Astrologia: una mirada perspectivista
Por Alexey Dodsworth
La teoría astrológica
La teoría astrológica no se basa necesariamente en un mecanicismo causalista (una cosa causa otra, o sea: X pasa por la casa Y y produce un efecto Z), pero sí en la teoría de la sincronicidad, teorizada por el médico y creador de la psicología analítica, Carl Gustav Jung como una forma de explicar la conexión entre dos eventos aparentemente "desligados" a partir de un punto de vista mecánico, pero relacionados en significado.
El pensamiento astrológico puede ser encarado como holográfico, y no mecanicista: el universo es visto como un gran holograma, y todas las cosas están interrelacionadas. Todo es parte de todo y, siendo así, bajo esta perspectiva, un planeta no "causa" algo. Sería como la manecilla de un reloj. El reloj no "hace ser" las diez de la noche, él indica que son las diez de la noche. Si yo destruyo el reloj, ¿dejan de ser las diez de la noche? Claro que no. Las horas son independientes de las manecillas que las apuntan. Del mismo modo, si elimináramos las señales de una ruta, la ruta no deja de existir.
Los escépticos, críticos y detractores de la astrología acostumbran fundamentarse en la idea de "influencia planetaria", defendida por muchos astrólogos, para atacar a la astrología. Parten de la pregunta fatal: "qué tipo de influencia es ésta?" La respuesta de los astrólogos no resulta ser muy feliz: acostumbran decir que se trata de una "energía aún no descubierta por el hombre".
¿La astrología puede ser considerada una ciencia? Depende de lo que consideremos "ciencia" - término que parece haber sido usurpado por el ramo específico de las ciencias exactas, en los últimos cien años. Lo que los críticos científicos exactos parecen olvidar es que existen las ciencias humanas, y que cuanto más humana es una ciencia, menos exacta ella se torna. La psicología y el psiconálisis, no menos ciencias a pesar de no ser exactas, versan sobre contenidos psíquicos y simbólicos que no pueden ser analizados a partir de instrumentos mecánicos de medición. Defino y defiendo la astrología como uma ciencia humana.
Las ciencias exactas y humanas son diferentes formas de aproximación a la realidad. Cada una de estas áreas a su modo nos permite una mirada, una comprensión de la realidad que nos rodea. El problema surge cuando cada cual resuelve "extrapolar" sus límites e intenta universalizar una perspectiva. La encrucijada en que la astrología se encuentra, mal vista por el medio académico moderno, se debe en gran parte por la base filosófica que nos mueve: el pensamiento mítico siendo relegado a un plano secundario, substituido casi totalmente por el pensamiento racional.
Como nos recuerda el psicólogo analítico Luigi Zoja, la diferencia entre el pensamiento mítico y el pensamiento racional consiste en el hecho de que el pensamiento mítico (en el cual la astrología se inserta) se ocupa de los sentidos posibles de una experiencia, de los significados internos, mientras que el pensamiento racional se preocupa por las supuestas "causas" de todas las manifestaciones perceptibles por los sentidos humanos.
No niego, en absoluto, la importancia del pensamento racional en nuestro mundo. Gracias a la perspectiva exacta de la ciencia tuvimos asombrosos avances en medicina, en química, en física. Nuestro mundo se tornó, gracias a las ciencias exactas, un lugar que sería llamado "mágico" por un campesino medieval. Pero eso no significa que seamos mejores como humanidad. Con juguetes más sofisticados, si. Basta un mero vistazo a nuestro alrededor para que cualquier persona, por más escéptica que sea, concuerde que diversas consideraciones psicológicas están más que en falta. De ahí la importancia de valorizar las ciencias humanas, que, con su abordaje subjetivo, confiere alma a la realidad objetiva. Y la astrología está inserta en este contexto humano de la ciencia.
Las ciencias exactas, al intentar universalizar su "modo de ver", incurren en el error de apegarse al pensamiento mecanicista y causalista (todo tiene un origen mecánico y todos los efectos tienen una causa). Lo que no encaja en este modelo de pensamiento es descartado. Y los astrólogos, bajo diversos aspectos, colaboran en su propio detrimento, al defender un pensamiento mecanicista para un saber fundamentalmente simbólico. Y lo simbólico no es sinónimo de "anti-científico", de hecho porque la teoria de la sincronicidad, base fundamental del pensamiento astrológico ("lo que está arriba es como lo que está abajo"), es perfectamente explicado por la física cuántica.
Irónicamente, quienes primero percibieron que la mecánica cuántica daba una base epistemológica justa para comprender las técnicas llamadas "místicas", tales como el I Ching y la propia astrología, no fue un esotérico ansioso por aceptación académica, ni un astrólogo ansioso por aprobación social. Fueron un médico psiquiatra llamado Carl Jung y un físico austríaco, Wolfgang Pauli.
Durante más de veinte años, el médico psiquiatra y el físico austríaco desarrollaron un modelo teórico para explicar las relaciones acausales entre eventos físicos y psíquicos, y a este modelo teórico Jung dio el nombre de "sincronicidad" y lo relacionó con la indeterminación cuántica.
Los escépticos suelen criticar la astrología apelando recurrentemente al argumento de que la gravedad ejercida por cuerpos distantes, como Plutón, por ejemplo, es ínfima. Este argumento - desgastado, de tan usado - es constante en casi todas las publicaciones y ataques de los escépticos contra la astrología. Pero aún quien trabaja con la teoria de la "influencia" jamás dice que esta influencia tiene que ver con "fuerza gravitacional". Los "influencialistas" dicen que se trata de uma "energía no descubierta por la ciencia". Particularmente no voy por este razonamiento, aún así es preciso reconocer que los "influencialistas" no hablan de "gravedad".
La cuestión estadística
Muchos astrólogos, pretendiendo defender la astrología, se apoyan en el trabajo del investigador francés Michel de Gauquelin. Gauquelin efectuó una investigación a partir de 25.000 mapas de nacimientos, agrupando jefes militares con destacada habilidad en su área, exímios filósofos, campeones deportivos, actores, escritores, entre tantas otras actividades. A partir de esta pesquisa estadística, inicialmente objetivando negar los fundamentos astrológicos (siedo contratado para esta finalidad por el observatorio de París), un sorprendido Gauquelin se encontró con una incidencia especialmente alta de posicionamentos planetarios que se repetían en una proporción que iba mucho más allá de la mera casualidad. Identificó, por ejemplo, que una tasa notable de militares tenía al planeta Marte en el Ascendente al momento del nacimiento, o al mismo planeta angular al Mediocielo.
Gauquelin avanzó con las pesquisas, investigando entonces el tema de la "herencia astral". Partiendo de un conjunto de 30.000 comparaciones de temas, el investigador afirmó que los bebés solían nacer en el momento de la ascención o culminación del mismo planeta que nacía o culminaba cuando nacieron sus padres, y esa tendencia era aún más acentuada cuando el planeta estaba presente tanto en el nacimiento del padre como de la madre. Tales pesquisas fueron convaliadas por el comité científico de Bélgica y consideradas totalmente válidas.
Algunas cuestiones, igualmente, deben ser tenidas en consideración: el medio astrológico brasileño peca en validar las pesquisas de Gauquelin sin repetirlas, y termina pecando por deshonestidad intelectual involuntaria, pero no por eso menos peligrosa. Quien repite las pesquisas llega a conclusiones diferentes de aquellas alcanzadas por Gauquelin, lo que nos lleva a pensar: ¿estaba Gauquelin secretamente comprometido con un deseo de comprobar la funcionalidad de la astrología, de modo que "forzó" los resultados? La experiencia demuestra que no: aunque las repeticiones de las pruebas llegaron a resultados diferentes de los alcanzados por Gauquelin, todas las pesquisas estadísticas en astrología nos remiten a resultados que están muy por encima del promedio de "pura coincidencia". El problema es que las pruebas no se "confirman", demostrando apenas resultados elevados que varían mucho de investigador e investigador.
Un ejemplo que ilustra bien el fenómeno es el de la investigación sobre homosexualidad masculina, realizada inicialmente por el astrólogo norteamericano Karl Roberts y posteriormente repetida por mi, en Brasil.
En contacto con Roberts, al final de los ‘90, me encontré con un astrólogo entusiasmado. El había levantado una estadística cubriendo dos mil mapas de hombres que se definian como "homosexuales", y a partir de esta estadística percibió una incidencia de más de 75% de mapas con aspectos angulares entre los planetas Venus y Urano, a saber: cuadratura (90° de distancia angular entre los dos planetas), oposición (180° de distancia angular) y conjunción (10° máximos de distancia angular). Tales "aspectos" se repitem unas cuatro veces al año, y duran algunos días. Convengamos, 75% es una tasa muy alta para ser "mera coincidencia".
Repitiendo la experiencia en Brasil
Como considero que un mínimo de espíritu escéptico es esencial para la investigación astrológica, resolví repetir la experiencia con la misma muestra cuantitativa: dos mil mapas de hombres homosexuales. Vale destacar que, en esta época, yo consideraba interesante "probar" la astrología dentro del molde de las llamadas "ciencias exactas", pues creía que tal "encaje" sería posible y válido para nosotros los astrólogos.
Habiendo repetido la experiencia (con dos mil mapas seleccionados al azar, pero siempre de hombres llamados "homosexuales"), no quedé muy sorprendido al no encontrar una incidencia anormal de aspectos Venus-Urano. La tasa por mi encontrada se limitó al 25%, que puede ser clasificada como "mero azar". Todavia, me encontré con un porcentaje notablemente grande (iguales 75%) de aspectos angulares entre Venus y Saturno del mismo orden: cuadraturas, oposiciones o conjunciones.
La primera cuestión que viene a la mente del lego o del escéptico es: ¿quien está equivocado? ¿Quien está en lo cierto? Las respuestas, pienso yo, demandan un poco más de cuidado: primeramente, vayamos a Sigmund Freud, que en su vasta obra deja claro que hablar de "la homosexualidad" es un sinsentido, ya que dos sujetos homosexuales son tan diferentes entre si como dos sujetos heterosexuales. La única cosa en común entre dos hombres homosexuales muchas veces no pasa del "objeto de placer" (otro hombre), y asimismo se puede afirmar que ellos no apreciarán el mismo objeto por los mismos motivos, ni tampoco de la misma manera. Freud demostró en sus investigaciones que no había un "patrón de carácter" distintivo, ni nada que explique universalmente la homosexualidad masculina: hay homosexuales con excelentes relaciones con sus padres, otros con relaciones conflictivas, hay homosexuales con identidad de género femenina, otros con identidad de género masculina. Identificar un hombre homosexual via astrología demandaria un camino opuesto: identificar a los heterosexuales. Podemos hablar, por lo tanto, de homosexualidades, tanto cuanto se puede habler de heterosexualidades.
Aunque Freud no haya estudiado astrología, como lo hizo Jung, la gran contribución al pensamiento astrológico viene - inintencionadamente - del padre del psicoanálisis: cada sujeto es único, y cada caso demanda una investigación aparte. Cualquier especie de generalización, en lo tocante al género humano, incurre en error. Y la astrología se pauta en mapas astrológicos, y no en signos solares o ascendentes. Cada mapa astrológico es una constelación única, y esta constelación es un conjunto de significantes que puede asumir los más diversos significados. Los significados no vienen "hechos", "filtrados" o "automáticos", sino que son construidos por el sujeto. Y en este proceso de construcción de significados los resultados observables, comportamentales y que se configuran en forma de "destino" son múltiples y dependen de una serie de factores: ambiente, educación, cultura.
Suponer que la astrología trata de nuestras "predisposiciones naturales" constituye un craso error. Nada en el ser humano es natural, espontáneo. Somos criaturas de lenguaje. Sin lenguaje no somos nada. Un bebé humano a quien nada se le enseñe, no quedará en pie espontáneamente, ni se pondrá a hablar. De este modo, hablar de "resultados exactos" no es algo que se pueda esperar de una práctica que lidia con sujetos en sus variaciones culturales. Esto queda aún mejor demostrado cuando nosotros reportamos nuevamente la investigación de los homosexuales.
Por más que Karl Roberts haya escogido "al azar" sus dos mil homosexuales en la pesquisa, estos hombres vinieron de un contexto cultural específico, de una época específica, a saber: final del siglo XX en California. El obtuvo un "tipo" específico de homosexual, diferente del "tipo" que yo obtuve explorando una realidad brasileña. Cuando nosotros identificamos al sujeto Venus-Urano como "contestatario, sintiendo placer al chocar con el medio circundante" (y tales cualidades obviamente no se limitan a un sujeto de elección homosexual), en cuanto al tipo brasileño homosexual con Venus-Saturno, que es descripto como "con sentimiento de culpa por su propio placer, afectivamente reprimido y dado a confundir amor com sufrimento" (y tenemos, obviamente, muchos heterosexuales con tales características). Como vemos, ambas investigaciones revelaron una realidad homosexual, pero no "la realidad completa", porque no cabe a la astrología establecer verdades únicas y exógenas al sujeto.
La revisión epistemológica
Conforme nos cita A. C. Grayling, de Oxford (traducción del filósofo Paulo Ghiraldelli Gr.):
La epistemologia, también llamada teoría del conocimiento, es una rama de la filosofía interesada en la investigación de la naturaleza, fuentes y validez del conocimiento. Entre las cuestiones principales que ella intenta responder están las seguientes. ¿Que es el conocimiento? ¿Como lo alcanzamos? ¿Podemos conseguir medios para defenderlo contra el desafío escéptico? Esas cuestiones son, implícitamente, tan viejas como la filosofia, de hecho su primer tratamiento explícito ha sido encontrado en Platón (427-347 AC), en particular en el Theaetetus. Pero primordialmente en la era moderna, a partir del siglo XVII en adelante - como resultado del trabajo de Descartes (1596-1650) y Locke (1632-1704) en asociación con la emergencia de la ciencia moderna - que la epistemología ha ocupado un plano central en la filosofía.
La definición dada al término "conocimento" es la de que es una creencia verdadera justificada. A primera vista tal definición se aplica al conocimento astrológico, que puede ser verificado en la propia práctica clínica. ¿Lo que se infere del sujeto de aquella determinada "constelación planetaria" es verdadero o se reconoce como falso? Siendo determinado como verdadero por el propio sujeto, es sabido que las afirmaciones parten de una justificación contenida en el tema astrológico. No viene "de la nada".
La astrología se topa, todavia, con la problemática de las cuestiones erradas - levantadas tanto por los escépticos como por los astrólogos. Si considerarmos que las posiciones planetarias son significantes, y que tales significantes poseen una "cadena deslizante de significados", no se puede esperar, por consiguiente, que un mismo significante tenga un mismo significado para todos los seres. Aunque los significados sean distintos, ellos guardarán entre si un eslabón analógico - no son "la misma cosa", pero guardan la misma carga simbólica. Hablar de una astrología en que las posiciones planetarias conducen a un y apenas un significado es lo mismo que crear una "astrología psicótica" - puesto que en la psicosis no hay interpretación, no hay metáfora, hay apenas literalidad.
La pregunta justa en astrología, entonces, no debería ser " ¿qué?" y si "¿cómo?". Si yo pregunto "¿que voy a ser?", se espera de la astrología una respuesta que nos retira totalmente de la posición de sujetos deseantes. Pasamos a ser simplemente "objetos del cielo". La respuesta esperada termina siendo: "usted será médico", o "usted será homosexual", o aún "usted será economista". Tales respuestas, evaluadas con honestidad intelectual por los propios astrólogos, incurren en diversos errores, además de transformar la astrología en simplemente una más de entre tantas "tiranas de la verdad" que ensorbecen al mundo. Dictámenes externos de la verdad, que nunca son la del sujeto. Este fue, según pienso, el error de Gauquelin: buscar "el qué", como si los hombres fuesen una especie de producto-en-serie de los cielos.
Cuando yo considero el "cómo", me veo devuelto al papel de sujeto que hace elecciones. Yo decido ser médico, ingeniero, escritor, o cualquier cosa que yo resuelva ser, y pregunto a la astrología: ¿como sería yo si fuera médico? ¿Como sería yo si fuera ingeniero? Descubrir este modo es parte del propósito del lenguaje astrológico.
Volvamos a Gauquelin y a sus descubrimientos del "efecto Marte" que, según él, sugerían "beligerancia y propensión para las artes de la guerra". Eso se puede traducir, obviamente, en un militar. Pero suponer que sólo es posible esa traducción es una psicosis astrológica. Podemos encontrar, con el mismo posicionamento, amas de casa extremadamente determinadas, decididas, firmes, agresivas. Podemos encontrar filósofos contestatarios, asertivos, guerreros. Podemos encontrar líderes de pandillas, o cualquier otra actividad en que la cualidad guerrera marciana sea aplicable.
No todo jardinero de cementerio tiene un aspecto Venus-Saturno
La astrología clásica nos habla que personas muy escorpianas son excelentes excavadores y mineros. Podemos expandir los significados y pensar en la profesora de enseñanza media que "minaba" el conocimento de sus alumnos, llevándolos a las "profundidades subterráneas" de sus mentes. Dícese también que Venus en aspecto con Saturno produce un buen jardinero de cementerio. ¿Y que hace un jardinero de cementerio? Lleva belleza a un ambiente triste. Podemos encontrar esta habilidad en incontables profesiones. Se atribuye a Aries la cualidad de pionero: pero no todo ariano descubre cosas nuevas, aunque es notable el abordaje casi siempre contestador de este tipo zodiacal cuando se encuentra muy presente en un mapa.
El problema es que los astrólogos se ponen en una posición ambigua: al mismo tiempo en que critican las ciencias exactas, parecen ansiar ser reconocidos por ellas, del mismo modo que un adolescente contesta a su padre, por más que lo que desea es su admiración. La comparación tal vez sea infeliz, una vez que la astrología es inmensamente más antigua que las ciencias exactas, tal vez sea esta la cuestión cómica que hay detrás: el padre queriendo ser aceptado por su hijo, que supuestamente "sabe más".
Si cada posicionamiento es un significante con una cadena deslizante de significados, ¿que tenemos? Múltiples manifestaciones dimensionales que irán variando de acuerdo con la educación, el ambiente, las oportunidades, la época en que la persona nació. Los significados son construidos, no vienen "hechos", "filtrados" ni son "automáticos".
Desde mi posición como astrólogo, el mapa no es el espejo del "ser" de la persona. Mi lado "estudiante de Filosofia" obligatoriamente ya me llevaria a cuestionar: ¿que es "ser"? Para mi, la astrología es el contenedor donde el alma se derrama. Este mapa no habla de "quien" soy yo, sino de la "forma" que yo asumo ¡cuando resuelvo "ser" lo que quiero que sea!
Esta respuesta ciertamente no dejará satisfechos a los escépticos radicales, cuyas ideas en relación a la astrología se limita a considerarla una forma de adivinar resultados exactos para todas las cosas, como si el saber astrológico, al basarse en la matemática, tuviese resultados "naturales", como 1+1=2. Particularmente, pienso que un gran paso será dado cuando el medio astrológico simplemente no se preocupe tanto con las críticas escépticas, que en general parten de presupuestos equivocados. Otro paso igualmente grande será dado cuando finalmente entendamos que nuestro saber es un saber humano, y que la astrología trabaja con significantes, y no con significados instantáneos. En general se habla mucho de la posible ayuda que la astrología aportaría a la psicología o al psicoanálisis. Mi posición es un poco diferente: el psicoanálisis, eso si, tiende a aportar un gran auxílio para un mejor entendimiento de la astrología. Lo que no significa "mezclar" las cosas, el lugar del analista no es exactamente el mismo lugar del astrólogo, a pesar de que ambos lugares contienen intersecciones. Ambos - astrólogo y analista - pueden ser encarados como auxiliares en el proceso de resignificación de sus "clientes". Una persona puede comprender, a partir de ahí, que su existencia tendrá el significado que ella pueda dar, y que estos significados pueden ser continuamente reconstruídos.
Sobre el escepticismo
La tentativa de refutación de los argumentos de los escépticos es algo fútil, por dos buenas razones. Los argumentos escépticos contra la astrología son más fuertes no cuando buscan probar que el astrólogo es ignorante sobre alguna cuestión (los viejos y repetidos argumentos de que nosotros, astrólogos, suponemos que la Tierra es el centro del Universo, o que creemos que la Luna es un "planeta", o que desconocemos el significado de "fuerza gravitacional", entre tantas otras ridiculeces) más, si, cuando nos piden que justifiquemos nuestros "vaticinios astrológicos". Según cita Grayling, "Un desafío para que justifiquemos algo no es una afirmación o una teoría, y no puede ser refutado; puede solamente ser aceptado o ignorado".
Grayling continúa, sugiriendo:
"Una vez que el escéptico ofrece razones por las cuales la justificación es requerida, la respuesta podría estar en la inspección de esas razones y así ver si el desafío precisa ser enfrentado. Tal cosa, ciertamente, es una buena respuesta al escepticismo. Si las razones son convincentes, la próxima buena respuesta es intentar enfrentar el desafío."
La cuestión es: ¿cual es el desafío que los escépticos nos proponen? ¿Son desafíos válidos? ¿Esos desafíos tienen que ver con el saber astrológico?
Como regla, los desafíos de los escépticos se basan en una idea equivocada que tienen acerca de la astrología. Sugieren que "adivinemos" los signos solares de algunos individuos, cuando en verdad la astrología no se basa en signos solares. Sugieren, en tests "más avanzados", que adivinemos las profesiones de las personas de acuerdo con sus cartas astrológicas. Infelizmente, muchos astrólogos caen en el error de aceptar esas propuestas, que por si mismas ya nacen equivocadas. La tentativa de "adivinar profesiones" de acuerdo con cartas astrológicas incurre en el equívoco ya apuntado en este trabajo, de suponer que el lenguaje astrológico posee significados únicos o "qués". Aún así, cuando la astrología obtiene resultados notables, el comportamiento de los escépticos-tipo es tal cual el de un fanático: tuercen sus narices y "ocultan" la publicación de los resultados favorables a la astrología. Son tan comprometidos con sus opiniones que no se permiten cambiar de idea, ni aún delante de las evidencias, sean ellas cuales fueren.
A mediados de la década del 90, fui consultado por un adolescente de 17 años con dudas acerca de la carrera que debería seguir. En esa época, aún persuadido por la perspectiva mecanicista de la astrología en que los significantes indican significados únicos, miré su mapa y vislumbré un gran comunicador. El razonamiento astrológico estaba correcto: énfasis de planetas en la tercera Casa, cúmulo planetário en el signo de Géminis y una serie de otros factores sugestivos. Ante mi suposición de que el joven sería un excepcional periodista o comunicador, noté una evidente atmosfera de desacuerdo. El quería ser médico. Y así fue, se recibió de médico. Dentro de la medicina, actúa como un comunicador del área: tiene un programa de TV donde habla sobre profilaxis médica, escribe una columna en un diario y se convirtió en un notable profesor de medicina.
Se ve, a partir de esta experiencia, el cuidado que debemos tener: el razonamiento puede ser correcto, pero la fundamentación filosófica puede estar errada, si consideramos al hombre como un objeto del cielo, y los aspectos astrológicos como "significados unívocos".
Los "tests" propuestos por los escépticos incluyen, en la mayoria - para no decir en todos - una idea psicótica de la astrología: en la que es posible, por ejemplo, decir cuales individuos tendrán problemas cardíacos o cuales serán homosexuales o jugadores de fútbol. Infelizmente, algunos astrólogos tienen esta misma idea, de modo que crean el campo perfecto para ser prácticamente "destruidos" por los detractores de la astrología.
Respuesta a los escépticos
Gilbert Ryle (1900-1976) estableció una refutación lógica al decir que el error escéptico está en el hecho de que, si la verdad completa de las cosas nunca es alcanzada, podríamos estar siempre equivocados. Pero la falla escéptica no es esa. El escéptico pregunta como, dado que algunas veces erramos, podemos negar la posibilidad de estar equivocados en qualquier ocasión del razonamiento. La falla escéptica está en esperar de la astrologia, una ciencia humana, un retorno exacto, tal como cuando el hidrógeno inexorablemente se transforma en agua al combinarse con el oxígeno.
Vale decir que existen dos tipos de escepticismo: el metodológico, útil a la astrología, en que las afirmaciones son observadas y testeadas. Un astrólogo que cree en todo lo que lee en los libros es un mal pensador. Pero existe el escepticismo problemático que, igual que el comportamiento religioso más fervoroso, no acepta nada que no pueda proveer un retorno exacto.
Kant (1724-1804), por intermedio de su obra Crítica de la Razón Pura (1929), presenta una posible solución para dicho escepticismo problemático. Según Kant, nuestras mentes imponen una estructura de conceptos interpretativos sobre nuestras sensaciones, algo similar a lo que Robert Anton Wilson llama de "realidades-túnel". Es a partir de la interacción de nuestra capacidad de interpretar con dicha "realidad" que transformamos las cosas en experiencias propiamente dichas. Todas nuestras experiencias, consideradas como "exteriores" a nosotros, se definen como experiencias de un mundo estructurado espacialmente, y toda nuestra experiencia interior es de un mundo temporalmente estructurado. Tenemos entonces "datos espacio-temporales", y la carta astrológica es creada a partir de datos espacio-temporales: el lugar donde me encuentro, el cielo a partir de ese punto de vista, y el momento en que vine al mundo, así como sus características sociales únicas, su zeitgeist, por así decir. De este modo, según Kant, nuestras mentes imponen categorías y conceptos que hacen que la experiencia sea posible dando a ellas su carácter determinado. Y aqui está la respuesta de Kant: si el escéptico pide que justifiquemos nuestras afirmaciones de conocimento, nosotros así lo hacemos disponiendo esos hechos sobre como la experiencia es constituida. Y ni los escépticos escapan de eso, con las preguntas que hacen y con sus "formas de ver".
Un cuestionamento escéptico típico en relación a la astrología es acerca de la creencia en la existencia de una "fuerza planetaria invisible". Si no todos los astrólogos adhieren a la teoría de la "influencia", y se apoyan en la teoría de la sincronicidad, no hay desafío. Ellos quieren que probemos que la astrología se trata de una ciencia exacta, pero si nosotros mismos no la clasificamos de este modo, ¿que desafío puede haber? Y ante los astrólogos que buscan para la astrología el innecesario status de "ciencia exacta", yo mismo - astrólogo que soy – me transformo en escéptico y yo mismo los desafío: que lo prueben. Prueben que somos "objetos del cielo" y que los aspectos planetarios nos conducen a apenas un significado previsible. Prueben que es posible "adivinar" quien será médico, enfermero, juez, prostituta o psicópata. Un análisis minucioso (hecho por mi) del mapa de los más más famosos psicópatas del mundo no demostró ningún aspecto en común que "indicase" la psicopatía, ya que tal rasgo no es "natal" en el sentido de ser "inherente a los cielos", puesto que antes es el resultado de una multitud de factores. Lo que se percibió, en el caso de los mapas de psicópatas, es que el estilo de sus crímenes correspondía a sus mapas. John Wayne Gayce, el payaso asesino, tenía un cúmulo planetário en Sagitario y en Piscis – él decía que mataba a los niños para que no sufriesen en el futuro, un "argumento compasivo" para sus crimenes. Jeffrey Dahmer seducía de forma cortés a sus víctimas, siendo elegante y atrayéndolas, en conformidad con el ascendente Libra. El "crimen en sí" no estaba en la carta, apenas el estilo. Si Dahmer o Gayce no fuesen psicópatas, aplicarian el mismo estilo a otras cosas, y entonces volvemos a mi definición de astrología como un contenedor donde el alma se derrama: quien soy yo cuando resuelvo ser cualquier cosa que sea.
Según Berkeley, el escepticismo se basa en la idea de que existe solamente un mundo "material". Ahora bien, "mundo material" significa "hecho de materia", y "materia" es un término técnico que supuestamente denota una substancia detectable sensorialmente, tal como un color, una forma, una textura. Berkeley amplió el concepto de materia así entendido. El afirma lo obvio: que el mundo material solamente existe porque hay un sujeto que lo percibe. Y este "mundo material" sólo puede existir porque el sujeto le dio este nombre. ¿Y quien es este "sujeto que nombra" sino el alma? ¿Como podemos decir entonces que hasta las cosas externas a nosotros sufren una lectura objetiva? ¿Como defender la inmutabilidad de las propias leyes de la Física, si de lo que disponemos es “nuestro entender” de tales leyes, siendo que la propia Física continuamente se recicla y pasa a abordar los fenómenos de una forma en la que éstos no eran anteriormente abordados? Volvamos entonces a Kant: toda percepción de la realidad se traduce por la interacción del conjunto espacial con el conjunto temporal. Si cambiamos el conjunto temporal, tendremos otra lectura para la misma "realidad". Si cambiamos el conjunto espacial, idem.
Es muy común que se interprete a Berkeley erróneamente, suponiendo que él niega los objetos físicos. No se trata de eso, sino de considerar que:
1. Objetos físicos son colecciones de cualidades sensibles.
2. Cualidades sensibles son ideas.
3. Ideas sólo existen si son percibidas.
4. Concluimos que la "existência de objetos" consiste en ser percibidos. Y nuestra mente finita percibirá la realidad limitadamente, sin alcanzar jamás la "verdad completa".
Siendo así, ¿como podría un escéptico, cualquiera sea, determinar la "naturaleza de la realidad"?
Obviamente, muchos lectores acríticos interpretan erróneamente a Berkeley, y suponen que él dice que los objetos existen apenas en la cabeza de las personas. La mejor manera de interpretar a Berkeley es entendiendo que él habla acerca de puntos de vista. O, parafraseando Aleister Crowley: una rosa sólo es roja para nosotros, para una abeja tendrá otro color. Y, en realidad, "rojo" es el único color que la rosa no es, ya que ella absorbe todos los colores y solamente la vemos roja porque refleja ese rango del espectro.
Para el objetivo de nuestro trabajo, la cuestión es que Berkeley buscó criticar el escepticismo por medio de la eliminación del supuesto abismo entre "experiencia" y "realidad", proponiendo que experiencia y realidad son la misma cosa. De este modo, el propio psicoanálisis se basa no en la busqueda de la "realidad de la vida del sujeto", y sí en las experiencias que este sujeto tuvo – transformadas en reales para él, pero plausibles de resignificación. Y la astrología no esquiva la propuesta: no estudiamos el "cielo real", pues no hay "cielo real", una vez que qualquiera de ellos puede serlo, pero sí un cielo perspectivista, el cielo del lugar y del momento en que nos encontrábamos cuando nacimos. A partir de este razonamiento, cualquier limitación de la astrología en un saber "probado cartesianamente" la transforma en una pálida sombra de lo que ella puede llegar a ser.
Dewey sostiene que el "modelo cartesiano" hace al sujeto un recipiente meramente pasivo de experiencias, un "objeto del cielo", como alguien sentado en el cine asistiendo a la película de su vida; pero nuestra visión es de una perspectiva participante - somos actores en el mundo, y nuestra adquisición de conocimento es el resultado de nuestros hechos en el mundo.
El perspectivismo astrológico es una herramienta mucho más poderosa para abordar la realidad que lo que el propio escepticismo pretende ser, pues se basa en la idea de que "conocimento es verdad" son relativos a un punto de vista, un tiempo, un lugar, un medio ambiente cognitivo o cultural: el conocimento y la verdad, así entendidos, no serán nunca "El Conocimento" o "La Verdad". Y, de este modo, recuperamos nuestra posición de "sujetos", y nos descubrimos capaces de resignificar nuestras propias vidas – sin negar las "constelaciones" bajo las cuales nacemos, sino aprendiendo a co-crear nuestras propias experiencias; no más como "objetos del cielo", y sí como seres deseantes en un universo que no terminó de ser creado, y que aún se encuentra en plena reverberación explosiva y mágica de continua creación.
Referencias bibliográficas:
ZOJA, Luigi - "História da Arrogância" (Editora Axis Mvndi)
JUNG, Carl - "O Segredo da Flor de Ouro" (Vozes)
WILSON, Robert Anton - "O Gatilho Cósmico" (Madras)
GRAYLING, A C - "Epistemology" (tradución de parte del texto por el filósofo Paulo Ghiraldelli Jr.)
FREUD, Sigmund - "Três Ensaios Sobre a Teoria da Sexualidade" (Imago)
KANT - "Crítica da Razão Pura" (Acropolis)
Este trabajo esta dedicado a la memoria de Maria Luigia Magnavita Galeffi (1920-2005), fundadora de las facultades de Letras y Filosofia en Salvador. Ella ayudó a crear universos.
Alexey Dodsworth
Traducción del portugués por Alejandro Christian Luna
http://www.astrotranspersonal.com.ar/alexey.htm
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