Jesús Navarro. Zaragoza (España).
Artículo
publicado por el periódico La Vanguardia, 10/02/2002. El autor es
doctor ingeniero en Telecomunicaciones y catedrático de Ingeniería
Electrónica y Comunicaciones (Universidad de Zaragoza).
Modernamente,
debido a la variación histórica de los referentes de cientificidad, la
astrología pierde su antiguo estatus. La ciencia actual se basa en un
paradigma disociativo y reduccionista, donde conocedor y conocido son
realidades radicalmente separadas; mientras la visión del mundo que
caracteriza lo astrológico es sistémica y holística, postulando la
sintonía entre el universo y sus partes, observador incluido. Dirimir
entre ambos presupuestos resulta filosóficamente problemático, así como
fijar criterios estrictos para aceptar, o no, un área de conocimiento
como “científica”.
Operativamente
es defendible dar por bueno un determinado paradigma, pero ello no
excluye la potencial validez de los restantes. De hecho, en la filosofía
del siglo XX se crítica el positivismo racionalista y el conocimiento
científico moderno como criterios excluyentes de verdad o de acceso a la
realidad.
Por
otra parte, la genuina astrología es ajena al fatalismo. En el“Enuma
Elish” (poema babilónico de la creación) veía el trabajo humano como
sustitutorio del de los dioses, control del destino incluido, contando
los hombres para ello con la ayuda de los mensajes astrológicos. Y en el
“Tetrabiblos” se lee: “No hay que pensar que lo que ocurre a los
hombres por los cuerpos celestes sea inevitable, como algo fatal que el
hombre no puede apartar”, postulando concordancia y semejanzas (no
influencias) entre ambiente y neonato. Este posicionamiento ptolemaico
tiene continuidad hasta el presente (De Whol–astrólogo al servicio de
los aliados durante la Segunda Guerra Mundial– escribe: “[las
configuraciones astrológicas] no traen necesariamente los
acontecimientos /.../ Los aspectos astrológicos son como chispas. Tiene
que haber material explosivo a la redonda si han de provocar una
explosión”), y converge con los resultados experimentales de
Gauquelin (el más famoso investigador astrológico del último siglo)
sobre la herencia astrológica.
Pero
también es un hecho el creciente número de datos experimentales
proclives a lo astrológico, habiendo aparecido incluso hipótesis
explicativas ofrecidas por científicos de prestigio (Seymour,
Fuzeau-Braesch), a la par que las instituciones universitarias se van
acercando a todo ello con el debido rigor académico. Por ejemplo, el
Kepler Collage (Estados Unidos) impartiendo una titulación astrológica
estatalmente reconocida; la Universidad de Southampton (Reino Unido)
constituyendo un grupo de trabajo especializado en estos temas, o la
Universidad de Zaragoza (España) ofreciendo una asignatura de libre
elección sobre temática astrológica.
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