El origen de la astrología. Por Miguel Ángel Sabadell:
[...] "Ahora que hemos tratado de la ciencia de los números, de la constitución de los cielos, pasamos a la astrología; y es una ciencia a los ojos de la mayoría de las personas, por más que nuestra opinión nos sitúe dentro de la minoría." AL BIRUNI (el más eminente astrónomo árabe)
Desde el comienzo de la civilización los hombres han mirado hacia el
cielo. Descubrieron la existencia de determinados ciclos celestes que se
superponían a otros ya conocidos como las estaciones, el día y la
noche, la siembra y la cosecha, los movimientos migratorios de los
animales... Por tanto, usaron esos ciclos celestes como vehículo para
predecir, entre otras cosas, las épocas en las cuales debían cazar y
recolectar. La existencia de muescas en huesos de animales del
Paleolítico Superior revelan que los antiguos pobladores llevaban un
registro de observaciones lunares que usaban para preparar la caza (ver
Marshack, 1964). Idéntico uso de las fases lunares se han encontrado en
China, India, Egipto, Babilonia, América Central... Junto con otros,
este hecho invalida el conocido argumento, repetido hasta el
aburrimiento, de que la astronomía es hija de la astrología. El
prestigioso historiador de la ciencia Neugebauer (1957) afirma:
"Normalmente se dice que la astronomía se originó de la astrología. No
he encontrado ninguna evidencia para esta teoría".
El origen de la astrología occidental debemos buscarlo en Mesopotamia,
en la Babilonia y Asiria de hace 4000 años. Era ésta una civilización
floreciente, y como todo pueblo que ha desarrollado un grado cultural
suficiente, creó una mitología para explicar el mundo intentando dar
respuesta a las eternas preguntas ¿Quienes somos? ¿De dónde venimos? ¿A
dónde vamos? Inventaron dioses como Marduk para explicar tanto la caída
de una hoja como el movimiento del Sol y las estrellas alrededor de la
Tierra, centro del Universo. Residían en el único lugar para ellos
inalcanzable: el cielo. Así que trasladaron toda su religión a la bóveda
celeste. En ella encontraron ciertos cuerpos, los planetas (del griego
"errantes"), que se movían por el firmamento. Identificaron al Sol, la
Luna, Mercurio, Venus. Marte, Júpiter y Saturno con sus dioses y les
atribuyeron características en función de su aspecto. Es el conocido
razonamiento por analogía clásico del pensamiento mágico y mitológico.
Marte (Nergal), de color rojo brillante, era el dios de la guerra;
Venus (Ishtar), luminaria del atardecer y del amanecer, era la diosa de
la fertilidad; Júpiter (Marduk), de color blanco, era el padre de los
dioses. Que los planetas influyeran en los acontecimientos terrestres
era algo evidente pues ¿no estaba acaso la Tierra en el centro del Universo?, ¿no influye el Sol en todos nosotros, marcando cuándo debemos levantarnos, cuándo debemos sembrar?
Los registros más antiguos que se conservan sobre los conocimientos
matemáticos y astronómicos de los babilonios corresponden al reinado de
la dinastía Hammurabi (del 1800 al 1600 a.C.). Los sacerdotes caldeos,
depositarios de estos sabores, observaban cuidadosamente el cielo
anotando las posiciones relativas de los planetas y la Luna, necesarias
para el establecimiento del calendario lunisolar base de su cultura.
Después de siglos de paciente observación, registrando minuciosamente
todos los sucesos acaecidos en el reino, las posiciones de los planetas y
la Luna, y de todos los fenómenos meteorológicos destacados (como puede
ser la presencia de un halo alrededor del Sol) se comenzaron a dar las
primeras predicciones. Curiosamente, no estaban referidas al carácter o
el comportamiento de las personas, sino que los primitivos informes se
referían a predicciones sobre el tiempo meteorológico, inundaciones,
cosechas y el futuro del reino: "Si el Sol poniente parece el doble de
grande que de costumbre y tres de sus rayos son azulados, el rey del
país está perdido" "Si la Luna es visible el décimo día, hay buenas
noticias para la tierra de Akkad, malas noticias para Siria"
(predicciones de Sargón el Viejo hacia el 2400 a.C.).
Zodiaco:
Para los sacerdotes babilonios el arte de la predicción era una parte fundamental de su quehacer diario. Usaban todos los métodos imaginables para ello: la interpretación de los sueños, el análisis de las vísceras de los animales sacrificados, el vuelo de las aves, los nacimientos anormales... Sin embargo, los sucesos realmente importantes sólo podían predecirse mirando al cielo. Únicamente el destino de los países y sus gobernantes podía ser obtenido interpretando los fenómenos astronómicos y meteorológicos (los caldeos no hacían distinción alguna entre ellos). Esta primitiva astrología no daba importancia a las constelaciones en que se encontraban los planetas, sino únicamente al brillo y posiciones relativas de éstos, a los eclipses de Luna y de Sol, a la aparición de estrellas fugaces... Fue hacia el 700 a.C. cuando nació la idea del Zodiaco. Como alguien dijo una vez, "si los planetas son las agujas del reloj, el Zodiaco proporciona los doce números de la esfera". La primera tablilla de una serie llamada Mul Apin menciona 'las constelaciones del camino de la Luna' que, traducidos a nuestros propios grupos de estrellas, son: Pléyades, Tauro, Orión, Perseo, Cochero, Géminis, Cáncer, Leo, Spica, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis, Pegaso, Piscis más la parte media de Andrómeda y Aries. 18 signos en total. Los doce signos aparecieron hacia el 400 a.C., después de un periodo donde su numero había sido reducido a once. La constelación faltante era Libra, que se construyó a expensas de las pinzas del vecino Escorpión. El por qué a un conjunto de estrellas se la llamó Capricornio o Sagitario tiene su origen en diversos motivos: la muy vaga apariencia con algún animal (Tauro o Leo), las características climáticas de la región cuando el Sol se encontraba en esa constelación (Acuario, cuyo significado es el portador del agua porque Enero era el mes más húmedo en Mesopotamia) o algún otro tipo de razonamiento lógico.
Para los sacerdotes babilonios el arte de la predicción era una parte fundamental de su quehacer diario. Usaban todos los métodos imaginables para ello: la interpretación de los sueños, el análisis de las vísceras de los animales sacrificados, el vuelo de las aves, los nacimientos anormales... Sin embargo, los sucesos realmente importantes sólo podían predecirse mirando al cielo. Únicamente el destino de los países y sus gobernantes podía ser obtenido interpretando los fenómenos astronómicos y meteorológicos (los caldeos no hacían distinción alguna entre ellos). Esta primitiva astrología no daba importancia a las constelaciones en que se encontraban los planetas, sino únicamente al brillo y posiciones relativas de éstos, a los eclipses de Luna y de Sol, a la aparición de estrellas fugaces... Fue hacia el 700 a.C. cuando nació la idea del Zodiaco. Como alguien dijo una vez, "si los planetas son las agujas del reloj, el Zodiaco proporciona los doce números de la esfera". La primera tablilla de una serie llamada Mul Apin menciona 'las constelaciones del camino de la Luna' que, traducidos a nuestros propios grupos de estrellas, son: Pléyades, Tauro, Orión, Perseo, Cochero, Géminis, Cáncer, Leo, Spica, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis, Pegaso, Piscis más la parte media de Andrómeda y Aries. 18 signos en total. Los doce signos aparecieron hacia el 400 a.C., después de un periodo donde su numero había sido reducido a once. La constelación faltante era Libra, que se construyó a expensas de las pinzas del vecino Escorpión. El por qué a un conjunto de estrellas se la llamó Capricornio o Sagitario tiene su origen en diversos motivos: la muy vaga apariencia con algún animal (Tauro o Leo), las características climáticas de la región cuando el Sol se encontraba en esa constelación (Acuario, cuyo significado es el portador del agua porque Enero era el mes más húmedo en Mesopotamia) o algún otro tipo de razonamiento lógico.
Es evidente que los sacerdotes caldeos encontrasen 'correlaciones' entre
los eclipses lunares (objetivo prioritario de sus observaciones) y
otros sucesos astronómicos con momentos relevantes de su historia.
Igualmente las podrían haber hallado con el ciclo reproductor del
escarabajo pelotero o con el de la metamorfosis de la rana. Hoy sabemos
que esas relaciones aparentes son absolutamente casuales y conllevan un
alto grado de componente psicológico (eliminar los errores y ensalzar
los aciertos). Sin embargo, para ellos era una clara consecuencia de su
propia cultura. Los dioses vivían en el cielo y, conocedores del futuro
de los hombres enviaban a sus representantes (los sacerdotes) señales
sobre los próximos acontecimientos que debían interpretar. Esta
filosofía se encontraba sumergida en la idea de un tiempo cíclico, donde
la historia siempre se repite. El pastel resultante es obvio: la
predicción del futuro mirando las estrellas.
A partir del año 300 a.C. empiezan a aparecer algún tipo de predicciones
particulares. El deseo que cada persona tiene de conocer su futuro hace
que el negocio se amplíe. Todavía los horóscopos babilónicos no son
como los que conocemos actualmente ni como los que conocían los griegos y
romanos. La colección de predicciones astrológicas babilónicas
traducidas por Sachs (1952) no mencionan ni el signo ni las posiciones
planetarias secundarias de tanta importancia en el horóscopo
grecorromano, aunque su estructura sigue siendo la misma (incluidas las
clásicas afirmaciones banales y generales): "Júpiter en 18º Sagitario.
El lugar de Júpiter significa: su vida será regular, buena; será rico,
llegará a viejo". "Venus en 4º Tauro. El lugar de Venus significa:
dondequiera que esté todo le irá bien; tendrá hijos e hijos. (Horóscopo
de un nacido el 3 de Junio del 234 a.C.)
Con las conquistas de Alejandro Magno
(300 a.C.), toda esta tradición astrológica pasa al mundo griego. El
camino había sido preparado por las ideas de PLATON y PITAGORAS. Ambos
habían unido matemáticas y misticismo, habían hecho una religión de las
matemáticas. Enseñaban la unicidad entre el cielo y la tierra, la
perfección de los cuerpos celestes, con los planetas moviéndose en
esferas de cristal perfectamente transparentes ("la música de las
esferas"). Con semejante bagaje filosófico no es difícil entender la
rápida aceptación de la astrología: era la prueba palpable de esa unión
mística con el universo.
La astrología llegó a Grecia por dos caminos: Babilonia y Egipto. Desde
Babilonia gracias al sacerdote BEROSO que la enseñaba en la isla griega
de Cos hacia el año 280 a.C. Allí escribió su monumental Babyloniaca,
obra en tres volúmenes donde expone sus conocimientos y la información
traída de su país. Beroso, muy interesado en los trabajos del médico
griego HIPOCRATES, se cree que fue el fundador de la medicina
astrológica, práctica perniciosa que relaciona cada parte del cuerpo con
un signo astrológico. En pocas palabras, la culpa de las enfermedades
la tienen los planetas.
La astrología egipcia tiene su base en los llamados decanos, periodos de
10 días, cada uno de los cuales se hallaba bajo la protección de un
dios representado por una estrella o grupo de estrellas. En total había
36 decanos y se usaban esencialmente para seguir el ciclo de Sirio
(Sothis), cuyo levantamiento helíaco daba comienzo al año egipcio. El
levantamiento helíaco del resto daba comienzo a distintas partes del
año, las décadas. Como es natural, lo que comenzó siendo una forma de
medir el tiempo se tornó en un sistema predictivo relacionado, además,
con otros campos como la alquimia, las piedras y plantas mágicas... Esta
escuela culminó en un libro escrito por dos personajes llamados
PETOSIRIS y NEQUEPSO (probablemente legendarios) sobre el año 160 a.C.
Sin embargo, los griegos las adoptaron a sus propias creencias.
Definitivamente la influencia de los astros se extiende a todos los
seres humanos sin excepción (¿quizá porque no había reyes en Grecia y
veían peligrar el negocio?); las acciones atribuidas a los planetas se
hacen más humanas, pues los mismos dioses griegos tenían atributos
humanos: cobraron importancia las constelaciones del Zodiaco pues no era
lógico que la esfera de las estrellas fijas no sirviera para nada
cuando el resto tenían un significado preciso. (Miguel Ángel Sabadell)
Resurgimiento en tiempos de crisis:
[Los horóscopos aparecen por primera vez en la prensa francesa en 1935. La población seguía muy afectada por la depresión que siguió al crac bursátil de 1929] Se cree con más fuerza aún en los viejos mitos paganos del destino, de la fortuna; y tres mil años después de los caldeos, se invoca el poder de los astros que rigen, con una voluntad inflexible, todo el Universo. Aun sabiendo que estas creencias son incompatibles con el espíritu científico, los ciudadanos, intimidados por los riesgos de los nuevos tiempos, se adhieren a razonamientos absolutamente ilógicos y a supersticiones abracadabrantes. Desafían de esta forma, aun sin confesarlo, los criterios de una racionalidad científico-tecnológica que no siempre da respuesta a sus obsesiones inmediatas.
[Los horóscopos aparecen por primera vez en la prensa francesa en 1935. La población seguía muy afectada por la depresión que siguió al crac bursátil de 1929] Se cree con más fuerza aún en los viejos mitos paganos del destino, de la fortuna; y tres mil años después de los caldeos, se invoca el poder de los astros que rigen, con una voluntad inflexible, todo el Universo. Aun sabiendo que estas creencias son incompatibles con el espíritu científico, los ciudadanos, intimidados por los riesgos de los nuevos tiempos, se adhieren a razonamientos absolutamente ilógicos y a supersticiones abracadabrantes. Desafían de esta forma, aun sin confesarlo, los criterios de una racionalidad científico-tecnológica que no siempre da respuesta a sus obsesiones inmediatas.
Presencia en la sociedad moderna (Francia, 1997):
Más de 20.000 brujos modernos, videntes, astrólogos y otros arúspices oficiales, con la ayuda de unas decenas de morabitos llegados de Africa, apenas dan abasto en Francia para responder a la angustiosa demanda de unos 4 millones de clientes habituales. El esoterismo se encuentra en plena expansión: la mitad de los franceses consulta regularmente su horóscopo, y la tirada de las revistas de astrología no deja de aumentar (dos de ellas superan los 100.000 ejemplares). El boom de esta industria de la adivinación (tarots, cartas, talismanes, quiromancia, sanadores, radiestesistas) corresponde a una regresión profunda del individuo. De esta forma se empieza por admitir que el cielo del nacimiento puede determinar, de forma absoluta, la biografía. Así el destino astral interpretado por el vidente reemplaza en estos tiempos de supersticiones la lectura de los caminos de la Providencia efectuada antaño por los clérigos. (Ignacio Ramonet).
http://www.mgar.net/var/astrologia.htm
Más de 20.000 brujos modernos, videntes, astrólogos y otros arúspices oficiales, con la ayuda de unas decenas de morabitos llegados de Africa, apenas dan abasto en Francia para responder a la angustiosa demanda de unos 4 millones de clientes habituales. El esoterismo se encuentra en plena expansión: la mitad de los franceses consulta regularmente su horóscopo, y la tirada de las revistas de astrología no deja de aumentar (dos de ellas superan los 100.000 ejemplares). El boom de esta industria de la adivinación (tarots, cartas, talismanes, quiromancia, sanadores, radiestesistas) corresponde a una regresión profunda del individuo. De esta forma se empieza por admitir que el cielo del nacimiento puede determinar, de forma absoluta, la biografía. Así el destino astral interpretado por el vidente reemplaza en estos tiempos de supersticiones la lectura de los caminos de la Providencia efectuada antaño por los clérigos. (Ignacio Ramonet).
http://www.mgar.net/var/astrologia.htm
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