiduría, el Autocontrol y la Maestría necesaria, la oportunidad de trabajar concientemente con nuestras situaciones. Es el trabajo de la Sal, o la paciencia de vivir en el momento y trabajar poco a poco en la Gran Obra. Por último, la Astrología también nos da una visión integradora del Cosmos. Con ella nos damos cuenta de la Unidad subyacente en Nuestro Sistema Solar, y cómo la Vida en todos los planos del mismo, fluye y refluye. La Astrología en su vertiente esotérica nos explica qué camino debemos seguir para evolucionar e ir sutilizándonos, como diría Paracelso, cómo dejar de ser hijos de Saturno (las deudas del destino, el Plomo), para convertirnos en hijos del Sol (la imagen viviente de la Oculta Divinidad, el Oro). Este es el trabajo del Mercurio, el verdadero conocimiento con alas en los pies, balance de la Sal y el Azufre, que nos permite ascender hacia realidades superiores. La Astrología, junto a la Teurgia y la Alquimia, forman el Trivium Hermético, las tres disciplinas de los iniciados, su Alef-Mem-Shin. Alef –Astrologia- es el aliento, el conocimiento que necesitamos tener de nosotros mismos y del Universo; Mem, es el agua de la Meditación o Teurgia, que disuelve la conciencia personal en la Conciencia Cósmica; Shin es la Alquimia, cuyo fuego diviniza, trasmuta y nos eleva a una Octava Superior. Es hora ya de que salga del olvido la Astrología y nos brinde nuevamente sus más nobles herramientas para nuestra labor. La Piedra que desecharon los Arquitectos es ahora la Piedra Angular. Es mi parecer que la Astrología, vista con miras espirituales, tiene mucho que ofrecer a los iniciados en su trabajo. Ojalá este pequeño artículo despierte el interés por el estudio serio de esta antigua Clave. Sophia los bendiga a todos…
1- A History of Horoscopic Astrology, by James Herschel Holden, published by American Federation of Astrologers.
2- Corpus Hermeticum, Tratado I: Poimandres. Version online: http://homepage.mac.com/eeskenazi/poimandres.html. 3- El Kybalion, Editorial Kier. 4- www.circuloazoth.netfirms.com (Citas de Paracelso) En particular le estoy muy endeudado al creador de esta página, mi querido profesor de Astrología, Ariell Chris, quien me inculcó muchas de las nociones esotéricas explicadas en este artículo, así como me instruyó en las técnicas astrológicas. A el mi gratitud.
POSTEADO POR FRATER ALEPH
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