[...] "Ahora que hemos tratado de la ciencia de los números, de la constitución de los cielos, pasamos a la astrología; y es una ciencia a los ojos de la mayoría de las personas, por más que nuestra opinión nos sitúe dentro de la minoría." AL BIRUNI (el más eminente astrónomo árabe)
Desde el comienzo de la civilización los hombres han mirado hacia el
cielo. Descubrieron la existencia de determinados ciclos celestes que se
superponían a otros ya conocidos como las estaciones, el día y la
noche, la siembra y la cosecha, los movimientos migratorios de los
animales... Por tanto, usaron esos ciclos celestes como vehículo para
predecir, entre otras cosas, las épocas en las cuales debían cazar y
recolectar. La existencia de muescas en huesos de animales del
Paleolítico Superior revelan que los antiguos pobladores llevaban un
registro de observaciones lunares que usaban para preparar la caza (ver
Marshack, 1964). Idéntico uso de las fases lunares se han encontrado en
China, India, Egipto, Babilonia, América Central... Junto con otros,
este hecho invalida el conocido argumento, repetido hasta el
aburrimiento, de que la astronomía es hija de la astrología. El
prestigioso historiador de la ciencia Neugebauer (1957) afirma:
"Normalmente se dice que la astronomía se originó de la astrología. No
he encontrado ninguna evidencia para esta teoría".
Los registros más antiguos que se conservan sobre los conocimientos
matemáticos y astronómicos de los babilonios corresponden al reinado de
la dinastía Hammurabi (del 1800 al 1600 a.C.). Los sacerdotes caldeos,
depositarios de estos sabores, observaban cuidadosamente el cielo
anotando las posiciones relativas de los planetas y la Luna, necesarias
para el establecimiento del calendario lunisolar base de su cultura.
Después de siglos de paciente observación, registrando minuciosamente
todos los sucesos acaecidos en el reino, las posiciones de los planetas y
la Luna, y de todos los fenómenos meteorológicos destacados (como puede
ser la presencia de un halo alrededor del Sol) se comenzaron a dar las
primeras predicciones. Curiosamente, no estaban referidas al carácter o
el comportamiento de las personas, sino que los primitivos informes se
referían a predicciones sobre el tiempo meteorológico, inundaciones,
cosechas y el futuro del reino: "Si el Sol poniente parece el doble de
grande que de costumbre y tres de sus rayos son azulados, el rey del
país está perdido" "Si la Luna es visible el décimo día, hay buenas
noticias para la tierra de Akkad, malas noticias para Siria"
(predicciones de Sargón el Viejo hacia el 2400 a.C.).
Para los sacerdotes babilonios el arte de la predicción era una parte fundamental de su quehacer diario. Usaban todos los métodos imaginables para ello: la interpretación de los sueños, el análisis de las vísceras de los animales sacrificados, el vuelo de las aves, los nacimientos anormales... Sin embargo, los sucesos realmente importantes sólo podían predecirse mirando al cielo. Únicamente el destino de los países y sus gobernantes podía ser obtenido interpretando los fenómenos astronómicos y meteorológicos (los caldeos no hacían distinción alguna entre ellos). Esta primitiva astrología no daba importancia a las constelaciones en que se encontraban los planetas, sino únicamente al brillo y posiciones relativas de éstos, a los eclipses de Luna y de Sol, a la aparición de estrellas fugaces... Fue hacia el 700 a.C. cuando nació la idea del Zodiaco. Como alguien dijo una vez, "si los planetas son las agujas del reloj, el Zodiaco proporciona los doce números de la esfera". La primera tablilla de una serie llamada Mul Apin menciona 'las constelaciones del camino de la Luna' que, traducidos a nuestros propios grupos de estrellas, son: Pléyades, Tauro, Orión, Perseo, Cochero, Géminis, Cáncer, Leo, Spica, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis, Pegaso, Piscis más la parte media de Andrómeda y Aries. 18 signos en total. Los doce signos aparecieron hacia el 400 a.C., después de un periodo donde su numero había sido reducido a once. La constelación faltante era Libra, que se construyó a expensas de las pinzas del vecino Escorpión. El por qué a un conjunto de estrellas se la llamó Capricornio o Sagitario tiene su origen en diversos motivos: la muy vaga apariencia con algún animal (Tauro o Leo), las características climáticas de la región cuando el Sol se encontraba en esa constelación (Acuario, cuyo significado es el portador del agua porque Enero era el mes más húmedo en Mesopotamia) o algún otro tipo de razonamiento lógico.
A partir del año 300 a.C. empiezan a aparecer algún tipo de predicciones
particulares. El deseo que cada persona tiene de conocer su futuro hace
que el negocio se amplíe. Todavía los horóscopos babilónicos no son
como los que conocemos actualmente ni como los que conocían los griegos y
romanos. La colección de predicciones astrológicas babilónicas
traducidas por Sachs (1952) no mencionan ni el signo ni las posiciones
planetarias secundarias de tanta importancia en el horóscopo
grecorromano, aunque su estructura sigue siendo la misma (incluidas las
clásicas afirmaciones banales y generales): "Júpiter en 18º Sagitario.
El lugar de Júpiter significa: su vida será regular, buena; será rico,
llegará a viejo". "Venus en 4º Tauro. El lugar de Venus significa:
dondequiera que esté todo le irá bien; tendrá hijos e hijos. (Horóscopo
de un nacido el 3 de Junio del 234 a.C.)
Resurgimiento en tiempos de crisis:
[Los horóscopos aparecen por primera vez en la prensa francesa en 1935. La población seguía muy afectada por la depresión que siguió al crac bursátil de 1929] Se cree con más fuerza aún en los viejos mitos paganos del destino, de la fortuna; y tres mil años después de los caldeos, se invoca el poder de los astros que rigen, con una voluntad inflexible, todo el Universo. Aun sabiendo que estas creencias son incompatibles con el espíritu científico, los ciudadanos, intimidados por los riesgos de los nuevos tiempos, se adhieren a razonamientos absolutamente ilógicos y a supersticiones abracadabrantes. Desafían de esta forma, aun sin confesarlo, los criterios de una racionalidad científico-tecnológica que no siempre da respuesta a sus obsesiones inmediatas.
[Los horóscopos aparecen por primera vez en la prensa francesa en 1935. La población seguía muy afectada por la depresión que siguió al crac bursátil de 1929] Se cree con más fuerza aún en los viejos mitos paganos del destino, de la fortuna; y tres mil años después de los caldeos, se invoca el poder de los astros que rigen, con una voluntad inflexible, todo el Universo. Aun sabiendo que estas creencias son incompatibles con el espíritu científico, los ciudadanos, intimidados por los riesgos de los nuevos tiempos, se adhieren a razonamientos absolutamente ilógicos y a supersticiones abracadabrantes. Desafían de esta forma, aun sin confesarlo, los criterios de una racionalidad científico-tecnológica que no siempre da respuesta a sus obsesiones inmediatas.
Presencia en la sociedad moderna (Francia, 1997):
Más de 20.000 brujos modernos, videntes, astrólogos y otros arúspices oficiales, con la ayuda de unas decenas de morabitos llegados de Africa, apenas dan abasto en Francia para responder a la angustiosa demanda de unos 4 millones de clientes habituales. El esoterismo se encuentra en plena expansión: la mitad de los franceses consulta regularmente su horóscopo, y la tirada de las revistas de astrología no deja de aumentar (dos de ellas superan los 100.000 ejemplares). El boom de esta industria de la adivinación (tarots, cartas, talismanes, quiromancia, sanadores, radiestesistas) corresponde a una regresión profunda del individuo. De esta forma se empieza por admitir que el cielo del nacimiento puede determinar, de forma absoluta, la biografía. Así el destino astral interpretado por el vidente reemplaza en estos tiempos de supersticiones la lectura de los caminos de la Providencia efectuada antaño por los clérigos. (Ignacio Ramonet).
http://www.mgar.net/var/astrologia.htm
Más de 20.000 brujos modernos, videntes, astrólogos y otros arúspices oficiales, con la ayuda de unas decenas de morabitos llegados de Africa, apenas dan abasto en Francia para responder a la angustiosa demanda de unos 4 millones de clientes habituales. El esoterismo se encuentra en plena expansión: la mitad de los franceses consulta regularmente su horóscopo, y la tirada de las revistas de astrología no deja de aumentar (dos de ellas superan los 100.000 ejemplares). El boom de esta industria de la adivinación (tarots, cartas, talismanes, quiromancia, sanadores, radiestesistas) corresponde a una regresión profunda del individuo. De esta forma se empieza por admitir que el cielo del nacimiento puede determinar, de forma absoluta, la biografía. Así el destino astral interpretado por el vidente reemplaza en estos tiempos de supersticiones la lectura de los caminos de la Providencia efectuada antaño por los clérigos. (Ignacio Ramonet).
http://www.mgar.net/var/astrologia.htm
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