Astrología y comprobación estadística
Por Jerónimo Brignone
Algunas de las constataciones que, aunque en ocasiones deseando todo lo contrario, científicos de diferentes disciplinas realizaron sobre los vínculos de ciertas posiciones planetarias con los individuos y, también, las ondas magnéticas.
31/08/12 - 15:04
Si bien hay una sumatoria de millares y millares de tablas de arcilla con escritura cuneiforme consignando posiciones planetarias y algunas interpretaciones, no podemos hablar de estadísticas, ya que ésta es una ciencia relativamente reciente, nacida hace poco más de un siglo.
No hay forma de comprobar si las asignaciones que la tradición otorga a los símbolos principales se dio por observación de muchos datos, por alguna forma de revelación o como una construcción cultural gradual no por ello menos eficaz: esa zona del saber histórico y arqueológico tiene grandes lagunas.
En suma, no sólo no se sabe por qué funciona la Astrología, sino que tampoco cuándo y, sobre todo, cómo nacieron los contenidos que tradicionalmente la constituyen.
De la incredulidad al asombro
La estadística nació en el siglo XIX para objetivos de control estatal y censos, y luego fue combinada con las teorías de la probabilidad surgidas desde el siglo XVII para la predicción de diversos fenómenos astronómicos, físicos y sociológicos. Se impuso en el siglo XX como sinónimo de cientificismo, convirtiéndose en una herramienta de trabajo fundamental para las ciencias positivas modernas.
En 1950, el estadístico francés Michel Gauquelin comenzó un intenso trabajo de investigación con la intención de, mediante esta herramienta, refutar de una vez por todas las absurdas afirmaciones de la Astrología.
Pronto se topó con los experimentos anteriores de un cierto Léon Lasson, que vinculaban posiciones planetarias con profesiones.
Gauquelin comenzó con un grupo de 576 catedráticos y profesores de medicina, descubriendo, azorado, que un porcentaje muy superior a la esperanza matemática había nacido cuando los planetas Marte o Saturno se encontraban sobre la línea del horizonte o del meridiano del lugar.
Comparó estos resultados con otro grupo compuesto de 508 médicos eminentes, y se encontró con las mismas posiciones, las que, sumadas a las anteriores, sólo podían producirse por azar en una posibilidad entre diez millones.
Creyendo que algo debía andar mal, recorrió con su esposa Françoise toda Europa en búsqueda de registros natales fidedignos, aumentando el número de casos estudiados primero a 25.000, y luego a cientos de miles.
Seguían observándose posiciones significativas de Marte y Saturno en el caso de los científicos de renombre; de Marte en los deportistas; de Marte y Júpiter en los militares; de la Luna y Júpiter en los actores y de la Luna en los escritores, tal como siempre lo había afirmado la Astrología.
Asimismo, encontró una relación de alta significación estadística entre las posiciones planetarias de un individuo y la de sus padres.
Si bien produjeron muchas controversias y difamaciones, sus resultados impresionantes han sido hasta la fecha irrefutables, para conmoción de la comunidad científica toda.
Desde entonces, se han sucedido múltiples verificaciones estadísticas rigurosas de diversos segmentos de la doctrina astrológica, tales como la de las ondas de radio.
En 1950, algunos científicos de la RCA, la “Corporación de Radio de América”, observaron una correspondencia entre la calidad de recepción de ondas cortas y las posiciones de los planetas del sistema solar. Encomendaron entonces al ingeniero John Nelson investigar si era sencillamente una casualidad, o si había algún influjo de los astros en la recepción radiofónica.
Investigando los datos técnicos archivados desde los años veinte, Nelson descubrió que las tormentas magnéticas -origen de las perturbaciones en la propagación de las ondas de radio- coincidían con las posiciones que dos o más planetas tenían respecto del Sol, en los ángulos de 90 y 180 grados que los astrólogos llaman “aspectos”, en este caso, de cuadratura y oposición, y que han sido tradicionalmente leídos como señal de conflictos y tensión.
Asimismo, Nelson observó que con los llamados “aspectos armónicos” de sextil y trígono, 60 y 120 grados respectivamente, se mejoraba notablemente la propagación de las ondas cortas.
Además, comprobó ciertos efectos con otros ángulos no considerados por los astrólogos de la antigüedad, pero muy usados por los modernos: el quincuncio, de 150 grados, y la sesquicuadratura, de 135 grados.
La validez de estos descubrimientos se puso en evidencia cuando Nelson pudo predecir correctamente futuras perturbaciones electromagnéticas con un 93 por ciento de aciertos, cifra asombrosa e imposible de adjudicar a la casualidad.
Hoy, por estos resultados, las emisiones radiofónicas en todo el mundo han mejorado la calidad de recepción de los usuarios, mostrando otra cara oculta de la relación entre la vida cotidiana y la Astrología.
Jerónimo Brignone es presidente y director del Caba, Fundación Centro Astrológico de Buenos Aires, entidad con más de 50 años de actividad y reconocimiento internacional. También dicta clases en la UBA
www.astrolcaba.com.ar
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